lunes, 20 de mayo de 2024

Capítulo 10. IV. El fin de la enfermedad.

 IV. El fin de la enfermedad.

1. Toda magia es un intento de reconciliar lo irreconciliable. 2Toda religión es el reconocimiento de que lo irreconciliable no puede ser reconciliado. 3La enfermedad y la perfección son irreconcilia­bles. 4Si Dios te creó perfecto, eres perfecto. 5Si crees que puedes estar enfermo, has antepuesto otros dioses a Él. 6Dios no está en guerra con el dios de la enfermedad que inventaste, pero tú sí. 7Este dios es el símbolo de tu decisión de oponerte a Dios, y tienes miedo de él porque no se le puede reconciliar con la Voluntad de Dios. 8Si lo atacas, harás que sea real para ti. 9Pero si te niegas a adorarlo, sea cual sea la forma en que se presente ante ti, o el lugar donde creas verlo, desaparecerá en la nada de donde provino.

Etimológicamente, se cree que el termino religión procede de “religare”, cuyo significado es “unir”. Podríamos decir, que reconciliar adopta ese mismo significado, el de recuperar el estado de unión cuando se ha perdido dicha condición.

En este sentido, el papel original de la religión es corregir la creencia de la separación por la de unión.

En este punto, se nos dice que la enfermedad-separación y la perfección-unión son irreconciliables. Si Dios nos creó perfectos, ningún pensamiento contrario a ese estado puede alterarlo. Por tal motivo, la creencia en la enfermedad nos lleva a servir al error, pues estaríamos argumentando a favor de la existencia del ego y de que nuestra verdadera identidad, es el cuerpo.. 

2. La realidad sólo puede alborear en una mente despejada. 2La realidad está siempre ahí, ante ti, lista para ser aceptada, pero para aceptarla tienes que primero estar dispuesto a tenerla. 3Conocer la realidad requiere que uno esté dispuesto a juzgar la irrealidad tal como es. 4Pasar por alto lo que no es nada es simple­mente juzgarlo acertadamente, y mediante tu capacidad para eva­luarlo correctamente, permitir que desaparezca. 5EI conocimiento no puede alborear en una mente llena de ilusiones porque la ver­dad y las ilusiones son irreconciliables. 6La verdad es íntegra y no puede ser conocida sólo por una parte de la mente. 

Este punto aboga por la coherencia. No se puede servir a la verdad y a la ilusión conjuntamente. La mente dual no puede albergar lo que es verdad, pues la verdad es íntegra y eterna. No está sujeta al cambio y a la temporalidad. 

3. No se puede percibir a la Filiación como parcialmente enferma porque percibirla de esa manera es no percibirla en absoluto. 2Si la Filiación es una, es una desde cualquier punto de vista. 3La uni­dad no puede ser dividida. 4Si percibes otros dioses significa que tu mente está dividida, y no podrás limitar dicha división porque ello es señal de que has separado parte de tu mente de la Volun­tad de Dios. 5Esto quiere decir que tu mente no tiene ningún con­trol. 6No tener control significa que se ha perdido la razón, y en ese caso la mente se vuelve irracional. 7Al definir erróneamente a la mente, la percibes como que funciona erróneamente. 

La mente dividida ha permitido que la percepción haya sustituido al verdadero Conocimiento. 


4. Las leyes de Dios mantendrán a tu mente en paz porque la paz es Su Voluntad, y Sus leyes se promulgaron para apoyarla. 2Sus leyes son las leyes de la libertad, mas las tuyas son las leyes del cautiverio. 3Puesto que la libertad y el cautiverio son irreconcilia­bles, sus respectivas leyes no se pueden entender simultánea­mente. 4Las leyes de Dios operan exclusivamente para tu bien, y no hay más leyes que las Suyas. 5Lo demás no está regido por ninguna ley, y es, por lo tanto, caótico. 6Dios Mismo, no obstante, ha protegido todo lo que Él creó mediante Sus leyes. 7No existe nada que no esté regido por ellas. 8"Las leyes del caos” es una expresión que no tiene sentido. 9La creación acata sus leyes per­fectamente, y lo caótico carece de significado porque Dios no forma parte de ello. 10Le has "dado" tu paz a los dioses que inven­taste, pero ellos no pueden aceptarla, pues no están ahí, y tú no puedes dársela. 

Las leyes de Dios proceden del Amor y favorecen el estado de paz. Mientras que las leyes del ego proceden del miedo y favorecen el estado de sufrimiento, de culpa y de dolor. 

5. No eres libre de renunciar a la libertad, sino sólo de negarla. 2No puedes hacer lo que Dios no dispuso porque lo que Él no dispuso no puede tener lugar. 3Tus dioses no son los causantes del caos; tú les adjudicas el caos y luego lo aceptas de ellos. 4Nada de esto ha tenido lugar jamás. 5Nada, excepto las leyes de Dios, ha existido jamás, y nada, excepto Su Voluntad, existirá jamás. 6Fuiste creado mediante Sus leyes y por Su Voluntad, y el modo en que fuiste creado te estableció como creador. 7Lo que has inventado es tan indigno de ti que lo repudiarías sólo con que estuvieses dispuesto a verlo tal como es. 8En ese caso no verías nada en absoluto. 9Y tu visión automáticamente se dirigiría más allá de ello hacia lo que se encuentra en ti y a tu alrededor. 10La realidad no puede salvar las obstrucciones que pones ante ella, mas te envolverá completamente cuando las abandones. 

Lo que Dios ha creado lleva el sello de lo eterno, pues la esencia del Amor es Eterna. Lo que el ego ha fabricado lleva el sello de lo perecedero, pues su esencia es el miedo y el miedo es nada. 

6. Una vez que se ha experimentado la protección de Dios, inven­tar ídolos se vuelve inconcebible. 2En la Mente de Dios no hay imágenes extrañas, y lo que no está en Su Mente no puede estar en la tuya, porque tú tienes una sola mente y esa mente le perte­nece a El. 3Es tuya precisamente porque le pertenece a Él, ya que para Él ser propietario de algo es compartirlo. 4Y si esto es así para Él, también lo es para ti. 5Sus definiciones son Sus leyes, pues mediante ellas estableció el universo tal como éste es. 6Los falsos dioses que tratas de interponer entre tu realidad y tú no afectan a la verdad en absoluto. 7Tuya es la paz porque Dios te creó. 8Y Él no creó nada más. 

El Curso nos enseña que la verdad sólo puede ser experimentada. No se puede describir ni explicar y, añade, que la experiencia (de la verdad) en sí forma parte del ámbito de Dios.

Experimentar la presencia de Dios es el reconocimiento de lo que Somos. No obstante, no podremos experimentar una auténtica sensación de que existimos mientras sigamos teniendo dudas con respecto a lo que somos. 

Como bien se recoge en la enseñanza del Curso, “la percepción se construye sobre la base de la experiencia, y la experiencia conduce a las creencias” (T-11.VI.1:2). “Diferentes experiencias conducen a diferentes creen­cias, y a través de éstas, a diferentes percepciones. Pues las per­cepciones se aprenden mediante creencias, y la experiencia ciertamente enseña” (T-11.VI.3:4-5). 

No podremos experimentar a Dios si prestamos fidelidad a la creencia de que somos seres separados. Para experimentar a Dios, nuestra mente debe percibir correctamente lo que somos desde la visión de la Unidad. 

7. Un milagro es el acto de un Hijo de Dios que ha abandonado a todos los dioses falsos y exhorta a sus hermanos a que hagan lo mismo. 2Es un acto de fe porque es el reconocimiento de que su hermano puede hacerlo también. 3Es un llamamiento al Espíritu Santo en su mente, que se refuerza mediante la unión. 4Puesto que el obrador de milagros ha oído la Voz de Dios, la refuerza en sus hermanos enfermos al debilitar su creencia en la enfermedad, que él no comparte. 5El poder de una mente puede irradiar hasta otra porque todas las lámparas de Dios fueron encendidas por la misma chispa, la cual está en todas partes y es eterna. 

La fe y el deseo van de la mano, pues todo el mundo cree en lo que desea. Si la experiencia de Dios es el resultado de percibir correctamente, podemos decir, que esta experiencia nos llevará a obrar un milagro, pues es el acto del Hijo de Dios que ha abandonado a todos los dioses falsos y exhorta a sus hermanos a que hagan lo mismo. Ese deseo es un acto de fe, pues es el reconocimiento de la unidad que nos mantiene unidos a nuestros hermanos. 

8. En muchos lo único que queda es la chispa, pues los Grandes Rayos están velados. 2Aun así, Dios ha mantenido viva la chispa de manera que los Rayos nunca puedan olvidarse completamente. 3Sólo con que veas la pequeña chispa podrás conocer la luz mayor, pues los Rayos están ahí aunque sin ser vistos. 4Al percibir la chispa sanas, mas al conocer la luz creas. 5En el proceso de retornar, no obstante, la pequeña chispa debe reconocerse pri­mero, pues la separación fue el descenso desde la grandeza a la pequeñez. 6La chispa, no obstante, sigue siendo tan pura como la luz mayor porque es lo que queda de la llamada de la creación. 7Deposita toda tu fe en ella y Dios Mismo te contestará. 

En este punto, Jesús, utiliza terminología de cierto contenido esotérico, en el sentido de que hace referencia a conceptos que, para su comprensión, no pueden interpretarse en su contexto mundano. El lenguaje alegórico, es muy utilizado en las enseñanzas del Maestro. Las parábolas son muy utilizadas por Él para enseñar verdades adaptadas a las mentes a las que iba dirigidas. Es en este mismo sentido, que debemos encontrar el significado de las ideas que se expresan en este punto. 

La “chispa” y los “Grandes Rayos”, no están evocando a acontecimientos que se extraen de fenómenos físicos. Ambos términos nos llevan a establecer una estrecha similitud con el poder de la luz, con el poder del entendimiento. Este significado se extrae de la cualidad intrínseca que emana de la luz: la de disipar la oscuridad. 

La chispa debe ser interpretada como una parte del “Todo”, entendiéndose el “Todo” como los “Grandes Rayos”. El Conocimiento que emana de la Fuente de Dios, de la Causa Primigenia de todo lo Creado, se correspondería con los Grandes Rayos, mientras que la chispa, la parte de ese “Todo”, podemos interpretarla como esa parte que queda de la llamada de la creación, es decir, la Mente Una que nos abrirá las “puertas del Cielo”, donde nos fundiremos con el Conocimiento.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 141

CUARTO REPASO

Introducción


1.
Damos comienzo ahora a un nuevo repaso, conscientes esta vez de que nos
 estamos preparando para la segunda parte del aprendizaje en la que se nos enseña cómo aplicar la verdad. 2Hoy empezaremos a prepararnos para lo que sigue más adelante. 3Tal es nuestro propósito para este repaso y para las lecciones que siguen. 4Así pues, repasaremos las lecciones más recientes y sus pensamientos centrales de forma que faciliten el estado de prepa­ración que ahora queremos alcanzar.

2. Hay un tema central que unifica cada paso del repaso que ahora emprendemos, el cual puede enunciarse de manera muy simple con estas palabras:

2Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.

 3Esto es un hecho, y representa la verdad de lo que eres y de lo que tu Padre es. 4Éste fue el pensamiento mediante el cual el Padre creó a Su Hijo, estableciéndolo así como co-creador con Él. 5Éste es el pensamiento que garantiza plenamente la salvación del Hijo. 6Pues en su mente no puede haber otros pensamientos, salvo los que su Padre comparte con él. 7La falta de perdón es lo que impide que este pensamiento llegue a su conciencia. 8No obstante, es verdad eternamente.

3. Comencemos nuestra preparación tratando de entender las múltiples formas tras las que se puede ocultar muy cuidadosa­mente la falta de verdadero perdón. 2Puesto que son ilusiones, no se perciben simplemente como lo que son: defensas que te impi­den ver y reconocer tus pensamientos rencorosos. 3Su propósito es mostrarte otra cosa y demorar la corrección mediante auto­engaños diseñados para que ocupen su lugar.

4. Tu mente, sin embargo, alberga sólo lo que piensas con Dios. 2Tus auto-engaños no pueden ocupar el lugar de la verdad, 3de la misma manera en que un niño que arroja un palo al mar no puede cambiar el ir y venir de las olas, evitar que el sol caliente las aguas o impedir que el plateado reflejo de luna se vea por la noche en ellas. 4Así es como daremos comienzo a cada período de práctica de este repaso, preparando nuestras mentes para que comprendan las lecciones que nos corresponde leer y comprendan el significado que tienen para nosotros.

5. Comienza cada día dedicando cierto tiempo a preparar tu mente para que aprenda la libertad y la paz que cada idea que repases ese día puede ofrecerte. 2Haz que tu mente tenga una acti­tud receptiva, despéjala de todo pensamiento engañoso y deja que sólo éste la ocupe completamente y elimine los demás:

3Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.

4Cinco minutos que le dediques a este pensamiento serán sufi­ciente para encauzar el día según las pautas que Dios ha fijado y para poner Su Mente a cargo de todos los pensamientos que has de recibir ese día.

6. Éstos no procederán únicamente de ti, pues los compartirás con Él. 2Y así, cada uno de ellos te traerá mensajes de Su Amor, devolviéndole a Él mensajes del tuyo. 3De esta forma es como estarás en comunión con el Señor de las Multitudes, tal como Él Mismo lo ha dispuesto. 4Y así como Su compleción se une a Él, del mismo modo Él se unirá a ti que te completas al unirte a Él y al Él unirse a ti.

7. Después de haberte preparado, lee simplemente cada una las dos ideas que se han asignado para el repaso de ese día. 2Luego cierra los ojos y repítelas lentamente para tus adentros. 3No hay prisa ahora, pues estás utilizando el tiempo para el propósito que se le dio. 4Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado, tal como se te ha dado a ti a través de Su Voz. 5Deja que cada idea que repases ese día te conceda el regalo que Él ha depositado en ella para que tú lo recibas de parte de Él. 6Y no utilizaremos en nuestra práctica otro formato que éste.

8. Cada vez que el reloj marque la hora, trae a la mente el pensa­miento con el que comenzó el día y pasa un momento de recogi­miento con él. 2Luego repite las dos ideas correspondientes a ese día sin ninguna sensación de premura, con tiempo suficiente para que puedas ver los regalos que encierran para ti, y deja que se reciban allí donde se dispuso que fuesen recibidos.

9. No vamos a añadir otros pensamientos, sino que dejamos que estos mensajes sean lo que realmente son. 2No necesitamos otra cosa que esto para que se nos dé felicidad y descanso, eterna quie­tud, perfecta certeza y todo lo que nuestro Padre dispone que recibamos como nuestra herencia de parte de Él. 3Y concluiremos cada día de práctica a lo largo de este repaso tal como lo comenza­mos, repitiendo en primer lugar el pensamiento que hizo de ese día una ocasión especial de bendición y felicidad para nosotros, y que, mediante nuestra fe, sustituyó en el mundo la luz por la oscuridad, el gozo por los pesares, la paz por el sufrimiento y la santidad por el pecado.

10. Dios te da las gracias a ti que practicas de esta manera el cum­plimiento de Su Palabra. 2Y cuando expongas tu mente de nuevo a las ideas del día antes de irte a dormir, Su gratitud te envolverá en la paz en la que Su Voluntad dispone que estés para siempre, y que ahora estás aprendiendo a reivindicar como tu herencia.

LECCIÓN 141

Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.

(121) El perdón es la llave de la felicidad.
(122) El perdón me ofrece todo lo que deseo.


¿Qué me enseña esta lección?

(121) El perdón es la llave de la felicidad.

¿Acaso crees que puedes alcanzar la felicidad si te recreas en la culpa?

Si te sientes culpable, verás y condenarás la culpa en el otro.

Intentas ocultar la pesada carga de la culpa, aceptando el castigo como vía de redención y de salvación.

¿Cómo puedes pensar que el dolor, el sufrimiento, la enfermedad, te van a liberar de la cárcel que te mantiene prisionera de la culpa?

La única llave que te puede abrir las puertas de la Salvación, la encontrarás en el perdón.

Perdonar significa que tu Amor ha sustituido a tu miedo.


(122) El perdón me ofrece todo lo que deseo.

¿Te conformaría con menos, sabiendo que el perdón te abre las puertas del Paraíso?

No se puede perdonar, si no se ama. La pérdida de esa capacidad de amar y su sustitución por el miedo, fue lo que originó el comienzo del sueño y la creencia en un mundo ilusorio e irreal.

Recuperar la condición primigenia que caracterizaba la llamada etapa “Paradisíaca”, supone el despertar de la conciencia y el reencuentro con la Unidad perdida.

El perdón, es el reconocimiento del poder del amor por encima de la creencia errónea en la separación y la caída en la concepción del pecado.

La creencia en la separación, nos hace escasos y necesitados, mientras que la práctica del perdón, nos hace abundantes y dichosos.


¿Dónde crees que debe empezar tu perdón?

domingo, 19 de mayo de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 140

LECCIÓN 140

La salvación es lo único que cura.

1. La palabra "cura” no puede aplicársele a ningún remedio que el mundo considere beneficioso. 2Lo que el mundo percibe como un remedio terapéutico es sólo aquello que hace que el cuerpo se sienta "mejor". 3Mas cuando trata de curar a la mente, no la consi­dera como algo separado del cuerpo, en el que cree que ella existe. 4Sus medios de curación, por lo tanto, no pueden sino sustituir una ilusión por otra. 5Una creencia en la enfermedad adopta otra forma, y de esta manera el paciente se percibe ahora sano.

2. Mas no se ha curado. 2Simplemente soñó que estaba enfermo y en el sueño encontró una fórmula mágica para restablecerse. 3Sin embargo, no ha despertado del sueño, de modo que su mente continúa en el mismo estado que antes. 4No ha visto la luz que lo podría despertar y poner fin a su sueño. 5¿Qué importancia tiene en realidad el contenido de un sueño? 6Pues o bien uno está dor­mido o bien despierto. 7En esto no hay términos medios.

3. Los dulces sueños que el Espíritu Santo ofrece son diferentes de los del mundo, donde lo único que uno puede hacer es soñar que está despierto. 2Los sueños que el perdón le permite percibir a la mente no inducen a otra forma de sueño, a fin de que el soñador pueda soñar otro sueño. 3Sus sueños felices son los heraldos de que la verdad ha alboreado en su mente. 4Te conducen del sueño a un dulce despertar, de modo que todos los sueños desaparecen. 5Y así, sanan para toda la eternidad.

4. La Expiación cura absolutamente, y cura toda clase de enferme­dad. 2Pues la mente que entiende que la enfermedad no es más que un sueño no se deja engañar por ninguna de las formas que el sueño pueda adoptar. 3Donde no hay culpabilidad no puede haber enfermedad, pues ésta no es sino otra forma de culpabili­dad. 4La Expiación no cura al enfermo, pues eso no es curación. 5Pero sí elimina la culpabilidad que hacía posible la enfermedad. 6Y eso es ciertamente curación. 7Pues ahora la enfermedad ha desaparecido y no queda nada a lo que pueda regresar.

5. ¡Que la paz sea contigo que has sido curado en Dios y no en sueños vanos! 2Pues la curación tiene que proceder de la santi­dad, y la santidad no puede encontrarse allí donde se concede valor al pecado. 3Dios mora en templos santos. 4Allí donde ha entrado el pecado se le obstruye el paso. 5No obstante, no hay ningún lugar en el que Él no esté. 6Por lo tanto, el pecado no tiene un hogar donde poder ocultarse, de Su beneficencia. 7No hay lugar del que la santidad esté ausente, ni ninguno donde el pecado y la enfermedad puedan morar.

6. Éste es el pensamiento que cura. 2No hace distinciones entre una irrealidad y otra. 3Tampoco trata de curar lo que no está enfermo, al ser consciente únicamente de dónde hay necesidad de curación. 4Esto no es magia. 5Es simplemente un llamamiento a la verdad, la cual no puede dejar de curar, y curar para siempre. 6No es un pensamiento que juzgue una ilusión por su tamaño, su aparente seriedad o por nada que esté relacionado con la forma en que se manifiesta. 7Sencillamente se concentra en lo que es, y sabe que ninguna ilusión puede ser real.

7. No tratemos hoy de curar lo que no puede enfermar. 2La cura­ción se tiene que buscar allí donde se encuentra, y entonces apli­carse a lo que está enfermo para que se pueda curar. 3Ninguno de los remedios que el mundo suministra puede producir cambio alguno en nada. 4La mente que lleva sus ilusiones ante la verdad cambia realmente. 5No hay otro cambio que éste. 6Pues, ¿cómo puede una ilusión diferir de otra sino en atributos que no tienen sustancia, realidad, núcleo, ni nada que sea verdaderamente diferente?

8. Lo que hoy nos proponemos es tratar de cambiar de mentali­dad con respecto a lo que constituye la fuente de la enfermedad, pues lo que buscamos es una cura para todas las ilusiones, y no meramente alternar entre una y otra. 2Hoy vamos a tratar de encontrar la fuente de la curación, la cual se encuentra en nues­tras mentes porque nuestro Padre la ubicó ahí para nosotros. 3Está tan cerca de nosotros como nosotros mismos. 4Está tan cerca de nosotros como nuestros propios pensamientos, tan próxima que es imposible que se pueda extraviar. 5Sólo necesitamos bus­carla y la hallaremos.

9. Hoy no nos dejaremos engañar por lo que a nosotros nos parece que está enfermo. 2Hoy iremos más allá de las apariencias hasta llegar a la fuente de la curación, de la que nada está exento. 3Tendremos éxito en la medida en que nos demos cuenta de que jamás se puede hacer una distinción válida entre lo que es falso y lo que es igualmente falso. 4En esto no hay grados ni ninguna creencia de que lo que no existe puede ser más cierto en algunas de sus formas que en otras. 5Todas las ilusiones son falsas, y se pueden sanar precisamente porque no son verdad.

10. Así pues, dejamos a un lado nuestros amuletos, nuestros talis­manes y medicamentos, así como nuestras encantaciones y trucos mágicos de la clase que sean. 2Sencillamente permaneceremos en perfecta quietud a la escucha de la Voz de la curación, la cual curará todos los males como si de uno solo se tratase y restaurará la cordura del Hijo de Dios. 3Ésta es la única Voz que puede curar. 4Hoy escucharemos una sola Voz, la cual nos habla de la verdad en la que toda ilusión acaba, y la paz retorna a la eterna y serena morada de Dios.

11. Nos despertamos oyéndolo a Él, y le permitimos que nos hable durante cinco minutos al comenzar el día, el cual concluiremos escuchando de nuevo durante cinco minutos antes de irnos a dormir. 2Nuestra única preparación consistirá en dejar a un lado los pensamientos que constituyen una interferencia, no por sepa­rado, sino todos de una vez. 3Pues todos son lo mismo. 4No hace falta hacer distinciones entre ellos y demorar así el momento en que podamos oír a nuestro Padre hablarnos. 5Lo oímos ahora. 6Hoy venimos a Él.

12. Sin nada en nuestras manos a lo que aferrarnos, y con el cora­zón exaltado y la mente atenta, oremos:

2La salvación es lo único que cura.
3Háblanos, Padre, para que nos podamos curar.

4Y sentiremos la salvación cubrirnos con amorosa protección y con paz tan profunda que ninguna ilusión podría perturbar nuestras mentes, ni ofrecernos pruebas de que es real. 5Esto es lo que aprenderemos hoy. 6Repetiremos cada hora nuestra plegaria de curación, y cuando el reloj marque la hora, dedicaremos un minuto a oír la respuesta a nuestra plegaria, que se nos da según aguardamos felizmente en silencio. 7Hoy es el día en que nos llega la curación. 8Hoy es el día en que a la separación le llega su fin y en el que recordamos Quién somos en verdad.

¿Qué me enseña esta lección? 

¿Qué busca el ego haciendo real la enfermedad? ¿Qué lección cree aprender a través del dolor? 

El origen de la enfermedad, para el ego, al igual que el del dolor, encuentra una única causa, el sentimiento de culpabilidad que le hace merecedor de un castigo redentor. 

La mente, al limitar la conciencia en los ropajes del mundo físico, quedó prisionera de la visión aportada por la percepción de los sentidos, los cuales, se convirtieron en la vía más directa de aprendizaje, y pronto sustituyó a la conexión espiritual que la antecedió. 

De este modo, surge la naturaleza del ego, el cual se identifica totalmente con el mundo que percibe externamente y adopta la creencia errónea de que es un ser individual separado del resto. 

Sin embargo, el Hijo de Dios, identificado con la personalidad mundana, mantiene un recuerdo ancestral que le susurra tenuemente su verdadero origen. Esta voz interior, le produce temor y miedo, pues, interpreta que su identificación con el mundo externo viola, de alguna manera, las Leyes de Dios. 

Ese miedo le origina una profunda pesadumbre y comienza la búsqueda de redimir su pecado, para lo cual, debe purificar su culpa con el castigo y la severidad del riguroso destino. La enfermedad, se convierte en una fiel aliada que trata de compensar las pesadillas de sus sueños. 

Es preciso, oír el Plan de Salvación dispuesto por Dios para nosotros. Ese Plan nos invita a despertar de nuestro letargo y recuperar la visión espiritual de nuestra verdadera identidad. La mente que ha fabricado la creencia en la separación, debe rectificar esa visión y crear relaciones santas basadas en lazos de Amor y Unidad. 

Es por ello, que podemos determinar, que la Salvación es lo único que cura.


Ejemplo-Guía: "La culpa, nos enferma. Saber qué somos, nos cura"

La lección de hoy, no ha podido ser más clara. Para muchos de nosotros, el tema de la enfermedad, es motivo de preocupación.

Sí, soy consciente de lo que estoy decidiendo. Soy consciente de que con esa afirmación estoy dando la respuesta de porqué, la enfermedad, se convierte en una preocupación: la estamos haciendo real, cada vez que le prestamos atención.

Si hemos hecho los deberes oportunos que nos proponía la lección anterior, y hemos conseguido dar la respuesta apropiada a la cuestión ¿qué soy?, estaremos en condiciones de dar un importante paso hacia la curación, pues, la enfermedad es una de las ilusiones con las que el ego nos mantiene prisionero de su falsa identidad.


Si soy un cuerpo, es lógico que enferme, y, es, igualmente, lógico que muera. Con esta reflexión el ego nos define lo que es la vida.

Pero, si tenemos la certeza de que no somos un cuerpo, sino que somos un Ser Espiritual, entonces estaremos experimentando la visión del despertar, y con ello, estamos proclamando nuestra plenitud, un estado de sanación mental, que nos lleva de retorno a nuestro verdadero Hogar.

El cuerpo es el emblema del ego que testimonia sobre el principio de separación. Pero, ese símbolo externo de su identidad, le produce un profundo temor, pues representa la causa de su pecado y de su desobediencia a su Creador. El cuerpo se convierte en el vehículo que da origen a la culpa: el descubrimiento de la individualidad supone el reconocimiento del pecado original.

Cuerpo, pecado y culpa, forman una asociación, que da lugar a la enfermedad como expresión de la desarmonía y la incoherencia; de lo ilusorio e irreal.

Toda liberación de estas creencias supone el Plan de Salvación que Dios ha dispuesto, para su Hijo, como un mecanismo de seguridad.

Si conseguimos despertar del sueño de la separación; si conseguimos tomar consciencia de que Somos un Ser Espiritual, perfecto, pleno e impecable, ¿cómo podemos enfermar?

Todo pensamiento de temor o preocupación, por el estado de bienestar del cuerpo, nos está indicando que estamos soñando, que estamos haciendo real lo ilusorio, y aunque logremos aportar medios para mejorar el estado del cuerpo, estos gestos, son igualmente ilusorios. La verdadera curación tan solo la podemos hallar cuando recordemos lo que somos.


Reflexión: La vida que percibimos, es un sueño fabricado por nuestra mente. ¿Qué opinión te aporta esta afirmación?

sábado, 18 de mayo de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 139

LECCIÓN 139

Aceptaré la Expiación para mí mismo.

1. Con esto se acaban todas las decisiones. 2Pues con ésta lección llegamos a la decisión de aceptarnos a nosotros mismos tal como Dios nos creó. 3¿Y qué es elegir sino tener incertidumbre con res­pecto a lo que somos? 4No hay duda que no esté arraigada en esto. 5No hay pregunta que no sea un reflejo de ello. 6No hay conflicto que no entrañe la simple pregunta: "¿Qué soy?"


2. Mas ¿quién podría hacer esta pregunta sino alguien que se ha negado a reconocerse a sí mismo? 2Sólo esta negativa a aceptarte a ti mismo es lo que hace que la pregunta parezca sincera. 3Lo único que cualquier cosa viviente puede saber con certeza es lo que ella es. 4Desde esta perspectiva de certeza, contempla otras cosas que tienen tanta certeza como ella misma.

3. Tener incertidumbre con respecto a lo que indudablemente eres es una forma de auto-engaño tan monumental, que es difícil concebir su magnitud. 2Estar vivo y no conocerte a ti mismo es creer que en realidad estás muerto. 3Pues, ¿qué es la vida sino ser lo que eres? 8Y ¿qué otra cosa sino tú podría estar viva en tu lugar? 4¿Quién es el que duda? 5¿De qué es de lo que duda? 6¿A quién le pregunta? 7¿Quién le puede responder?

4. Está simplemente declarando que él no es quien realmente es, y, por lo tanto, al creer ser otra cosa, se convierte en inquisidor de lo que esa otra cosa es. 2Sin embargo, no podría estar vivo si no supiese la respuesta. 3Si pregunta como si no supiese, ello es señal de que no quiere ser lo que es. 4Mas él ha aceptado lo que es puesto que vive; también ha juzgado contra ello y negado su valor; y ha decidido que desconoce la única certeza mediante la cual vive.

5. De esta manera, se vuelve inseguro con respecto a su vida, pues lo que ésta es, él mismo lo ha negado. 2Esta negación es lo que hace que tengas necesidad de la Expiación. 3Tu negación no cambió en nada lo que eres. 4Pero tú has dividido tu mente en dos partes: una que conoce la verdad y otra que no. 5Tú eres tú mismo. 6De esto no hay duda. 7Sin embargo, lo dudas. 8Mas no te preguntas qué parte de ti es la que puede realmente poner en duda lo que eres. 9Aquello que hace esa pregunta no puede real­mente ser parte de ti. 10Pues le hace la pregunta a alguien que sabe la respuesta. 11Mas si fuese parte de ti, entonces la certeza sería imposible.

6. La Expiación pone fin a la extraña idea de que es posible dudar de ti mismo y no estar seguro de lo que realmente eres. 2Esto es el colmo de la locura. 3Sin embargo, es la pregunta universal del mundo. 4¿Qué puede eso significar sino que el mundo está loco? 5¿Por qué compartir su locura aceptando la desafortunada creen­cia de que lo que aquí es universal es verdad?

7. Nada de lo que el mundo cree es verdad. 2Pues el mundo es un lugar cuyo propósito es servir de hogar para que aquellos que dicen no conocerse a sí mismos puedan venir a cuestionar lo que son. 3Y seguirán viniendo hasta que se acepte la Expiación y aprendan que es imposible dudar de uno mismo, así como no ser consciente de lo que se es.

8. Lo único que se te puede pedir es tu aceptación, pues lo que eres es algo incuestionable. 2Lo que eres fue establecido para siempre en la santa Mente de Dios y en la tuya propia. 3Está tan lejos de cualquier duda o de que se cuestione que inquirir lo que debe ser es prueba suficiente de que crees en la contradicción de que no sabes aquello que es imposible que no sepas. 4¿Es esto una pregunta, o bien una afirmación que se niega a sí misma? 5No sigamos tolerando que nuestras santas mentes se entretengan en semejantes insensateces.

9. Tenemos una misión aquí. 2No vinimos a reforzar la locura en la que una vez creímos. 3No nos olvidemos del objetivo que acep­tamos. 4Vinimos a alcanzar mucho más que nuestra propia felici­dad. 5Lo que aceptamos ser, proclama lo que todo el mundo no puede sino ser junto con nosotros. 6No les falles a tus hermanos, pues, de lo contrario, te estarás fallando a ti mismo. 7Contémpla­los con amor, para que puedan saber que forman parte de ti y que tú formas parte de ellos.

10. Esto es lo que la Expiación enseña, y lo que demuestra que la unidad del Hijo de Dios no se ve afectada por su creencia de que no sabe lo que es. 2Acepta hoy la Expiación, no para cambiar la realidad, sino simplemente para aceptar la verdad de lo que eres, y luego sigue tu camino regocijándote en el infinito Amor de Dios. 3Esto es lo único que se nos pide hacer. 4Esto es lo único que haremos hoy.

11. Dedicaremos cinco minutos por la mañana y cinco por la noche a tener presente nuestro cometido de hoy. 2Comenzaremos con este repaso acerca de nuestra misión:

3Aceptaré la Expiación para mí mismo, pues aún soy tal como Dios me creó.

4No hemos perdido el conocimiento que Dios nos dio cuando nos creó semejantes a Él. 5Podemos recordarlo por todos, pues en la creación todas las mentes son una. 6Y en nuestra memoria yace el recuerdo de lo mucho que en verdad amamos a nuestros hermanos, de lo mucho que cada mente es parte de nosotros, de cuán fieles nos han sido realmente y de cómo el Amor de nuestro Padre los incluye a todos.

12. Como muestra de gratitud por toda la creación, y en el Nombre de su Creador y de Su Unidad con todos los aspectos de la crea­ción, reiteramos hoy nuestra dedicación a nuestra causa cada hora, dejando a un lado todos los pensamientos que nos pudiesen desviar de nuestro santo propósito. 2Durante varios minutos deja que tu mente quede libre de todas las disparatadas telarañas que el mundo quiere tejer en torno al santo Hijo de Dios. 3Y date cuenta de lo frágiles que son las cadenas que parecen mantener fuera de tu conciencia el conocimiento de ti mismo, según repites:

4Aceptaré la Expiación para mí mismo, pues aún soy tal como Dios me creó.

¿Qué me enseña esta lección? 

Esta lección me da la oportunidad de afirmar qué soy. Esta cuestión tan sólo puede encontrar un argumento verídico y real, en virtud a nuestro Origen, es decir, a la naturaleza de nuestro Creador. No puedo ser diferente a mi Hacedor. Desde este punto de vista, afirmaré que Soy lo que Dios Es. Este análisis nos sitúa en la eterna pregunta: ¿qué es Dios? 

Intentar dar respuesta a esta cuestión con los ojos del cuerpo, nos llevará a una negación evidente, pues, la mente empírica da credibilidad a lo que ve. Al Ser Dios invisible para el ego, su credibilidad pasa a ser un acto de fe. 

Pero el ego, no tan sólo recibe percepciones a través de lo palpable, sino que también acepta admitir como verdadero aquello que es capaz de sentir y pensar. Desde este enfoque, la idea y el sentimiento de Dios, adopta un valor a considerar. Luego, la respuesta a la cuestión ¿qué soy? nos lleva a considerar un triple aspecto: soy un cuerpo físico; soy un cuerpo emocional y soy un cuerpo mental. Con el cuerpo físico actúo, con el emocional, siento, y, con el mental, pienso. 

Desde la perspectiva del ego, la respuesta se resumiría en que somos un triple cuerpo.  

Pero esa definición, no es real, pues, el contenido de esos vehículos está sujetos al cambio, y todo lo que es en esencia verdadero, no puede cambiar. 

Tendremos que buscar la identidad real, la que goce de la perfección, de la eternidad, de la intemporalidad. Esa identidad es la “energía divina” con la que hemos sido creados. Somos una Esencia Espiritual dotada de los Atributos de nuestro creador. Esta Esencia es la única verdad, y aun manifestándose en distintos escenarios evolutivos, no podemos confundirla con los ropajes a través de los cuales se expresa: un sentimiento, un pensamiento, un acto. 

La identificación pasajera con estos vehículos temporales y transitorios, da lugar a la creencia en la separación. Esta es la razón por la cual, se hace necesaria la Expiación, pues, hay que corregir ese error de interpretación y recuperar la consciencia de unidad.

Ejemplo-Guía: "Una cuestión ancestral: ¿qué soy?"

Cuando leí por primera vez esta lección, me pregunté por qué no se había tocado con anterioridad, de manera tan directa, la cuestión del ¿qué soy? Considero esencial tener claro la respuesta a esta pregunta. Hemos hablado del significado de las cosas, del valor de las cosas, de la realidad o ilusión del mundo. Hemos hablado de Dios y del Cielo. Hemos hablado, de nuestra Semejanza con el Creador.

Lo interpreto como una preparación del camino. Y cuando utilizo este término, lo hago de forma alegórica, para aludir a lo esencial, a la elección de utilizar nuestra mente bajo la creencia en la separación o, por el contrario, utilizar nuestra mente bajo la certeza de que somos uno con todo lo creado.

En verdad, el camino somos nosotros mismos. El camino, es un instante santo que produce la evidencia interior de lo que somos realmente. El camino es el Cristo que fluye y emana desde nuestro interior, desde la inagotable Fuente del Amor.

Responder a la pregunta, ¿qué soy?, es esencial, pues, de acuerdo a nuestra respuesta, estaremos determinando cómo viviremos la vida, desde la muerte o desde la Vida.

Si creemos ser un cuerpo físico, ya lo hemos hablado a lo largo de estas lecciones, es la elección con la que nos hemos identificados cuando creemos ser lo que percibimos. Esta elección ha dado lugar a una visión basada en la separación, en el miedo, en el pecado, en el dolor y en la muerte.

Si creemos ser Espíritu, también lo hemos hablado, es la elección con la que recordamos lo que realmente Somos, el Hijo de Dios, heredero legítimo del Creador, y como tal, un Ser Divino. Elegir recordar, nos lleva a desaprender las leyes del mundo de la percepción y adoptar las Leyes de Cielo, donde la realidad se manifiesta a través de la Unidad, el Amor y la Inteligencia Creadora.

Si creemos ser un cuerpo, plantearemos nuestra vida para alcanzar el bien-estar. Esta meta nos lleva inevitablemente a experimentar la desdicha y la desilusión, pues, lo material está regido por la ley de la temporalidad y la pérdida de lo que poseemos, nos produce un profundo dolor.

Si creemos ser Espíritu, la vida se plantea desde la visión del bien-ser. Esto no es una meta, sino una toma de consciencia del Ser. Cuando vivimos la vida, desde la consciencia del Bien-ser, experimentamos un permanente estado de Felicidad, la cual se ve colmada cuando compartimos lo que Somos desde la Filiación Una.

Reflexión: ¿Ser o hacer? ¿Ser o tener?

viernes, 17 de mayo de 2024

Capítulo 10. III. El dios de la enfermedad.

 III. El dios de la enfermedad.

1. No has atacado a Dios, y ciertamente lo amas. 2¿Puedes acaso cambiar tu realidad? 3Nadie puede disponer su propia destruc­ción. 4Cuando piensas que te estás atacando a ti mismo, ello es señal evidente de que odias lo que crees ser. 5eso, y sólo eso, es lo único que puedes atacar. 6Lo que crees ser puede ser muy odioso, y lo que esta extraña imagen te lleva a hacer puede ser muy destructivo. 7Mas la destrucción no es más real que la ima­gen, si bien los que inventan ídolos ciertamente los veneran. 8Los ídolos no son nada, pero sus adoradores son los Hijos enfermos de Dios. 9Dios desea verlos libres de sus enfermedades y de vuelta en Su Mente. 10No limitará en modo alguno el poder que tienes de ayudarlos, puesto que Él te lo dio. 11No tengas miedo de ese poder porque es tu salvación. 

El Curso, a lo largo de su enseñanza, establece una estrecha relación entre el estado mental del ego -creencia en la separación-, y la enfermedad. Este punto nos indica que Dios desea ver a Su Hijo libre de enfermedades, desea verlo de vuelta en Su Mente. Lo que significa que la enfermedad es la consecuencia que se origina cuando decidimos servir a la mente errada, al ego. 

2. ¿Qué otro Consolador puede haber para los Hijos enfermos de Dios, excepto Su poder a través de ti? 2Recuerda que no importa en qué parte de la Filiación se le acepte, 3Él siempre es aceptado por todos, y cuando tu mente lo recibe, Su recuerdo despierta en toda la Filiación. 4Sana a tus hermanos aceptando simplemente a Dios por ellos. 5Vuestras mentes no están separadas, y Dios tiene solamente un canal para sanar porque sólo tiene un Hijo. 6El único nexo de comunicación que le queda a Dios con Sus Hijos los une a todos ellos entre sí, y a todos ellos con Él. 7Ser consciente de esto es sanarlos, ya que es la conciencia de que ninguno de ellos está separado y, por ende, ninguno está enfermo. 

No podremos sanar si no estamos sanos. No podemos dar lo que no tenemos. Sanar o estar sano, es la evidencia de que nuestra percepción falsa se ha corregido y la falsa creencia en la separación ha sido sustituido por la Mentalidad Uno. 

3. Creer que un Hijo de Dios puede estar enfermo es creer que parte de Dios puede sufrir. 2El amor no puede sufrir porque no puede atacar. 3Recordar el amor, por lo tanto, trae consigo invul­nerabilidad. 4No te pongas de parte de la enfermedad en presen­cia de un Hijo de Dios aunque él crea en ella, pues tu aceptación de que Dios reside en él da testimonio del Amor de Dios que él ha olvidado. 5Tu reconocimiento de que él forma parte de Dios le recuerda la verdad acerca de sí mismo, que él está negando. 6¿Reforzarías aún más su negación de Dios, perdiéndote de esta manera de vista a ti mismo? 7¿O le recordarías su plenitud y te acordarías de tu Creador con él? 

Me encanta la frase: “Recordar el amor, por lo tanto, trae consigo invulnerabilidad”. El amor no ataca y cuando vivimos el amor, dejaremos de sentirnos atacados.

Cuando percibimos a nuestro hermano como enfermo, estaremos ofreciendo una visión errónea de lo que realmente somos, por lo que estaremos negando su sanación.

El sistema de pensamiento del ego no comparte, en absoluto, esta verdad. Dentro de los pilares sociales que ha fabricado, en lo que respecta a los sistemas de salud, la visión de la enfermedad es la fuente de su sustento. 

4. Creer que un Hijo de Dios está enfermo es adorar al mismo ídolo que él adora. 2Dios creó el amor, no la idolatría. 3Todas las formas de idolatría son caricaturas de la creación, y las enseñan mentes que están demasiado divididas como para saber que la creación comparte el poder y nunca lo usurpa. 4La enfermedad es idolatría porque es la creencia de que se te puede desposeer de tu poder. 5Esto, no obstante, es imposible porque formas parte de Dios, que es todo poder. 6Un dios enfermo no puede por menos que ser un ídolo, hecho a imagen y semejanza de lo que su hace­dor cree ser. 7Y esto es exactamente lo que el ego percibe en un Hijo de Dios: un dios enfermo, auto-creado, auto-suficiente, sumamente perverso y extremadamente vulnerable. 8¿Es éste el ídolo que quieres adorar? 9¿Es ésta la imagen para salvar la cual te mantienes alerta? 10¿Tienes realmente miedo de perder esto? 

En el estado mental de ego, la enfermedad adquiere un significado especial. Se convierte en uno de sus mejores argumentos para dar testimonio de la credibilidad de su identidad. El ego o percepción falsa, aporta “pruebas” a su mente para que niegue todos los pensamientos que, de alguna manera, puedan poner en duda su existencia. 

¿Cómo puede ser una ilusión mi existencia cuando percibo los efectos de la enfermedad en el vehículo con la que se manifiesta? ¿Cómo negar que soy lo que percibo? De este modo, el cuerpo es para el ego el ídolo al que rendir pleitesía. 

Si nuestra mente percibe la enfermedad, lo que está haciendo realmente, es poner de manifiesto que creemos en el ego y en su sistema de pensamiento, lo que significa, que nuestra mente comparte la percepción errada de lo que somos. Significa que creemos en que el hijo de Dios está separado de Su Fuente y de la Filiación a la que pertenece. 

5. Examina con calma la conclusión lógica del sistema de pensa­miento del ego y determina si lo que te ofrece es realmente lo que tú deseas, pues eso es lo que te ofrece. 2Para obtenerlo estás dis­puesto a atacar la Divinidad de tus hermanos y así perder de vista la tuya. 3Y estás dispuesto a mantenerla oculta para proteger un ídolo que crees que te salvará de los peligros que él repre­senta, pero que no existen. 

La mente no puede permanecer dividida, pues dicha división generará confusión y caos. Si creemos que somos un cuerpo y que este puede enfermar, estaremos negando el Poder con el que Dios ha creado a Su Hijo, el Poder del Amor que nos mantiene unidos a Su Fuente y es inalterable e impecable. 

6. En el Reino no hay idólatras, sino un gran aprecio por todo lo que Dios creó, debido al sereno conocimiento de que cada ser forma parte de Él. 2El Hijo de Dios no sabe de ídolos, pero sí sabe Quién es su Padre. 3En este mundo la salud es el equivalente de lo que en el Cielo es la valía. 4No es mi mérito lo que te aporto sino mi amor, pues tú no te consideras valioso. 5Cuando no te conside­ras valioso enfermas, pero la valía que te adjudico puede curarte porque la valía del Hijo de Dios es una y la misma. 6Cuando dije: "Mi paz os doy", eso es exactamente lo que quise decir. 7La paz te llega de parte de Dios a través de mí. 8Es para ti aunque tú no la pidas. 

El ego cree en la enfermedad porque es el efecto de una mente dividida. La enfermedad se manifiesta como el pensamiento que carece de la visión de unidad y de paz. La unidad y la paz no son logros que se alcanzan como una conquista personal, sino la consecuencia inevitable de recordar lo que realmente somos: el Hijo de Dios, creado del Amor de Su Padre. La unidad y la paz es el regalo que Dios nos hace y que brillará en nuestra mente cuando percibamos correctamente. 

7. Cuando un hermano está enfermo es porque no está pidiendo paz, y, por lo tanto, no sabe que ya dispone de ella. 2Aceptar la paz es negar lo ilusorio, y la enfermedad es una ilusión. 3Todo Hijo de Dios, no obstante, tiene el poder de negar lo ilusorio en cualquier parte del Reino simplemente negándolo completamente en sí mismo. 4Yo puedo curarte porque te conozco. 5Conozco tu valía por ti, y esta valía es lo que te hace íntegro. 6Una mente íntegra no es idólatra ni sabe de leyes conflictivas. 7Te curaré simplemente porque sólo tengo un mensaje, y ese mensaje es verdad. 8Tu fe en él te hará íntegro cuando tengas fe en mí. 

Hemos de conocer, que cada vez que percibamos la enfermedad en nosotros o en nuestros hermanos, estaremos sirviendo a la mente del ego, estaremos percibiendo la escasez y la necesidad, estaremos dando credibilidad al miedo y, sobre todo, estaremos creyendo en que estamos separados de nuestra Fuente y de los demás. 

8. No recurro a engaños para difundir el mensaje de Dios, y aprenderás esto a medida que aprendas que siempre recibes en la misma medida en que aceptas. 2Podrías aceptar paz ahora mismo por todo el mundo, y así liberarlos completamente de sus ilusio­nes, pues has oído Su Voz. 3Pero no antepongas otros dioses a Él, o no podrás oír. 4Dios no tiene celos de los dioses que inventaste, pero tú sí. 5Tú quisieras conservarlos y servirles porque crees que ellos te hicieron a ti. 6Crees que ellos son tu padre porque estás proyectando sobre ellos el pavoroso hecho de que los inventaste para reemplazar a Dios. 7Mas cuando parezcan hablarte recuerda que nada puede reemplazar a Dios, y que todos los substitutos con los que lo has intentado suplantar no son nada. 

Las leyes inventadas por el ego para dirigir su mundo, se han convertido en sus ídolos a los que venera por la sencilla razón de que argumentan a favor de su existencia. Todos esos ídolos son falsos. Son falsos porque no son creaciones nacidas desde el amor, sino que son fabricaciones surgidas de la creencia en el miedo, en el pecado, en la culpa, en el dolor. 

9. Dicho llanamente, pues, puede que creas que tienes miedo de la nada, pero en realidad tienes miedo de lo que no es nada. 2al darte cuenta de esto sanas. 3Oirás al Dios al que prestes atención. 4Inventaste al dios de la enfermedad, y al inventarlo te capacitaste para oírle. 5No obstante, no lo creaste, pues él no es la Voluntad del Padre. 6Por lo tanto, no es eterno, y quedará des-hecho en el instante en que indiques que estás dispuesto a aceptar solamente lo eterno. 

Para sanar el estado ilusorio de la enfermedad, tan sólo hay un camino: dejar de idolatrar aquello que sirva a la mente dividida. Seremos sanos cuando nuestra percepción se corrija y nos lleve a ver que somos Uno con todo lo Creado. Sanaremos, cuando ese estado mental sea nuestra única realidad. 

10. Si Dios no tiene más que un solo Hijo, no puede haber más que un solo Dios. 2Tú compartes la realidad con Él porque la realidad no está dividida. 3Anteponer otros dioses a Él es anteponer otras imágenes a ti mismo. 4No te das cuenta de cuánto caso les haces a tus dioses y de cuán alerta te mantienes en su favor. 5No obstante, ellos existen únicamente porque tú los honras. 6Honra sólo lo que es digno de ser honrado y tendrás paz. 7La paz es el legado de tu verdadero Padre. 8Tú no puedes engendrar a tu Padre, y el falso padre que inventaste no te procreó a ti. 9Las ilusiones no son dignas de ser honradas porque al honrarlas no estás honrando nada. 10No obstante, tampoco deben temerse, pues lo que no es nada no puede ser temible. 11Has elegido tener miedo del amor por razón de su perfecta mansedumbre, y debido a ese miedo has estado dispuesto a renunciar a la perfecta capacidad que tienes para ser útil y a la perfecta Ayuda de que dispones. 

¿Tenemos miedo al amor? ¿Cómo es posible que tengamos miedo al amor? 

No he podido evitar, que mi mente se haya sentido confundida por la afirmación que se recoge en este punto: “Has elegido tener miedo del amor…” En realidad, lo que está afirmando este mensaje, es que hemos elegido tener miedo de Dios, pues Dios es Amor.

¿Tiene algún sentido esta confusión? ¿Por qué mi mente se siente confusa? Cuesta aceptar que esté eligiendo tener miedo al amor y, por lo tanto, a Dios. 

Pero, es cierto. El sistema de pensamiento del ego nos pone trampas para que, sutilmente, lleguemos a la conclusión de que puede ofrecernos dioses que garantizarán la comprensión de lo que, según sus creencias, somos. Intenta de convencernos de que debemos sentir miedo de Dios y del amor, por la sencilla razón de que, el simple hecho de que tengamos miedo de Él, nos revela que puede ejercer el poder de castigarnos por nuestros pecados. 

Los dioses que el ego nos ofrece para garantizar nuestra libertad, nuestra independencia, nos invitan a atacar aquello que nos hace débiles, como el amor. Sí, el miedo al amor por razón de su perfecta mansedumbre, está justificado para dejar de sentirnos vulnerables. La mansedumbre del amor nos hace débiles -nos dirá el ego-. Y si le tenemos miedo a Dios, es sencillamente, porque hemos olvidado lo que ES y lo que Somos: Uno. 

11. Únicamente en el altar de Dios podrás encontrar paz. 2este altar está en ti porque Dios lo puso allí. 3Su Voz todavía te llama a retornar, y le oirás cuando dejes de anteponer otros dioses a Él. 4Puedes renunciar al dios de la enfermedad por tus hermanos; de hecho, eso es lo que tendrás que hacer si renuncias a él tú mismo. 5Pues si ves al dios de la enfermedad en alguna parte, lo has aceptado. 6Y si lo has aceptado, te postrarás ante él y lo adorarás porque fue concebido para reemplazar a Dios. 7Él es la creencia de que puedes elegir qué dios es real. Si bien está claro que esto no tiene nada que ver con la realidad, está igualmente claro que tiene mucho que ver con la realidad tal como tú la percibes. 

La enfermedad a la que se refiere el Curso, no es la enfermedad del cuerpo. Esa enfermedad se encuentra en la Causa, en la Mente, por lo que su corrección se debe llevar a cabo en ese nivel, en el de las creencias.

La enfermedad es un falso pensamiento, que nos lleva a creernos separados de nuestra Fuente Creadora.

La sanación es el pensamiento correcto que nos permite recordar y reconocer lo que somos.