jueves, 9 de mayo de 2024

Capítulo 9. VI. La aceptación de tu hermano.

VI. La aceptación de tu hermano.

1. ¿Cómo puedes hacerte cada vez más consciente del Espíritu Santo en ti sino mediante los efectos que Él produce? 2No puedes verle con tus ojos ni oírle con tus oídos. 3¿Cómo puedes, enton­ces, percibirle en absoluto? 4Si inspiras alegría, y otros reaccionan ante ti con alegría, es que debe haber algo en ti capaz de susci­tarla aunque tú mismo no la estés experimentando. 5Por lo tanto, si se encuentra en ti y puede suscitar alegría, y ves que cierta­mente la suscita en otros, es que estás separándote de ello dentro de ti.

Ya lo hemos visto en puntos anteriores de la Enseñanza. El papel que representa nuestro hermano en nuestras vidas es esencial para recordar nuestra verdadera identidad, nuestro verdadero origen. Somos Seres Espirituales unidos en la Filiación Divina.

Mientras que permanezcamos sumidos en la pesadilla de nuestros sueños, percibiendo falsamente la realidad, nuestro hermano, nos recordará el camino de la Salvación, mostrándonos aquellos aspectos de nuestro yo de los que no somos plenamente consciente.

2. Te parece que el Espíritu Santo no suscita alegría de manera consistente en ti, debido únicamente a que tú no suscitas alegría de manera consistente en otros. 2Evalúas la consistencia del Espí­ritu Santo basándote en las reacciones de tus hermanos ante ti. 3Cuando eres inconsistente no siempre produces alegría, y de esta manera no siempre reconoces Su consistencia. 4Lo que le ofreces a tu hermano se lo ofreces a Él porque lo que Él da no puede exce­der tu ofrecimiento. 5Esto no se debe a que Él ponga límites en lo que da, sino simplemente a que tú has puesto límites en lo que puedes recibir. 6La decisión de recibir es la decisión de aceptar.

La relación que tengamos con nuestro hermano, nos revelará, la relación que tenemos con nosotros mismos. Si no nos amamos, si no percibimos el amor en nuestro interior, no podremos darlo a los demás. Si en nuestra inconsciencia percibimos miedo, odio, rencor, culpa, dolor, etc, serán esos aspectos los que dibujarán los trazos con los que estamos manifestando nuestra existencia y nuestras relaciones con los demás.

3. Si tus hermanos forman parte de ti, ¿por qué no los ibas a acep­tar? 2Sólo ellos pueden enseñarte lo que eres, pues lo que apren­des es el resultado de lo que les enseñaste. 3Lo que invocas en ellos lo invocas en ti. 4Y al invocarlo en ellos cobra realidad para ti. 5Dios no tiene más que un Hijo, y los conoce a todos cual uno solo. 6Únicamente Dios es más que ellos, pero ellos no son menos que Él. 7¿Quieres saber lo que esto significa? 8Si lo que le haces a mi hermano me lo haces a mí, y si todo lo que haces te lo haces a ti mismo porque todos somos parte de ti, todo lo que nosotros hacemos es para ti también. 9Todo aquel que Dios creó forma parte de ti y comparte Su Gloria contigo. 10Su Gloria le pertenece a Él, pero te pertenece igualmente a ti. 11No puedes, por lo tanto, ser menos glorioso que Él.

Pensar que estamos separados de nuestros hermanos, es negar la Filiación de Dios. La Filiación Divina es la Extensión de la Unidad del Creador. La percepción de que somos diferentes a los demás es una ilusión del ego que basa su creencia en que su identidad es el cuerpo.

4. Dios es más que tú únicamente porque Él te creó, pero ni siquiera esta capacidad de crear se reservó Él sólo para Sí. 2Puedes, por lo tanto, crear tal como Él lo hizo, y tu disociación no puede alterar eso. 3Ni la Luz de Dios ni la tuya se atenúan por el hecho de que tú no veas. 4Puesto que la Filiación sólo puede crear como una sola entidad, recuerdas a toda la creación cada vez que reconoces parte de ella. 5Cada parte que recuerdas contribuye a tu plenitud porque cada parte está completa. 6La plenitud es indi­visible, pero no puedes saber de la plenitud que gozas hasta que no la veas por todas partes. 7Sólo puedes conocerte tal como Dios conoce a Su Hijo, pues el conocimiento se comparte con Dios. 8Cuando despiertes en Él conocerás tu grandeza al aceptar que Su infinitud te pertenece. 9Pero mientras tanto, juzgarás tu grandeza tal como juzgues la de tu hermano, y la aceptarás al aceptar la suya.

Dios nos ha creado a Su Imagen y Semejanza, es decir, con una misma Esencia. Amor y Unidad son sinónimos para expresar la Integridad del Padre, la cual forma parte de Su Creación: la Filiación Divina. El Amor, la Unidad y la Integridad se encuentran en todo lo Creado. Sabremos reconocernos en el Nombre de Dios, cuando nuestros actos creadores produzcan Amor, Unidad e Integridad.

5. Todavía no estás despierto, pero puedes aprender a despertar. 2El Espíritu Santo te enseña a despertar a otros de una manera muy simple. 3A medida que los veas despertar aprenderás lo que significa despertar, y puesto que has elegido despertarlos, su gra­titud y aprecio por lo que les has dado te mostrará el valor de despertar. 4Ellos se convertirán en los testigos de tu realidad, tal como todos vosotros fuisteis creados testigos de la de Dios. 5Mas cuando la Filiación se unifique y acepte su unicidad se la cono­cerá por sus creaciones, las cuales dan testimonio de su realidad del mismo modo en que el Hijo da testimonio del Padre.

Despertar. Es frecuente encontrar este término en los escritos espirituales, para hacer referencia a un movimiento que se produce en el estado de la consciencia del ser. Los significados que la Real Academia de la Lengua Española recoge para definir este término, nos permite comprender que se puede emplear en contextos muy distintos. Veámoslo:

  • Cortar, interrumpir el sueño a quien está durmiendo.
  • Renovar o traer a la memoria algo ya olvidado.
  • Hacer que alguien vuelva sobre sí o recapacite.
  • Mover, excitar.
  • Dejar de dormir.
  • Dicho de una persona que era ruda, abobada o simple: Hacerse más advertida, avisada y entendida.

·   En este apartado, Jesús no dice que nuestro estado de consciencia aún permanece dormida, pero podemos aprender a despertar. Si aplicamos los significados recogidos por la Academia de la Lengua, el mensaje de Jesús se podría entender como la invitación a que renovemos o recordemos algo que hemos olvidado, esto es, dirigir nuestra mirada hacia nuestro interior y recapacitar sobre nuestra verdadera realidad. Despertar es el acto de dejar de dormir, de ejecutar un movimiento interior en el que descubriremos el amor que somos y sustituir la visión de lo que no somos: hijos del miedo.

Caminando junto a nuestros hermanos alcanzaremos la salvación. No podremos despertar, recordar nuestra verdadera identidad, si no somos testigos de su propio despertar. El despertar, nuestro despertar, no será una realidad, si seguimos creyendo en la separación. Muchos de nosotros hemos iniciado el camino del despertar sin tener en cuenta que formamos parte de una Filiación. Mientras que pretendamos recorrer ese camino solos, permaneceremos dormidos, pues estaremos soñando la pesadilla de la separación.

6. Los milagros no tienen cabida en la eternidad porque son reparadores. 2Sin embargo, mientras aún necesites curación, tus milagros son los únicos testigos de tu realidad que puedes reco­nocer. 3No puedes obrar un milagro para ti mismo porque los milagros son una forma de dar aceptación y de recibirla. 4En el tiempo, dar ocurre primero, pero en la eternidad, donde no pue­den estar separados, dar y recibir ocurren simultáneamente. 5Cuando hayas aprendido que dar es lo mismo que recibir, ya no habrá necesidad de tiempo.

En este mundo, la percepción falsa, nos lleva a creer en la separación. Es ese estado de percepción el que está enfermo y al que hay que sanar. Desde la creencia en la separación no lograremos sanar, pues no podemos dar lo que no tenemos. Si queremos dar salud, tenemos que estar sanos y cuando esto se produce, el estado de percepción falso debe dar paso al estado "despertar" en el que el amor sustituye al miedo y en el que, la separación da paso a la unidad.

En este estado de percepción correcta, el sanador sanado, dará lo que tiene, es decir, dará salud y la recibirá, pues no puede haber separación entre lo que se da y lo que se recibe.

7. La eternidad es un solo tiempo, y su única dimensión es "siem­pre". 2Esto no tendrá ningún sentido para ti hasta que no recuer­des los Brazos abiertos de Dios, y conozcas finalmente Su Mente receptiva. 3Al igual que Él, tú existes "siempre", en Su Mente y con una mente como la Suya. 4Tus creaciones se encuentran en tu mente receptiva en perfecta comunicación nacida de un perfecto entendimiento. 5Sólo con que pudieses aceptar una de ellas ya no desearías nada de lo que el mundo ofrece. 6Todo lo demás no significaría nada para ti. 7El significado de Dios está incompleto sin ti, y tú estás incompleto sin tus creaciones. 8Acepta a tu her­mano en este mundo y no aceptes nada más, pues en él encontra­rás tus creaciones toda vez que él las creó contigo. 9No sabrás que eres un co-creador con Dios hasta que no aprendas que tu her­mano es un co-creador contigo.

En el mundo del ego, se percibe la separación y se argumenta en la diferenciación que se percibe en las formas del cuerpo. Desde esa falsa visión, los hijos de Dios, se muestran como una multitud en la que la diferencia se pone de manifiesto en la individualidad de los cuerpos.

En el mundo de Dios, todo es Unidad. No se percibe la diferenciación en las formas, pues no existen las formas. La Unidad de Dios se conoce en la Unidad de la Mente. El hijo de Dios es Uno en la Mente de Dios, pues no existe diferencia, sino semejanza, en lo Creado por Él.

El acto creador, es un acto de expansión del Creador. Cuando nos expandimos, nuestras creaciones no son algo distinto de lo que expandimos, sino la manifestación de lo que somos. El hijo de Dios es semejante a Dios y sus creaciones, son expansiones de sí mismo, esto es, de la Mente de Dios. 

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 130

LECCIÓN 130

Es imposible ver dos mundos.

1. La percepción es congruente 2Lo que ves refleja lo que pien­sas. 3Y lo que piensas no es sino un reflejo de lo que quieres ver. 4Tus valores determinan esto, pues no puedes sino desear ver aquello que valoras, al creer que lo que ves existe realmente. 5Nadie puede ver un mundo al que su mente no le haya confe­rido valor. 6Y nadie puede dejar de ver lo que cree desear.

2. Sin embargo, ¿quién puede odiar y al mismo tiempo amar? 2¿Quién puede anhelar aquello que él no desea que sea real? 3¿Quién puede elegir ver un mundo del que tiene miedo? 4El miedo no puede sino cegar, pues ésta es su arma: que no puedes ver aquello que temes ver. 5El amor y la percepción, por lo tanto, van de la mano, pero el miedo oculta en las tinieblas lo que se encuentra ahí.

3. ¿Qué puede, entonces, proyectar el miedo sobre el mundo? 2¿Qué puede verse en las tinieblas que sea real? 3La verdad se ve eclipsada por el miedo, y el resto es todo imaginado. 4Mas ¿qué puede ser real en las ciegas imaginaciones nacidas del pánico? 5¿Qué es lo que quieres para que sea esto lo que se te muestra? 6¿Qué ibas a querer conservar de un sueño así?

4. El miedo ha dado lugar a todo lo que crees ver: 2a toda separa­ción, a todas las distinciones y a la multitud de diferencias que crees que configuran el mundo. 3Ninguna de estas cosas existe. 4El enemigo del amor las inventó. 5Mas el amor no puede tener enemigos, de modo que no tienen fundamento, existencia o con­secuencia alguna. 6Se les puede atribuir valor, pero siguen siendo irreales. 7Se puede ir en pos de ellas, mas no se pueden hallar. 8Hoy no iremos en su busca ni desperdiciaremos el día buscando lo que no se puede hallar.

5. Es imposible ver dos mundos que no tienen nada en común. 2Si vas en pos de uno, el otro desaparece. 3Sólo uno de ellos puede permanecer. 4Ambos constituyen la gama de alternativas que tie­nes ante ti, más allá de la cual no hay nada que puedas elegir. 5Lo real y lo irreal son las únicas alternativas entre las que puedes elegir. 6No hay ninguna otra.

6. Hoy intentaremos no transigir allí dónde es imposible hacerlo. 2El mundo que ves es la prueba de que ya has elegido algo que es tan completamente abarcador corno lo  es su opuesto: 3Lo que deseamos aprender hoy es algo más que la simple lección de que no puedes ver dos mundos. 4Esta lección enseña también que el mundo que ves es completamente congruente desde el punto de vista desde el que lo contemplas. 5Es un sólo bloque porque pro­cede de una sola emoción, y su origen se ve reflejado en todo lo que ves.

7. En seis ocasiones hoy, llenos de gratitud, dedicaremos gustosa­mente cinco minutos al pensamiento que pone fin a toda transi­gencia y a toda duda, y las transcenderemos todas como si de una sola se tratase. 2No haremos miles de distinciones sin sentido, ni intentaremos conservar una pequeña porción de la irrealidad cuando consagremos nuestras mentes a hallar sólo lo que es real.

8. Comienza tu búsqueda del otro mundo pidiendo que se te con­ceda una fortaleza superior a la tuya, y reconociendo qué es lo que persigues. 2No deseas más ilusiones. 3Y te preparas para esos cinco minutos vaciando tus manos de todos los vanos tesoros de este mundo. 4Esperas la ayuda de Dios, según dices:

5Es imposible ver dos mundos.
6Permítaseme aceptar la fortaleza que Dios me ofrece y no ver valor alguno en este mundo, para así poder hallar mi libertad y mi salvación.

9. Dios estará allí, 2pues habrás invocado el formidable e infalible Poder que, lleno de gratitud, dará este gigantesco paso contigo. 3No dejarás de advertir Su agradecimiento expresado en una per­cepción tangible y verdadera. 4No dudarás de lo que contemples, pues aunque se trate de una percepción, no se trata de una de la que tus ojos por sí solos hayan visto jamás. 5Y sabrás que la forta­leza de Dios te respaldó cuando tomaste esta decisión.

10. Rechaza hoy de inmediato cualquier tentación que se presente, recordando simplemente la gama de tus alternativas. 2Pues lo que ves, y lo único que ves, es lo irreal o lo real, lo falso o lo verdadero. 3La percepción es congruente con tu elección, y según elijas, expe­rimentarás el Cielo o el infierno.

11. Acepta una pequeña parte del infierno como real, y habrás con­denado tus ojos y maldecido tu vista, y lo que contemples será ciertamente el infierno. 2No obstante, la liberación que te ofrece el Cielo sigue estando a tu alcance como una de las alternativas que puedes elegir para que ocupe el lugar de todo lo que el infierno quiere mostrarte. 3Lo único que necesitas decirle a cualquier parte del infierno, sea cual sea la forma que adopte, es esto:

4Es imposible ver dos mundos.
5Lo único que deseo es mi libertad y mi salvación, y esto no forma parte de lo que quiero.

¿Qué me enseña esta lección? 

“No se puede servir a Dios y a Mammón”; “Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”. 

La mente puede servir al Espíritu, pero también puede servir al ego. Con ello queremos decir, que las verdades aceptadas por nuestra mente, condicionará nuestra forma de afrontar la vida. 

Si creemos que la realidad es la que nos muestra el ego, entonces, daremos valor a la necesidad de poseer, pues ello, aparentemente, nos conduce a un sentimiento de felicidad. Pero ocurre, que ese sentimiento de felicidad no se mantiene en el tiempo, pues al basarse en lo temporal, lo cual está sujeto al cambio, la felicidad que percibamos será efímera. 

Si creemos que la única realidad es la que nos inspira nuestro Ser Espiritual, entonces el orden de valores se dirigirá sólo y exclusivamente hacia aquello que es eterno, es decir, damos valor a la Unidad, al Amor, a la Paz, valores que sin duda nos conducirán a hacer real la felicidad.


Ejemplo-Guía: "Dime a quién sirves y te diré..., quién eres".

Con este ejemplo, estoy parafraseando el famoso refrán: "Dime con quién andas, y te diré quién eres". En verdad, ambos nos llevan a un punto de encuentro, ya que "andar con alguien" simboliza una atracción, un gusto, una creencia, una manera de servir a una manera de pensar.

En este sentido, si "andamos" con acompañantes que siguen a ciertos "ídolos", como todos aquellos que nos invitan a imaginar el mundo de los placeres materiales, dinero, poder, posesiones, belleza, prestigio, etc., lo que nos está revelando las características de nuestros acompañante, es que estamos sirviendo al ego, al Cesar, a Mammón, es decir, estamos sirviendo a la creencia del miedo, de la separación, del pecado, del dolor, etc.

En cambio, si "andamos" con acompañantes que no se sienten atraídos por el mundanal vocerío procedente del mundo ilusorio, es decir, cuyos deseos no se orientan hacia el mundo de la oscuridad, sino que anhelan el reencuentro con la Luz, entonces, el significado de dicha relación nos está revelando, que nos encontramos de camino hacia el Cielo, y que somos conocedores de que somos ciudadanos de un mundo irreal, del cual hemos elegido desapegarnos, en la medida en que dejamos de darle valor.

La propuesta de esta Lección, nos dota de una llave que ha de permitirnos cruzar la puerta que ha de conducirnos hacia la salvación. Nos aporta una serie de recomendaciones que debemos poner en práctica para sacar el mayor provecho:

  • El amor y la percepción, van de la mano, pero el miedo oculta en las tinieblas lo que se encuentra ahí.
  • Es imposible ver dos mundos que no tienen nada en común. Si vas en pos de uno, el otro desaparece.
  • Hoy intentaremos no transigir allí dónde es imposible hacerlo.
  • Comienza tu búsqueda del otro mundo pidiendo que se te con­ceda una fortaleza superior a la tuya, y reconociendo qué es lo que persigues. 
  • No desees más ilusiones.
  • Rechaza hoy de inmediato cualquier tentación que se presente.

Con estas recomendaciones, lo que se nos está invitando es a elegir permanentemente por la Luz y no prestar atención a las tinieblas, esto es, al mundo de la ilusión.


Reflexión: ¿Qué conclusión sacas de las siguientes afirmaciones?: Lo que ves refleja lo que pien­sas. Y lo que piensas no es sino un reflejo de lo que quieres ver.

miércoles, 8 de mayo de 2024

Capítulo 9. V. El sanador no sanado

 V. El sanador no sanado.

 

1. El plan de perdón del ego se utiliza mucho más que el de Dios. 2Esto se debe a que lo ponen en práctica sanadores que no han sanado, y pertenece, por lo tanto, al ámbito del ego. 3Considere­mos ahora con más detenimiento al sanador no sanado. 4Por defi­nición, está tratando de dar lo que no ha recibido. 5Si un sanador no sanado es un teólogo, por ejemplo, puede que parta de la pre­misa: "Soy un miserable pecador, y eso es lo que eres tú también". 6Si es un psicoterapeuta, es más probable que parta de la creencia igualmente absurda de que el ataque es real tanto para él como para su paciente, aunque eso es algo que a ninguno de los dos debiera importar.

 

Se deduce, de este punto, que dar desde la visión del error no permitirá la corrección. Damos lo que tenemos. En este caso, nuestra errónea visión señalará una falsa realidad, la cual perpetuará la percepción falsa e ilusoria.

 

2. He dicho repetidamente que las creencias del ego no se pueden compartir, y ésa es la razón de que sean irreales. 2¿Cómo puede ser, entonces, que "ponerlas al descubierto" las haga cobrar reali­dad? 3Todo sanador que busca la verdad en fantasías aún no ha sanado, pues no sabe dónde buscarla y, por lo tanto, no dispone de la solución al problema de cómo sanar.

 

Para sanar, tenemos que estar sanos. No podremos sanar el miedo si aún creemos en él.

 

3. La única ventaja de traer las pesadillas a la conciencia es poder mostrar que no
son reales y que su contenido no significa nada. 2El sanador no sanado no puede hacer eso porque no lo cree. 3Todos los sanadores no sanados siguen de una u otra forma el plan de perdón del ego. 4Si son teólogos probablemente se conde­nan a sí mismos, enseñan a condenar y propugnan una solución temible. 5Al proyectar la condenación sobre Dios, hacen que Éste parezca vengativo y temen Su justo castigo. 6Lo único que han hecho ha sido identificarse con el ego, y al percibir lo que éste hace, se condenan a sí mismos debido a esta confusión de identi­dad. 7Es comprensible que muchos se hayan rebelado contra este concepto, pero rebelarse contra él indica que aún siguen creyendo en él.

 

Cuando un niño sufre una pesadilla, el mejor modo de tranquilizarlo es hacerle ver que solo ha sido un sueño y nada de lo experimentado forma parte de la realidad.

 

4. Algunas de las modalidades más recientes del plan del ego son tan inútiles como las más antiguas, pues la forma en que se mani­fiestan es irrelevante y el contenido sigue siendo el mismo. 2En una de estas nuevas modalidades, por ejemplo, un psicoterapeuta puede interpretar los símbolos del ego que han aparecido en una pesadilla, y luego valerse de ellos para probar que la pesadilla es real. 3Habiéndole otorgado realidad, intenta entonces desvanecer sus efectos menospreciando la importancia del soñador. 4Éste sería un enfoque curativo siempre que también se considerase al soñador como irreal. 5Mas si se equipara al soñador con la mente, se niega el poder correctivo de que goza la mente a través del Espíritu Santo. 6Esto es una contradicción, incluso desde la pers­pectiva del ego, contradicción que, a éste, aun en su confusión, por lo general no se le escapa.

 

Sanar, desde la falsa percepción, no tendrá el efecto perseguido de la sanación. Lo único que hay que sanar es la creencia en la separación, pues dicha creencia es el origen del miedo. El sanador sanado, sana desde la Visión de la Unidad.

 

5. Si la manera de contrarrestar el miedo es reduciendo la impor­tancia de la mente, ¿de qué manera puede esto fortalecer al ego? 2Tales obvias incongruencias explican por qué nadie ha sido capaz todavía de explicar lo que ocurre realmente en la psicoterapia. 3En realidad no ocurre nada. 4Nada real le ha sucedido al sanador no sanado, y éste no puede sino aprender de lo que él mismo enseña. 5Su ego siempre tratará de sacar provecho de la situación. 6El sanador no sanado no sabe, por lo tanto, cómo dar, y, consecuentemente, no puede compartir. 7No puede corregir porque no está actuando de forma que facilite la corrección. 8Cree que es a él a quien corresponde enseñarle al paciente lo que es real, a pesar de que él mismo no lo sabe.

 

El sanador no sanado, debe sanar su creencia en el miedo, en la separación. Para ello, debe corregir su percepción errónea haciendo uso del perdón, la única puerta que nos conducirá a la salvación, a la verdadera sanación.

 

6. ¿Qué se debe hacer entonces? 2Cuando Dios dijo: "Que haya luz", hubo luz3¿Puedes acaso encontrar luz analizando la oscu­ridad, tal como hace el psicoterapeuta, o reconociendo la oscuri­dad en ti mismo -tal como hace el teólogo- y buscando una luz distante que la disipe al mismo tiempo que enfatizas lo lejos que está? 4La curación no es un misterio. 5Nada puede cambiar a menos que se entienda, ya que la luz es entendimiento. 6Un "mise­rable pecador" no puede curar sin la ayuda de la magia, ni tam­poco puede una "mente insignificante" apreciarse a sí misma sin esa misma clase de ayuda.

 

La Luz-Entendimiento, tiene su origen en el primer día de la Creación. Esa luz, entendimiento, surge de la Visión Verdadera que nos permite identificarnos con el Ser Divino, el Hijo de Dios.

 

7. Ambas formas del enfoque del ego te llevarán forzosamente a un callejón sin salida, la típica "situación imposible" a la que el ego siempre conduce. 2Tal vez sea una ayuda para alguien el que se le indique hacia dónde se está encaminando, pero de poco le sirve si no se le ayuda además a cambiar de rumbo. 3El sanador no sanado no puede hacer eso por él, puesto que no lo puede hacer para sí mismo. 4La única aportación significativa que el sanador puede hacer es presentarle un ejemplo de alguien a quien se le cambió de rumbo y que ya no cree en pesadillas de ninguna clase. 5La luz en su mente, por lo tanto, responderá al que pregunta, que tiene que decidir con Dios que sí hay luz porque la ve. 6mediante este reconocimiento el sanador sabe que la luz está ahí. 7Así es como la percepción finalmente se transforma en conocimiento. 8El obrador de milagros comienza percibiendo luz, y transforma su percepción en certeza al extender continuamente la luz y al acep­tar el reconocimiento que ésta le ofrece. 9Los efectos de la luz le confirman que ésta está ahí.

 

El Espíritu Santo, la Mente Verdadera, nos revela que la función del cuerpo es comunicar. Compartir la luz con los demás, esto es, compartir el entendimiento de lo que somos realmente, forma parte del plan de Salvación que el Espíritu Santo nos inspira. 

 

8. Un terapeuta no cura, sino que deja que la curación ocurra espon­táneamente. 2Puede señalar la oscuridad, pero no puede traer luz por su cuenta, pues la luz no es de él. 3No obstante, al ser para él, tiene que ser también para su paciente. 4El Espíritu Santo es el único Terapeuta. 5Él hace que la curación sea evidente en cual­quier situación en la que Él es el Guía. 6Lo único que puedes hacer es dejar que Él desempeñe Su función. 7Él no necesita ayuda para llevarla a cabo. 8Te dirá exactamente lo que tienes que hacer para ayudar a todo aquel que Él te envíe en busca de ayuda, y le hablará a través de ti si tú no interfieres. 9Recuerda que eres tú el que elige el guía que ha de prestar la ayuda, y que una elección equivocada no constituirá ninguna ayuda. 10Pero recuerda asimismo que la elección correcta sí lo será. 11Confía en Él, pues ayudar es Su función, y Él es de Dios. 12medida que despiertes otras mentes al Espíritu Santo a través de Él, y no a través de ti, te darás cuenta de que no estás obedeciendo las leyes de este mundo. 13Sólo las leyes que estás obedeciendo dan resul­tado. 14"Lo bueno es lo que da resultado" es una afirmación acertada, pero incompleta. 15Sólo lo bueno puede dar resultado. 16Nada más puede hacerlo.

 

 El Espíritu Santo o Mente Una es la luz que lo convierte en el único Terapeuta.


9. Este curso ofrece un marco de enseñanza muy claro y muy simple, y te provee de un Guía que te dice lo que debes hacer. 2Si le obedeces, verás que lo que El te dice es lo que da resultado. 3Los resultados que se derivan de seguir Su dirección son más convincentes que Sus palabras. 4Te demostrarán que las palabras son ciertas. 5Siguiendo al Guía adecuado, aprenderás la más sim­ple de todas las lecciones:

 

6Por sus frutos los conoceréis, y ellos se

conocerán así mismos.

 ¡Qué así sea!

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 129

LECCIÓN 129

Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.

1. Este pensamiento es el que naturalmente sigue al que practica­mos, ayer. 2No puedes detenerte en la idea de que el mundo no tiene valor, pues a menos que veas que hay algo más por lo que sentirte esperanzado, no podrás evitar caer en la depresión. 3No estamos haciendo hincapié en que renuncies al mundo, sino en que lo intercambies por algo mucho más satisfactorio, algo rebo­sante de alegría y capaz de ofrecerte paz. 4¿Crees acaso que este mundo puede ofrecerte eso?

2. Quizá valga la pena dedicar un rato a reflexionar una vez más sobre el valor de este mundo. 2Tal vez estés dispuesto a conceder que nada se pierde con renunciar a cualquier pensamiento que le adjudique algún valor. 3El mundo que ves es ciertamente despiadado, inestable y cruel, indiferente en lo que a ti respecta, presto a la venganza y lleno de odio inclemente. 4Da únicamente para más tarde quitar, y te despoja de todo aquello que por un tiempo creíste amar. 5En él no se puede encontrar amor duradero, por­que en él no hay amor. 6Dicho mundo es el mundo del tiempo, donde a todo le llega su fin.

3. ¿Cómo podría ser una pérdida, entonces, encontrar un mundo en el que es imposible perder, en el que el amor perdura eterna­mente y en el que el odio no existe y la venganza no tiene sen­tido? 2¿Cómo podría ser una pérdida hallar todas las cosas que realmente anhelas, y saber que no tienen fin y que perdurarán a través del tiempo exactamente tal como las deseas? 3Incluso esas cosas se intercambiarán finalmente por aquello de lo que no podemos hablar, pues desde allí te trasladarás a donde las pala­bras son completamente inútiles, a un silencio en el que el lenguaje, si bien no es hablado, se entiende perfectamente.

4. La comunicación, inequívoca y clara como la luz del día, per­manece ilimitada por toda la eternidad. 2Y Dios Mismo le habla a Su Hijo, así como Su Hijo le habla a Él. 3El lenguaje en el que se comunican no tiene palabras, pues lo que se dicen no puede ser simbolizado. 4Su conocimiento es directo, perfectamente compar­tido y perfectamente uno. 5¡Qué lejos te encuentras de esto tú que sigues encadenado a este mundo! 6Y, sin embargo, ¡qué cerca te encontrarás cuando lo intercambies por el mundo que sí deseas!

5. Ahora el último paso es seguro; ahora te encuentras sólo a un instante de la intemporalidad. 2Desde aquí sólo puedes mirar hacia adelante, pues nunca más querrás mirar hacia atrás para ver el mundo que ya no deseas. 3He aquí el mundo que viene a ocupar su lugar, a medida que liberas a tu mente de las nimieda­des que el mundo te ofrece para mantenerte prisionero. 4No les atribuyas ningún valor, y desaparecerán. 5Valóralas, y te parece­rán reales.

6. Ésas son tus opciones. 2¿Qué puedes perder si eliges no valorar lo que no es nada? 3Este mundo no te ofrece nada que realmente desees, mas el que eliges en su lugar ¡ése ciertamente lo deseas! 4Deja que se te conceda hoy. 5Ese mundo espera tan solo a que lo elijas para ocupar el lugar de todas las cosas que buscas, pero que no deseas.

7. Practica estar dispuesto a efectuar este cambio diez minutos por la mañana, diez por la noche y una vez más entremedias.
2Comienza con lo siguiente:                                   

3Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.
4Elijo ver ese mundo en lugar de éste, pues no hay nada aquí que realmente desee.

5Cierra entonces los ojos al mundo que ves, y en la silenciosa os­curidad contempla cómo unas luces que no son de este mundo se van encendiendo una por una, hasta que deja de ser relevante donde comienza una y donde termina la otra al fundirse todas en una sola.

8. Hoy las luces del Cielo se inclinan ante ti, para derramar su luz sobre tus párpados mientras descansas más allá del mundo de las tinieblas. 2He aquí una luz que los ojos no pueden contemplar. 3Y, sin embargo, la mente puede verla claramente, y entender. 4Hoy se te concede un día de gracia, y nos sentimos agradecidos por ello. 5Hoy nos damos cuenta de que lo que temías perder era sólo la pérdida.

9. Ahora comprendemos que es imposible perder. 2Pues por fin hemos visto su opuesto, y damos gracias de que la elección ya se haya llevado a cabo. 3Recuerda cada hora la decisión que has tomado, y dedica un momento a confirmar tu elección dejando a un lado cualquier pensamiento que tengas en ese momento y poniendo toda tu atención brevemente en lo siguiente:

4El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee.
5Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.

¿Qué me enseña esta lección? 

Si en la lección anterior, se no revelaba algo tan importante como es reconocer que, en el mundo terrenal, con el que se encuentra identificado el ego, no podremos encontrar la felicidad, en esta lección, se produce una nueva revelación, no menos importante, pues, nos señala el lugar donde podremos dirigir nuestra atención con el propósito de encontrar lo que buscamos: la felicidad. 

Esa felicidad no puede ser patrimonio de un mundo basado en lo temporal y transitorio, sino que debe ser la consecuencia de una realidad estable y eterna y, esa realidad, no se encuentra fuera de nosotros, sino que forma parte de lo que realmente Somos, nuestro Ser Espiritual. 

Se hace necesario, educar nuestra mente para que no quede ocupada en prestarle atención al mundo material, no debe ofrecerle valor alguno, ya que, en la medida en que le aportemos un valor, lo estaremos haciendo nuestra realidad y condicionará nuestro comportamiento. 

¿Qué valores deben ocupar, entonces, nuestra atención? 

La Unidad; el Amor Incondicional y la Inteligencia Creadora son los Valores Primordiales, de los cuales se derivan otros, como, la Abundancia; la Justicia; la Armonía; la Belleza; la Igualdad, etc. 

Cuando busquemos la Unidad en el otro, lo que realmente estamos haciendo es reconociendo nuestra igualdad de Filiación. De esa relación santa, no puede menos que dar lugar a la Felicidad.


Ejemplo-Guía: ¿Debo abandonar este mundo para encontrar el que realmente deseo?

No puedo negar, que esta pregunta ha ocupado mi mente cuando leí por primera vez esta lección. Fue un pensamiento instantáneo que llegó a preocuparme, aunque una reflexión más profunda me sacó de la incertidumbre y me ofreció una respuesta más tranquilizadora: El objetivo de desear el mundo verdadero no nos exige abandonar físicamente el mundo ilusorio. Ese deseo verdadero debe llevarnos a una nueva visión. ¿Cuál? No desear el mundo ilusorio a pesar de permanecer en él.

Realmente, lo que estamos haciendo es aplicar el objetivo del Curso de Milagros, cambiar nuestras falsas creencias y adoptar una nueva visión que nos lleve a elegir de nuevo.

Permanecer en este mundo no debe convertirse en una opción. La verdadera elección es no identificarse con él, de tal modo, que pongamos en sus manos nuestra realidad y nuestra felicidad.

Si estamos hablando de opciones, la única a la que debemos prestar atención es a la hora de elegir un mundo u otro. Realmente, plantearlo como una elección no deja de ser un juego de nuestra mente, pues en verdad, el único mundo real es el espiritual y si admitimos que podemos elegir el mundo ilusorio, estamos admitiendo su realidad.
Si integramos en nuestra conciencia lo que acabamos de plantear, lo que realmente estamos haciendo es vivir la vida desde la ausencia de miedo, desde la libertad o lo que es lo mismo, desde el Amor.

Si nuestro único deseo se pone al servicio de la Voluntad, ello significa que nuestra visión es la Unidad. Ese deseo nos acerca a nuestro estado Real, seres de Luz y de Amor, lo que se traduce en un comportamiento que no persigue los objetivos del mundo ilusorio, que no cae en tentación de la posesión y en la tentación de desear un mundo diferente al que nuestro Creador ha dispuesto.

Reconozco que es todo un reto, imaginar un mundo en el que vivamos en él, pero que no participemos en su dinámica natural. Pongo un ejemplo. La identificación que hacemos con los clubes de fútbol. Nuestra afiliación a ellos nos lleva a vivir sus resultados como si nos fuese la vida en ello. Si vence nuestro equipo, nos sentimos felices. Si pierde, casi entramos en depresión. Llevamos la competitividad a extremos exagerados. Pues bien, esa visión pertenece, claramente, a la identidad del ego. Si cambiamos de manera de ver las cosas y dejamos de darle valor a lo que antes se lo dábamos, el fútbol dejará de despertar esas emociones, pues, en lo más profundo de nuestro corazón desearemos que gane el contrario, aunque si lo llevamos al terreno del juicio del Espíritu Santo, el resultado más favorable será el empate.

Seguramente, nos estaremos planteando vivencias menos banales que el tema del fútbol, como, por ejemplo, ¿qué respuesta debemos dar al agresor, al ladrón, al violador, al asesino? ¿Debemos dejar impune sus actos?

Es un tema sensible que debemos aprender a gestionar. No voy a desarrollar los tipos de respuesta que debemos dar, pues no considero que deba decir a nadie cómo actuar, ni me siento dueño de la razón, pero sí puedo compartir un punto de vista que considero esencial y que os propongo reflexionar. La cuestión no es cómo actuar, sino que creencia ponemos en ello, qué sentimiento, qué deseo es el que nos mueve.

¿Nos mueve el odio? ¿Nos mueve el Amor? ¿Denunciarlo y desear que tome conciencia de lo que ha hecho sin que medie odio de por medio, es lo correcto? ¿Perdonar su acto y no darle importancia, es lo correcto?

Mi consciencia me dice que, haga lo que haga, debe estar inspirado por el Amor.

Reflexión: ¿Cómo te hace sentir la siguiente afirmación?: En este mundo no se puede encontrar amor duradero, por­que en él no hay amor.