viernes, 9 de agosto de 2024

Capítulo 13. VIII. De la percepción al conocimiento (2ª parte).

  VIII. De la percepción al conocimiento (2ª parte).

5. Éste es el milagro de la creación: que es una eternamente. 2Cada milagro que le ofreces al Hijo de Dios no es otra cosa que la verda­dera percepción de un aspecto de la totalidad. 3Aunque cada aspecto es en sí la totalidad, no podrás saber esto hasta que no te des cuenta de que todos ellos son lo mismo, que se perciben en la misma luz, y que, por lo tanto, son uno. 4Cada hermano que ves libre de su pasado, pues, te aproxima más al final del tiempo al introducir una manera de ver sana y sanadora en la oscuridad, capacitando así al mundo para ver. 5Pues la luz tiene que llegar hasta el mundo tenebroso para que la visión de Cristo sea posible incluso ahí. 6Ayúdale a ofrecer Su don de luz a todos los que creen vagar en la oscuridad, y deja que Él los reúna en Su serena visión que hace que todos sean uno solo.

Aplicar y experimentar el perdón en nuestra vida, en nuestras relaciones, nos cura, nos sana, nos libera de las pesadas cadenas que nos mantienen prisioneros de la creencia en el tiempo, en el pasado.

Alcanzar la percepción verdadera, ya lo hemos visto, nos situará a las puertas de recordar el conocimiento. Ese estado de consciencia nos llevará a ver nuestra verdadera realidad, en la realidad del otro, es decir, dejaremos de proyectar en los demás nuestra inconsciencia y reconoceremos nuestra propia divinidad en ellos. 

6. Todos ellos son iguales: bellos e igualmente santos. 2Y Él se los ofrecerá a Su Padre tal como le fueron ofrecidos a Él. 3Sólo hay un milagro, del mismo modo en que sólo hay una realidad. 4Y cada milagro que llevas a cabo contiene todos los demás, de la misma manera en que cada aspecto de realidad que ves se funde serenamente en la única Realidad que es Dios. 5El único milagro que jamás existió es el santísimo Hijo de Dios creado en la única Realidad que es su Padre. 6La visión de Cristo es el don que Él te da a ti. 7Su Ser es el don que Su Padre le dio a Él.

 El único milagro que jamás existió es el santísimo Hijo de Dios, o lo que lo mismo, ese único milagro es el lazo de Amor que da cohesión a la Filiación.  

7. Alégrate de que tu función sea curar, pues puedes otorgar el regalo de Cristo, y no puedes perder el regalo que tu Padre te hizo a ti. 2Ofrece el regalo de Cristo a todo el mundo y en todas partes, pues los milagros que le ofreces al Hijo de Dios a través del Espíritu Santo te sintonizan con la realidad. 3El Espíritu Santo sabe el papel que te corresponde desempeñar en la redención, y también quiénes te están buscando y dónde encontrarlos. 4El conocimiento está mucho más allá de lo que te incumbe a ti como individuo. 5Tú que formas parte de él y que eres todo él, sólo necesitas darte cuenta de que el conocimiento es del Padre, y no tuyo. 6Tu papel en la redención te conduce al conocimiento mediante el re-establecimiento de su unicidad en tu mente.

Tenemos un importante papel en la redención: restablecer de la unicidad divina en nuestra mente. El resto del trabajo, debemos dejarlo en manos del Espíritu Santo, el cual, conoce quienes nos está buscando y dónde encontrarlo, para que le ofrezcamos el regalo de la curación.

8.  Cuando te hayas visto a ti mismo en tus hermanos te liberarás y gozarás de perfecto conocimiento, pues habrás aprendido a libe­rarte a través de Aquel que sabe lo que es la libertad. 2Únete a mí bajo el santo estandarte de Sus enseñanzas, y conforme nos haga­mos más fuertes, el poder del Hijo de Dios cobrará vida en no­sotros, y no excluiremos a nadie ni dejaremos a nadie solo. 3Y de repente el tiempo cesará, y todos nos uniremos en la eternidad de Dios el Padre. 4La santa luz que viste fuera de ti en cada milagro que ofreciste a tus hermanos, se te devolverá. 5Y al saber que la luz se encuentra en ti, tus creaciones estarán allí contigo, tal como tú estás en tu Padre.

Ese será el momento. Esa será prueba que nos anunciará que estamos preparados para alcanzar la redención, para alcanzar la percepción verdadera. Cuando nos hayamos visto a nosotros mismos en nuestros hermanos, ese será el momento y la prueba de que estamos preparados para abandonar el mundo de la percepción y retornar a nuestro verdadero hogar, donde gozaremos del conocimiento. 

9. Así como los milagros te unen a tus hermanos en este mundo, tus creaciones establecen tu paternidad en el Cielo. 2Tú eres el testigo de la Paternidad de Dios, y Él te ha dado el poder de crear en el Cielo los testigos de la tuya, la cual es como la Suya. 3Nié­gale esto a tu hermano, y estarás negando los testigos de tu pater­nidad en el Cielo. 4El milagro que Dios creó es perfecto, al igual que los milagros que obraste en Su Nombre. 5Cuando los aceptas, tanto tú como ellos dejáis de necesitar curación.     

Tan solo podemos crear, tal y como Dios ha creado, esto es, utilizando el poder creador de Su Mente. Cualquier otra creación que no proceda de la esencia creadora de Dios, no gozará del blindaje de la eternidad. ¿Qué quiere decir esto? Sencillamente, que para crear una realidad verdadera, debemos utilizar el único ingrediente posible que lo dota con los ropajes de lo eterno, el Amor. Aquello que proceda del Amor, serán creaciones verdadera, cuya paternidad procede del Cielo, el Hogar que compartimos con nuestro Creador. 

10. En este mundo, no obstante, tu perfección no tiene testigos. 2Dios conoce tu perfección, pero tú no, así que no compartes Su testimonio de ella. 3Tampoco das testimonio de Él, pues de la rea­lidad se da testimonio viéndola como una sola. 4Dios espera a que des testimonio de Su Hijo y de Él. 5Los milagros que llevas a cabo en la tierra son elevados hasta el Cielo y hasta Él. 6Dan testimonio de lo que no sabes, y cuando llegan a las puertas del Cielo, Dios las abre, 7pues Él nunca dejaría afuera y excluido de Sí Mismo a Su Hijo bienamado.

Las falsas creaciones a las que ha dado lugar el Hijo de Dios, como fruto de su creencia en la separación, no permite que nuestras creaciones sean verdaderas, es decir, no serán nuestros testigos de nuestra perfección. 

Nos dice este punto, que Dios espera que demos testimonios de Su Hijo y de Él, es decir, espera que sanemos nuestra creencia en la separación y en el miedo, sustituyendola por la creencia en el Amor y en la Unidad. De este modo, nuestras creaciones serán los testigos de la Verdad.

jueves, 8 de agosto de 2024

Capítulo 13. VIII. De la percepción al conocimiento (1ª parte).

 VIII. De la percepción al conocimiento (1ª parte).

1. Toda curación es una liberación del pasado. 2Por eso es por lo que el Espíritu Santo es el único Sanador. 3Él enseña que el pasado no existe, hecho éste que pertenece a la esfera del conocimiento, y que, por lo tanto, es imposible que nadie en el mundo sepa. 4Sería ciertamente imposible permanecer en el mundo gozando de tal conocimiento. 5Pues la mente que sabe eso a ciencia cierta, sabe también que vive en la eternidad, y no utiliza la percepción en absoluto. 6Por lo tanto, no se detiene a pensar dónde está, ya que el concepto "dónde" no significa nada para ella. 7Sabe que está en todas partes, de la misma manera en que lo tiene todo, y para siempre.

Nos dice este punto, del apartado VIII, que "sería ciertamente imposible permanecer en el mundo gozando de tal conocimiento".  Se está refiriendo a la afirmación de que el pasado no existe, no es real, y que dicha afirmación pertenece a la esfera del conocimiento. 

La percepción surge cuando la mente se identifica con la división, con la separación, cuando se cree su propio creador, estableciendo una autoría que es falsa y que da lugar a un estado mental demente. Si la mente ha fabricado al ego, es una contradicción que el ego se crea el padre de la mente. La percepción del tiempo, es uno de los pilares más sólidos donde se erige el baluarte que da cobijo a las falsas y erróneas creencias del ego. Sin la creencia en el pasado, el ego carece de argumentos para demostrar su identidad y su existencia. Su origen procede de la separación y del sentimiento de culpabilidad por creerse hijo del pecado.

La curación es una liberación del pasado, es una liberación de la creencia en el tiempo, y por lo tanto, es una liberación de la culpa que nos mantiene atado a él. 

La curación, a la que refiere el Curso, no está haciendo referencia al cuerpo físico. Ya hemos visto que no es el cuerpo el que enferma, sino la mente. La enfermedad es consecuencia de la creencia en la separación, lo que significa que, la curación es la sanación de esa falsa creencia, o lo que lo mismo, la consciencia de la Unidad.

La Unidad, es el pensamiento verdadero que nos lleva a recordar a Dios y al Ser que realmente somos. La Unidad, es el estado de consciencia de la Filiación, donde cada chispa de Luz es portadora del conocimiento que emana del Rayo de Dios.

En Dios, no existe la distancia, ni el tiempo. Dios Es. 

2. La diferencia palpable que existe entre la percepción y el conocimiento resulta muy evidente si consideras esto: no hay nada parcial con respecto al conocimiento. 2Cada uno de sus aspectos es total, y, por lo tanto, ningún aspecto está separado de otro. 3Tú eres un aspecto del conocimiento, al estar en la Mente de Dios, Quien te conoce. 4Todo conocimiento te pertenece, pues en ti reside todo conocimiento. 5La percepción, aun en su expresión más elevada, nunca es completa. 6lncluso la percepción del Espí­ritu Santo -la más perfecta que puede haber- no tiene signifi­cado en el Cielo. 7La percepción puede extenderse a todas partes bajo Su dirección, pues la visión de Cristo contempla todo en la luz. 8Pero no hay percepción, por muy santa que sea, que perdure eternamente.

La diferencia que existe entre la percepción y el conocimiento, es la misma que existe entre el cuerpo y el Espíritu. Percepción-Cuerpo-División, son expresiones que responden a la creencia en la separación, en la creencia de que es posible un mundo diferente al de Dios.

Conocimiento-Espíritu-Unidad, son expresiones que responden a la creencia en la unicidad, en la creencia de que tal sólo el mundo creado por Dios es real y verdadero.

Termina este punto, con una aportación muy reveladora. "no hay percepción, por muy santa que sea, que perdure eternamente". Mientras que permanezcamos en el mundo físico, podemos mejorar nuestro nivel de percepción, de tal modo, que tomemos consciencia de que hemos permanecido dormidos y que somos los únicos soñadores del sueño. Ese estado renovado de consciencia nos llevará a ver las cosas de otra manera, a tener una percepción real y verdadera de lo que realmente somos y desecharemos la falsa creencia en la separación. Habremos alcanzado la percepción verdadera, pero, esa percepción ha de llevarnos a las puertas de conocimiento y ese estado de consciencia no será sensorial, es decir, no procederá del mundo físico, sino del Espiritual, del Cielo. 

3. La percepción perfecta pues, tiene muchos elementos en común con el conocimiento, haciendo que sea posible su transfe­rencia a él. 2El último paso, no obstante, lo tiene que dar Dios porque el último paso de tu redención, que parece estar en el futuro, Dios lo dio ya en tu creación. 3La separación no ha inte­rrumpido la creación. 4La creación no puede ser interrumpida. 5La separación no es más que una formulación equivocada de la realidad que no tiene consecuencia alguna. 6El milagro, que no tiene ninguna función en el Cielo, es  necesario aquí. 7Todavía pueden verse aspectos de la realidad, los cuales reemplazarán a aspectos de la irrealidad. 8Los aspectos de la realidad se pueden ver en todo y en todas partes. 9Mas sólo Dios puede congregarlos a todos, al coronarlos cual uno solo con el don final de la eterni­dad.

Si tal y como establecen todas las enseñanzas espirituales, Dios es Perfecto e Inalterable, Su Hijo tiene que serlo igualmente, pues Su mente forma parte de la Mente de Su Creador.

Pero mientras que Dios conoce a la perfección la naturaleza de Su Creación, esto es, de Su Hijo, éste, decidió escindirse de dicho conocimiento y en su lugar, proyectó su mente en una realidad separada de la fuente original, de Dios. Esa decisión tomada por el Hijo de Dios, puede ser comparable con el episodio que se recoge en el Nuevo Testamento y que escenifica  la parábola del hijo pródigo.

Ese hijo que tras dilapidar todos sus bienes, retorna al hogar de su padre, quien lo recibe con alegría y aceptación.

Dios, nunca ha tenido dudas sobre la naturaleza de Su Hijo y mostrará su regocijo y su plenitud, cuando, éste despierte de su sueño y decida recordar el conocimiento de sí mismo. 

4. Sin el Padre y sin el Hijo el Espíritu Santo no tiene ninguna función. 2No está separado de ninguno de Ellos al estar en la Mente de Ambos y saber que dicha Mente es una sola. 3El Espíritu Santo es un Pensamiento de Dios, y Dios te lo dio porque Él no tiene ningún Pensamiento que no comparta. 4El mensaje del Espíritu Santo habla de lo intemporal en el tiempo, y por eso es por lo que la visión de Cristo contempla todas las cosas con amor. 5Sin embargo, ni siquiera la visión de Cristo es Su realidad. 6Los áureos aspectos de realidad que brotan a la luz bajo Su amorosa mirada son vislumbres parciales del Cielo que se encuentra más allá de ellos.

El mensaje del Espíritu Santo habla de lo intemporal en el tiempo, pues Su mente recuerda el conocimiento que comparte con Dios: Somos Uno, compartiendo la Mente de nuestro Creador. Si ese Conocimiento estuviese escrito y describiese la naturaleza verdadera del Ser, seguro que su custodio y guardián, es el Espíritu Santo, el cual, conoce, tiene la certeza, de que el retorno del Hijo de Dios, es una realidad. 

miércoles, 7 de agosto de 2024

Capítulo 13. VII. La consecución del mundo real (3ª parte).

 VII. La consecución del mundo real (3ª parte).

12. Sólo el Espíritu Santo sabe lo que necesitas. 2Pues Él te provee­rá de todas las cosas que no obstaculizan el camino hacia la luz. 3¿Qué otra cosa podrías necesitar? 4Mientras estés en el tiempo, Él te proveerá de todo cuanto necesites, y lo renovará siempre que tengas necesidad de ello. 5No te privará de nada mientras lo necesites. 6Mas Él sabe que todo cuanto necesitas es temporal, y que sólo durará hasta que dejes a un lado todas tus necesidades y te des cuenta de que todas ellas han sido satisfechas. 7El Espíritu Santo no tiene, por lo tanto, ningún interés en las cosas que te proporciona. aLo único que le interesa es asegurarse de que no te valgas de ellas para prolongar tu estadía en el tiempo. 8Sabe que ahí no estás en casa, y no es Su Voluntad que demores tu jubiloso regreso a tu hogar.

El Espíritu Santo, nuestra Mente Recta, es nuestro mejor “aliado”. No podemos elevar nuestras plegarias hacia él, para pedirle que nos haga rico; para pedirle que nos haga eternos. Esas cuestiones mundanas, no forman parte de aquello que suele convertirse en obstáculo para el camino que nos conduce a la luz. En cambio, si puedes dirigirte a esa Mente Recta, para que guie siempre al encuentro con el poder del entendimiento, con la luz que disipe la oscuridad que impide recordar nuestra verdadera identidad.

La Mente Recta, no nos rodeará de símbolos que nos mantengan ocupados con la visión de lo irreal. La lucidez de la Mente Recta nos inspirará el camino que debemos recorrer, junto a nuestros hermanos, para retornar unidos de la mano, a nuestro verdadero Hogar, donde compartiremos con nuestro Padre, la Sagrada Comunión de la Unidad. 

13. Deja, por lo tanto, todas tus necesidades en Sus manos. 2Él las colmará sin darles ninguna importancia. 3Lo que Él te provee no conlleva ningún riesgo, pues Él se asegurará de que no pueda convertirse, en un punto tenebroso, oculto en tu mente y que se conserva para hacerte daño. 4Bajo Su dirección viajarás ligero de equipaje y sin contratiempos, pues Él siempre tiene puestas Sus miras en el final de la jornada, que es Su objetivo. 5El Hijo de Dios no es un viajero por mundos externos. 6No importa cuán santa pueda volverse su percepción, ningún mundo externo a él con­tiene su herencia. 7Dentro de sí mismo no tiene necesidades de ninguna clase, pues la luz sólo necesita brillar en paz para dejar que desde sí misma sus rayos se extiendan quedamente hasta el infinito.

El Espíritu Santo es el sanador de nuestra mente. A través de la Expiación, corregiremos el falso pensamiento que nos ha llevado a identificarnos con una realidad que nos somos, la del ego. Es por ello, que este punto nos deja muy claro, que bajo Su dirección viajaremos ligero de equipaje y sin contratiempo. Esto se convertirá en una característica que nos permitirá reconocer, cuan alejado estamos de alcanzar la meta de la salvación. 

14. Siempre que te sientas tentado de emprender un viaje inútil que no haría sino alejarte de la luz, recuerda lo que realmente quieres, y di:

2El Espíritu. Santo me conduce hasta Cristo, pues, ¿a qué otro sitio querría ir?

3¿Qué otra necesidad tengo, salvo la  de despertar en Él? 

“El Espíritu Santo me conduce hasta Cristo, pues, ¿a qué otro sitio querría ir? ¿Qué otra necesidad tengo, salvo la de despertar en Él?” 

15. Síguele luego lleno de júbilo, confiando en que Él te conducirá a salvo a través de todos los peligros que este mundo pueda pre­sentar ante ti para alterar tu paz mental. 2No te postres ante los altares del sacrificio, ni busques lo que sin duda perderías. 3Conténtate con lo que, sin duda también, has de conservar, y no pier­das la calma, pues el viaje que estás emprendiendo hacia la paz de Dios, en cuya quietud Él quiere que estés, es un viaje sereno.

Seguir, es elegir. Lo hacemos en todo momento, aunque no siempre somos conscientes de ello. Vamos tan rápido por la vida, persiguiendo metas, que no nos paramos a ver la calidad de nuestros pensamientos. Esto es así, porque actuamos como autómatas, fieles a nuestros pensamientos basados en el pasado, aquellos que nos dan la seguridad de conocer, lo que en verdad ignoramos. Y así, sumidos en la inconsciencia, no nos damos cuenta de que estamos siguiendo un camino, el que hemos elegido. Nos quejamos, que la vida no ofrece su rostro amargo, cuando percibimos el sufrimiento. Pero nos conscientes, de que el motivo de ello, el motivo de ese sufrimiento, lo hemos elegido, pues, es el camino que estamos siguiendo. ¿Seguir al amor, puede llevarnos al sufrimiento? Si así lo crees, si así lo has experimentado, ten por seguro una cosa, puedes llamar a ese camino, cualquier cosa, pero no lo llames amor, pues el Amor es ajeno al sufrimiento. 

16. En mí ya has superado cualquier tentación que pudiera demo­rarte. 2Juntos recorremos la senda que conduce a la quietud, que es el regalo de Dios. 3Tenme en gran estima, pues, ¿qué otra cosa puedes necesitar, sino a tus hermanos? 4Te devolveremos la paz mental que juntos tenemos que encontrar. 5El Espíritu Santo te enseñará cómo despertar a lo que nosotros somos y a lo que tú eres. 6Ésta es la única necesidad real que hay que satisfacer en el tiempo. 7Salvarse del mundo consiste sólo en eso. 8Mi paz te doy. 9Acéptala de mí en gozoso intercambio por todo lo que el mundo te ha ofrecido para luego arrebatártelo. 10Y la extenderemos como un manto de luz sobre la triste faz del mundo, en el que ocultare­mos a nuestros hermanos del mundo, y a éste de ellos.

La única necesidad real que hay que satisfacer en el tiempo, es la de recordar lo que somos en verdad. Tan sólo así, reconociendo que somos el Hijo de Dios, podremos extender lo real con el mundo que nos rodea. 

17. Solos no podemos cantar el himno redentor. 2Mi tarea no habrá concluido hasta que haya elevado todas las voces junto con la mía. 3Sin embargo, no es propiamente mía, pues, así como ella es el regalo que yo te hago, fue asimismo el regalo que el Padre me hizo a mí a través de Su Espíritu. 4Su sonido desvanecerá toda aflicción de la mente del santísimo Hijo de Dios, donde la aflic­ción no puede morar. 5En el tiempo, la curación es necesaria, pues el júbilo no puede establecer su eterno reino allí donde mora la aflicción. 6Tú no moras aquí, sino en la eternidad. 7Eres un viajero únicamente en sueños, mientras permaneces a salvo en tu hogar. 8Dale las gracias a cada parte de ti a la que hayas enseñado a que te recuerde. 9Así es como el Hijo de Dios le da las gracias a su Padre por su pureza.

Hermano, bienvenido a la realidad, en la que tú y yo, somos uno. Juntos podemos cantar el himno redentor, el que exalta nuestra condición divina. Somos Espíritu y nuestro verdadero Hogar es la Mente de Dios. En Ella somos Plenos, Inocentes y Perfectos. En ella somos eternamente Amor.

martes, 6 de agosto de 2024

Capítulo 13. VII. La consecución del mundo real (2ª parte).

 VII. La consecución del mundo real (2ª parte).

6.  No hay nadie en este mundo enloquecido que no haya vislum­brado en alguna ocasión algún atisbo del otro mundo que le rodea. 2No obstante, mientras siga otorgando valor a su propio mundo, negará la visión del otro, manteniendo que ama lo que no ama, y negándose a seguir el camino que le señala el amor. 3¡Cuán jubilosamente te muestra el camino el Amor! 4Y a medida que lo sigas, te regocijarás de haber encontrado Su compañía, y de haber aprendido de Él cómo regresar felizmente a tu hogar. 5Estás esperando únicamente por ti. 6Abandonar este triste mundo e inter­cambiar tus errores por la paz de Dios no es sino tu voluntad. 7Y Cristo te ofrecerá siempre la Voluntad de Dios, en reconocimiento de que la compartes con Él.

Desde nuestro corazón, emerge el recuerdo del amor. Amar es unir y cuando se ama verdaderamente, el tiempo se colapsa y se percibe la luz de la eternidad. Sin ese recuerdo de amor, nuestra percepción de la realidad quedaría velada, lo que nos dejaría envuelto en la permanente oscuridad. Gracias a ese recuerdo, a esa luz que nos habla desde nuestro interior, que, en las más tenebrosas pesadillas, encontramos, siempre, un rayo de luz que nos guiará hacia el entendimiento de la verdad. Esa luz-amor, nos guiará hacia el encuentro de los verdaderos aliados de nuestra salvación, nuestros hermanos, con los cuales, tenemos firmado un pacto de amor, gracias al cual, reconoceremos nuestra verdadera realidad. 

7. La Voluntad de Dios es que nada, excepto Él Mismo, ejerza influencia sobre Su Hijo, y que nada más ni siquiera se aproxime a él. 2Su Hijo es tan inmune al dolor como lo es Él, Quien lo protege en toda situación. 3El mundo que le rodea refulge con amor por­que Dios ubicó a Su Hijo en Sí Mismo donde no existe el dolor y donde el amor le rodea eterna e ininterrumpidamente. 4Su paz no puede ser perturbada. 5El Hijo de Dios contempla con perfecta cordura el amor que le rodea por todas partes y que se encuentra asimismo dentro de él. 6Y negará forzosamente el mundo del dolor en el instante en que se perciba rodeado por los brazos del amor. 7Y desde este enclave seguro mirará serenamente a su alre­dedor y reconocerá que el mundo es uno con él.

Esa es la verdadera visión que Cristo nos inspira: Amar. Fuera de ese pensamiento, todo es oscuridad, todo es irreal.

Todas las corrientes de pensamiento sagrada, comparten una misma meta: Amar. 

8. La paz de Dios supera tu razonar sólo en el pasado. 2Sin embargo, está aquí, y puedes entenderla ahora mismo. 3Dios ama a Su Hijo eternamente, y Su Hijo le corresponde eternamente. 4El mundo real es el camino que te lleva a recordar la única cosa que es completamente verdadera y completamente tuya. 5Pues todo lo demás te lo has prestado a ti mismo en el tiempo, y desaparecerá. 6Pero eso otro es eternamente tuyo, al ser el don de Dios a Su Hijo. 7Tu única realidad te fue dada, y por medio de ella Dios te creó uno con Él.

Cuando este punto nos enseña, que el mundo real es el camino que nos lleva a recordar la única cosa que es completamente verdadera y completamente tuya, lo que nos está diciendo, es que nuestra única y verdadera identidad, es que somos Seres Espirituales, que compartimos la misma Fuente, la Mente de Dios y que gozamos de la Plenitud de la que goza el Padre. Todo lo demás, es una percepción falsa y temporal de nuestra realidad. 

9. Primero soñarás con la paz, y luego despertarás a ella. 2Tu pri­mer intercambio de lo que has hecho por lo que realmente deseas es el intercambio de las pesadillas por los sueños felices de amor. 3En ellos se encuentran tus verdaderas percepciones, pues el Espí­ritu Santo corrige el mundo de los sueños, en el que reside toda percepción. 4El conocimiento no necesita corrección. 5Con todo, los sueños de amor conducen al conocimiento. 6En ellos no ves nada temible, y por esa razón constituyen la bienvenida que le ofreces al conocimiento. 7El amor espera la bienvenida, pero no en el tiempo, y el mundo real no es sino tu bienvenida a lo que siem­pre fue. 8Por lo tanto, la llamada al júbilo se encuentra en él, y tu gozosa respuesta es tu despertar a lo que nunca perdiste.

Percibir el mundo, desde el sistema de pensamiento del ego, es estar dormido. Ese sueño se torna en pesadilla, debido a que elegimos el miedo al amor. El despertar del sueño, comienza eligiendo ver de otra manera, los símbolos y las imágenes que se muestran en nuestros sueños. Esto significa, que debemos reconocer que el somos el soñador de nuestros sueños y que podemos elegir, tener sueños felices de amor, en vez de tener pesadillas. No debemos confundir, tener sueños felices de amor, con tener sueños felices de placeres mundano, donde nuestra felicidad depende de lo que percibimos fuera de nosotros. Desde la separación, tan solo podremos tener pesadillas. 

10. Alaba, pues, al Padre por la perfecta cordura de Su santísimo Hijo. 2Tu Padre sabe que no tienes necesidad de nada. 3Esto es así en el Cielo, pues, ¿qué podrías necesitar en la eternidad? 4En tu mundo ciertamente tienes necesidad de cosas. 5El mundo en el que te encuentras en un mundo de escasez porque estás necesi­tado. 6Sin embargo, ¿te podrías encontrar a ti mismo en un mundo así? 7Sin el Espíritu Santo la respuesta sería no. 8Pero debido a Él, la respuesta es un gozoso sí. 9Por ser el mediador entre los dos mundos, Él sabe lo que necesitas y lo que no te hará daño. 10El concepto de posesión es un concepto peligroso si se deja en tus manos. 11El ego quiere poseer cosas para salvarse, pues poseer es su ley. 12Poseer por poseer es el credo fundamental del ego y una de las piedras angulares de los templos que se erige a sí mismo. 13El ego exige que deposites en su altar todas las cosas que te ordena obtener, y no deja que halles gozo alguno en ellas.

Gozar de la Plenitud de la que goza el Padre, no puede llevarnos a pensar que estamos necesitados. O somos plenos, o somos escasos. Os somos Hijos de Dios, conscientemente, o somos Hijo de Dios, sin saberlo. La diferencia marcará nuestro bien-ser, no nuestro bien-estar. Lo que el ego llama bienestar, está basado en la creencia de que dar es perder, lo que le inspira su eslogan preferido: poseer por miedo a perder. 

11. Todo lo que el ego te dice que necesitas te hará daño. 2Pues si bien el ego te exhorta una y otra vez a que obtengas todo cuanto puedas, te deja sin nada, pues te exige que le des todo lo que obtienes. 3Y aun de las mismas manos que lo obtuvieron, será arrebatado y arrojado al polvo. 4Pues donde el ego ve salvación, ve también separación, y de esta forma pierdes todo lo que has adquirido en su nombre. 5No te preguntes a ti mismo, por-lo tanto, qué es lo que necesitas, pues no lo sabes, y lo que te aconse­jes a ti mismo te hará daño. 6Pues lo que crees necesitar servirá simplemente para fortificar tu mundo contra la luz y para hacer que no estés dispuesto a cuestionar el valor que este mundo tiene realmente para ti.

Las necesidades del ego, nos llevan al sufrimiento. Atesorar en el mundo temporal, es un esfuerzo efímero e inestable, pues todo lo que no haya sido creado bajo las leyes del amor, carecen de consistencia y no perdurará. Ello, se convierte, en una de las más terroríficas de las pesadillas que experimenta el ego. Para evitarlo, pone todo el arsenal con el que cuenta en su sistema de pensamiento para defender sus pertenencias, sus posesiones, su vida. Atesora bienes, incluso, llega a pensar, que con lo que atesora puede comprar la eternidad. Pero el elixir del Santo Grial, no puede ser comprado con lo material. Tan solo puede ser encontrado por el alma del templario, cuyo corazón es puro y libre de miedo.

lunes, 5 de agosto de 2024

Capítulo 13. VII. La consecución del mundo real (1ª parte).

 VII. La consecución del mundo real (1ª parte).

1. Siéntate sosegadamente, y según contemplas el mundo que ves, repite para tus adentros: El mundo real no es así. 2En él no hay edificios ni calles por donde todo el mundo camina solo y sepa­rado. 3En él no hay tiendas donde la gente compra una infinidad de cosas innecesarias. 4No está iluminado por luces artificiales, ni la noche desciende sobre él. 5No tiene días radiantes que luego se nublan. 6En el mundo real nadie sufre pérdidas de ninguna clase. 7En él todo resplandece, y resplandece eternamente.

Cuando abordamos, por primera vez, el estudio de Un Curso de Milagros, una de las cuestiones que más interés despierta es saber, con certeza, si el mundo en el que vivimos, el que percibimos, sí, el mundo con el que estamos identificados, en el que dormimos, comemos, trabajamos, jugamos, en el que hacemos el amor y la guerra, en el que nos reímos y lloramos, en el que somos felices y sufrimos, sí, ya sabes a qué mundo me refiero, es el mundo real o el ilusorio.

Si no es el mundo real, tal y como afirma el Curso, entonces, se nos plantean dos alternativas. Abandonar el estudio de Un Curso de Milagros, al considerarlo un engaño para bobos, o, elegimos profundizar en sus enseñanzas y seguir la voz de nuestro corazón, que nos invita a recordar, que ningún mundo que se considere real, puede ofrecer lo que este, al que hemos estado llamando real, ofrece: necesidad, lucha, enfermedad, sufrimientos, dolor, muerte.

Si nos ponemos, aunque solo sea un instante, en el papel de Dios y tuviésemos el poder para crear un mundo real para nuestro hijo, ¿acaso tomaríamos como modelo el mundo que percibimos? Si así lo hiciésemos, tendríamos que aceptar que aquellos que disfrutan de nuestra maravillosa obra la considerasen una creación demente. Tendríamos que admitir que eso de crear mundos no es lo nuestro, por lo que podríamos dedicarnos a otras cosas, menos serias.

Afortunadamente, nuestras mentes se encuentran unidas a la Mente de Dios, y ello nos permite acceder, de forma intuitiva, al recuerdo de lo que somos: Hijos de una misma Filiación, la Creación de Dios. Ese recuerdo, se encuentra muy oculto en nuestra mente verdadera, y lo está, porque elegimos ver un mundo separado al de Dios, lo que ha dado lugar a la invención de un mundo irreal que hace la “competencia” al mundo real.

El mundo real, es el que percibimos con la Mente Recta y el que nos permite ver desde la unicidad. El mundo falso, es el que percibimos con la mente errada y el que nos lleva a creer que estamos separados.

¿Podemos ver el mundo real estando en el mundo falso? Sí, pues ambos mundos se encuentran en el nivel de las causas, esto es, en el nivel de la mente. El mundo real, nos lleva a recordar que nuestra identidad verdadera no es el cuerpo, sino el Espíritu. El mundo irreal o ilusorio, no lleva a creer que somos un cuerpo físico y basa todas sus creencias en lo que percibe a través de los sentidos físicos. 

2. Tienes que negar el mundo que ves, pues verlo te impide tener otro tipo de visión. 2No puedes ver ambos mundos, pues cada uno de ellos representa una manera de ver diferente, y depende de lo que tienes en gran estima. 3La negación de uno de ellos hace posi­ble la visión del otro. 4Los dos no pueden ser verdad; no obs­tante, cualquiera de ellos te parecerá tan real como el valor que le atribuyas. 5Su poder, sin embargo, no es idéntico porque la verdadera atracción que ejercen sobre ti no es igual.

Si somos fieles seguidores del sistema de pensamiento del ego, la única visión que tendremos será la que perciban nuestros ojos físicos y nuestro sistema sensorial. Ello nos lleva a la creencia de que somos un cuerpo material y que la vida es, el intervalo de tiempo que transcurre desde el nacimiento a la muerte.

Esa visión, exclusiva del ego, impide ver la verdadera visión. ¿Cuál es la verdadera visión? ¿Esa verdadera visión depende de que utilicemos unas gafas especiales para ver el mundo real? No. La verdadera visión no depende de los órganos de percepción propios del cuerpo. La verdadera visión se encuentra en nuestra mente, lo que nos lleva a reconocer cuál es la causa que nos impide ver el mundo real. Esa causa no es otra que creer que estamos separados de lo Real, es decir, de Dios y de la Filiación.

Cuando en nuestra mente veamos la unidad, entonces, estaremos preparados para ver la luz espiritual que envuelve todo lo creado. 

3. Tú no deseas realmente el mundo que ves, pues no ha hecho más que decepcionarte desde los orígenes del tiempo. 2Las casas que erigiste jamás te dieron cobijo. 3Los caminos que construiste no te llevaron a ninguna parte, y ninguna de las ciudades que fundaste ha resistido el asalto demoledor del tiempo. 4Todo lo que has hecho lleva impreso sobre sí el estigma de la muerte. 5No lo tengas en tanta estima, pues es un mundo viejo y decrépito, e incluso según lo construías estaba ya listo para retornar al polvo. 6Este mundo doliente no tiene el poder de influenciar al mundo viviente en absoluto. 7Tú no puedes conferirle ese poder, y si bien lo abandonas con tristeza, en él no puedes encontrar el camino que conduce más allá de él hacia el otro mundo.

El mundo, cuando se percibe desde la creencia en la separación, desde la creencia en el miedo, en la culpa, en la muerte, es un mundo irreal, sujeto al desgaste de lo temporal, y por ello, se convierte en una fuente de permanente sufrimiento. 

4. El mundo real, por otra parte, tiene el poder de influenciarte incluso aquí porque lo amas. 2Y lo que pides con amor vendrá a ti. 3El amor siempre responde, pues es incapaz de negar una petición de ayuda, o de no oír los gritos de dolor que se elevan hasta él desde todos los rincones de este extraño mundo que construiste, pero que realmente no deseas. 4Lo único que necesitas hacer para abandonarlo y reemplazarlo gustosamente por el mundo que tú no creaste, es estar dispuesto a reconocer que el que tú fabricaste es falso.

El mundo, cuando se percibe desde la creencia en la unidad, desde la creencia en el amor, es un mundo real, sujeto por las leyes de la eternidad, y por ello, se convierte en una fuente de dicha y felicidad.

¿Qué mundo elegirás?

5. Has estado equivocado con respecto al mundo porque te has juzgado erróneamente a ti mismo. 2¿Qué podías haber visto desde un punto de vista tan distorsionado? 3Toda visión comienza con el que percibe, que es quien determina lo que es verdad y lo que es falso. 4Y no podrá ver lo que juzgue como falso. 5Tú que deseas juzgar la realidad no puedes verla, pues en presencia de juicios la realidad desaparece. 6Lo que no está en la mente no se puede ver porque lo que se niega se encuentra ahí, aunque no se reconozca. 7Cristo sigue estando ahí, aunque no lo reconozcas. 8Su Ser no depende de que lo reconozcas. 9Él vive dentro de ti en el sereno presente, y está esperando a que abandones el pasado y entres en el mundo que te ofrece con amor.

La razón de que seamos resistente a abandonar las creencias del ego, se recoge en lo que nos enseña este punto: “toda visión comienza con el que percibe, que es quien determina lo que es verdad y lo que es falso”. Si el ego, reconociese que es falso, dejaría de serlo. El hecho de que no se reconozca falso, es porque no cree que lo sea.