jueves, 10 de octubre de 2024

Capítulo 15. I. Los dos usos del tiempo (5ª parte).

  I. Los dos usos del tiempo (5ª parte).

13. ¿Cuánto dura un instante? 2Dura tan poco para tu hermano como para ti. 3Practica conceder ese bendito instante de libertad a todos aquellos que están esclavizados por el tiempo, haciendo así que para ellos éste se convierta en su amigo. 4Mediante tu dación, el Espíritu Santo te da a ti el bendito instante que tú les das a tus hermanos. 5Al tú ofrecerlo, Él te lo ofrece a ti. 6No seas reacio a dar lo que quieres recibir de Él, pues al dar te unes a Él. 7En la crista­lina pureza de la liberación que otorgas radica tu inmediata libe­ración de la culpabilidad. 8Si ofreces santidad no puedes sino ser santo.

Siguiendo las Enseñanzas del Espíritu Santo, basadas en la lección de que dar y recibir forman parte del mismo proceso, al igual, como la causa y el efecto, para liberarnos, para salvarnos, debemos ofrecer a nuestros hermanos, liberación y salvación, o lo que es lo mismo, debemos amarlos, pues, tan solo el Amor, nos hace libres y santos.

14. ¿Cuánto dura un instante? 2Dura el tiempo que sea necesario para re-establecer la perfecta cordura la perfecta paz y el per­fecto amor por todo el mundo, por Dios y por ti; 3el tiempo que sea necesario para recordar la inmortalidad y a tus creaciones inmortales, que la comparten contigo; 4el tiempo que sea necesa­rio para intercambiar el infierno por el Cielo. 5Dura el tiempo suficiente para que puedas trascender todo lo que el ego ha hecho y ascender hasta tu Padre.

El momento de la liberación, de la salvación, siempre se producirá en el presente, en el ahora, en el instante. Es por ello, que el tiempo que dure ese instante, no es relevante, pues, cuando se produzca, siempre será en el presente intemporal

15. El tiempo es tu amigo si lo pones a la disposición del Espíritu Santo. 2Él necesita muy poco para restituirte todo el poder de Dios. 3Aquel que transciende el tiempo por ti entiende cuál es el propósito del tiempo. 4La santidad no radica en el tiempo, sino en la eternidad. 5Jamás hubo un solo instante en el que el Hijo de Dios pudiese haber perdido su pureza. 6Su estado inmutable está más allá del tiempo, pues su pureza permanece eternamente inal­terable y más allá del alcance del ataque. 7En su santidad el tiempo se detiene y deja de cambiar. 8Y así, deja de ser tiempo. 9Pues al estar atrapado en el único instante de la eterna santidad de la creación de Dios, se transforma en eternidad. 10Da el instante eterno, para que en ese radiante instante de perfecta liberación se pueda recordar la eternidad por ti. 11Ofrece el milagro del instante santo por medio del Espíritu Santo, y deja que sea Él Quien se encargue de dártelo a ti.

Si creemos que nuestro cambio depende de un proceso evolutivo temporal, estaremos reforzando la creencia del ego y haremos real la ilusión del futuro. Este es el programa del ego y debemos dejar de identificarnos con él.

El Espíritu Santo, la Mente Recta, nos lo pone más fácil, invitándonos a tener la certeza de que la decisión final de cambiar la tomaremos, siempre, en el estado presente, pues, es en ese presente donde seremos consciente de ello. Vivir con esa certeza, significa de que podemos ser consciente eternamente, pues, el instante santo, siempre se produce en el estado presente.  

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