sábado, 28 de septiembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 272

LECCIÓN 272

¿Cómo iban a poder satisfacer las ilusiones al Hijo de Dios?

1. Padre, la verdad me pertenece. 2Mi hogar se estableció en el Cielo mediante tu voluntad y la mía. 3¿Podrían contentarme los sueños? 4¿Podrían brindarme felicidad las ilusiones? 5¿Qué otra cosa sino Tu recuerdo podría satisfacer a Tu Hijo? 6No me contentaré con menos de lo que Tú me has dado. 7Tu Amor, por siempre dulce y sereno, me rodea y me mantiene a salvo eternamente. 8El Hijo de Dios no puede sino ser tal como Tú lo creaste.

2. Hoy dejamos atrás las ilusiones. 2Y si oímos a la tentación lla­marnos e invitarnos a que nos entretengamos con un sueño, nos haremos a un lado y nos preguntaremos si nosotros, los Hijos de Dios, podríamos contentarnos con sueños cuando podemos ele­gir el Cielo con la misma facilidad que el infierno. aY el amor reemplazará gustosamente todo temor.


¿Qué me enseña esta lección?

Elegimos, soltarnos de la mano protectora de nuestro Padre, cuando formábamos una Unidad con Él, para ir a experimentar por nuestra propia iniciativa y descubrir una nueva realidad, que no lo era, tan sólo era una ilusión.

Sí, el Hijo de Dios, gozaba de esa libertad y la empleó. Dotado potencialmente de los Atributos de su Padre, utilizó su Voluntad para iniciar una nueva andadura. Aprender por sí mismo, le llevó a enfocar su mente en un mundo que, por ser temporal, no es real. El mundo material, le ofrecía a través de la vía sensorial, un canal de aprendizaje basado en la percepción. Sus ojos descubrieron un mundo nuevo, que favoreció la creencia en la separación, pues la percepción de cuerpos diferentes, unos de otros, le llevó a identificarse con él y determinar su identidad.

El Hijo de Dios, desde ese momento, descubrió su soledad.

Pero ¿qué padre no ofrece a su hijo su mano, para ayudarle a reencontrar el camino correcto? Ese padre, ha permanecido expectante, en espera, que su hijo reclamase su herencia.

Del mismo modo, nuestro Padre, permanece paciente en espera de que le tendamos de nuevo nuestras manos, para hacernos sentir que nos encontramos en nuestro verdadero Hogar.

Ese re-encuentro se producirá en el instante en que decidamos abandonar el mundo de la ilusión, para vivir tan sólo en el mundo de la Realidad, en el mundo de la Unidad.

Ejemplo-Guía: "¿Qué elegirías entre lo real y lo falso?

Yo lo tengo claro: lo real. Pero, la respuesta no es tan diáfana cuando no tenemos claro lo que es real. Es más, lo tenemos mucho más complicado, cuando nuestra mente percibe lo ilusorio, como real, y lo verdaderamente real, lo percibe como falso.

Nuestra percepción actual, guiada por las razones que le aportan los sentidos, está plenamente identificada con aquello que puede ver y tocar, oír o sentir, en definitiva, percibir en alguna de sus formas. En cambio, aquello que no es capaz de ver, medir, analizar, para la mente no existe. En este sentido, el mundo espiritual, no es real.

Sin embargo, la verdad no se puede ocultar. La vida, en el nivel del sueño en el que la percibimos, nos está mostrando que lo que venimos llamando real, el mundo material, no nos aporta los valores lógicos que debería aportarnos el mundo de la verdad. Es decir, sujetas a las leyes físicas de la temporalidad, todo lo material se convierte en una fuente de sufrimiento, de dolor, cuando nuestros deseos intentan gozar de ella permanentemente.

La propia fuente del deseo de donde emanan nuestros anhelos, es efímera y cambiante; inestable y caprichosa, lo que nos lleva a estados anímicos depresivos y caóticos.

¿Qué elegirías entre lo eterno y lo efímero?

Yo lo tengo aún más claro: lo eterno. Quizás ahora, te resulte más fácil elegir. Lo eterno favorece la condición del desapego. Si sabes que permanecerá por siempre, para qué desear apegarse a ello. El apego es fruto del miedo a perder. Ese miedo, es consecuencia del olvido de conocer que somos el Hijo de Dios. Ese miedo, ha sustituido al Amor. No es su opuesto, pues el Amor no tiene opuestos. El miedo es una fabricación ilusoria que surge como consecuencia de una falsa creencia en el pecado, en haber desobedecido a nuestro Creador.

Recordar que somos Hijo de Dios, que somos tal y como Él nos ha creado, nos llevará a elegir lo eterno, pues ese reconocimiento nos permite vernos como verdaderamente somos, y somos eternos.

Reflexión: ¿Te contentarás con sueños cuando puedes elegir el Cielo?

viernes, 27 de septiembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 271

¿Qué es el Cristo?

1. Cristo es el Hijo de Dios tal como Él lo creó. 2Cristo es el Ser que compartimos y que nos une a unos con otros, y también con Dios. 3Es el Pensamiento que todavía mora en la Mente que es Su Fuente. 4No ha abandonado Su santo hogar ni ha perdido la ino­cencia en la que fue creado. 5Mora inmutable para siempre en la Mente de Dios.

2. Cristo es el eslabón que te mantiene unido a Dios, y la garantía de que la separación no es más que una ilusión de desesperanza, pues toda esperanza morará por siempre en Él. 2Tu mente es parte de la Suya, y Ésta de la tuya. 3Él es la parte en la que se encuentra la Respuesta de Dios, y en la que ya se han tomado todas las decisiones y a los sueños les ha llegado su fin. 4Nada que los ojos del cuerpo puedan percibir lo afecta en absoluto. 5Pues aunque Su Padre depositó en Él los medios para tu salvación, Él sigue siendo, no obstante, el Ser que, al igual que Su Padre, no conoce el pecado.

3. Al ser el hogar del Espíritu Santo y sentirse a gusto única­mente en Dios, Cristo permanece en paz en el Cielo de tu mente santa. 2Él es la única parte de ti que en verdad es real. 3Lo demás son sueños. 4Mas éstos se le entregarán a Cristo, para que se des­vanezcan ante Su gloria y pueda por fin serte revelado tu santo Ser, el Cristo.

4. El Espíritu Santo se extiende desde el Cristo en ti hasta todos tus sueños, y los invita a venir hasta Él para que puedan ser transformados en la verdad. 2Él los intercambiará por el sueño final que Dios dispuso fuese el fin de todos los sueños. 3Pues cuando el perdón descanse sobre el mundo y cada, uno de los Hijos de Dios goce de paz, ¿qué podría mantener las cosas sepa­radas cuando lo único que se puede ver es la faz de Cristo?

5. ¿Y por cuánto tiempo habrá de verse esta santa faz, cuando no es más que el símbolo de que el período de aprendizaje ya ha concluido y de que el objetivo de la Expiación por fin se ha alcan­zado? 2Tratemos, por lo tanto, de encontrar la faz de Cristo y de no buscar nada más. 3Al contemplar Su gloria, sabremos que no tenemos necesidad de aprender nada, ni de percepción, ni de tiempo, ni de ninguna otra cosa excepto del santo Ser, el Cristo que Dios creó como Su Hijo.


LECCIÓN 271

Hoy sólo utilizaré la visión de Cristo.

1. Cada día, cada hora y cada instante elijo lo que quiero contem­plar, los sonidos que quiero oír y los testigos de lo que quiero que sea verdad para mí. 2Hoy elijo contemplar lo que Cristo quiere que vea; hoy elijo escuchar la Voz de Dios, así como buscar los testigos de lo que es verdad en la creación de Dios. 3En la visión de Cristo, el mundo y la creación de Dios se encuentran, y según se unen, toda percepción desaparece. 4La dulce visión de Cristo redime al mundo de la muerte, pues todo aquello sobre lo que Su mirada se posa no puede sino vivir y recordar al Padre y al Hijo: la unión entre Creador y creación.

2. Padre, la visión de Cristo es el camino que me conduce a Ti. 2Lo que Él contempla restaura Tu recuerdo en mí. 3Y eso es lo que elijo contem­plar hoy.


¿Qué me enseña esta lección?

Hoy, elijo ver la Inocencia. Hoy, elijo ver la Unidad. Hoy proclamo mi afinidad con la Filiación Divina.

Hoy retorno a mi Hogar, del cual me creía, erróneamente, escindido.

Hoy, tomo consciencia de la perfección del Ser; tomo consciencia de la Abundancia que me rodea; tomo consciencia de mi impecabilidad; tomo consciencia de mi Divinidad.

Hoy, mi mente es Una con la Mente de Dios. Mi voz es Su Voz, y mi palabra es Su Palabra.

Hoy contemplo la Eternidad.

Gracias, Cristo, por permitirme ver en tu Faz, el Rostro de mi Divinidad.


Ejemplo-Guía: "¿Qué mundo te muestra la visión de Cristo?

En la Lección 263, tuvimos ocasión de reflexionar sobre el significado de la visión de Cristo. Elegimos, entonces, como ejemplo-guía, la reflexión "Contemplando el mundo con los ojos de Cristo". Hoy, vamos a continuar profundizando en este mismo tema, y lo haremos, con una nueva propuesta.

Mira tu mundo y hazte la siguiente pregunta: ¿lo que veo me muestra escenas propias de la visión de Cristo?

¿Lo que ves te muestra un mundo que condenas?

¿Acaso odias el comportamiento que estás percibiendo?

¿Te horroriza la enfermedad, la pobreza, las guerras, etc.?

Podríamos enumerar, a título de ejemplo, muchas escenas que se muestran ante la mirada de nuestro mundo. Pero, ¡ojo!, ¿en verdad el mundo es como tú lo percibes o lo que percibes es tu propia percepción, tu propia proyección de lo que ocultas en lo más profundo de tu interior?

La visión de actos condenatorios, hablan de nuestra propia condena. La visión de un mundo dividido, en guerra, habla de nuestra propia división interna. La visión de un mundo enfermo, nos habla de nuestra mente enferma. No, no te sientas culpable por tener esa visión falsa. Recuerda que nos encontramos en el mundo del sueño y es muy importante que tomes conciencia de que eres el soñador del mismo. Ese despertar te llevará a desear ver las cosas de otra manera, te llevará a dejar de ver con los ojos del cuerpo y a ver con la visión de Cristo.

No sientas culpa por tu anterior visión, por haber fabricado sueños dementes e insensatos. Ahora, tu atención se centra en lo verdadero y desechas seguir utilizando una visión que te ha llevado a percibir erróneamente. La visión de la oscuridad te ha llevado a desear ver la luz.

El sueño te seguirá mostrando escenas grotescas, pero no le darás el valor que le dabas antes. En el sueño, dabas valor al cuerpo material, pero ahora lo utilizas para compartir con tus hermanos tu nueva visión. Ahora no ves en ellos un objeto del pecado, ni te sientes temeroso por su presencia por miedo a ser atacado. Ahora los percibes desde la visión de la inocencia y de la impecabilidad y con esa visión los liberas del pecado. Ya no condenas, tan sólo comprendes que viven su sueño, al igual como tú vives el tuyo. Ahora le ayudas a despertar de ese sueño y a ser conscientes de que son los únicos soñadores y de que tienen el poder para elegir soñar sueños felices.

¿Qué mundo te muestra la visión de Cristo? Un mundo perdonado y unido.


Reflexión: ¿Somos felices con el mundo que vemos?

Capítulo 14. XI. La prueba de la verdad (1ª parte).

 XI. La prueba de la verdad (1ª parte).

1.  Lo esencial, sin embargo, es que reconozcas que no sabes nada. 2El conocimiento es poder y todo poder es de Dios. 3Tú que has tratado de quedarte con el poder para ti sólo lo has "perdido". 4Todavía lo tienes, pero has interpuesto tantos obstáculos entre él y tu conciencia de él que no puedes utilizarlo. 5Todo lo que te has enseñado a ti mismo, ha hecho que seas cada vez menos cons­ciente de tu poder. 6No sabes lo que es ni dónde se encuentra. 7Has hecho un alarde de fuerza y de poder tan lamentable que no ha podido sino fallarte. 8Pues el poder no es una apariencia de fuerza, y la verdad está más allá de toda apariencia. 9Aun así, lo único que se interpone entre ti y el poder de Dios que hay en ti, es tu falso aprendizaje, así como todos tus vanos intentos de que­rer deshacer lo verdadero.

El ego y su sistema de pensamiento, creen poseer el poder que otorga el conocimiento, y basan esa creencia en su capacidad para dar significado a las cosas, a las cuales, tras analizarlas y desmenuzarlas, les otorga nombres, sin importarles que éstos sean diferentes en razón a las coordenadas del espacio y del tiempo, que suele aplicar en todas sus observaciones. La separación es la base de su saber, de sus creencias y ello le lleva a desconocer lo esencial, el hilo conductor que nos mantiene unidos en el nivel mental.

El saber del ego es limitado, temporal y, por tal razón, no cumple con el requisito de  la verdad, que no cambia. El saber no es Conocimiento, pues mientras que el Conocimiento pertenece a Dios y a Su relación directa con Su Hijo, el saber, es efímero y lo custodia celosamente el ego, para sentirse poderoso y marcar diferencias con los demás.

Este punto, es claro al respecto: lo esencial es que reconozcamos que no sabemos nada. Pues esa es la verdad que abrirá nuestra mente y nuestra percepción a un nivel superior.

2. Procura estar dispuesto, pues, a que todo esto sea des-hecho y a sentirte feliz de no ser un prisionero de ello eternamente. 2Pues te has enseñado a ti mismo a aprisionar al Hijo de Dios, lo cual es una lección tan descabellada que sólo un loco, en su delirio más profundo, podía haberla soñado. 3¿Cómo iba a poder Dios apren­der a no ser Dios? 4¿Y sería posible que Su Hijo, a quien Él ha dado todo poder, pudiese aprender a ser impotente? 5¿Hay algo de lo que te has enseñado a ti mismo que aún prefirieses conser­var en lugar de lo que tienes y eres?         

El ego, la falsa creación del Hijo de Dios, nos enseña que somos cuerpos separados llamados a buscar fuera de nosotros mismos, la fuerza que ha de unirnos a otros, a  los que consideramos especiales. Esa fuerza, la llamamos amor, cuando en verdad, no lo es, pues el verdadero amor no limite y nos hace libres, mientras que el ego, cuando cree estar amando, está condicionando ese amor con los límites que le impone al ser amado.

El Hijo de Dios debe recordar su verdadera identidad, y en el reencuentro con ese recuerdo, reconocerá que no necesita pedir amor, pues el Amor forma parte de su Ser

3. La Expiación te enseña cómo escapar para siempre de todo lo que te has enseñado a ti mismo en el pasado, al mostrarte única­mente lo que eres ahora. 2El aprendizaje, tiene lugar antes de que sus efectos supongan de manifiesto. 3El aprendizaje, por lo tanto, es algo propio del pasado, pero su influencia determina el pre­sente al darle a éste el significado que tiene para ti. 4Tu aprendi­zaje no le aporta al presente significado alguno. 5Nada que jamás aprendiste te puede ayudar a entender el presente, o enseñarte a deshacer el pasado. 6Tu pasado es lo que tú te has enseñado a ti mismo. 7Renuncia a él completamente. 8No trates de entender nin­gún acontecimiento, ningún hermano ni ninguna cosa bajo su luz, pues la oscuridad en la que tratarías de ver tan sólo empañaría lo que vieses. 9No confíes en que la oscuridad pueda jamás ilumi­nar tu entendimiento, pues si lo haces estarás contradiciendo la luz, y, por lo tanto, creerás que puedes ver la oscuridad. 10La oscuridad, no obstante, no se puede ver, pues no es más que una condición en la que es imposible ver.

Considero este punto muy importante, pues nos hace conscientes de cómo piensa nuestra mente en base a las experiencias del pasado. Damos credibilidad al hecho de que lo que somos ahora, es el resultado de lo vivido en el pasado, el cual, con sus experiencias nos ha permitido ir adquiriendo un aprendizaje que condiciona nuestro estado actual. Podemos decir, que creemos ser lo que hemos vivido con anterioridad. Tanto es así, que nuestra mente responde ante cada reto presente con la visión de pasado. Por ejemplo, en el mundo de relación, cuando nos encontramos con alguien la primera vez, no podemos evitar el hacernos un juicio de él basado en el recuerdo que nos ofrece nuestra mente sobre personas que hemos conocidos y que tienen puntos en común que nos recuerdan a la persona que acabamos de conocer. Son los típicos prejuicios que condicionan mucho nuestras vidas.

El pasado no existe. Cuando existió no era pasado, sino presente, y ese presente se nos ofrece como una nueva oportunidad para ser lo que realmente somos, esto es, el Ser que nunca cambia, pues es Eterno, como Eterno es Su Fuente, Dios.

Una mente desentrenada no se plantea vivir el presente desde ese estado único y eterno que nos permite manifestar nuestra esencia eterna. Su respuesta estará basada en el pasado, que es donde encuentra la seguridad de que existe, pues lo que cree ser, es la consecuencia directa de lo vivido. De este modo perpetúa su ignorancia y desaprovecha el instante presente para Ser lo que Es.

jueves, 26 de septiembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 270

LECCIÓN 270

 Hoy no utilizaré los ojos del cuerpo.

1. Padre, la visión de Cristo es el don que me has dado, el cual tiene el poder de transformar todo lo que los ojos del cuerpo contemplan en el panorama de un mundo perdonado. 2¡Cuán glorioso y lleno de gracia es ese mundo! 3No obstante, ¡cuánto más podré contemplar en él que lo que puede ofrecerme la vista! 4Un mundo perdonado significa que Tu Hijo reconoce a su Padre, permite que sus sueños sean llevados ante la verdad y aguarda con gran expectación el último instante de tiempo en el que éste acaba para siempre, conforme Tu recuerdo aflora en su memoria. 5Y ahora su voluntad es una con la Tuya. 6Ahora su función no es sino la Tuya Propia, y todo pensamiento salvo el Tuyo ha desaparecido.

2. El sosiego de hoy bendecirá nuestros corazones y, a través de ellos, la paz descenderá sobre todo el mundo. 2Cristo se convierte en nuestros ojos hoy. 3Y mediante Su vista le ofrecemos curación al mundo a través de Él, el santo Hijo que Dios creó íntegro; el santo Hijo a quien Dios creó como uno solo.


¿Qué me enseña esta lección?

¿Qué visión te ofrece los ojos del cuerpo?

¿Acaso piensas que tus ojos te llevarán a evidenciar aquello que no se encuentre previamente en tu mente?

No. No verás aquello en lo que tu mente no crea.

Has deseado ver una realidad que no es real, y tus ojos te han mostrado un cuerpo material y un mundo en el que crees interactuar. A ese cuerpo, tus ojos le han otorgado el poder de tu identidad.

Tal vez hayas comprendido que esa visión, es tan sólo una ilusión fabricada por ti, y que aquello que llamas existencia forma parte de un sueño.

Sí, aún no has despertado de ese sueño, pero eres consciente de que estás soñando y ello te ha llevado a bendecir aquello que tus ojos ve.

Hoy podemos dar un paso más. Hoy elegimos no ver con los ojos del cuerpo; elegimos ver ese mundo, perdonado. Hoy elegimos ver con los ojos de Cristo.

¡Cuánta paz y sosiego aporta Su Visión! Ya no percibimos la multiplicidad, la separación. Ya no vemos el conflicto. Todos formamos una Unidad: el Hijo de Dios.

¿Qué sentido tiene ahora el percibirnos separados? ¿Qué vamos a desear para nuestro hermano, que no deseamos para nosotros mismos? La Visión de Cristo, nos traslada a ese Estado de Consciencia. Hemos retornado a nuestro verdadero Hogar: El Paraíso, del que nos escindimos voluntariamente, y al que voluntariamente hemos retornado. En verdad, nunca hemos estado fuera de Él, pero así lo habíamos creído y así lo hemos experimentado.

Gracias, Hermano Mayor, por permitirnos ver con tu Santa Visión.

Ejemplo-Guía: "El firme propósito de ver la verdad"

Hasta hoy, hemos permanecido ciegos, pues, aunque nuestros ojos físicos ven el mundo que le rodea, el mundo que percibe, ese mundo no es real, es una ilusión fabricada por nuestra mente, una mente que nos ha mostrado una percepción falsa, basada en la separación, en la división.

No tienes más que mirar tu propia vida, para comprender que el mundo que ves y en el que crees existir, no puede ser el Hogar que Dios ha dispuesto para Su Hijo. ¿Acaso tú dispondrías un mundo tan demente para tu hijo?

Observa tu existencia. Te crees un ser limitado, necesitado y escaso, cuando en verdad, eres Pleno y Abundante. Demandas ser querido y protegido, cuando en verdad, eres Amor y gozas del amparo de tu Creador. Sientes miedo y una destructiva culpabilidad, al creer que has fallado a tu Padre, cuando en verdad no puedes cambiar, ni has cambiado ni una sola línea del Plan de Salvación dispuesto por Él para Su Hijo.

Haces necesario el dolor, el sufrimiento e incluso la muerte, para justificar tu erróneo sistema de pensamiento, cuando en verdad, eres inocente, eres impecable, eres eterno.

¿Qué mundo estás dispuesto a seguir viendo? El que estás muerto en vida o el que te libera, para siempre, de la muerte ofreciéndote la eternidad. Vas a elegir, la tristeza, cuando puedes gozar de la Dicha, de la Felicidad.

Te sientes agotado, cansado, cuando experimentas la vida del mundo falso, pues vivir en él, te priva de la paz, mientras que elegir ver el mundo perdonado, te mantendrá animado y en pleno júbilo. Cada instante se convierte en una experiencia de gozo, pues cada uno de esos instantes gozas de la Presencia del Cristo en ti y en cada uno de tus hermanos.

El firme propósito de ver la verdad, no es una iniciativa que te afecte tan sólo a ti o a mí. Cuando ese propósito se convierte en nuestro único deseo, es la señal de que Cristo ha realizado el milagro de curar al ciego que hay en nosotros, y ese regalo, lo expandimos con el resto del mundo, de tal modo que compartimos la verdadera visión con ellos.


Hoy veo tu inocencia y tu impecabilidad, pues esa inocencia y esa impecabilidad se ha hecho consciente en mí.


Reflexión: Tan solo vemos aquello que deseamos ver.

Capítulo 14. X. La igualdad de los milagros (3ª parte).

X. La igualdad de los milagros (3ª parte).


9. Esto es típico de los juicios del ego. 2Por separado, parecen ser coherentes, pero enlázalos, el sistema de pensamiento que resulta de ese enlace es incoherente y totalmente caótico. 3Pues la forma no es suficiente para impartirle significado, y la falta de contenido subyacente impide la viabilidad de un sistema de pensamiento cohesivo. 4La separación sigue siendo, por lo tanto, la condición, que el ego siempre elegirá. 5Pues por su cuenta nadie puede juzgar al ego correctamente. 6Sin embargo, cuando dos más se unen para ir en busca de la verdad, el ego ya no puede defender por más tiempo su falta de contenido. 7El hecho de que puedan unirse les indica que el sistema de pensamiento del ego es falso.

El sistema de pensamiento característico del ego, fracciona la verdad en tantas partes, que hace imposible reconocerla. El juicio, basado en la interpretación de las formas, impide que la mente descubra el hilo sagrado que mantiene unidas a las mentes, al proceder de la misma Fuente. Dirigir la mirada al exterior en un afán de dar significado a las cosas, nos lleva a interpretar tan sólo el envoltorio, lo que lleva a reafirmar la creencia en la separación.

Tan sólo cuando cambiamos la orientación de nuestra mirada y la dirigimos hacia el interior, podremos descubrir lo esencial, esto es, reconocer la unicidad que nos mantiene unidos a todo lo creado y, fundamentalmente, al resto de la humanidad.

La garantía de que la verdad prevalecerá por encima de la ilusión, es una realidad, por la sencilla razón de que somos el Hijo de Dios, creados de la Esencia del Amor, cuya manifestación en el plano denso da lugar a la fuerza de atracción. La mente reconocerá la verdad, no por su forma, sino por su contenido. La forma cambia permanentemente, por lo que no vibra a la fuerza del Amor, de la verdad, de la realidad. Mientras que el contenido siempre fluye desde el Amor, desde la Unidad.

10. Es imposible recordar a Dios en secreto y a solas. 2Pues recordarle significa que no estás solo y que estás dispuesto a recordar ese hecho. 3No pienses acerca de ti, pues ninguno de los pensamientos que albergas es tuyo únicamente. 4Si quieres recordar a tu Padre, deja que el Espíritu Santo ponga orden en tus pensamientos y te dé la única respuesta con la que Él responde. 5Todo el mundo anda en busca de amor al igual que tú, pero no pueden saberlo a menos que se unan a ti en esa búsqueda. 6Si emprendéis la búsqueda juntos, la luz que os acompañará será tan poderosa que impartirá significado a todo lo que veáis. 7La jornada que se hace en solitario está destinada al fracaso porque ha excluido lo que quiere encontrar.

El ego busca ser especial, pues se siente diferente y separado de los demás. Su existencia adquiere valor, cuando demuestra su superioridad sobre el otro. Confunde la acción de participar con la de competir, y, su vida, se convierte en una alocada carrera por ser el mejor, no importándole lo más mínimo lo que tenga que hacer para conseguir ese objetivo.

El Hijo de Dios es el fruto del Pensamiento Creador emanado de la Mente de Su Hacedor, por tal razón, Padre e Hijo son una misma Mente, donde tan sólo puede imperar la Unidad. 

Sin embargo, el Hijo de Dios, imaginó una realidad diferente dando lugar a la creencia en la separación. 

Como bien se recoge en este punto del Capítulo que estamos analizando, es imposible recordar a Dios en secreto y a solas, o lo que es lo mismo, no podemos reconocer lo que somos, si decidimos mirar hacia el exterior e interpretar que no existe unidad entre lo que somos y lo que percibimos. La salvación solo es posible cuando decidimos ir de la mano con nuestros hermanos de Filiación.

11. De la misma manera en que Dios se comunica con el Espíritu Santo en ti, de igual modo el Espíritu Santo te traduce Su comunicación a través de ti para que puedas entenderla. 2Ninguna comu­nicación de Dios es secreta, pues todo lo que es Suyo está al descubierto y es completamente accesible a todos, puesto que es para todos. 3Nada puede vivir en secreto, y lo que tú quisieras ocultarle al Espíritu Santo no existe. 4Ninguna interpretación que hagas de un hermano tiene sentido. 5Deja que el Espíritu Santo te muestre a tu hermano y te enseñe tanto su amor como sus peticio­nes de amor. 6Ni tu mente ni la de tu hermano albergan otros órdenes de pensamiento que no sean estos dos.

Reconocer en nuestros hermanos su identidad divina, es recordar a Dios. Este reconocimiento no será posible si elegimos como maestro al ego, pues, como ya sabemos, su sistema de pensamiento se basa en la creencia en la separación.

Para recordar a Dios en el reconocimiento de la identidad divina de nuestros hermanos, debemos poner nuestra mente al servicio de la Mente Recta, del Espíritu Santo. Él nos mostrará el lugar santo donde se producirá el reencuentro con la verdad.

12. El milagro es el reconocimiento de que esto es verdad. 2Allí donde hay amor, tu hermano no puede sino ofrecértelo por razón de lo que el amor es. 3Pero donde lo que hay es una petición de amor, tú tienes que dar amor por razón de lo que eres. 4Dije antes que este curso te enseñará a recordar lo que eres y te restituirá tu Identidad. 5Ya hemos aprendido que se trata de una Identidad que compartes. 6El milagro se convierte en el medio a través del cual la compartes. 7Reconocerás tu Identidad al ofrecerla donde­quiera que Ésta no se reconoce. 8Y Dios Mismo, Quien ha dispuesto estar con Su Hijo eternamente, bendecirá cada acto de reconocimiento de Su Hijo con todo el Amor que le profesa. 9El poder de todo Su Amor estará presente en todos los milagros que le ofrezcas a Su Hijo. 10¿Cómo podría ser, entonces, que hubiese grados de dificultad en los milagros?

La vida, debe ser vivida como un milagro, pues, en verdad, el tiempo es trascendido y cada instante, cada presente, nos ofrece la oportunidad de recordar y reconocer lo que somos, el Hijo de Dios, que junto a nuestros hermanos, formamos la Filiación Divina.

Es por ello, que el milagro se convierte en el medio a través del cual, compartimos el reconocimiento de lo que realmente somos.  

miércoles, 25 de septiembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 269

LECCIÓN 269

Mi vista va en busca de la faz de Cristo.

1. Te pido que hoy bendigas mi vista. 2Mi vista es el medio que Tú has elegido para mostrarme mis errores y para poder ver más allá de ellos. 3Se me ha concedido poder tener una nueva percepción a través del Guía que Tú me diste, y, mediante Sus lecciones, superar la percepción y regresar a la verdad. 4Pido la ilusión que trasciende todas las que yo inventé. 5Hoy elijo ver un mundo perdonado en el que todo lo que veo me muestra la faz de Cristo y me enseña que lo que contemplo es mío, y que nada existe, excepto Tu santo Hijo.

2. Hoy nuestra vista es bendecida. 2Compartimos una sola visión cuando contemplamos la faz de Aquel Cuyo Ser es el nuestro. 3Somos uno por razón de Aquel que es el Hijo de Dios, Aquel que es nuestra Identidad.


¿Qué me enseña esta lección?

La vista, al igual que la mente, puede servir al Amor-Unidad o al miedo-separación.

Ese órgano de percepción debe ser bendecido y utilizado para llevar a cabo la función encomendada al cuerpo físico: comunicar.

El Hijo de Dios, al fabricar el mundo de la ilusión, dotó a la vista de un gran poder, pues, a través de ella, se recibía información sobre la realidad que percibíamos. Para el hijo del hombre, para el ego, esa percepción le llevó a creer tan sólo en aquello que veía, negando cualquiera otra identidad que no fuese capaz de ver y tocar.

La vista, al igual como el resto de los órganos de percepción, ha reforzado la conciencia de separación que fundamenta la existencia del ego. Al ver un mundo separado de mí, le doy validez y lo establezco como verdad.

Pero, la vista por sí misma no tiene ninguna capacidad de decisión. Es la mente, la que posee esa capacidad, pues sirve directamente al Espíritu. La mente se acostumbra a interpretar aquello que la vista le enseña, pero ese objeto que se evidencia, puede adquirir diferentes significados, dependiendo de las creencias adquiridas por la mente.

La vista, al ser bendecida, la ponemos al servicio del Amor-Unidad, y cuando así lo hacemos, nuestra visión verá las cosas de otra manera, de tal modo, que dejará de ver un mundo separado, un mundo hostil, un mundo desconocido. Cuando esto ocurra, mente y vista, servirán, tan sólo, a la Unidad, servirán, al Amor.

Ejemplo-Guía: "¿Percibimos correctamente?

El mundo en el que creemos estar viviendo, es un mundo irreal, ilusorio, pero que nuestra mente hace real, al percibirlo por sus sentidos. 

La visión de ese mundo, a través de la percepción, presenta una serie de características que se perpetúan en el tiempo: miedo, culpabilidad, dolor, sufrimiento, pérdida, necesidad, escasez, enfermedad, muerte, etc. 

Es un mundo demente, que nos agota y consume, llevándonos a una situación de cansancio. Es el mundo de la percepción errada o falsa. 

"La per­cepción verdadera, o percepción inocente, significa que nunca percibes falsamente y que siempre ves correctamente. Dicho de una manera más llana, significa que nunca ves lo que no existe y siempre ves lo que sí existe" (T-3.II.2:5-6). 

¿Podemos corregir la percepción falsa? 

"La manera de corregir las distorsiones es dejando de tener fe en ellas y depositándola únicamente en lo que es verdad. No puedes hacer que lo que no es verdad lo sea. Si estás dispuesto a aceptar aquello que es verdad en todo lo que percibes, dejas que sea verdad para ti. La verdad supera todo error, y aquellos que viven inmersos en el error y en la vacuidad jamás pueden encon­trar consuelo duradero. Cuando percibes correctamente cance­las tus percepciones falsas y las de los demás simultáneamente. Puesto que los ves tal como son, les ofreces tu aceptación de su verdad para que ellos puedan aceptarla en sí mismos. Ésta es la curación que el milagro produce" (T-3.II.6:1-7). 

"La percepción es temporal. Al ser un atributo de la creencia en el espacio y en el tiempo, es susceptible de producir miedo o amor. Las percepciones falsas producen miedo y las ver­daderas fomentan el amor, mas ninguna de ellas brinda certeza porque toda percepción está sujeta a cambios. Por eso es por lo que la percepción no es conocimiento. La verdadera percepción es la base del conocimiento, pero gozar de conocimiento es la afir­mación de la verdad y esto se encuentra allende cualquier percep­ción" (T-3.III.1:7-10). 

"La verdadera visión es la percepción natural de la visión espiri­tual, pero es todavía una corrección en vez de un hecho. La visión espiritual es simbólica, y, por lo tanto, no es un instrumento de conocimiento. Es, no obstante, un medio de percepción correcta, lo cual la sitúa dentro del propio ámbito del milagro. Una "visión de Dios" sería un milagro más que una revelación. El hecho en sí de que la percepción esté involucrada demuestra que la experien­cia no pertenece a la esfera del conocimiento. De ahí que las visio­nes, por muy santas que sean, son efímeras" (T-3.III.4:1-6). 

La percepción correcta es necesaria antes de que Dios pueda comunicarse directamente con nosotros.  

La percepción falsa nos lleva a percibir falsamente a nuestros hermanos convirtiéndolos en extraños impidiéndonos conocerlos. Tendremos que percibirlos correctamente, desde la visión de la inocencia, desde la visión Crística, para que lo podamos conocer.


Reflexión: Eligiendo ver las cosas de otra manera.

Capítulo 14. X. La igualdad de los milagros (2ª parte).

X. La igualdad de los milagros (2ª parte).

5. El resultado de todo esto es un patrón zigzagueante y variable que nunca descansa y jamás se detiene. 2Se mueve incesante­mente por todo el espejo de tu mente, y los reflejos del Cielo aparecen fugazmente para luego desvanecerse, a medida que la oscuridad los envuelve. 3Allí donde había luz, la oscuridad la elimina en un instante, dando lugar a que patrones que alternan entre la luz y la oscuridad atraviesen tu mente sin tregua. 4La poca cordura que aún te queda permanece ahí gracias a un sen­tido de orden que tú mismo estableces. 5Mas el hecho mismo de que puedas hacer eso y seas capaz de imponer orden donde reina el caos, demuestra que tú no eres un ego y que en ti tiene que haber algo más que un ego. 6Pues el ego es caos, y si eso fuese lo único que hay en ti, te sería imposible imponer ningún tipo de orden. 7No obstante, aunque el orden que le impones a tu mente limita al ego, también te limita a ti. 8Ordenar es juzgar y clasificar por medio de juicios. 9Por lo tanto, es una función que le corresponde al Espíritu Santo, no a ti.

Tomar decisiones en base al sistema de pensamiento del ego, nos llevará a percibir circunstancias con sabor amargo y dolorosa, pues, los pensamientos dementes, no pueden dar frutos agradables.

Nuestras decisiones deben entregarse al Espíritu Santo, a la mente recta, pues su función es discernir lo verdadero de lo falso e inspirarnos el camino correcto que nos llevará a percibir correctamente y a reconocer nuestra verdadera identidad espiritual.

6. Te parecerá difícil aprender que no tienes ninguna base para poner orden en tus pensamientos. 2El Espíritu Santo te enseña esta lección ofreciéndote los ejemplos deslumbrantes de los milagros, fin de mostrarte que tu modo de ordenar es desacertado, pero que se te ofrece uno mejor. 3El milagro responde siempre de la misma manera ante cualquier petición de ayuda. 4No la juzga. 5Simplemente reconoce lo que es y responde consecuentemente. 6No se detiene a considerar qué petición es más importante, más urgente o más apremiante. 7Tal vez te preguntes por qué se te pide que hagas algo que no requiere que emitas ningún juicio, cuando todavía eres prisionero de los juicios. 8La respuesta es muy simple: 9el poder de Dios, no el tuyo, es el que engendra los milagros. 10El milagro en sí no hace sino dar testimonio de que el poder de Dios se encuentra dentro de ti. 11Ésa es la razón de que el milagro bendiga por igual a todos los que de alguna manera son partícipes en él, y ésa es también la razón de que todos sean partícipes en él. 12El poder de Dios es ilimitado. 13Y al ser siempre máximo, ofrece todo a cualquiera que se lo pida. 14No hay grados de dificultad en esto. 15A una petición de ayuda se le presta ayuda.

Para obrar milagros, para expandir el amor que compartimos con nuestro Creador, es preciso percibir de forma correcta y de reconocer lo que somos, el Hijo de Dios compartiendo la mente con el resto de la Filiación. En este estado de consciencia, estamos en disposición de ser canales al servicio de la curación, depositando nuestra visión de unicidad en todo aquel con el que se produce el encuentro santo. El reconocimiento de la santidad en la mente de los demás, abrirá nuestro canal para dar testimonio del poder de Dios, obrando en Su nombre el milagro.

No hay grados de dificultad en los milagros. Pues la expresión del Amor de Dios no puede estar condicionado por ningún pensamiento limitante.

7. El único juicio involucrado en esto es que el Espíritu Santo divide la petición en dos categorías: una en la que se extiende amor y otra en la que se pide amor. 2Tú no puedes hacer esa división por tu cuenta sin riesgos, pues estás demasiado confun­dido como para poder reconocer el amor, o para creer que cual­quier otra cosa no es sino una petición de amor. 3Estás demasiado aferrado a la forma, y no al contenido. 4Lo que consideras el con­tenido no es el contenido en absoluto. 5Es simplemente la forma, y nada más que la forma. 6Pues no respondes a lo que un her­mano realmente te ofrece, sino sólo a la percepción particular que tienes de su ofrecimiento tal como el ego lo juzga.

Cuando analizamos el sistema de pensamiento del ego, reconocemos que está basado en la necesidad y en la escasez, principalmente, en lo referente a su ignorancia, lo que le produce una profunda insatisfacción que le lleva a buscar respuestas a todo aquello que le produce dicha frustración. Su mente dual, ahora sirviendo a Dios y al ego, lo lleva a una profunda confusión que le impide reconocer la identidad real. La percepción errada le lleva a la creencia de que su ser es su aspecto formal, considerando que el contenido es físico, lo cual es erróneo.9

8. El ego es incapaz de entender lo que es el contenido, y no se interesa en él en absoluto. 2Para el ego, si la forma es aceptable el contenido lo es también. 3De otro modo, atacará la forma. 4Si crees que entiendes algo de la "dinámica' del ego, déjame asegurarte que no entiendes nada. 5Pues por tu cuenta no podrías entenderla. 6El estudio del ego no es el estudio de la mente. 7De hecho, al ego le encanta estudiarse a sí mismo, y aprueba sin reservas los esfuerzos que, para "analizarlo", llevan a cabo los que lo estudian, quienes de este modo demuestran su importancia. 8Lo único que estudian, no obstante, son formas desprovistas de todo contenido significativo. 9Su maestro no tiene sentido, aunque les oculta este hecho con gran celo tras palabras que parecen ser muy elocuentes, pero que cuando se enlazan revelan su falta de coherencia.

Hemos referido más arriba, que el sistema de pensamiento del ego se basa en la carencia y en la necesidad, lo que le lleva a una total ignorancia de lo que es verdadero. Esa carencia le lleva a buscar las respuestas que le den sentido a su existencia y a un mundo al que debe dar significado para no perder aún más la razón.

En esa búsqueda, se lanza a analizar y escudriñar todo aquello que le recuerda su ignorancia, y cuando descubre aspectos que no responden a su lógica racional, se limita a desechar y negar su valía y su existencia, pues reconocerla, podría poner en tela de juicio su propia realidad.

Lo sagrado dio lugar al saber ancestral, y, posteriormente, fue hecho prisionero del pensamiento racional, el cual, negó la credibilidad de lo sagrado e inventó otros significados a los interrogantes a los que se enfrentaba la mente en su intento por comprender el origen de las cosas.

Para dicha mente racional, el contenido deja de ser lo esencial y pasa a ser parte de la forma, pues de este modo, el sistema de creencia del ego, se reafirma. 

martes, 24 de septiembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 268

LECCIÓN 268

Que todas las cosas sean exactamente como son.

1. No permitas que hoy sea Tu crítico, Señor, ni que juzgue contra Ti. 2No permitas que interfiera en Tu creación, desfigurándola y convirtién­dola en formas enfermizas. 3Permítaseme estar dispuesto a no atacar su unidad imponiéndole mis deseos, y así dejarla ser tal como Tú la creaste. 4Pues de esta manera seré también capaz de reconocer a mi Ser tal como Tú lo creaste. 5Fui creado en el Amor y en el Amor he de morar para siempre. 6¿Qué podría asustarme si dejo que todas las cosas sean exacta­mente como son?

2. Que nuestra vista no sea blasfema hoy, y que nuestros oídos no hagan caso de las malas lenguas. 2Sólo la realidad está libre de dolor. 3Sólo en la realidad no se experimentan pérdidas. 4Sólo la realidad ofrece completa seguridad. 5Y esto es lo único que bus­camos hoy.


¿Qué me enseña esta lección?

Nuestra mente puede servir a la Verdad o a la Ilusión; puede servir a lo Real o a lo irreal; puede servir al Ser o al ego; puede servir a lo Espiritual o a lo material; puede servir a la Unidad o a la separación.

Si sirve a la Verdad, a lo Real, al Ser, a lo Espiritual, a la Unidad, entonces está sirviendo a la Verdadera Vida, a lo Eterno, a la Perfección, está sirviendo al Plan de Salvación que Dios ha dispuesto para su Hijo.

Si sirve a la ilusión, a lo irreal, al ego, a lo material, a la separación, entonces está sirviendo a la muerte, a lo temporal, al error, está sirviendo a la falsa creencia del pecado.

Servir a la Verdad, es servir al Amor. Servir a la ilusión, es servir al miedo.

Servir al Amor, nos conduce a experimentar la Felicidad y la Paz; nos ofrece completa seguridad.

Servir al miedo, nos conduce a experimentar el dolor, el castigo, la enfermedad, el conflicto; nos ofrece una constante inseguridad.

Hoy, acepto y elijo Ser como Dios me ha creado. En mi resplandece Su Grandeza, en la medida que le permito expresarse a través de mi mente, de mi corazón y de mis actos.


Ejemplo-Guía: "El deseo, nos hace ver las cosas de manera diferente a como son"

Dios no ha creado las cosas que nosotros creemos ver. Estas cosas, que creemos ver, son fabricaciones nuestras, son nuestras "creaciones", y responden a las leyes que le hemos impuestos en un entorno espacio-temporal.

Es preciso hacer esta aclaración, para no malinterpretar el título de la lección de hoy, cuando nos enseña que todas las cosas sean exactamente como son.

Las cosas, todas las cosas, responden y proceden de una misma fuente, la Mente de Dios. En su origen, todo cuanto existe, es energía mental y en ese nivel, es donde encontramos su estado de unidad. Todas sirven a su Creador.

Cuando interviene el deseo, tenemos la capacidad de ver la energía de otra manera y de darle un valor diferente al que tiene.

Te propongo un ejercicio. Te propongo imaginar conmigo una historia. Tú imaginas una historia y yo haré lo mismo. Cuando terminemos este ejercicio, tendremos dos historias, probablemente, diferentes una de la otra. Pero, la fuente de donde han emanado ambas historias, tiene un mismo origen. ¿Entonces por qué son distintas? Sencillamente, porque cada uno de nosotros, hemos utilizado el deseo, como filtro para darle contenido a nuestra historia.

¿Cuál es la realidad de la historia? Si contestamos que su realidad es el contenido, estaremos viendo el mundo del ego, el mundo de la separación. Es un mundo tintado por el filtro de nuestros deseos. El deseo, el tuyo y el mío, son diferentes, dando historias diferentes. Pero lo real, es uno, no puede ser diferente. Lo real, responde a lo que es verdadero, y la verdad no puede ser diferente y cambiante.

En cambio, si decimos que la realidad de la historia es su origen, su causa mental, entonces, esa visión nos lleva a la posibilidad de elegir desde la unidad y no desde la separación.

Dios ha creado a Su Hijo y no ha escrito historias diferentes para cada uno. Existe tan solo un Plan de Salvación y ese guion responde a un único Propósito: el retorno a la Unidad.

Entonces, ¿el deseo es malo? Pregunta equivocada, pues está realizada bajo la visión del ego, de lo dual, de lo bueno y de lo malo, es decir, bajo la visión de lo irreal.

Debemos aprender a vivir con una visión de integración -no-dualidad-, de modo que todo cuanto veamos, sepamos que es el efecto causado por la interferencia de nuestros deseos a la hora de mirar.

La percepción errónea es el deseo de que las cosas sean diferentes de cómo son. 

Algunas citas del Curso, referentes al tema que estamos analizando: 

"No es éste un mundo que provenga de la voluntad, pues está regido por el deseo de ser diferente de Dios, y ese deseo no tiene nada que ver con la voluntad. El mundo que has fabricado es, por lo tanto, completamente caótico, y está regido por "leyes" arbitrarias que no tienen sentido ni significado alguno" (T-12.IV.9:5-6). 

"Tu deseo de cambiar la realidad es, por lo tanto, lo único que es temible, pues al desear que la realidad cambie crees que tu deseo se ha cumplido" (T-17.I.2:1). 

"Tu deseo de construir otro mundo que no es real sigue vivo en ti. Y pareces despertar a lo que no es sino otra forma de ese mismo mundo que viste en tus sueños. Estás soñando continuamente. Lo único que es diferente entre los sueños que tienes cuando duermes y los que tienes cuando estás despierto es la forma que adoptan, y eso es todo. Su contenido es el mismo. Constituyen tu protesta contra la realidad, y tu idea fija y demente de que la puedes cambiar" (T-18.II.5:10-15).

Reflexión: ¿Qué podría asustarme si dejo que todas las cosas sean exacta­mente como son?