domingo, 18 de febrero de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 49

LECCIÓN 49

La Voz de Dios me habla durante todo el día.

1. Es muy posible escuchar la Voz de Dios durante todo el día sin que ello interrumpa para nada tus actividades normales. 2La parte de tu mente donde reside la verdad está en constante comunicación con Dios, tanto si eres consciente de ello como si no. 3Es la otra parte de tu mente la que opera en el mundo y la que obedece sus leyes. 4Ésa es la parte que está constantemente distraída, y que es desorganizada y sumamente insegura.

2. La parte que está escuchando a la Voz de Dios es serena, está en continuo reposo y llena de absoluta seguridad. 2Es la única parte que realmente existe. 3La otra es una loca ilusión, frenética y perturbada, aunque desprovista de toda realidad. 4Trata hoy de no prestarle oídos. 5Trata de identificarte con la parte de tu mente donde la quietud y la paz reinan para siempre. 6Trata de oír la Voz de Dios llamándote amorosamente recordándote que tu Creador no se ha olvidado de Su Hijo.

3. Hoy necesitaremos por lo menos cuatro sesiones de práctica de cinco minutos cada una, e incluso más si es posible. 2De hecho, trataremos de oír la Voz de Dios recordándote a Dios y a tu Ser. 3Abordaremos el más santo y gozoso de todos los pensamientos llenos de confianza, sabiendo que al hacer esto estamos uniendo nuestra voluntad a la Voluntad de Dios. 4Él quiere que oigas Su Voz. 5Te la dio para que la oyeses.

4. Escucha en profundo silencio. 2Permanece muy quedo y abre tu mente. 3Ve más allá de todos los chillidos estridentes e imaginaciones enfermizas que encubren tus verdaderos pensamientos y empañan tu eterno vínculo con Dios: 4Sumérgete profundamente en la paz que te espera más allá de los frenéticos y tumultuosos pensamientos, sonidos e imágenes de este mundo demente. 5No vives aquí. 6Estamos tratando de llegar a tu verdadero hogar. 7Estamos tratando de llegar al lugar donde eres verdaderamente bienvenido. 8Estamos tratando de llegar a Dios.

5. No te olvides de repetir la idea de hoy frecuentemente. 2Hazlo con los ojos abiertos cuando sea necesario, pero ciérralos siempre que sea posible. 3Y asegúrate de sentarte quedamente y de repetir la idea cada vez que puedas, cerrando los ojos al mundo, y comprendiendo que estás invitando a la Voz de Dios a que te hable.

¿Qué me enseña esta lección?

“Si no puedes oír la Voz de Dios, es porque estás eligiendo no escucharla. Pero que sí escuchas a la voz de tu ego lo demuestran tus actitudes, tus sentimientos y tu comportamiento” (T-4.IV.1:1-2).

La Voz de Dios en el Curso es la voz del Espíritu Santo. Esa Voz, es la llamada a la Expiación, es decir, a la restitución de la integridad de la mente. El Espíritu Santo es la Mente de la Expiación y representa un estado mental lo suficientemente próximo a la Mentalidad-Uno como para que la transferencia a ella sea finalmente posible.

Dios no puede ver el “sueño” en el que está sumergido Su Hijo, pero una extensión de Si Mismo, a la que esta lección llama su Voz, el Espíritu Santo, tiene la capacidad de manifestarse dentro del sueño sin pertenecer en él. Desde ese estado, su labor permite al Hijo de Dios, el cual se encuentra identificado con el mundo de la forma, cambiar su percepción y acercarla lo máximo posible hasta la visión del Reino de los Cielos.

En este sentido, la visión o la Voz del Espíritu Santo, es universal; es incapaz de atacar y conduce a la mente más allá de su propia integración, hacia los senderos de la creación.

Nos dice UCDM, que Dios no está dentro de nosotros en un sentido literal, más bien, formamos parte de Él. Cuando elegimos abandonarlo nos dio una Voz para que hablase por Él, pues ya no podía compartir Su conocimiento con nosotros libremente. La comunicación directa se interrumpió cuando nos inventamos otra voz.

“La Voz del Espíritu Santo no da órdenes porque es incapaz de ser arrogante. No exige nada porque su deseo no es controlar. No vence porque no ataca. Su Voz es simplemente un recordatorio. Es apremiante únicamente por razón de lo que te recuerda. Le ofrece a tu mente el otro camino, permaneciendo serena aun en medio de cualquier confusión a que puedas dar lugar. La Voz que habla por Dios es siempre serena porque habla de paz” (T-5.II.7:1-7).

Si le prestamos oídos a la voz que no debemos, perdemos de vista a nuestra alma. Aunque, realmente, no podemos perderla, pero sí podemos no conocerla y nos parecerá, que la hayamos "perdido" hasta que elijamos correctamente.

El sueño del ego le lleva a percibir voces que lo alejan de la realidad. Se identifica con esas voces que tratan de guiarlo por el mundo con el que se identifica. Esas voces le recuerdan conceptos que les hace sentirse seguro en un mundo temporal, que está llamado a desaparecer al estar sujeto a leyes perecederas. Esas voces, son portadoras de mensajes distintos que les produce una permanente indecisión y duda. Son voces que les habla de temor y miedo, de separación, de culpa, de dolor y sufrimiento, como caminos para alcanzar la liberación. Sin embargo, esas voces no dejan oír con claridad la única Voz verdadera, la que nos conecta con Dios, nuestro Padre, guiándonos y conduciéndonos hacia la visión de la Unidad y del Amor: la Voz del Espíritu Santo.

Dios nos habla durante todo el día y depende del estado de silencio interno de nuestra mente, para que podamos oír con nitidez su mensaje o lo tergiversemos con las voces provenientes del mundo de la ilusión.

 

Ejemplo-Guía: ¿Cómo me comunico con el Espíritu Santo?

Para dar respuesta a esta cuestión elegida como ejemplo para la lección de hoy, debemos conocer el papel que tiene encomendado el Espíritu Santo en el Plan de Salvación de Dios, e igualmente, debemos conocer la razón por la cual no oímos su Voz.


El uso del pensamiento nos lleva a la comunicación y en la medida en que tengamos lucidez en nuestra mente, el contenido que compartimos y que expresamos a través de la comunicación, tendrá esa característica de lucidez, lo que facilitará su comprensión.

Si nuestra mente se encuentra ocupada con pensamientos fundamentados en el miedo, en el conflicto, en la separación, los canales de comunicación con el Espíritu Santo se verán bloqueados, pues el lenguaje de comunicación es diferente. Por mucha luz que nos quiera transmitir el Espíritu Santo, si no creemos en la luz, no entenderemos su mensaje.

Dentro de los 50 Principios de los Milagros recogidos en el Curso, el número 4, nos indica que Dios es el dador de la Vida y su Voz nos guiará muy concretamente y nos dirá lo que tenemos que hacer. Pero ya sabemos por nuestra experiencia, que cuando uno no quiere escuchar, no se entera de nada.

Un Curso de Milagros nos enseña sobre este tema: “La Voz del Espíritu Santo en ti es débil. Por eso es por lo que debes compartirla. Tiene que hacerse más fuerte antes de que puedas oírla. Es imposible que la oigas dentro de ti mientras siga siendo tan débil en tu mente. No es que de por sí sea débil, sino que está limitada por tu renuencia a oírla. Si cometes el error de buscar al Espíritu Santo únicamente en ti, tus pensamientos te asustarán, ya que, al adoptar el punto de vista del ego, estarás emprendiendo un viaje que le es ajeno al ego utilizándolo a él de guía. Esto no puede sino producir miedo” (T-5.III.4:1-7).

“La tarea del Espíritu Santo es deshacer lo que el ego ha hecho. Lo deshace en el mismo nivel en que el ego opera, pues, de otro modo, la mente sería incapaz de comprender el cambio” (T-5.III.5:5-6).

¿Qué medios utiliza el Espíritu Santo para comunicarse con nosotros? ¿Tenemos que tener un conocimiento especial sobre temas metafísicos?

“El Espíritu Santo es el mediador entre las interpretaciones del ego y el conocimiento del espíritu. Su capacidad para utilizar símbolos le permite actuar con las creencias del ego en el propio lenguaje de éste. Su capacidad para mirar más allá de los símbolos hacia la eternidad le permite entender las leyes de Dios, en nombre de las cuales habla. Puede, por consiguiente, llevar a cabo la función de reinterpretar lo que el ego forja, no mediante la destrucción, sino mediante el entendimiento. El entendimiento es luz, y la luz conduce al conocimiento. El Espíritu Santo se encuentra en la luz porque Él está en ti que eres luz, pero tú desconoces esto. La tarea del Espíritu Santo consiste, pues, en reinterpretarte a ti en nombre de Dios” (T-5.III.7:1-7).

“Tú no puedes comprenderte a ti mismo separado de los demás. Ello se debe a que tú, separado del legítimo lugar que ocupas en la Filiación, no significas nada, y el legítimo lugar de la Filiación es Dios. Ésa es tu vida, tu eternidad y tu Ser. Esto es lo que el Espíritu Santo te recuerda. Esto es lo que Él ve” (T-5.III.8:1-5).

Reflexión: ¿Qué te dice la Voz de Dios?

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