Con esta iniciativa, decido emprender una tentadora y apasionante aventura en el campo del intelecto: comprender con la mente y el corazón, las enseñanzas recogidas en el libro “Un Curso de Milagros”. No soy el único aventurero que ha decidido emprender dicha empresa, me consta. Reconozco que el paisaje que se dibuja en el horizonte, a pesar de antojarse inhóspito, no me resulta totalmente desconocido. Me apasionan los nuevos “paradigmas”, me siento atraído por la invitación a descubrir nuevos retos.
En estos momentos, tengo la intuición que este acto se asemeja a la acción de un sembrador, el cual, lleno de entusiasmo, emprende su camino sabiendo que la semilla que ha depositado en la tierra, requerirá de cuidados, de atenciones, de mucho amor y paciencia. Sí, el sembrador conoce de la “ley de los tiempos”…, tan sólo así, algún día, sabrá reconocer el rostro de su semilla en la frondosidad de sus frutos… entonces el sembrador, con regocijo, reconocerá que se ha obrado, una vez más, el “milagro”.
Mis reflexiones tratarán sobre el Libro de Ejercicios, el segundo de los textos de los tres que forman la trilogía de Un Curso de Milagros.
Lo primero que me gustaría destacar sobre este manual de ejercicios, nos ayudará a comprender el propósito que persigue dicho texto:
2Es la práctica de los ejercicios, no obstante, lo que te permitirá alcanzar el objetivo del curso. 3Una mente sin entrenar no puede lograr nada. 4El propósito de este libro de ejercicios es entrenar a tu mente a pensar según las líneas expuestas en el texto (L-In.1:2-3).
Se hace evidente que no se trata de asimilar una nueva teoría, sino algo que es esencial en cualquier disciplina que emprendamos, “entrenar”. Cualquiera de nosotros que haya frecuentado un gimnasio con el propósito de ejercitar su musculatura, sabrá, que los comienzos son muy duros y que la clave para avanzar se encuentra en la persistencia y en la disciplina. En este sentido, debemos saber que de nada nos servirá leer los ejercicios una y otra vez si no llevamos a la práctica su contenido.
6. Así pues, las únicas reglas generales a observarse en todas las lecciones son: Primera, los ejercicios deben practicarse con gran precisión, tal como se indique. 2Esto te ayudará a generalizar las ideas en cuestión a toda situación en la que te encuentres, así como a todas las cosas y personas en ella. 3Segunda, asegúrate de no decidir por tu cuenta que hay ciertas personas, situaciones o cosas a las cuales no se les puede aplicar estas ideas. 4Eso interferiría en la transferencia del entrenamiento (L-In.6:1-4).
Siguiendo con la analogía del gimnasio, siempre que adoptemos la práctica de una nueva disciplina, debemos conocer las reglas que nos permitirán ejercitar con más aprovechamiento. Seguir los consejos de un instructor nos ayudará sin duda a la hora de no cometer errores. Ahora bien, debemos entender el papel del instructor. El nos puede indicar el modo de cómo realizar el ejercicio, pero para que tenga efectos en nuestra consciencia, debemos ser nosotros los que asumamos la acción de ejecutarla. Sin darnos cuenta, descubriremos que pronto, nosotros mismos podemos instruir a otros y la principal lección para ello, es el ejemplo.
8. Algunas de las ideas que el libro de ejercicios presenta te resultarán difíciles de creer, mientras que otras tal vez te parezcan muy sorprendentes. 2Nada de eso importa. 3Se te pide simplemente que las apliques tal como se te indique. 4No se te pide que las juzgues. 5Se te pide únicamente que las uses. 6Es usándolas como cobrarán sentido para ti, y lo que te demostrará que son verdad.
9. Recuerda solamente esto: no tienes que creer en las ideas, no tienes que aceptarlas y ni siquiera tienes que recibirlas con agrado. 2Puede que hasta te opongas vehementemente a algunas de ellas. 3Nada de eso importa, ni disminuye su eficacia. 4Pero no hagas excepciones al aplicar las ideas expuestas en el libro de ejercicios. Sean cuales sean tus reacciones hacia ellas, úsalas. 5No se requiere nada más (L-In.8:1-5).
Son muchos los "facilitadores" de las enseñanzas que ofrece Un Curso de Milagros, los que se hacen eco de lo recogido en el párrafo anterior, y en su actividad difusora, al dirigirse a los participantes en sus charlas, lo hacen de la siguiente manera: “no creáis en lo que os digo” “llevadlo a la práctica”. Tan sólo de este modo, sabremos a ciencia cierta, el valor que encierra esta nueva enseñanza.
Por mi experiencia, en la aplicación de Un Curso de Milagros, puedo corroborar la apreciación, siempre generosa, de esos "facilitadores". Como bien nos enseñara el Maestro: “Por sus obras los conoceréis”, y con esto, os invito a que dejéis que la semilla crezca en vuestra tierra humana y comprobaréis que se trata de una buena semilla, pues sus frutos serán de vuestro agrado y saciarán vuestro apetito espiritual.
No quiero terminar este preámbulo, sin antes hacer referencia al contenido que resume, de forma concisa, Un Curso de Milagros y que se recoge en la introducción de dicho texto:
2. Este curso puede, por lo tanto, resumirse muy simplemente de la siguiente manera:
2Nada real puede ser amenazado.
3Nada irreal existe.
4En esto radica la paz de Dios (T-In.2:1-4).
Sin duda, habrá que profundizar en los conceptos “real” e “irreal” si queremos entender, en su máxima amplitud, las teorías contenidas en el Curso. Parece que la aventura promete. Lo que sigue, es una invitación a caminarla juntos.
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