LECCIÓN 3
1. Aplica esta idea de la misma
manera que las anteriores, sin hacer distinciones de ninguna clase. 2Cualquier
cosa que veas se convierte en el objeto adecuado para la aplicación de la idea.
3Asegúrate de no cuestionar si es adecuado o no aplicarle la idea a
algo. 4En estos ejercicios no se trata de juzgar. 5Cualquier
cosa es adecuada si la: ves. 6Tal vez algunas de las cosas que veas
tengan una carga emocional para ti. 7Trata de dejar a un lado esos
sentimientos, y simplemente aplícales la idea tal como se la aplicarías a
cualquier otra cosa.
2. El objetivo de los ejercicios es
ayudarte a despejar la mente de todas las asociaciones del pasado, para que
puedas ver las cosas exactamente tal como se presentan ante ti ahora y también
para que te des cuenta de lo poco que realmente entiendes acerca de ellas. 2Es
esencial, por lo tanto, que tu mente se mantenga perfectamente receptiva y
libre de juicios al seleccionar las cosas a las cuales vas a aplicar la idea
del día. 3A tal efecto, una cosa es como cualquier otra: igualmente
adecuada y, por lo tanto, igualmente útil.
¿Qué me enseña esta lección?
La facultad de "conocer" no forma parte de la capacidad del ego, dado que las valoraciones que aporta están basadas en la percepción de lo irreal. Conocer, forma parte de un atributo del Yo Espiritual: la Inteligencia Creadora.
Si trasladamos este ejercicio más allá de los objetos dispuestos a nuestro alcance y lo aplicamos a las experiencias que vivimos, debemos reconocer que nuestro ego carece de la visión trascendente que ha de permitirle “conocer”, la relación entre la causa y el efecto, o lo que es lo mismo, la relación entre mente y cuerpo, entre espíritu y materia. Dicha falta de conocimiento, nos lleva a juzgar, a atacar, a resentir sobre el mundo que nos rodea. Nos convertimos en víctima y en nombre de nuestro victimismo, justificamos nuestras acciones basadas en el miedo, en el odio y en la culpa.
La información que recibimos por la vía de los sentidos, especialmente el de la vista, transmite un mensaje al cerebro a través del sistema nervioso. Dicho mensaje busca la información almacenada en él, con la intención de interpretar su significado. Pero esa información pertenece al mundo de las formas, que no es real, pues es temporal. Tan sólo cuando la mente se pone al servicio de la Mente Superior, esto es, del Espíritu Santo, el Aspecto de la Divinidad que favorece la comunicación del Hijo con el Padre, se puede evidenciar un mensaje real, el único verdadero, pues lo real, lo verdadero, no está sujeto a lo temporal, es inmortal.
Hoy, mientras conducía camino a casa, me llamó la atención un letrero de publicidad donde se anunciaba un producto que mi mente no tenía identificado. Desconocía realmente lo que estaba anunciando. En ese momento, me di cuenta, que aquel mensaje no significaba nada para mi. Pensé, cómo serían las cosas en los Albores de la humanidad, cuando el Hijo de Dios, orientó su mirada hacia el mundo tridimensional. Los objetos que sus ojos vieron por primera vez, no significarían nada para esa mente joven.
Intuyo, que esa situación es la que experimenta un recién nacido al encarnar en el mundo material. Percibe sensaciones y sus ojos vislumbran un mundo totalmente nuevo y carente de significado. Será a través del uso de su mente proyectada, que "colapsará" la energía procedente del "campo de las infinitas posibilidades" (*) haciendo que lo que antes era pura energía, en estado potencial, adopte una imagen holográfica, la cual propiciará la percepción de la misma, a la que irá, poco a poco, dando significado a lo que experimenta y ello, pasará a formar parte de su mente, que lo archivará para aprender a identificarlo en lo sucesivo. Ese aprendizaje condicionará las futuras respuestas cuando nos encontremos en situaciones similares.
Ahora comprendo la importancia de las palabras de Jesús, cuando nos invitaba a nacer como niños para poder entrar en el Reino de los Cielos.
En el día de ayer, con motivo de la Lección 2, advertíamos que el mundo de la percepción, proyectado por nuestra mente, es irreal e ilusorio. Dentro de esta afirmación, la labor que estamos realizando en este mismo instante, me refiero a la de estudiar Un Curso de Milagros, forma parte de esa ilusión, a la que llamamos sueño. Es importante comprender esto que decimos. Es importante tomar consciencia de que el mundo de la percepción es el mundo del ego, el cual nos aportará argumentos muy sólidos para que sigamos alimentándolo y sirviéndolo. Por ejemplo, podemos pensar que desde el terreno de juego donde imperan sus leyes, podemos tomar decisiones que nos llevarán a actuar de acuerdo a la Voluntad del Padre, principalmente, ser portadores de Unidad y de Amor. Pero, jugando con sus reglas, basadas en la creencia en el pecado y en la separación, no será posible alcanzar ese propósito.
¿Qué hacer entonces? ¿Cómo debemos tomar decisiones en esas condiciones?
Un Curso de Milagros nos dice al respecto: "No cometas la equivocación de creer que entiendes lo que percibes, pues su significado se te escapa. Mas el Espíritu Santo ha preservado su significado para ti, y si tú le permites que lo interprete, Él te devolverá lo que tú despreciaste" (T-11. VIII. 2:3-4).
(*) Recomiendo la lectura de la obra escrita por Lynne Mataggart, titulada El Campo, para familiarizaros con el término "campo de las infinitas posibilidades".
Ejemplo-Guía: "El comportamiento de nuestro hijo nos desespera"
Nos encontramos experimentando una vivencia de relación con nuestro hijo. Nuestra mente, condicionada por todo lo aprendido en el pasado, nos lleva a juzgar esa situación y la valoración más inmediata que nos ofrece es interpretarla como "conflicto". Estoy seguro, que el ego nos dará múltiples razones para justificar y convencernos de que esa relación es conflictiva. Su primer argumento, el más sólido, es llevarnos a entender que su manera de ser y la nuestra son opuestas, son contrarias, es decir, su principal argumento es la separación.
En ese momento, podemos reaccionar de varias maneras. Nos dejamos llevar por la respuesta habitual, fundamentada en las creencias adquiridas a lo largo de nuestro pasado y protagonizamos nuestro papel fielmente, siendo una de las partes del conflicto, pues así lo hemos elegido.
Otra manera de responder, puedes ser la siguiente. Soy estudiante de Un Curso de Milagros y quiero aplicar sus enseñanzas. Por ello, elijo ver las cosas de otra manera y no juzgar la situación como conflictiva. Observo mis deseos de conflictividad y decido no entrar en polémica. Seguro de que esa experiencia es una oportunidad de crecimiento espiritual y haré lo posible para ayudar a mi hijo a cambiar de manera de ver las cosas. Aquí es cuando se enciende la señal de alarma. Es verdad de que hemos dado un paso importante, tomando la decisión de ver las cosas de otra manera. La cuestión es, ¿estamos en condiciones de entender lo que estamos percibiendo?
Si aplicamos la enseñanza de esta Lección, lo primero que debemos cuestionarnos es nuestra capacidad de entendimiento. Esto es así, por lo que hemos dicho anteriormente, jugamos en el terreno del ego, con sus reglas y leyes, lo que significa que estamos percibiendo lo que no es real, desde una conciencia de separación.
¿Quién es mi hijo? Buena pregunta. ¿Alguien separado de mi? ¿Acaso estamos separados de Dios nuestro Padre? Entonces, ¿Quién es mi hijo?
Tú, yo y el resto de la humanidad, somos el Hijo de Dios y formamos su única Filiación. Por lo tanto, cualquier vivencia a nivel de percepción que experimentemos y que esté alejada de esa Visión de Unidad exigirá Expiación (ser corregida).
Retomemos el ejemplo-guía. La experiencia de lo que hemos llamado conflicto está intensamente viva. Mi respuesta, cualquier decisión que tome por mi mismo carecerá del verdadero entendimiento, es más, ahora sé, que no entiendo nada de lo que estoy percibiendo, por lo tanto, recurro al intermediario de Dios, al Espíritu Santo, a mi Mente Recta y le entrego esa experiencia, para que Él, con su Visión Unificadora, me ayude a tomar una decisión acorde al Principio de Unidad y de Amor.
Mi experiencia en este terreno me lleva a afirmar, que siempre que solicitemos la ayudad del Espíritu Santo, recibiremos respuesta. Aprenderemos a no juzgar. Dejamos en sus manos el juicio. Lo que estamos haciendo, dentro del sueño, no lo olvidemos, es elegir tener sueños más felices, basados en el perdón y en el amor.
Reflexión: ¿Conocemos la causa de la experiencia que percibimos?
Nos encontramos experimentando una vivencia de relación con nuestro hijo. Nuestra mente, condicionada por todo lo aprendido en el pasado, nos lleva a juzgar esa situación y la valoración más inmediata que nos ofrece es interpretarla como "conflicto". Estoy seguro, que el ego nos dará múltiples razones para justificar y convencernos de que esa relación es conflictiva. Su primer argumento, el más sólido, es llevarnos a entender que su manera de ser y la nuestra son opuestas, son contrarias, es decir, su principal argumento es la separación.
En ese momento, podemos reaccionar de varias maneras. Nos dejamos llevar por la respuesta habitual, fundamentada en las creencias adquiridas a lo largo de nuestro pasado y protagonizamos nuestro papel fielmente, siendo una de las partes del conflicto, pues así lo hemos elegido.
Otra manera de responder, puedes ser la siguiente. Soy estudiante de Un Curso de Milagros y quiero aplicar sus enseñanzas. Por ello, elijo ver las cosas de otra manera y no juzgar la situación como conflictiva. Observo mis deseos de conflictividad y decido no entrar en polémica. Seguro de que esa experiencia es una oportunidad de crecimiento espiritual y haré lo posible para ayudar a mi hijo a cambiar de manera de ver las cosas. Aquí es cuando se enciende la señal de alarma. Es verdad de que hemos dado un paso importante, tomando la decisión de ver las cosas de otra manera. La cuestión es, ¿estamos en condiciones de entender lo que estamos percibiendo?
Si aplicamos la enseñanza de esta Lección, lo primero que debemos cuestionarnos es nuestra capacidad de entendimiento. Esto es así, por lo que hemos dicho anteriormente, jugamos en el terreno del ego, con sus reglas y leyes, lo que significa que estamos percibiendo lo que no es real, desde una conciencia de separación.
¿Quién es mi hijo? Buena pregunta. ¿Alguien separado de mi? ¿Acaso estamos separados de Dios nuestro Padre? Entonces, ¿Quién es mi hijo?
Tú, yo y el resto de la humanidad, somos el Hijo de Dios y formamos su única Filiación. Por lo tanto, cualquier vivencia a nivel de percepción que experimentemos y que esté alejada de esa Visión de Unidad exigirá Expiación (ser corregida).
Retomemos el ejemplo-guía. La experiencia de lo que hemos llamado conflicto está intensamente viva. Mi respuesta, cualquier decisión que tome por mi mismo carecerá del verdadero entendimiento, es más, ahora sé, que no entiendo nada de lo que estoy percibiendo, por lo tanto, recurro al intermediario de Dios, al Espíritu Santo, a mi Mente Recta y le entrego esa experiencia, para que Él, con su Visión Unificadora, me ayude a tomar una decisión acorde al Principio de Unidad y de Amor.
Mi experiencia en este terreno me lleva a afirmar, que siempre que solicitemos la ayudad del Espíritu Santo, recibiremos respuesta. Aprenderemos a no juzgar. Dejamos en sus manos el juicio. Lo que estamos haciendo, dentro del sueño, no lo olvidemos, es elegir tener sueños más felices, basados en el perdón y en el amor.
Reflexión: ¿Conocemos la causa de la experiencia que percibimos?
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