“Bienaventurados seréis cuando se os ultraje, cuando
se os persiga y se diga falsamente de vosotros toda suerte de mal a causa de
mí. Regocijaos y estad en la alegría, porque vuestra recompensa será grande en
el cielo, ya que es así que los profetas han sido perseguidos antes de que
vosotros lo fuerais” (Mt 5:11)
La novena y última Bienaventuranza, que es el
complemento natural y lógico de la anterior, se corresponde con la proyección
de Yesod en Malkuth, que representa el mundo material.
Esta Bienaventuranza
invita al discípulo a soportar la adversidad la injusticia y todos los males
inherentes a los centros de vida de la columna de la izquierda. Cuando el
discípulo retiene en sí mismo, sin repercutirla, la onda expansiva del mal, se
convierte en transmutador de ese mal, o sea en agente activo del bien, en Hijo
de Dios y, como tal, recibirá en el cielo esa recompensa que alcanzan todos los
que han despertado a la conciencia del Amor y que, por consiguiente, pueden
actuar en el Mundo del Deseo como en su propia casa, es decir, poseen las
llaves del Reino, que les permiten entrar y salir de él, como entramos y
salimos de nuestra casa con la llave de la puerta.
En las nueve
Bienaventuranzas analizadas, Cristo traza nueve esquemas básicos de
comportamiento, nueve modos de ser. No dice en ningún momento bienaventurados
son los que hagan esto o aquello, los que participan en un culto o los que
siguen los preceptos de la Ley, sino aquéllos cuya naturaleza es así.
Para alcanzar estos
estados naturales, pueden seguirse normas, pueden realizarse trabajos
conducentes a ellos, pero jamás esas normas y esos trabajos podrán confundirse
con su finalidad, que es la de ser así por naturaleza. Hemos visto después cómo
la iglesia Católica ha distribuido bienaventuranzas y recompensas a los que
asistían a misa en las fiestas de precepto, o a los que comulgaban los primeros
viernes de mes. A la luz de las enseñanzas crísticas, podemos afirmar que tales
recompensas son nulas. No es por hacer esto o aquello que se entra en el Reino
del Padre, sino por ser de las nueve maneras que acabamos de definir.
ENFOQUE EXOTÉRICO
La última
bienaventuranza parece ser una repetición de la precedente. Hay, sin embargo,
una diferencia. En el versículo anterior, el tema era la persecución por causa
de la justicia. Aquí es persecución por causa de Cristo.
El Señor sabía que
sus discípulos serían maltratados por su asociación y lealtad hacia Él. La
historia lo ha confirmado.
Desde el comienzo, el
mundo ha perseguido, encarcelado y dado muerte a los seguidores de Jesús. Puede
que los insulten en vuestras propias caras.
Por la causa de
Jesús: “A causa de mí”, Él se identifica a sí mismo y a Su causa con la de la
justicia, uniendo la causa de la justicia en el mundo con la recepción de Él mismo.
¿Se habrían expresado
así Moisés, David, Isaías ó Pablo? ¡Nunca! Jamás. Sin duda, ellos supieron por
causa de la justicia. Pero que hubiesen designado a esto como “su causa”,
habría estado fuera de lugar como cualquiera puede ver.
Mientras aquel que
habla está siendo la justicia encarnada: Marcos 1:24; Hechos 3:14; Apocalipsis
3:7. El “Santo de Dios”. Al Santo y al
Justo Dios. El Santo, el Verdadero.
Él es el Santo hecho
manifiesto en la tierra; la justicia se hizo presente en la tierra en Él, Él es
justicia. Cuando se expresa así de Jesús no hace otra cosa sino decir lo que Él
mismo es.
Parece algo
extraordinario el que una persona que viviera la vida cristiana se considerara
una víctima apropiada para la persecución y la muerte.
Se habían extendido
algunas calumnias acerca de los cristianos de los cuales los judíos eran
responsables en no poca medida. Se acusaba a los cristianos de canibalismo por
las palabras de la última cena. “Esto es mi cuerpo” “Esta copa es el nuevo
Testamento en mi sangre”, se tomaban y tergiversaban para hacer creer que los
cristianos sacrificaban a un niño para comérselo.
Se acusaban a los
cristianos de prácticas inmorales y se decía que sus rumores eran orgías
indecentes. La reunión semanal de los cristianos se llamaba Ágape, la fiesta
del amor; y ese nombre se interpretaba maliciosamente. Los cristianos se saludaban
con el beso de la paz; y también esto se
usó para construir acusaciones calumniosas.
Se acusaba a los
cristianos de ser incendiarios. Es verdad que hablaban del próximo fin del
mundo y revestían su mensaje con cuadros apocalípticos del mundo en llamas. Sus
calumniadores tomaban esas palabras y las interpretaban como amenazas de
terrorismo político y revolucionario.
Se acusaba a los
cristianos de deshacer los vínculos familiares. De hecho, por causa del
cristianismo se producían divisiones en las familias como ya hemos visto; así
que el cristianismo se representaba como algo que causaba división entre marido
y mujer y que desarticulaba el hogar. Había suficiente calumnias inventadas por gente maliciosa.
Pero el mayor campo
de persecución era de hecho el político. El imperio romano abarcaba casi todo el mundo conocido,
desde las Islas Británicas hasta el
Éufrates y desde Alemania hasta el norte de África. Roma le traía al pueblo paz
y buen gobierno, orden y justicia pues le hacían culto a la diosa Roma, el
espíritu de Roma. Se limpiaron las carreteras de bandidos y los mares de
piratas; los déspotas y tiranos fueron desterrados por la imparcial justicia
romana. La gente de la provincia estaba muy dispuesta a ofrecer sacrificios al
espíritu del imperio que había hecho tanto bien por ellos.
El culto de Roma pasó
a otro objeto. Había un hombre que era la personificación del imperio romano,
en quien podía decirse que Roma se encarnaba y ese hombre era el emperador, se
le considera un dios, se le dan honores divinos y a levantarse templo a su
divinidad. No fue el gobierno romano el que inició este culto; de hecho, en su
principio hizo todo lo posible para desanimarlo. El emperador Claudio decía que
lamentaba que se le diera honores divinos a cualquier ser humano. Al pasar el
tiempo, el gobierno romano vio en el culto al emperador la única práctica que
podía unificar el vasto imperio romano. Así que se llega el momento y se le
impone a todo el mundo el culto al emperador. Así que el cristiano se negaban a
hacerlo. Para ellos, Jesucristo era el único Señor y no le darían a ningún ser
humano ese título. Así que en el vasto imperio romano no se podían tolerar
bloques de desafectos y ese era exactamente lo que las autoridades romanas
consideraban ser las congregaciones cristianas. Para los creyentes cristianos
su único crimen era que colocaban a Cristo por encima del César; y por esa
suprema lealtad murieron los cristianos por millares y fueron arrastrados a la
tortura por causa de la exclusiva supremacía de Jesucristo.
La persecución vendrá
cuando la Iglesia sea la conciencia de la nación y la sociedad. La Iglesia debe
alabar lo bueno, pero resistir, enfrentarse, aguantar y debe igualmente
condenar lo malo.
Gozaos y alegraos:
“Saltad”, como si él quisiese que el regocijo interno venciese y absorbiese el
sentimiento de todas las afrentas y sufrimientos.
Sufrir por causa de
Cristo es un privilegio que debería ser causa de gozo. Grande es el galardón
que espera a los que así vienen a ser compañeros de los profetas en la
tribulación.
Aquellos portavoces
de Dios en el Antiguo Testamento se mantuvieron fieles a pesar de la
persecución. Todos los que imitan Su leal valor compartirán su presente
entusiasmo y futura exaltación.
Nos hacemos herederos
de Su carácter y sufrimiento y la recompensa nuestra será la misma.
La bienaventuranza
representa un retrato del ciudadano ideal en el reino de Cristo. Observemos el
énfasis en la rectitud o justicia, la paz y gozo.
Es posible que Pablo
tuviese este pasaje en mente cuando escribió “Porque el reino de Dios no es
comida, ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. (Romanos
14:17)
Debemos alegrarnos en
medio de los sufrimientos, alegres en medio de ellos, al saber que Cristo va
delante de nosotros y al mismo tiempo, no nos deja atrás, sino que nos
acompaña. Seremos recompensados en el reino de los cielos.
Fuentes consultadas: Curso de Interpretación Esotérica de los Evangelios (Kabaleb). Iglesia Cristiana Mega Zoe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario