3Dios está en este perchero.
4Dios está en esta revista.
5Dios está en este dedo.
6Dios está en esta lámpara.
7Dios está en ese cuerpo.
8Dios está en esa puerta.
9Dios está en esa papelera.
¿Qué me enseña esta lección?
Es la idea más esencial. Fuera de Dios nada es real.
El sentido universal que une a todas las cosas, es como un fino hilo conductor que lo mantiene todo unido. Cuando el ego piensa, erróneamente, que se encuentra separado del mundo que percibe, proyectará la necesidad de verse reflejado en los demás.
La dualidad es una percepción errónea. La unidad es la percepción correcta. Todo cuanto nos ocurre, todo cuanto forma parte de nuestros pensamientos, emociones, creencias, está unido por ese hilo conductor.
Si amamos incondicionalmente estaremos creando un mundo donde compartiremos libertad y paz interior. Si amamos condicionalmente, estaremos quedando preso de nuestra falta de libertad y viviremos en una permanente inestabilidad y falta de coherencia.
Cuando nuestros ojos vean a Dios en todas y cada una de las creaciones de la vida, entonces exclamaremos: “Soy Hijo de Dios… Padre, reclamo mi herencia”.
¿Por qué no vemos a Dios? Sencillamente, porque no podemos ver, conjuntamente, el mundo que percibimos y conocer a Dios. Sólo uno de ellos es verdad. Un Curso de Milagros nos indica que, “es imposible no creer en lo que ves, pero es igualmente imposible ver lo que no crees” (T-11.VI.1:1). Buscamos a un Dios externo y llegamos incluso a ponerle barba y bigote. Podemos estar creyendo en un Dios externo y atribuirle dones y virtudes, a las cuales nos dirigimos con el propósito de que nos saque de nuestros apuros y, sin embargo, percibimos un mundo separado y lleno de imperfecciones.
En verdad, lo que estamos haciendo es proyectar nuestra propia visión en clave espiritual, cuando en verdad, la verdadera espiritualidad nada tiene que ver con ello, pues la esencia de la espiritualidad debe llevarnos al despertar, es decir, a conocernos tal y como realmente somos, Seres de Luz, emanados de la Fuente de Dios y formando una Unidad con el resto de la Filiación.
“La capacidad para ver la conclusión lógica de algo depende de que estés dispuesto a verla, pero la verdad de esa conclusión no tiene nada que ver con que estés dispuesto” (T-7.X.2:4).
La verdad es la Voluntad de Dios. Compartir Su Voluntad es compartir Su Conocimiento. Si negamos que Su Voluntad sea la nuestra, estaremos negando Su Reino y el nuestro.
Solemos creer que lo que no podemos ver con los ojos del cuerpo no existe y esta creencia nos lleva a negar la visión espiritual.
La visión espiritual literalmente no puede ver el error y busca, simplemente, la Expiación.
Todas las soluciones que los ojos del cuerpo buscan se desvanecen.
La Visión Crística, la Visión de la Unidad, nos permitirá tener la certeza
de que Dios está en todo lo que vemos y entenderemos su propósito real y
verdadero.
Ejemplo-Guía: "Me desespera el comportamiento de mi hijo"
Alcanzado este punto del camino, hemos ejercitado nuestra mente proponiéndole reflexiones que se han convertido en una invitación a desaprender lo hasta ahora aprendido y que nos llevaba a ver las cosas de una manera determinada. No necesitamos compartir, inicialmente, la veracidad de las nuevas propuestas, tan sólo se nos invita a ponerlas en prácticas.
Hemos elegido varios ejemplos, con la intención de que nos sirviesen de ayuda a la hora de aplicar las enseñanzas de cada una de las lecciones precedentes. Si hemos realizado las prácticas, ahora estamos en condiciones de valorar nuestras experiencias y verificar si la visión con la que afrontábamos la vida ha cambiado en algo. Si lo ha hecho, podremos confirmar, que hemos dejado de ver un mundo separado y, en su lugar, hemos empezado a ver un mundo basado en la unicidad. Confirmaremos, igualmente, que hemos dejado de dar significado a los pensamientos basados en el pasado y, en su lugar, hemos buscado el "para qué" de aquello que vemos, con el único objetivo de ver su verdadero significado.En nuestro camino hacia el "despertar", alcanzaremos un punto en el que nuestra voluntad ya no se verá seducida por el deseo de experimentar la individualidad, sino que se pondrá al servicio de la Unidad. Ese camino, nos conduce a afirmar que, a través de la percepción verdadera, vemos nuestra verdadera realidad, vemos la inocencia, la impecabilidad, la pureza, la plenitud, la abundancia, y, la vemos, no tan solo en nosotros, sino en el rostro de cada hermano. Esa visión nos lleva a la certeza de que, en verdad, lo que estamos viendo es el verdadero rostro de Dios, y lo vemos en todo lo creado.
Nuestro hijo, no es tan solo nuestro hijo, sino nuestro Padre, pues a través de él, vemos su Rostro. Todo lo creado lleva el germen de la Fuente de donde emana. Todo lo creado tiene esa causa-una, donde encontraremos el mismo Propósito. Todo lo creado nos ofrece la oportunidad de recordar el Amor, la Esencia con la que hemos sido creados.
La experiencia de relación, no tiene otro significado, que el que lo mantiene unido al verdadero Propósito. Ese Propósito no es otro que el despertarnos del sueño de la ilusión de la separación y llevarnos a la visión de la Unidad. Esa experiencia se convierte en la oportunidad de descubrir en nuestro hijo, a Dios.
Reflexión: Si en aquello que ves, no encuentras a Dios, entonces, lo que
ves no es real.
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