miércoles, 31 de enero de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 31

LECCIÓN 31

No soy víctima del mundo que veo.

1. La idea de hoy es la introducción a tu declaración de emancipación2Una vez más, la idea debe aplicarse tanto al mundo que ves fuera de ti como al que ves dentro. 3Al aplicar la idea de hoy lo haremos de una manera que se utilizará cada vez más, con ciertas modificaciones que ya se irán indicando. 4En general, esta manera de practicar comprende dos aspectos: uno en el que aplicas la idea de manera más prolongada, y otro en el que haces frecuentes aplicaciones de la idea en el transcurso del día.

2. La idea de hoy requiere dos sesiones de práctica más largas que de costumbre, una por la mañana y otra por la noche. 2Se recomiendan de tres a cinco minutos para cada una de ellas. 3Durante ese intervalo, mira lentamente a tu alrededor mientras repites la idea dos o tres veces. 4Luego cierra los ojos y aplica la idea tu mundo interno. 5Te liberarás de ambos al mismo tiempo, pues el interno es la causa del externo.

3. Mientras exploras tu mundo interno permite simplemente que cualquier pensamiento que cruce tu mente llegue hasta tu conciencia  obsérvalo por un instante, y luego reemplázalo con el siguiente. 2Trata de no establecer ninguna jerarquía entre ellos. 3Observa su ir y venir tan desapasionadamente como puedas. 4No te detengas en ninguno en particular, sino trata de mantener un ritmo uniforme y calmado, sin ningún marcado interés por tu parte. 5Mientras estés sentado observando tus pensamientos serenamente, repite la idea de hoy en tu interior tan a menudo como quieras, mas sin ninguna sensación de premura.

4. Repítela además tan frecuentemente como puedas en el transcurso del día. 2Recuerda que al hacerlo estás haciendo una declaración de independencia en nombre de tu propia libertad. 3Y en tu libertad radica la libertad del mundo.

5. La idea de hoy es también especialmente útil como respuesta a cualquier tipo de tentación que pueda presentarse. 2Es una declaración de que no vas a sucumbir a ella, aprisionándote así a ti mismo.

¿Qué me enseña esta lección?

Todo responde a la ley de causa y efecto. Ser conscientes de que en ningún momento podemos estar desvinculados de aquellas experiencias que vivimos, forma parte del proceso de “despertar” de la conciencia.

Cada emanación de una idea, de un pensamiento, en el nivel mental, al ser proyectado, provoca un efecto en el plano de las manifestaciones físicas, en el mundo percibido. Por lo tanto, como agentes activos de nuestros pensamientos, debemos ser, igualmente, responsables de nuestras experiencias.

No podemos culpar al mundo exterior de cuanto nos ocurre, pues el mundo exterior es el espejo que refleja las energías que subyacen en nuestra naturaleza interior.

Si vamos por la vida como víctimas de aquello que experimentamos, carecemos de una visión real de nosotros mismos. Ese comportamiento responde al juicio del ego que interpreta la vida desde el punto de vista de la separación, lo que le lleva a culpar al otro, de aquello que recibe y, al mismo tiempo, pone en manos externas su salvación.

Este ejercicio nos permite, igualmente, ser consciente de la importancia de reconocernos como los hacedores, los inventores, de nuestro mundo. Siendo así, en cualquier momento podemos cambiar aquello que no nos aporte felicidad.

Estoy observando los objetos que me rodean. A mi derecha veo un cuadro con una foto de mi hijo. Mi mente, de manera instantánea, evoca un recuerdo que condiciona mi pensamiento. Me siento emocionado por los sentimientos que se han despertado al mirar esa fotografía. Tomo conciencia, de que ese estado condiciona mi presente. Estoy reviviendo un recuerdo del pasado que me afecta, haciéndome sentir víctima de una ilusión, pues el pasado no es real, es más, ni tan siquiera el mundo que percibo lo es. Por lo tanto, debo educar mi mente, para que no de significado a lo que percibe, para que elija en todo momento ver las cosas tal y como realmente son.

 

Ejemplo-Guía: "Todos los políticos son unos ladrones y unos mentirosos"

La culpa de las cosas que nos pasan, la tiene, siempre, los demás. Ese es el argumento que utilizará el ego para convencernos de que somos víctimas de las acciones injustas de los demás.

Culpamos al mundo de todas nuestras tribulaciones. Lo culpamos por no tener trabajo, por no tener dinero, de las luchas, de las guerras, de los accidentes, de las enfermedades, de las injusticias, de todos y cada uno de los dramas que nos podamos imaginar. A veces, cuando ya no sabemos a quién señalar, nos acordamos de Dios, y también lo culpamos de nuestra mala fortuna.

Claro, el ego nos puede argumentar, que por culpa de Dios estamos sufriendo. Podríamos permanecer, aún, gozando de los privilegios del Edén.  En cambio, tenemos que trabajar para ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente. Sí, definitivamente, Dios tiene la culpa, en origen, de nuestros males. No es necesario recordar, las plagas y miserias con las que nos ha castigado a lo largo de la historia.

El ego, no conforme con esos argumentos, nos dirá que Dios fue el primer culpable y tras él, todos aquellos que ostentan el poder.

Desde la visión del ego, desde la creencia en la separación con nuestro Creador y lo creado, la verdad la buscamos fuera de nosotros. Creemos que es a través de la percepción que nos dispensa el mundo que hemos fabricado, que son los demás los que nos atacan y agreden, cuando en realidad, la separación es una ilusión de la mente errada, y la única verdad, es que somos uno con todo lo creado.

Ver esa realidad, nos lleva a tomar el timón de la nave de nuestra propia existencia. El ego debe ceder su hegemonía y, en su lugar, debemos dirigir nuestra mente hacia la única visión posible: tenemos la capacidad creadora de elegir. Ese don pertenece al atributo más elevado de la Divinidad, es la Voluntad. La Voluntad nos lleva a gozar del Libre Albedrío y desde esa verdad, debemos tener la certeza de que el único camino que nos conduce a la libertad, es eligiendo el Amor en vez del miedo.

Los políticos, lo único que están haciendo con su comportamiento, es actuar, a nivel colectivo y personal, como verdaderos maestros, pues nos están revelando la condición de nuestra naturaleza mental. Dar cobijo al error en nuestra mente, percibiéndonos como seres separados, es la fuente, el origen, de todas las experiencias que llamamos penalidades. Ellos, se ocupan de hacernos llegar las lecciones que somos incapaces de aprender por vía interna. Ellos, nos devuelven el ataque al que nos estamos sometiendo interiormente.

Si los juzgamos como ladrones, preguntémonos dónde nos estamos robando o dónde estamos nosotros robando. No olvidemos que podemos robar de muchas maneras. Podemos robar ideas, sentimientos y bienes.

Si los juzgamos como injustos, es el momento de preguntarnos dónde somos nosotros injustos. Busquemos la injusticia en nuestro interior.

La pregunta que debemos hacernos, no es ¿por qué la vida nos trata así? La pregunta es otra bien distinta. ¿Qué pensamientos emanan de mi mente para ver las cosas tal como las estoy percibiendo??

No estamos buscando la culpa. La culpa es otra ilusión fabricada por la mente del ego y no tiene sentido alguno, aunque cuando creemos en ella es muy dañina. Lo que estamos buscando es el autoconocimiento. Saber qué somos y a quién está sirviendo nuestra mente.

Recordemos las palabras de Maestro Jesús: ¡Quién esté libre de pecados arroje la primera piedra! Cambiemos el término pecado por error, y seguro que daremos un importante paso hacia el despertar de la consciencia.

Reflexión: ¿Crees que las cosas ocurren por casualidad?

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