¿Qué me enseña esta lección?
En el mundo del ego, el miedo se convierte en
una creencia basada en la separación con respecto al creador.
Qué diferente sería todo, si tuviésemos la
certeza de que allí donde estemos, allí donde vayamos, siempre estamos
acompañado de nuestro Padre. No puede ser de otro modo, pues somos una
expansión de Su Mente. Todo lo creado sigue conectado con su Fuente original.
¿Cómo podríamos tener miedo cuando nuestro Padre nos guía? ¿Acaso un padre cuerdo desea algo malo para su hijo? Tener miedo, cuando sabemos que nuestro Padre nos guía, es creer que nuestro Padre no está cuerdo.
¿Cómo podemos pensar que nuestro Padre nos va a
castigar por nuestros actos, cuando nos ha creado con la Esencia del Amor?
¿Acaso, amar es demencia?
Creemos que el uso que hemos hecho de Sus
Atributos, nos ha llevado a transgredir sus Leyes y, como consecuencia de ello,
somos merecedores de su ira, de su venganza, somos merecedores de su castigo y
ello nos produce un profundo temor.
Esa ilusoria transgresión, nos ha llevado a la
falsa creencia de que Dios nos ha castigado expulsándonos del Paraíso, y nos ha
sentenciado al Este del Edén, donde tendremos que ganar el sustento con el
sudor de nuestra frente. Desde entonces, nos desposeímos de la abundancia y en
su lugar elegimos la necesidad y la escasez; desde entonces, dejamos de reír y
de ser felices, para sentirnos permanentemente tristes y desolados; decidimos,
atacar para evitar ser atacados; decidimos enfermar para conocer el sentido de
la armonía y la coherencia que habíamos olvidado.
El hombre se percibe un ser individualizado y
con capacidad para “crear” su propia realidad. En esa percepción, los demás no
mantienen una relación santa, sino que son valorados como agentes que nos
amenazan con sus ataques, de los cuales, el ego mantiene un estado de máxima
alerta para protegerse de ellos, situándolo en un estado de miedo permanente.
El ego se siente solo, aislado, y ello le
atemoriza. Sin embargo, cuando despertemos, y nos liberemos de las percepciones
erróneas, descubriremos felizmente que hemos vivido en una pesadilla, pues
nunca hemos estado separados de nuestro creador.
La consciencia de Unidad con el Padre nos lleva
a percibir la fortaleza del Ser. Ya nunca más sentiremos temor y el Amor
sustituirá cualquier acción basada en esa emoción.
Ejemplo-Guía: ¿cómo vencer nuestros miedos?
En este planteamiento, hemos elegido
conscientemente la formulación de la pregunta. No hemos utilizado el término
"nuestros" de manera gratuita. Dicha identificación con el miedo, es
algo muy personal. Lo que para mí es motivo de miedo, para ti puede ser motivo
de risa.
Esta observación, nos lleva a pensar que el
miedo es consecuencia del proceso de individualización, o lo que es lo mismo,
de la creencia en la separación. Podríamos simplificar el análisis y concretar
que la única manera de poner fin a la creencia en el miedo es recordar nuestra
consciencia de unicidad con Dios, donde únicamente podemos encontrar la fortaleza
necesaria para ver la realidad de lo que Somos: Seres de Amor y de Luz.
Pero, no nos vamos a conformar con esa
concreción. Nos vamos a proponer hacer un recorrido por las enseñanzas que nos ofrece
el Texto del Curso y vamos a hacer referencia a sus aportaciones, las cuales,
de una manera más extensa y detallada, nos enseñarán las claves que debemos
practicar para des-hacernos de la ilusión del miedo.
“Tanto la separación
como el miedo son creaciones falsas que tienen que deshacerse a fin de que se
pueda restaurar el templo y abrir el altar para que reciba la Expiación. Esto
supone el fin de la separación, al poner dentro de ti la única defensa eficaz
contra todo pensamiento de separación, haciendo de este modo que seas
absolutamente invulnerable” (T-2.III.2:3-4).
Cuando tenemos miedo de algo, estamos
admitiendo que ello tiene el poder de hacernos daño. Debemos recordar que donde
esté nuestro corazón allí también estará nuestro tesoro. Creemos en lo que
consideramos valioso. Si tenemos miedo, es que estamos equivocado con respecto
a lo que es valioso. En ese estado, nuestro entendimiento evaluará
erróneamente, y al otorgar el mismo poder a todos los pensamientos,
destruiremos inevitablemente la paz.
¿Qué ocurre en nuestra mente para que hagamos
real el miedo? Detallo una experiencia percibida.:
“El Sr. M, desarrolla una labor profesional que
no le satisface. No se siente motivado con las tareas que desempeña y ello le
lleva a estar permanentemente quejándose de las condiciones laborales. Va a trabajar,
cada día, con enfado y con una actitud de víctima del sistema. Los días se le
hacen eternos y no se esfuerza lo más mínimo por hacer las cosas de una manera
diferente. Lo más frustrante para el Sr. M, es reconocer que no se atreve a
dejar el cargo que ocupa en la organización de la empresa, pues ello le
supondría una pérdida económica que no se puede permitir. A pesar de estar
insatisfecho con la labor que realiza y aun conociendo que podría realizar
otras tareas que sí le satisfaría, no acaba de decidirse a cambiar su
situación, pues siente un profundo temor a la pérdida”.
Nos revela UCDM, que nuestro miedo impide al
Espíritu Santo darnos su control. Algo que considero muy importante recordar es
que la presencia del miedo indica que hemos elevado pensamientos corporales al
nivel de la mente, lo que significa que cedemos nuestro control a la
personalidad del ego, lo que nos llevará a sentirnos personalmente responsable
de ellos. En el ejemplo anterior, vemos una evidencia, el Sr. M no goza de paz,
sino que es víctima de sus propios pensamientos de miedo.
Siempre que tenemos miedo es señal inequívoca
de que le hemos permitido a nuestra mente crear falsamente y de que no la hemos
puesto al servicio del Espíritu Santo, permitiéndole ser nuestro guía.
El ego intentar corregir el miedo desde la
percepción, enfrentándose a ellos en el nivel de los efectos. Con ello, lo
único que está confirmando es que lo cree real, y cuanto más lo combate más
valor le aporta.
En este sentido, el Curso nos deja muy claro
que tenemos que, “cambiar de mentalidad,
no de comportamiento, y eso es cuestión de que estemos dispuesto a hacerlo. No
necesitamos orientación alguna excepto a nivel mental. La corrección debe
llevarse a cabo únicamente en el nivel en que es posible el cambio. El cambio
no tiene ningún sentido en el nivel de los síntomas donde no puede producir
resultados” (T-2.VI.3:4-7).
Os dejo, una serie de recomendaciones, sobre
cómo trata el Curso el miedo, que pudieran haber sido extraídas de los mejores
textos de psicología. Toda una maravilla:
“Es posible alcanzar
un estado en el que dejas que yo guíe tu mente sin ningún esfuerzo consciente
por tu parte, más ello requiere un grado de buena voluntad que tú aún no
posees. El Espíritu Santo no puede pedirte que hagas más de lo que estás
dispuesto a hacer. La fuerza para hacer lo que Él te pide procede de una firme
resolución por tu parte. Hacer la Voluntad de Dios no produce ninguna tensión
una vez que reconoces que Su Voluntad es también la tuya. La lección en este
caso es muy sencilla, aunque muy fácil de pasar por alto. Voy, por lo tanto, a
repetirla, y te exhorto a que escuches atentamente. Sólo tu mente puede
producir miedo. Hace eso cada vez que está en conflicto con respecto a lo que
quiere, lo cual inevitablemente produce tensión, ya que existen discrepancias
entre lo que quiere y lo que hace al respecto. Eso sólo puede corregirse
aceptando un objetivo unificado” (T-2.VI.6:1-9).
“El primer paso
correctivo para deshacer el error es darse cuenta, antes que nada, de que todo
conflicto es siempre una expresión de miedo. Dite a ti mismo que de alguna
manera tienes que haber decidido no amar, ya que de otro modo el miedo no habría
podido hacer presa en ti. A partir de ahí, todo el proceso correctivo se reduce
a una serie de pasos pragmáticos dentro del proceso más amplio de aceptar que
la Expiación es el remedio. Estos pasos pueden resumirse de la siguiente forma:
Reconoce en primer lugar que lo que estás
experimentando es miedo.
El miedo procede de una falta de amor.
El único remedio para la falta de amor es el
amor perfecto.
El amor perfecto es la Expiación” (T.2.VI.7:1-8).
Termino con otra perla del Curso:
“El amor perfecto expulsa el miedo.
Si hay miedo, es que no hay amor perfecto.
Mas:
Sólo el amor perfecto existe.
Si hay miedo, éste produce un estado que no existe.
Cree esto y serás libre. Sólo Dios puede establecer esta solución, y
esta fe es Su don” (T-1.VI.5:4-10)
Reflexión: Si tengo miedo, no estoy pensando
con la Mente de Dios.
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