"Con el número nueve alcanzamos la fase del parto".
Recordemos una vez más, que el estudio de los números en este curso no responde a un propósito matemático. El propósito de este estudio es acercarnos al conocimiento trascendente, místico y espiritual que encierra herméticamente cada clave numérica. Desde este punto de vista, cada una de estas claves se convierte en una expresión divina.
Es obvio que el Plan Divino de la Creación no responde a un capricho pasajero y espontáneo. Para que un árbol de frutos, previamente hemos tenido que sembrarlo, y de igual modo, para que un ser nazca, previamente ha debido ser concebido.
El estudiante de Cábala, cuando profundiza en el análisis del Árbol Cabalístico, constituido por Diez Centros de Conciencia, alcanza un punto de conocimiento que le permite comprender el verdadero y profundo significado de los números, lo cual le faculta para dar respuestas a muchas incógnitas de la vida.
Todo comenzó por el principio. Con el Uno, emprendíamos la aventura del proceso creador, al igual, que con el esperma o con la semilla, se inicia el proceso del crecimiento de la vida.
A lo largo de estos últimos 8 meses-números, hemos ido abordando uno a uno cada expresión numérica. En cada ocasión, hemos descubierto aspectos ocultos de los perfiles numéricos. Ahora, cuando abordamos el noveno mes, podemos decir, que nos encontramos de "parto". En efecto, no se trata de un símil, sino de una definición concreta que expresa fielmente el significado del valor que adquiere el número nueve.
Al noveno mes, la naturaleza femenina alcanza la etapa madura de su concepción y está en condiciones de parir el fruto que ha gestado en su vientre materno. Verdaderamente esa es la función del nueve, la de permitir que la semilla, una vez transcurrido el proceso de interiorización durante las fases, 4, 5, y 6, llegue a su plenitud en la nueva fase de exteriorización que da comienzo con el 7, se consolida con el 8 y alcanza su plenitud con el 9.
Cuando el número nueve aparece en nuestro horizonte humano, debemos estar dispuestos para desprendernos de lo que durante un tiempo ha permanecido en nuestro poder, ya sea consciente o inconscientemente.
En esta fase del camino, los investigadores esotéricos han querido ver un matiz muy discutido en el campo místico, el del destino. En vedad, ese destino-nueve no es más que la consecuencia lógica de un proceso creativo que dio comienzo, repetimos, con el uno y que ahora alcanza su madurez para salir al exterior. Pretender decir ahora, una vez estamos de parto, que el niño no es nuestro, que nos coge de sorpresa la situación, es querer permanecer en la más profunda de las ignorancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario