La desesperada huida del
Padre de Bella, ante el temor de ser devorado por los lobos hambrientos del
bosque le lleva a las puertas de un misterioso castillo.
Lo que debería ser un
provechoso y tranquilo viaje, que le llevaría al encuentro con
Libra-Unificación, se convirtió en una penosa aventura, y todo porque el Padre
se “equivocó de camino”, estaba mirando el mapa al revés.
Casi no necesita explicación
esta parte de la historia, pues se hace evidente, de que la espiritualidad de
Bella, representada por su Padre, no
sabía cómo llegar a su destino, es decir, era aún inexperta, inmadura. Por lo
tanto, cuando nuestra relación con la espiritualidad –Padre-, no es consciente,
corremos el peligro de perdernos y cuando esto ocurre, no queda otra solución que penetrar en los
dominios de la Bestia, es decir, el feo rostro de nuestra naturaleza
inconsciente que habita en la penumbra y en la soledad de un castillo
encantado.
Existe una versión diferente
de la que estamos estudiando en este Cuento de Hadas, en la que el autor nos
refiere como el Padre, tras haberse perdido, llega a un castillo donde decide
robar unas rosa con la intención de regalársela
a su regreso a Bella. Sin embargo, su acción es descubierta por el dueño
de aquel lugar. Una Bestia cruel que, en castigo a su acción, se apodera de él.
En este contenido, rico en
simbología, se contempla una vez más el propósito del Padre de alcanzar esa
meta de madurez emocional, de pureza, que queda recogida en el símbolo de la
rosa. Sin embargo, esa rosa no le pertenece, esto es, no es un logro
personal, por lo que su acción le lleva a quedar preso de manos de la
naturaleza inferior, representada por la Bestia.
Una reflexión de esta
acción, nos indica, que el hombre no siempre está preparado para afrontar con
equilibrio la experiencia de la complementación, es más, si lo que le guía es
la pasión y el deseo inmaduro, lo que le sucederá ha sido descrito
anteriormente con lo protagonizado por el Padre de Bella.
Como castigo a su osadía, la
Bestia, sentencia a muerte al ladrón. ¿Cuál es la trascendencia de esa rigurosa
sentencia? El propósito de la Bestia no es tan sólo castigar al intruso, sino
enseñarle de una vez por todas, que no se debe usurpar los bienes ajenos,
aunque se tratase de una insignificante rosa. Es por ello, que decide poner fin
a su vida (en la versión que estamos tomando como guía no es así, como a
continuación veremos).
La muerte en términos
ocultista es análoga a la idea de transformación, de cambio. Lo que debe morir
es lo perecedero, lo que nos impide seguir evolucionando. Es por ello, que la
muerte da paso a una nueva vida llena de nuevas oportunidades de crecimiento
evolutivo.
En Astrología la muerte está
representada por la Casa VIII. Se trata de un sector alquímico, donde el alma
sufre un profundo cambio cuando realmente se purifica la naturaleza emocional.
En el Zodíaco Constituido, la muerte, está en relación con el signo de Escorpio,
precisamente el que da protagonismo a la Bestia. Por lo tanto, con esa
sentencia, Bestia-Escorpio le está indicando al Padre de Bella, lo que debe
hacer, transformar sus deseos. ¿Pero cómo? Esa respuesta viene indicada por el
signo que ocupa la Casa VIII, partiendo desde Acuario-Padre como
Ascendente-Casa I, es decir, por Virgo.
Este Arquetipo aporta la
clave para que se produzca el cambio. Virgo es el signo del abandono a todo
apego a lo material, del servicio desinteresado. A través de él, nos limpiamos
de todo lo que nos sobra para penetrar en un nuevo ciclo de experiencia y
afrontar una nueva espiral evolutiva hacia el logro final de la Perfección. Por
lo tanto, el trabajo consistía en dar muerte a los viejos apegos, a los
prejuicios, a los hábitos materiales que nos mantienen prisioneros de los
falsos valores.
En la versión de nuestro
estudio, el Padre es encarcelado, esto es, es privado de su libertad. En
verdad, esta situación es vivida por el alma como una muerte en vida. El
resultado final que persigue el encarcelamiento, así como la enfermedad, es la
toma de consciencia de nuestros errores emocionales. Por lo tanto la Bestia era
portador de ese mensaje de rectitud: ¡Permanecerás en cautiverio de tus propios
deseos…, como yo permanezco prisionero de mis errores!
La reclusión y la enfermedad
con confinamiento, está recogida en astrología por la Casa XII, pues es a
través de este canal por donde el hombre recibe como karma expiatorio el resultado de sus acciones emocionales.
Es el signo de Capricornio
el que aparece ocupando la Casa XII, situando Acuario-Padre en el Ascendente.
Este Arquetipo enseña al hombre a construir el mundo físico, a utilizar los
recursos materiales con orden y rectitud, de tal modo que la realidad física,
sea un reflejo de la realidad espiritual. Esta es la lección que debe asimilar
en cautiverio el Padre de Bella, pues en la medida en que aprende a utilizar
sus recursos, sus potencialidades en el mundo de las formas, aportará madurez,
responsabilidad y orden a su naturaleza emocional.
Pero en verdad, la acción
del Padre de Bella vendría a acelerar un encuentro que no supo promover de otro
modo, el de Bella –lo femenino-, con la Bestia –lo masculino-. En efecto, nos
narra el autor, que Bella sale a buscar a su Padre, al comprobar que su caballo
ha vuelto sólo a casa. Inmediatamente, pide al caballo –símbolo de la
naturaleza animal- que ha guiado al Padre, que la lleve hasta el lugar donde
debe encontrarse con él.
El caballo, fiel animal,
lleva a Bella hasta las puertas del castillo, donde penetra con el propósito de
preguntar por su Padre. Sin embargo, la sorpresa fue horrible, le encontró
prisionero y enfermo. De repente, la Bestia le sale al encuentro y le recrimina
su presencia allí. A pesar de su impresión, estaba horrorizada al ver el rostro
de la Bestia, Bella suplica al animal que dejara en libertad a su Padre y a
cambio, ella se quedaría en su lugar. La Bestia accede a su petición, pero le
exige una promesa, se quedará allí para siempre.
Esta escena nos sitúa en el
comienzo de un proceso alquímico de maravillosa belleza, y que sin duda, toda
alma debe protagonizar, si en verdad aspira a alcanzar su plena integridad
humana: consciente e inconsciente.
Nuestra referencia
espiritual en el proceso involutivo de la conciencia, por lo general, suele
perderse en su viaje hacia el encuentro con la unidad perdida. Cuando esto
ocurre, debe ser nuestra naturaleza interna la que desee “salvar” a su Padre
“Yo Espiritual”, y para ello, debe estar dispuesta a sacrificarse por él y convivir
estrechamente con la Bestia, la parte oscura de la personalidad que no supo
expresar los valores positivo del Amor.
Veamos a partir de este
punto del camino qué sucede, qué senda debemos recorrer para lograr el
propósito propuesto, el retorno a la Unidad.
Continuará...
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