Decimoquinto
año del tercer milenio. ¿Cómo debemos interpretar esta información desde el punto de vista numerológico? Digo esto, pues este mensaje sugiere
muchas versiones interpretativas. ¿Interpretamos el valor integral del año?
¿Interpretamos los dos últimos dígitos? ¿Interpretamos el último valor?
Son
mayoría los que apuestan por interpretar el valor integral del año, el cual se
extrae de la suma de todos sus dígitos. En este sentido, podemos decir que con
el nuevo año 2015 entramos bajo la tutela del número 8, el cual,
cabalísticamente, expresa la dinámica del Séfira Hod, cuyo significado es
“Esplendor”.
Cuando
anunciamos que nos encontramos en el tercer milenio, estamos reconociendo algo
de suma importancia. Los 1.000 años que durará este periodo del tiempo
material, nos está anunciando que representa una fase de continuidad a los
procesos anteriores -los dos milenios previos- y si lo vinculamos con las fases
que gobiernan todo proceso creador, diremos que la tercera fase es la
exteriorizadora, es decir, en la que la semilla sembrada en la primera e
interiorizada en la segunda, alcanza su expresión visible, y ya nada ni nadie
tendrá duda de su identidad.
Esta es
una de las razones por las que, si analizamos los movimientos sociales y en
especial, el espiritual, diremos que en el tercer milenio, experimentaremos
externamente un profundo y evidente cambio. A nadie se le escapa, que los
protagonistas de este cambio han debido de gestarlo internamente, pues nadie
puede dar lo que no tiene.
La fase
tercera de todo proceso creador está regida por Binah, el Rostro de la
Divinidad que se hace visible a través de las Leyes Universales. La
especialidad de Binah es fortalecer nuestra Mente para que comprendamos la
dinámica cósmica; para que conozcamos cuál es nuestra verdadera identidad y
cuál es nuestro papel estelar en el proceso de la creación. Binah, nos enseña
que somos Hijos de Dios y que hemos sido creados a “imagen y semejanza” de
nuestro Creador, lo que significa que tenemos su misma mente creadora. Decir
esto, en la actualidad, en el tercer milenio, nos ofrece la oportunidad de
reflexionar sobre nuestra verdadera esencia. Hace unos cientos de años, me
hubiese supuesto morir en las hogueras como un hereje. A esto me refiero cuando
digo que durante este tercer milenio, experimentaremos la visión de lo que debe
ser, y tendremos la oportunidad de reconocer el aspecto dual con el que nos
hemos identificado.
Pues
bien, en esta línea de pensamiento, todos y cada uno de los años que se vayan
sumando al 2.000, aportará su propia pincelada, su color particular. Serán como
“lecciones concentradas” que perseguirán un fin común, llevarnos a la
comprensión de las Leyes Cósmicas, o lo que es lo mismo, a nuestra propia
comprensión, pues ¿acaso no somos la expresión creadora de Dios? Si es así,
tendremos que dar cumplimiento a su Ley Creadora.
Con el
2015, alcanzamos la esfera de Hod, cuyo atributo principal, decíamos, es “Esplendor”.
Nos estamos refiriendo a la cualidad anímica que se deriva del estado de
consciencia que ha sido capaz de equilibrar los elementos opuestos (etapa
anterior de Netzah–7) a través de la comprensión de los mismos.
Hod, por
su vinculación con la Columna de la Izquierda, se encuentra al servicio de
Binah-Inteligencia. Desde esta vinculación, la cualidad de Hod se traduce como
la capacidad de discernir entre el mundo dual, es decir, entre el bien y el
mal.
Por otro
lado, Hod se encuentra en el Plano de Formación donde recibe el testigo que le
traslada el Séfira Netzah, a través del cual se pone de manifiesto la capacidad
de percepción sensorial y la captación de la belleza y de la necesidad de
complementación.
Si unimos
ambas influencias, Hod se convierte en el laboratorio donde se realizan los
ensayos de integración de lo que es la Gracia y de lo que es Rigor. Gracias a
sus trabajos de investigación, conseguimos comprender la razón por la cual suceden
las cosas, en este sentido, comprendemos que somos coautores de nuestro
destino, es decir, somos conscientes de que todo lo creado encuentra una causa
en la mente y un efecto en los acontecimientos que nos rodean.
El
término “esplendor” debemos entenderlo como un estado de lucidez que nos
permite comprender la relación que une a todo lo creado. Si las emociones se
convierten en la puerta de entrada que nos conduce a un mundo donde la verdad
nos entra por la vía sensorial, llevándonos a identificarnos con un mundo
separado y dividido, la razón, el uso de la inteligencia, se convierte en la
puerta de entrada que nos conduce a la comprensión de la verdadera verdad, la
que nos revela que, si bien nuestros cuerpos están separados, nuestras mentes
están unidas en un eterno lazo que nos comunica con nuestro Creador.
La labor
de Hod nos permitirá dar un inmenso salto cuántico a nivel de consciencia, pues
la visión de la Unidad nos transformará a unos niveles insospechados.
Recuperaremos nuestra verdadera identidad espiritual; recordaremos que somos
inocentes, impecables; dejaremos de juzgar y condenar, en la medida que
comprendemos que cada juicio y cada condena es una proyección de nuestra propia
condena.
Comprenderemos
que la necesidad es un estado creado por nuestra propia escasez; dejaremos de
dar para recibir y daremos, pues seremos conscientes de que dar es nuestra
condición natural.
Dejaremos
de luchar contra nuestro peor enemigo, el miedo y la culpa. Dejaremos de buscar
la felicidad, pues comprenderemos que la felicidad debe formar parte de nuestro
estilo de vida.
Sí, el
2015 nos ofrece la oportunidad de desarrollar nuestra mente y permitir que la Unidad penetre en
cada una de nuestras células. Esa Unidad, nos inspirará para que demos
testimonio de la Igualdad.
Muchas
filiaciones tocarán a su fin: a banderas, a colores, a religiones, a movimientos
ideológicos de cualquier tipo… La apuesta nueva no hace distinciones. Busca
alianzas basadas en la igualdad, no en las diferencias. Todas aquellas
iniciativas que promulguen la división en cualquiera de sus aspectos, irán en
contra de la dinámica cósmica y no contará con la fuerza de atracción que le
garantice su éxito.
2015 es
un año propicio para que los hombres se unan bajo una misma causa: la igualdad.
Bajo esa nueva luz, el ataque, las luchas, las rivalidades deben ceder su
hegemonía, al entendimiento, a la comprensión. La fuerza esencial que mueve
este engranaje se llama “perdón”.
Es la
única vía que nos conduce al encuentro con la Paz. Si sobre nuestros hombros
seguimos cargando el lastre del pasado con su pesada carga de culpabilidad, no
conseguiremos hacer realidad el deseado encuentro con la felicidad. En cambio,
cuando somos capaces de vivir el presente, con plena consciencia de que tenemos
una hoja en blanco donde inscribir el nuevo guión que queremos vivir libre de
la prisión del pasado, entonces nos estaremos dando la posibilidad de
reencontrarnos con la Paz.
Está en
nuestras manos el poder ser sensibles a los latidos elevados de Hod, los que
nos impulsarán hasta una nueva realidad o, por el contrario, responder a los
latidos bajos del Séfira y tomamos la decisión de convertirnos en fanáticos de
nuestras viejas creencias y sigamos alimentando nuestros deseos de
independentismo, creando y propiciando cada vez más barreras y obstáculos que
nos alejan de la igualdad.
Ya hemos
sido testigos a lo largo del 2014, al que anunciábamos como el año de la
integración de los opuestos, como se han
producido socialmente, iniciativas que se han pronunciado en defensa de
la independencia.
Esas
iniciativas, seguirán aflorando y como hemos adelantado, despertará muchas
reacciones entre cada uno de nosotros. Muchos juzgarán y condenarán dichas
iniciativas. Otros, la defenderán. Pero ambas respuestas se mueven en el mismo
eje del error. Unos porque la condenan y con ello están proyectando el juicio
que ellos mismos se aplican internamente. Los otros, porque proyectan su propia
necesidad de integración.
Existe
una tercera visión, la que suele aportar Hod cuando respondemos positivamente a
sus enseñanzas: la visión de la igualdad.
Esta
posición nos lleva a comprender que la Unidad la mueve la fuerza del Amor,
mientras que la “separación” la mueve la fuerza del miedo y de la culpa. Esta
posición, no condena, ni juzga, tan sólo comprende que cualquier iniciativa
responde a un nivel de consciencia y para elevar ese nivel debemos dar ejemplo
de integración y no de rechazo o repulsa.
La
resolución de conflictos se resolverá por el método del empate, es decir, ni
pierdo, ni gano.
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