Reflexión: ¿Cuál crees que es la causa del dolor físico?
El Pensamiento es Creador..., nuestro mundo es creado a su imagen y semejanza... Nuestra realidad es el reflejo de nuestros pensamientos. Si no somos felices con el mundo que nos rodea..., cambiemos nuestra manera de pensar con respecto al mundo... En este espacio, elaboraremos "nuevos platos" para alimentar nuestra mente con la única fuerza que verdaderamente es real, la Fuerza de Atracción, la Fuerza del Amor.
sábado, 4 de enero de 2025
UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 4
Reflexión: ¿Cuál crees que es la causa del dolor físico?
viernes, 3 de enero de 2025
UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 3
¿Qué me enseña esta lección?
Si trasladamos este ejercicio más allá de los objetos dispuestos a nuestro alcance y lo aplicamos a las experiencias que vivimos, debemos reconocer que nuestro ego carece de la visión trascendente que ha de permitirle “conocer” la relación entre la causa y el efecto, o lo que es lo mismo, la relación entre mente y cuerpo, entre espíritu y materia. Dicha falta de conocimiento nos lleva a juzgar, a atacar, a resentir sobre el mundo que nos rodea. Nos convertimos en víctima y, en nombre de nuestro victimismo, justificamos nuestras acciones basadas en el miedo, en el odio y en la culpa.
La información que recibimos por la vía de los sentidos, especialmente el de la vista, transmite un mensaje al cerebro a través del sistema nervioso. Dicho mensaje busca la información almacenada en él, con la intención de interpretar su significado. Pero esa información pertenece al mundo de las formas, que no es real, pues es temporal. Tan sólo cuando la mente se pone al servicio de la Mente Superior, esto es, del Espíritu Santo, el aspecto de la Divinidad que favorece la comunicación del Hijo con el Padre, se puede evidenciar un mensaje real, el único verdadero, pues lo real, lo verdadero, no está sujeto a lo temporal, es inmortal.
Hoy, mientras conducía camino a casa, me llamó la atención un letrero de publicidad donde se anunciaba un producto que mi mente no tenía identificado. Desconocía realmente lo que estaba anunciando. En ese momento, me di cuenta de que aquel mensaje no significaba nada para mí. Pensé, cómo serían las cosas en los albores de la humanidad, cuando el Hijo de Dios orientó su mirada hacia el mundo tridimensional. Los objetos que sus ojos vieron por primera vez no significarían nada para esa mente joven.
Intuyo que esa situación es la que experimenta un recién nacido al encarnar en el mundo material. Percibe sensaciones y sus ojos vislumbran un mundo totalmente nuevo y carente de significado. Será a través del uso de su mente proyectada que "colapsará" la energía procedente del "campo de las infinitas posibilidades", (*) haciendo que lo que antes era pura energía, en estado potencial, adopte una imagen holográfica, la cual propiciará la percepción de la misma, a la que irá, poco a poco, dando significado a lo que experimenta y ello, pasará a formar parte de su mente, que lo archivará para aprender a identificarlo en lo sucesivo. Ese aprendizaje condicionará las futuras respuestas cuando nos encontremos en situaciones similares.
Ahora comprendo la importancia de las palabras de Jesús, cuando nos invitaba a nacer como niños para poder entrar en el Reino de los Cielos.
En el día de ayer, con motivo de la Lección 2, advertíamos que el mundo de la percepción, proyectado por nuestra mente, es irreal e ilusorio. Dentro de esta afirmación, la labor que estamos realizando en este mismo instante, me refiero a la de estudiar Un Curso de Milagros, forma parte de esa ilusión, a la que llamamos sueño. Es importante comprender esto que decimos. Es importante tomar consciencia de que el mundo de la percepción es el mundo del ego, el cual nos aportará argumentos muy sólidos para que sigamos alimentándolo y sirviéndolo. Por ejemplo, podemos pensar que desde el terreno de juego donde imperan sus leyes, podemos tomar decisiones que nos llevarán a actuar de acuerdo a la Voluntad del Padre, principalmente, ser portadores de Unidad y de Amor. Pero, jugando con sus reglas, basadas en la creencia en el pecado y en la separación, no será posible alcanzar ese propósito.
¿Qué hacer entonces? ¿Cómo debemos tomar decisiones en esas condiciones?
Un Curso de Milagros nos dice al respecto: "No cometas la equivocación de creer que entiendes lo que percibes, pues su significado se te escapa. Mas el Espíritu Santo ha preservado su significado para ti, y si tú le permites que lo interprete, Él te devolverá lo que tú despreciaste" (T-11. VIII. 2:3-4).
(*) Recomiendo la lectura de la obra escrita por Lynne Mataggart, titulada El Campo, para familiarizaros con el término "campo de las infinitas posibilidades".
Nos encontramos experimentando una vivencia de relación con nuestro hijo. Nuestra mente, condicionada por todo lo aprendido en el pasado, nos lleva a juzgar esa situación y la valoración más inmediata que nos ofrece es interpretarla como "conflicto". Estoy seguro de que el ego nos dará múltiples razones para justificar y convencernos de que esa relación es conflictiva. Su primer argumento, el más sólido, es llevarnos a entender que su manera de ser y la nuestra son opuestas, son contrarias, es decir, su principal argumento es la separación.
En ese momento, podemos reaccionar de varias maneras. Nos dejamos llevar por la respuesta habitual, fundamentada en las creencias adquiridas a lo largo de nuestro pasado, y protagonizamos nuestro papel fielmente, siendo una de las partes del conflicto, pues así lo hemos elegido.
Otra manera de responder puede ser la siguiente. Soy estudiante de Un Curso de Milagros y quiero aplicar sus enseñanzas. Por ello, elijo ver las cosas de otra manera y no juzgar la situación como conflictiva. Observo mis deseos de conflictividad y decido no entrar en polémica. Seguro de que esa experiencia es una oportunidad de crecimiento espiritual y haré lo posible para ayudar a mi hijo a cambiar su manera de ver las cosas. Aquí es cuando se enciende la señal de alarma. Es verdad que hemos dado un paso importante, tomando la decisión de ver las cosas de otra manera. La cuestión es, ¿estamos en condiciones de entender lo que estamos percibiendo?
Si aplicamos la enseñanza de esta lección, lo primero que debemos cuestionarnos es nuestra capacidad de entendimiento. Esto es así, por lo que hemos dicho anteriormente, jugamos en el terreno del ego, con sus reglas y leyes, lo que significa que estamos percibiendo lo que no es real, desde una conciencia de separación.
¿Quién es mi hijo? Buena pregunta. ¿Alguien separado de mí? ¿Acaso estamos separados de Dios nuestro Padre? Entonces, ¿quién es mi hijo?
Tú, yo y el resto de la humanidad somos el Hijo de Dios y formamos su única Filiación. Por lo tanto, cualquier vivencia a nivel de percepción que experimentemos y que esté alejada de esa Visión de Unidad exigirá Expiación (ser corregida).
Retomemos el ejemplo guía. La experiencia de lo que hemos llamado conflicto está intensamente viva. Mi respuesta: cualquier decisión que tome por mí mismo carecerá del verdadero entendimiento. Es más, ahora sé que no entiendo nada de lo que estoy percibiendo, por lo tanto, recurro al intermediario de Dios, al Espíritu Santo, a mi Mente Recta y le entrego esa experiencia, para que Él, con su Visión Unificadora, me ayude a tomar una decisión acorde al Principio de Unidad y de Amor.
Mi experiencia en este terreno me lleva a afirmar que siempre que solicitemos la ayuda del Espíritu Santo, recibiremos respuesta. Aprenderemos a no juzgar. Dejamos en sus manos el juicio. Lo que estamos haciendo, dentro del sueño, no lo olvidemos, es elegir tener sueños más felices, basados en el perdón y en el amor.
Reflexión: ¿Conocemos la causa de la experiencia que percibimos?
Capítulo 17. IV. Los dos cuadros (1ª parte).
IV. Los dos cuadros (1ª parte).
1. Dios estableció Su relación contigo para hacerte feliz, y ninguna cosa que hagas que no comparta Su propósito puede ser real. 2El propósito que Dios adscribió a cada cosa es la única función que tiene. 3Debido a la razón que Él tuvo para crear Su relación contigo, la función de las relaciones se convirtió para siempre en "hacer feliz". 4Eso es todo. 5Para satisfacer esta función te relacionas con tus creaciones del mismo modo en que Dios se relaciona con las Suyas. 6Pues nada que Dios haya creado puede estar excluido de la felicidad, y nada que Él creó desea otra cosa que extender felicidad tal como su Creador lo hizo. 7 Lo que no satisface esta función no puede ser real.
Dios es Amor, y nos ha creado a Su Imagen y Semejanza, por lo que podemos decir que somos "Hijos del Amor". La relación que Dios tiene con Su creación es de Amor, lo que hace posible que dicha relación no tenga otro objetivo que hacer feliz a dicha creación. Amor y felicidad tienen la misma causa, la cual emana de la Voluntad Creadora de Dios.
La igualdad que nos hace semejantes a nuestro Creador nos hace, igualmente, iguales en lo relativo al objetivo de nuestras relaciones, es decir, la función de dichas relaciones se convirtió para siempre en "hacer feliz", dicho de otro modo, en amar.
Para el ego, la felicidad está condicionada al logro, a lo que recibe fuera de sí mismo, es decir, si las circunstancias son propicias a nuestros deseos, nuestra respuesta suele ser sentirnos felices. Pero si las circunstancias no son propicias, nuestra respuesta suele ser sentirnos infelices. Ello significa que, para el ego, la felicidad cambia y es temporal, y si es así, no puede ser real, porque lo real, lo que es verdad, no está sujeto al cambio.
Por lo tanto, desde el punto de vista del ego, lo que llamamos felicidad nada tiene que ver con el verdadero significado del amor. El ego no crea, sino que fabrica, o lo que es lo mismo, inventa una realidad ilusoria que es carente de amor. Tan solo el amor-felicidad tiene la capacidad de crear.
Cuando hablamos de amor, desde la visión Crística, nos estamos refiriendo a nuestra condición divina, a nuestra semejanza con el Creador. Por lo tanto, la felicidad no es un sentimiento, ni un pensamiento, sino un estado del Ser. Somos felices por lo que somos, no por lo que logramos.
2. En este mundo es imposible crear. 2Pero sí es posible hacer feliz. 3He dicho repetidamente que el Espíritu Santo no quiere privarte de tus relaciones especiales, sino transformarlas. 4Y lo único que esto significa es que Él reinstaurará en ellas la función que Dios les asignó. 5La función que tú les has asignado es claramente que no sean fuentes de felicidad. 6Pero la relación santa comparte el propósito de Dios, en lugar de tratar de inventar otro para que lo substituya. 7Cada relación especial que has entablado es un substituto de
La función que Dios ha dado a las relaciones, la de hacer feliz, no es la función que el ego da a las relaciones que establece, las cuales, al estar bajo la creencia del miedo, serán privativas de libertad. ¿Qué relación puede hacernos feliz si está condicionada por el miedo?
La ayuda del Espíritu Santo es esencial para transformar las relaciones especiales en relaciones santas. Para ello, necesita que nuestra voluntad se ponga al servicio del amor, lo que nos llevará a percibir al otro como nuestros hermanos en la Filiación Divina. El amor sustituirá al miedo y la inocencia sustituirá a la errónea creencia en que somos pecadores. No existiendo el miedo ni el pecado, la culpa no se manifestará, lo que propiciará que el presente sea vivido conscientemente sin que las sombras del pasado lo puedan nublar.
3.Has entablado relaciones muy reales incluso en este mundo. 2Sin embargo, no las reconoces porque has hecho que sus substitutos predominen de tal manera que, cuando la verdad te llama -como constantemente lo hace- contestas con un substituto. 3El propósito fundamental de cada relación especial que has entablado es mantener a tu mente tan ocupada que no puedas oír la llamada de la verdad.
El miedo es el sustituto del amor y de la felicidad. Ello nos lleva a establecer relaciones en las que la carencia del amor y de la felicidad no propiciará una relación santa, en la que sabremos reconocer la unión que compartimos con nuestro Creador y con la Filiación.
4. En cierto sentido, la relación especial fue la respuesta del ego a la creación del Espíritu Santo, Quien a Su vez fue
Si creemos que podemos crear un mundo real donde el amor esté ausente, estaremos repitiendo el error original que da lugar a la creencia en la separación. Le estaremos dando más validez a la percepción que al Conocimiento. Le estaremos dando más importancia a la forma que al contenido. Estaremos fijando nuestra identidad en el cuerpo y negando cualquier otra realidad que no percibamos. El ego debe su existencia a esas prioridades y su objetivo no es otro que perpetuar sus falsas creencias para sustentar su sistema de pensamiento.
Mientras que el ego ataca y niega cualquier creencia en la unidad, el Espíritu Santo refuerza la verdad que nos mantiene unidos a la Mente de nuestro Creador. El Espíritu Santo es el camino que nos llevará de vuelta a nuestro verdadero Hogar. Él sí conoce lo que somos y mantiene nuestra identidad a salvo de cualquier ataque procedente de la identidad ilusoria del ego. Esto es así, simplemente, porque el Espíritu Santo no ve al ego, pues no ve la separación.
jueves, 2 de enero de 2025
UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 2
2. Echa simplemente una rápida mirada a tu alrededor, tratando de evitar la selección de objetos en función de su tamaño, brillantez, color o material, o de la relativa importancia que tengan para ti. 2El simple hecho de ver un objeto lo convierte en tu selección. 3Trata de aplicar la idea con la misma facilidad a un cuerpo que a un botón, a una mosca que a un piso, a un brazo que a una manzana. 4El único criterio a seguir para aplicar la idea a algo es simplemente que tus ojos se hayan posado sobre ello. 5No trates de incluir nada en particular, pero asegúrate de no excluir nada deliberadamente.
Ejemplo guía: "El comportamiento de nuestro hijo nos desespera"
Capítulo 17. III. Sombras del pasado (3ª parte).
III. Sombras del pasado (3ª parte).
7. Harás todo esto gustosamente, sólo con que le dejes mantener la chispa delante de ti para que alumbre tu camino y puedas verlo con claridad. 2El Hijo de Dios es uno. 3A quienes Dios ha unido como uno, el ego no los puede desunir. 4Por muy oculta que se encuentre en toda relación, la chispa de la santidad no puede sino estar a salvo. 5Pues el Creador de la única relación que existe no se ha excluido a Sí Mismo de ninguno de sus aspectos. 6Éste es el único aspecto de la relación que el Espíritu Santo ve porque sabe que únicamente ese aspecto es verdad. 7Tú has hecho que la relación sea irreal y, por lo tanto, no santa, al verla como no es y donde no está. 8Entrégale el pasado a Aquel que puede hacer que cambies de parecer con respecto a él por ti. 9Pero asegúrate antes que nada de que te das cuenta plenamente de lo que has hecho que el pasado represente, y por qué.
Cuando juzgamos al otro, al mirarlo, estamos proyectando nuestros pensamientos internos sobre él, lo que nos lleva a juzgarlo en la misma medida en que nos juzgamos a nosotros, con una variedad en que nuestros juicios propios los mantenemos ocultos y los del otro los hacemos públicos, en un deseo de trascender los nuestros propios.
La relación santa es la inspirada por la Mente Recta, la cual nos lleva a percibir la unidad entre las partes, entre las mentes.
8. El pasado se convierte en la justificación para entablar una alianza continua y profana con el ego contra el presente. 2Pues el presente es perdón. 3Por lo tanto, las relaciones que la alianza no santa fomenta no se perciben ni se experimentan como si estuviesen ocurriendo ahora. 4Mas el marco de referencia al que se recurre para que le dé significado al presente es una ilusión del pasado en la que se conservan aquellos elementos que se ajustan al propósito de la relación no santa, y se abandonan todos los demás. 5Y lo que de esta manera se abandona, es toda la verdad que el pasado jamás habría podido ofrecer al presente para que diese testimonio de la realidad de éste. 6Lo que se conserva no hace sino dar testimonio de la realidad de los sueños.
Si nuestra mente queda ocupada en cada presente con una visión permanente de recuerdos del pasado, cualquier relación que emprendamos no será real, pues está intentando sostenerse sobre los frágiles pilares de lo que no es real.
Este tipo de relaciones requerirá un gran esfuerzo para mantenerse estable y, por lo general, salvo que se produzca un cambio de visión en la consciencia, están llamadas al fracaso y a la frustración.
El presente es la única oportunidad que tenemos para deshacernos de los errores del pasado, esto es, de perdonarlos, pues es en el presente donde únicamente podemos elegir de nuevo, podemos ver de otra manera, podemos ver lo que es real y lo que ya no lo es.
He aquí que, una vez más, nos encontramos con una verdad esencial: tenemos la capacidad de elegir, y la tenemos, no porque seamos un ego, pues el ego tan sólo impone limitación y miedo, sino porque somos el Hijo de Dios, creados a Su Imagen y Semejanza.
¿Vamos a utilizar ese poder divino para elegir cultivar pensamientos falsos que darán frutos falsos y amargos, o vamos a utilizar nuestra voluntad para elegir cultivar pensamientos verdaderos que, al ser compartidos con los demás, darán frutos dulces y abundantes?
10. Santo hermano mío, quiero formar parte de todas tus relaciones, e interponerme entre tus fantasías y tú. 2Permite que mi relación contigo sea algo real para ti, y déjame infundirle realidad a la percepción que tienes de tus hermanos. 3No fueron creados para que pudieses hacerte daño a través de ellos. 4Fueron creados para crear junto contigo. 5Ésta es la verdad que quiero interponer entre tu objetivo de locura y tú. 6No te separes de mí ni dejes que el santo propósito de
Entra, hermano, la puerta de mi mente está abierta para que tu presencia ilumine el recinto donde albergo mis pensamientos amorosos y donde me uno, conscientemente, a ti.
Que el amor bendiga nuestra unión y que no la separe el ego.
Que así sea.
miércoles, 1 de enero de 2025
UCDM. Libro de Ejercicios: Lección 1
PRIMERA PARTE
LECCIÓN 1
Nada de lo que veo en esta habitación (en esta calle, desde esta ventana, en este lugar), significa nada.
Mira ahora lentamente a tu alrededor, y aplica esta idea de manera muy concreta a todo lo que veas:
2Esa mesa no significa nada. 3Esa silla no significa nada. 4Esta mano no significa nada. 5Este pie no significa nada. 6Esta pluma no significa nada.
Luego mira más allá de lo que se encuentra inmediatamente alrededor tuyo, y aplica la idea dentro de un campo más amplio:
2Esa puerta no significa nada. 3Ese cuerpo no significa nada. 4Esa lámpara no significa nada. 5Ese letrero no significa nada. 6Esa sombra no significa nada.
Observa que estas expresiones no siguen ningún orden determinado, ni hacen distinción entre la clase de cosas a las que se aplican. 2Ése es el propósito del ejercicio. 3La afirmación debe aplicarse sencillamente a cualquier cosa que veas. 4Al practicar con la idea del día, hazlo con total imparcialidad. 5No trates de aplicarla a todo lo que se encuentre dentro de tu campo visual, pues estos ejercicios no deben convertirse en un ritual. 6Asegúrate solamente de no excluir nada en particular. 7Desde el punto de vista de la aplicación de la idea, una cosa es igual que cualquier otra.
Las tres primeras lecciones no deben hacerse más de dos veces al día, preferiblemente una vez por la mañana y otra por la noche. 2No deben pasar de un minuto más o menos, a no ser que eso cause una sensación de premura. 3Una cómoda sensación de reposo es esencial.
¿Qué me enseña esta lección?
Me hace reflexionar sobre una facultad muy importante, la capacidad de ver. Normalmente, relacionamos esta acción con una función propia y característica de los ojos. Es gracias a ellos y a la aportación de la luz que adquirimos la condición de percibir. Cuando experimentamos a través de estos órganos de percepción, por lo general atribuimos lo percibido como una realidad, incuestionable, del mundo material.
Sin embargo, seguro que todos hemos tenido experiencias adquiridas a través de la vista que no siempre nos ha llevado a conocer con certeza aquello que hemos creído ver con total nitidez. De ahí el refrán: “La vista engaña”, y no me estoy refiriendo tan solo a las ilusiones ópticas.
Lo experimentado a través de la vista parece dar seguridad a la personalidad egoica. Es más, el ego llega a negar aquello que no ve y, cuando esto ocurre, estamos adoptando el papel estelar de Santo Tomás, que tuvo que meter el dedo en la llaga de las heridas de Cristo para creer.
Pero la acción de ver no tan sólo queda circunscrita a la facultad de percepción de los ojos. Ver es también cuando percibimos algo con cualquiera de los sentidos o con la inteligencia (Diccionario de la RAE). De hecho, un invidente, cuando se expresa de este modo: “veo que eres una persona íntegra”, en verdad, está transmitiendo un conocimiento, una profunda visión, de aquello que percibe internamente, mental o emocionalmente.
Podríamos aventurarnos a cuestionar, ¿cuál de las dos visiones es más real o verdadera?
Teniendo en cuenta la lección que estamos analizando, yo diría que aquella que proviene de la mente, pues es la mente el vehículo más elevado con el que contamos, pues nuestro "Cuerpo Mental" es el más cercano al Mundo de Dios.
Es obvio que tenemos que purificar nuestros pensamientos, para que la Luz del Padre se manifieste en ellos, llevándonos a la percepción más pura, al verdadero Conocimiento. Estamos en el camino para lograr alcanzar esta meta o, mejor dicho, para reencontrarnos con nuestro "Principio", con nuestra verdadera "Esencia".
En este sentido, este ejercicio me enseña e invita a mi mente a no interpretar, a no juzgar, a no aportar un valor, un significado a lo que percibo como real, pues no lo es, ya que todo lo material está sujeto al cambio, y lo verdaderamente real es eterno.
Por otro lado, al no aportarle significado a lo que perciben mis ojos, se me ofrece la oportunidad de decidir la acción sin influencia emocional o perceptiva. Las cosas son como son y no como yo creo que son. Aprendo a no juzgar y, con ello, evito condicionar mi estado anímico.
Ejemplo guía: "El comportamiento de nuestro hijo nos desespera".
Cuando esto ocurre, es una experiencia muy común en la mayoría de las familias; nuestra respuesta se encuentra condicionada por el modo en cómo vemos las cosas. Estamos siendo testigos de un comportamiento y nuestra mente lo juzga, determinando de este modo una reacción que, al ser compartida, expresada, nos conducirá a experimentar una vivencia de conflicto padre-hijo. Esa es nuestra respuesta habitual.
Ahora bien, si aplicamos a esta experiencia las enseñanzas de esta primera lección, ¿cómo actuaríamos? ¿Juzgaríamos lo que vemos si verdaderamente no es real? ¿Para qué estamos experimentando esa visión? ¿Para qué nuestra mente proyecta fuera esa vivencia?
Reflexión: ¿Estás seguro de que lo que crees ver con tus ojos es la realidad o lo que crees ver es el significado que le da tu mente?
Nada de lo que veo en esta habitación (en esta calle, desde esta ventana, en este lugar), significa nada.
Mira ahora lentamente a tu alrededor, y aplica esta idea de manera muy concreta a todo lo que veas:
Ejemplo guía: "El comportamiento de nuestro hijo nos desespera".
Capítulo 17. III. Sombras del pasado (2ª parte).
III. Sombras del pasado (2ª parte).
4. El tiempo es ciertamente severo con la relación no santa. 2Pues el tiempo es cruel en manos del ego, de la misma manera en que es benévolo cuando se usa en favor de la mansedumbre. 3La atracción de la relación no santa empieza a disminuir y a ponerse en duda casi de inmediato. 4Una vez que se ha establecido la relación, la duda surge inevitablemente, pues el propósito de la relación no se puede alcanzar. 5El "ideal" de la relación no santa, por lo tanto, requiere que la realidad del otro no venga a "estropear" el sueño. 6Y cuanto menos aporte a la relación, "mejor" se vuelve ésta. 7Y así, el intento de unión se convierte en una forma de excluir incluso a aquel con quien se procuró la unión. 8Pues la relación se estableció precisamente para excluirle de ella y para que la "unión" fuese con fantasías en las que se goza de una "dicha" ininterrumpida.
Con esa base, el edificio de la verdad no se podrá sostener. Es imposible crear recuerdos de amor cuando realmente nos estamos odiando interiormente y proyectando sobre los demás nuestro propio odio. Si no creemos en el amor, no podremos dar amor.
El ego disfruta haciendo recordar al otro sus pecados. De esta forma le impide recordar que es impecable e inocente; le impide recordar que somos "hijos del amor" y como tal gozamos de la perfección de nuestro Padre.
5. ¿Cómo puede el Espíritu Santo introducir Su interpretación de que el cuerpo es un medio de comunicación en las relaciones cuyo único propósito es separarse de la realidad? 2Lo que el perdón es, es lo que le capacita para hacerlo. 3Si se ha olvidado todo, excepto los pensamientos amorosos, lo que queda es eterno. 4Y el pasado transformado se vuelve como el presente. 5El pasado deja de estar en conflicto con el ahora. 6Esta continuidad extiende el presente al aumentar su realidad y su valor en la percepción que tienes de él. 7En estos pensamientos amorosos, y oculta tras la fealdad de la relación no santa en la que se recuerda el odio, se encuentra la chispa de belleza dispuesta a cobrar vida tan pronto como se le entregue la relación a Aquel que le infunde vida y belleza. 8Por eso es por lo que
Cuando el pasado es perdonado, lo transformamos de modo que nuestra atención tan sólo se centra en lo esencial, en lo verdadero, en los pensamientos amorosos que hemos compartido con nuestros hermanos. El perdón pone fin a la ilusión del pecado, de la culpa y del sufrimiento. El perdón pone fin a todo deseo de venganza, pues no encontraremos nada que no sea motivo de ser amado.
El perdón, es evidente, no se usa en el pasado. Siempre lo hace en el presente, de modo que, cuando decidimos perdonar el pasado, lo que realmente estamos haciendo es elegir, desde el presente, ver tan sólo los pensamientos amorosos.
6. El ego trata de "resolver" sus problemas, no en su punto de origen, sino donde no fueron concebidos. 2Y así es como trata de garantizar que no tengan solución. 3Lo único que el Espíritu Santo desea es resolver todo completa y perfectamente, de modo que busca y halla la fuente de los problemas allí donde ésta se encuentra, y allí mismo la deshace. 4Y con cada paso del proceso de deshacer que Él lleva a cabo, la separación se va deshaciendo más y más, y la unión se vuelve cada vez más inminente. 5Ninguna "razón" que hable en favor de la separación le causa confusión alguna. 6Lo único que percibe en la separación es que tiene que ser des-hecha. 7Permite que Él descubra la chispa de belleza que se encuentra oculta en tus relaciones y te la revele. 8Su belleza te atraerá tanto, que no estarás dispuesto a perderla de vista nuevamente. 9Y dejarás que esta chispa transforme la relación de modo que la puedas ver más y más. 10Pues la desearás más y más, y estarás cada vez menos dispuesto a que esté oculta de ti. 11Y aprenderás a buscar y a establecer las condiciones en las que esta belleza se puede ver.
Creemos que podemos ser dañados por los demás, porque creemos que el cuerpo puede dañar, pero en verdad, el daño es un pensamiento que se apodera de nuestra mente y por el cual nos castigamos a nosotros mismos al creernos culpables pecadores…
Hemos olvidado que vemos aquello que deseamos. Si vemos daño es porque estamos deseando dañar; si vemos culpa es porque estamos juzgando, y si juzgamos, es porque nos estamos juzgando a nosotros mismos.
El origen del pecado, de la culpa, de la separación, no se encuentra en el presente, pues este estado del tiempo es "virgen", es nuevo, es inocente. Deja de serlo si trasladamos el recuerdo del pasado al presente. El error original se encuentra en el pasado; por esa razón el Espíritu Santo lo corrige en ese mismo estado y lo hace no creyendo en él, pues lo que se encuentra en el pasado ya pasó y no existe. Cuando perdonamos, estamos obviando lo que no existe, salvo que queramos que exista.
Respóndete a esta pregunta: ¿qué te impide perdonar?
La respuesta ya la sabes: El hacer real el pasado y negarte a ver la realidad de que no existe.