sábado, 4 de enero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 4

LECCIÓN 4

Estos pensamientos no significan nada. Son como las cosas que veo en esta habitación (en esta calle, desde esta ventana, en este lugar).


1. Estos ejercicios, a diferencia de los anteriores, no comienzan con la idea de hoy.
2Da comienzo a estas sesiones de práctica observando los pensamientos que crucen tu mente durante un minuto más o menos. 3Luego aplícales la idea. 4Si ya eres cons­ciente de pensamientos que no te hacen feliz, úsalos como sujetos para la idea. 5No selecciones, no obstante, sólo los pensamientos que a tu parecer son "malos”. 6Si te acostumbras a observar tus pensamientos, descubrirás que éstos representan una mezcla tal, que, en cierto sentido, a ninguno de ellos puede calificársele de "bueno" o de "malo". 7Por eso es por lo que no significan nada.

2. Al seleccionar los sujetos para la aplicación de la idea de hoy, se requiere la acostumbrada especificidad. 2No temas usar pensa­mientos "buenos" ni "malos". 3Ninguno de ellos constituye tus pensamientos reales, los cuales se encuentran ocultos tras ellos. 4Los "buenos" no son sino sombras de lo que está más allá, y las sombras dificultan la visión. 5Los "malos" son obstáculos para la visión, y, por lo tanto, te impiden ver. 6No te interesan ni unos ni otros.

3. Éste es un ejercicio importante, y se repetirá de vez en cuando de forma ligeramente distinta. 2Nuestra meta es entrenarte en los primeros pasos hacia el objetivo de poder separar lo que no tiene significado de lo que sí lo tiene. 3Representa el primer esfuerzo en el objetivo a largo plazo de aprender a ver que lo que carece de significado se encuentra fuera de ti, y lo significativo dentro. 4Es también el comienzo del entrenamiento que le permitirá a tu mente distinguir entre lo que es lo mismo y lo que es diferente.

4. Al usar tus pensamientos como sujetos para la aplicación de la idea de hoy, identifica cada uno de ellos por la figura o aconteci­miento central que contenga. Por ejemplo:

2Este pensamiento acerca de _______   no significa nada. 3Es como las cosas que veo en esta habitación, (en esta calle, etc.).

5. Puedes aplicar la idea asimismo a cualquier pensamiento en particular que reconozcas que es perjudicial. 2Esta práctica es útil, pero no sustituye al procedimiento de selección más al azar que debe seguirse al llevar a cabo los ejercicios. 3En cualquier caso, no examines tu mente por más de un minuto. 4Aún no tie­nes suficiente experiencia como para poder evitar la tendencia a preocuparte innecesariamente.

6. Además, puesto que estos ejercicios son los primeros de su índole, tal vez te resulte especialmente difícil suspender todo jui­cio en conexión, con tus pensamientos. 2No repitas los ejercicios más de tres o cuatro veces al día. 3Volveremos a ellos más adelante.


¿Qué me enseña esta importante lección?

Con la Lección 4, abordamos por primera vez de una manera directa el papel estelar protagonizado por el pensamiento. 

A lo largo del Curso aprenderemos que todo pensamiento produce forma en algún nivel. Aprenderemos, igualmente, que la mente es muy poderosa y jamás pierde su fuerza creativa. Nunca duerme. Está creando continuamente.

La verdad es que somos responsables de lo que pensamos porque es solamente en ese nivel donde podemos ejercer nuestro poder de decisión. Todas nuestras acciones son el resultado de nuestros pensamientos.
 
No podemos separarnos de la verdad otorgándole autonomía al comportamiento. De hecho, tenemos que tener presente, así nos lo recuerda Un Curso de Milagros, que tenemos que cambiar de mentalidad, no de comportamiento, y eso es cuestión de que estemos dispuestos a hacerlo. No necesitamos orientación alguna excepto a nivel mental. La corrección debe llevarse a cabo únicamente en el nivel en que es posible el cambio. El cambio no tiene ningún sentido en el nivel de los síntomas donde no puede producir resultados.

Los pensamientos pueden representar el nivel inferior o corporal de experiencia, o el nivel superior o espiritual de experiencia. Uno de ellos da lugar a lo físico, el otro crea lo espiritual.

En nuestro actual estado de conciencia, podemos decir que no estamos acostumbrados a pensar con una mentalidad milagrosa, pero podemos aprender a pensar de esa manera. En eso estamos. Todos los obradores de milagros necesitan este tipo de instrucción.

Debemos aprender a vigilar nuestra mente. Obrar milagros requiere el que uno se dé cuenta plenamente del poder de los pensamientos a fin de evitar las creaciones falsas.

Cuando observas y eres consciente de tus pensamientos, te das cuenta de que son frágiles. Realmente, lo que hacen es interpretar una situación donde va implícita una elevada dosis de interferencia basada en experiencias pasadas. Estas experiencias pueden haber sido vividas e interpretadas como reales, o pueden ser fruto de la imaginación, tomando forma como consecuencia de un intercambio de sensaciones. Cuando el pensamiento no aporta paz, está basado en el miedo y nos lleva a la percepción errónea. 

Verdaderamente, pensamos que las cosas son como nosotros pensamos que son. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. El filtro de nuestros pensamientos hace que le demos un valor u otro a lo que ocupa nuestra mente.

El pensamiento del ego nos lleva al error, pues se basa en la percepción y se proyecta con interferencias emocionales.

Para conseguir aquietar nuestros pensamientos, los que se estimulan a raíz de la percepción externa, debemos dejar de asignarles significado real. Están sujetos a la transitoriedad, a la temporalidad. Puede ocurrir que a un mismo objeto, a una misma experiencia, le demos significados diferentes, dependiendo del estado de nuestra mente. Por lo tanto, podemos decir que las cosas las vemos con los ojos de nuestra mente.

Pero la mente, cuando deja de aportar significado a lo externo y comienza a ver la realidad que surge desde su interior, descubre el poder creador procedente de nuestro verdadero Ser. Esa visión viene acompañada del encuentro con la Verdad, la que nos recuerda que todos somos uno. Es ese pensamiento el que nos hará libres y el que nos conducirá por la senda de la salvación.

Ejemplo-guía: "Mi cuerpo está enfermo".

En esta ocasión hemos elegido un nuevo ejemplo, que consideramos, igualmente, de gran interés para todos y que nos ayudará a aplicar las enseñanzas de esta lección y de las lecciones posteriores.

Para la gran mayoría de nosotros, la enfermedad es patrimonio del cuerpo físico, incluyendo las de tipo mental, al asociar la mente con las capacidades del cerebro.

Pero como ya hemos tenido ocasión de ver en las lecciones precedentes, el cuerpo físico es fruto de la proyección de nuestra mente; dicho de otro modo, el cuerpo es sencillamente parte de nuestra experiencia en el mundo físico. No podemos olvidar que sólo la mente puede crear porque el espíritu ya fue creado, y el cuerpo es un recurso de aprendizaje al servicio de la mente.

Un Curso de Milagros nos lo enseña de la siguiente manera: "El cuerpo no existe, excepto como un recurso de aprendizaje al servicio de la mente. Este recurso de aprendizaje, de por sí, no comete errores porque no puede crear" (T-2.V.1:9-10).

Por lo tanto, cuando nuestros pensamientos observan la creencia en la enfermedad del cuerpo, en realidad está dando vida a una creencia errónea; se trata de un pensamiento falso, y cuando esto ocurre: "El cuerpo sólo puede actuar equivocadamente cuando está respondiendo a un pensamiento falso". "El cuerpo no puede crear y la creencia de que puede -error básico- ­da lugar a todos los síntomas físicos" (T-2.IV.1:5-6).

Pongamos en uso la lección de hoy y, al observar el pensamiento de la enfermedad del cuerpo, digámonos que no significa nada, pues el verdadero significado no se encuentra en lo externo, sino en lo interno, en el nivel creativo, en nuestra mente. Es ahí donde debemos buscar el nivel de corrección. 

Lo dejamos aquí, pues este tema será desarrollado a lo largo de las próximas lecciones de una manera más amplia.

¡Que nuestra mente sea recta y su experiencia corporal sana!

Reflexión: ¿Cuál crees que es la causa del dolor físico?

viernes, 3 de enero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 3

LECCIÓN 3

 No entiendo nada de lo que veo en esta habitación (en esta calle, desde esta ventana, en este lugar).

1. Aplica esta idea de la misma manera que las anteriores, sin hacer distinciones de ninguna clase. 2Cualquier cosa que veas se convierte en el objeto adecuado para la aplicación de la idea. 3Ase­gúrate de no cuestionar si es adecuado o no aplicarle la idea a algo. 4En estos ejercicios no se trata de juzgar. 5Cualquier cosa es adecuada si la: ves. 6Tal vez algunas de las cosas que veas tengan una carga emocional para ti. 7Trata de dejar un lado esos senti­mientos, y simplemente aplícales la idea tal como se la aplicarías a cualquier otra cosa.

2. El objetivo de los ejercicios es ayudarte a despejar la mente de todas las asociaciones del pasado, para que puedas ver las cosas exactamente tal como se presentan ante ti ahora y también para que te des cuenta de lo poco que realmente entiendes acerca de ellas. 2Es esencial, por lo tanto, que tu mente se mantenga perfec­tamente receptiva y libre de juicios al seleccionar las cosas a las cuales vas a aplicar la idea del día. 3A tal efecto, una cosa es como cualquier otra: igualmente adecuada y, por lo tanto, igualmente útil.


¿Qué me enseña esta lección?


La facultad de "conocer" no forma parte de la capacidad del ego, dado que las valoraciones que aporta están basadas en la percepción de lo irreal. Conocer forma parte de un atributo del Yo Espiritual: la Inteligencia Creadora.

Si trasladamos este ejercicio más allá de los objetos dispuestos a nuestro alcance y lo aplicamos a las experiencias que vivimos, debemos reconocer que nuestro ego carece de la visión trascendente que ha de permitirle “conocer” la relación entre la causa y el efecto, o lo que es lo mismo, la relación entre mente y cuerpo, entre espíritu y materia. Dicha falta de conocimiento nos lleva a juzgar, a atacar, a resentir sobre el mundo que nos rodea. Nos convertimos en víctima y, en nombre de nuestro victimismo, justificamos nuestras acciones basadas en el miedo, en el odio y en la culpa.

La información que recibimos por la vía de los sentidos, especialmente el de la vista, transmite un mensaje al cerebro a través del sistema nervioso. Dicho mensaje busca la información almacenada en él, con la intención de interpretar su significado. Pero esa información pertenece al mundo de las formas, que no es real, pues es temporal. Tan sólo cuando la mente se pone al servicio de la Mente Superior, esto es, del Espíritu Santo, el aspecto de la Divinidad que favorece la comunicación del Hijo con el Padre, se puede evidenciar un mensaje real, el único verdadero, pues lo real, lo verdadero, no está sujeto a lo temporal, es inmortal.

Hoy, mientras conducía camino a casa, me llamó la atención un letrero de publicidad donde se anunciaba un producto que mi mente no tenía identificado. Desconocía realmente lo que estaba anunciando. En ese momento, me di cuenta de que aquel mensaje no significaba nada para mí. Pensé, cómo serían las cosas en los albores de la humanidad, cuando el Hijo de Dios orientó su mirada hacia el mundo tridimensional. Los objetos que sus ojos vieron por primera vez no significarían nada para esa mente joven.

Intuyo que esa situación es la que experimenta un recién nacido al encarnar en el mundo material. Percibe sensaciones y sus ojos vislumbran un mundo totalmente nuevo y carente de significado. Será a través del uso de su mente proyectada que "colapsará" la energía procedente del "campo de las infinitas posibilidades", (*) haciendo que lo que antes era pura energía, en estado potencial, adopte una imagen holográfica, la cual propiciará la percepción de la misma, a la que irá, poco a poco, dando significado a lo que experimenta y ello, pasará a formar parte de su mente, que lo archivará para aprender a identificarlo en lo sucesivo. Ese aprendizaje condicionará las futuras respuestas cuando nos encontremos en situaciones similares.

Ahora comprendo la importancia de las palabras de Jesús, cuando nos invitaba a nacer como niños para poder entrar en el Reino de los Cielos.

En el día de ayer, con motivo de la Lección 2, advertíamos que el mundo de la percepción, proyectado por nuestra mente, es irreal e ilusorio. Dentro de esta afirmación, la labor que estamos realizando en este mismo instante, me refiero a la de estudiar Un Curso de Milagros, forma parte de esa ilusión, a la que llamamos sueño. Es importante comprender esto que decimos. Es importante tomar consciencia de que el mundo de la percepción es el mundo del ego, el cual nos aportará argumentos muy sólidos para que sigamos alimentándolo y sirviéndolo. Por ejemplo, podemos pensar que desde el terreno de juego donde imperan sus leyes, podemos tomar decisiones que nos llevarán a actuar de acuerdo a la Voluntad del Padre, principalmente, ser portadores de Unidad y de Amor. Pero, jugando con sus reglas, basadas en la creencia en el pecado y en la separación, no será posible alcanzar ese propósito.

¿Qué hacer entonces? ¿Cómo debemos tomar decisiones en esas condiciones?

Un Curso de Milagros nos dice al respecto: "No cometas la equivocación de creer que entiendes lo que percibes, pues su significado se te escapa. Mas el Espíritu Santo ha preservado su significado para ti, y si tú le permites que lo interprete, Él te devolverá lo que tú despreciaste" (T-11. VIII. 2:3-4).

(*) Recomiendo la lectura de la obra escrita por Lynne Mataggart, titulada El Campo, para familiarizaros con el término "campo de las infinitas posibilidades".

Ejemplo-Guía: "El comportamiento de nuestro hijo nos desespera".

Nos encontramos experimentando una vivencia de relación con nuestro hijo. Nuestra mente, condicionada por todo lo aprendido en el pasado, nos lleva a juzgar esa situación y la valoración más inmediata que nos ofrece es interpretarla como "conflicto". Estoy seguro de que el ego nos dará múltiples razones para justificar y convencernos de que esa relación es conflictiva. Su primer argumento, el más sólido, es llevarnos a entender que su manera de ser y la nuestra son opuestas, son contrarias, es decir, su principal argumento es la separación. 


En ese momento, podemos reaccionar de varias maneras. Nos dejamos llevar por la respuesta habitual, fundamentada en las creencias adquiridas a lo largo de nuestro pasado, y protagonizamos nuestro papel fielmente, siendo una de las partes del conflicto, pues así lo hemos elegido.

Otra manera de responder puede ser la siguiente. Soy estudiante de Un Curso de Milagros y quiero aplicar sus enseñanzas. Por ello, elijo ver las cosas de otra manera y no juzgar la situación como conflictiva. Observo mis deseos de conflictividad y decido no entrar en polémica. Seguro de que esa experiencia es una oportunidad de crecimiento espiritual y haré lo posible para ayudar a mi hijo a cambiar su manera de ver las cosas. Aquí es cuando se enciende la señal de alarma. Es verdad que hemos dado un paso importante, tomando la decisión de ver las cosas de otra manera. La cuestión es, ¿estamos en condiciones de entender lo que estamos percibiendo?

Si aplicamos la enseñanza de esta lección, lo primero que debemos cuestionarnos es nuestra capacidad de entendimiento. Esto es así, por lo que hemos dicho anteriormente, jugamos en el terreno del ego, con sus reglas y leyes, lo que significa que estamos percibiendo lo que no es real, desde una conciencia de separación. 

¿Quién es mi hijo? Buena pregunta. ¿Alguien separado de mí? ¿Acaso estamos separados de Dios nuestro Padre? Entonces, ¿quién es mi hijo? 

Tú, yo y el resto de la humanidad somos el Hijo de Dios y formamos su única Filiación. Por lo tanto, cualquier vivencia a nivel de percepción que experimentemos y que esté alejada de esa Visión de Unidad exigirá Expiación (ser corregida).

Retomemos el ejemplo guía. La experiencia de lo que hemos llamado conflicto está intensamente viva. Mi respuesta: cualquier decisión que tome por mí mismo carecerá del verdadero entendimiento. Es más, ahora sé que no entiendo nada de lo que estoy percibiendo, por lo tanto, recurro al intermediario de Dios, al Espíritu Santo, a mi Mente Recta y le entrego esa experiencia, para que Él, con su Visión Unificadora, me ayude a tomar una decisión acorde al Principio de Unidad y de Amor. 

Mi experiencia en este terreno me lleva a afirmar que siempre que solicitemos la ayuda del Espíritu Santo, recibiremos respuesta. Aprenderemos a no juzgar. Dejamos en sus manos el juicio. Lo que estamos haciendo, dentro del sueño, no lo olvidemos, es elegir tener sueños más felices, basados en el perdón y en el amor.

Reflexión: ¿Conocemos la causa de la experiencia que percibimos?

Capítulo 17. IV. Los dos cuadros (1ª parte).

IV. Los dos cuadros (1ª parte).

1. Dios estableció Su relación contigo para hacerte feliz, y nin­guna cosa que hagas que no comparta Su propósito puede ser real. 2El propósito que Dios adscribió a cada cosa es la única fun­ción que tiene. 3Debido a la razón que Él tuvo para crear Su rela­ción contigo, la función de las relaciones se convirtió para siempre en "hacer feliz". 4Eso es todo. 5Para satisfacer esta función te relacionas con tus creaciones del mismo modo en que Dios se relaciona con las Suyas. 6Pues nada que Dios haya creado puede estar excluido de la felicidad, y nada que Él creó desea otra cosa que extender felicidad tal como su Creador lo hizo. Lo que no satisface esta función no puede ser real.


Dios es Amor, y nos ha creado a Su Imagen y Semejanza, por lo que podemos decir que somos "Hijos del Amor". La relación que Dios tiene con Su creación es de Amor, lo que hace posible que dicha relación no tenga otro objetivo que hacer feliz a dicha creación. Amor y felicidad tienen la misma causa, la cual emana de la Voluntad Creadora de Dios.

La igualdad que nos hace semejantes a nuestro Creador nos hace, igualmente, iguales en lo relativo al objetivo de nuestras relaciones, es decir, la función de dichas relaciones se convirtió para siempre en "hacer feliz", dicho de otro modo, en amar.

Tendríamos que reflexionar sobre el significado que damos a la felicidad cuando nuestra mente está al servicio del sistema de pensamiento del ego. No es una invitación irrelevante, sino esencial, si queremos conocer el verdadero significado del término felicidad.

Para el ego, la felicidad está condicionada al logro, a lo que recibe fuera de sí mismo, es decir, si las circunstancias son propicias a nuestros deseos, nuestra respuesta suele ser sentirnos felices. Pero si las circunstancias no son propicias, nuestra respuesta suele ser sentirnos infelices. Ello significa que, para el ego, la felicidad cambia y es temporal, y si es así, no puede ser real, porque lo real, lo que es verdad, no está sujeto al cambio.

Por lo tanto, desde el punto de vista del ego, lo que llamamos felicidad nada tiene que ver con el verdadero significado del amor. El ego no crea, sino que fabrica, o lo que es lo mismo, inventa una realidad ilusoria que es carente de amor. Tan solo el amor-felicidad tiene la capacidad de crear.

Cuando hablamos de amor, desde la visión Crística, nos estamos refiriendo a nuestra condición divina, a nuestra semejanza con el Creador. Por lo tanto, la felicidad no es un sentimiento, ni un pensamiento, sino un estado del Ser. Somos felices por lo que somos, no por lo que logramos.

2. En este mundo es imposible crear. 2Pero sí es posible hacer feliz. 3He dicho repetidamente que el Espíritu Santo no quiere privarte de tus relaciones especiales, sino transformarlas. 4lo único que esto significa es que Él reinstaurará en ellas la función que Dios les asignó. 5La función que tú les has asignado es claramente que no sean fuentes de felicidad. 6Pero la relación santa comparte el propósito de Dios, en lugar de tratar de inventar otro para que lo substituya. 7Cada relación especial que has entablado es un subs­tituto de la Voluntad de Dios y glorifica tu voluntad en vez de la Suya debido a la ilusión de que son diferentes.

La función que Dios ha dado a las relaciones, la de hacer feliz, no es la función que el ego da a las relaciones que establece, las cuales, al estar bajo la creencia del miedo, serán privativas de libertad. ¿Qué relación puede hacernos feliz si está condicionada por el miedo?

La ayuda del Espíritu Santo es esencial para transformar las relaciones especiales en relaciones santas. Para ello, necesita que nuestra voluntad se ponga al servicio del amor, lo que nos llevará a percibir al otro como nuestros hermanos en la Filiación Divina. El amor sustituirá al miedo y la inocencia sustituirá a la errónea creencia en que somos pecadores. No existiendo el miedo ni el pecado, la culpa no se manifestará, lo que propiciará que el presente sea vivido conscientemente sin que las sombras del pasado lo puedan nublar.

3.Has entablado relaciones muy reales incluso en este mundo. 2Sin embargo, no las reconoces porque has hecho que sus substitutos predominen de tal manera que, cuando la verdad te llama -como constantemente lo hace- contestas con un substi­tuto. 3El propósito fundamental de cada relación especial que has entablado es mantener a tu mente tan ocupada que no puedas oír la llamada de la verdad.

El miedo es el sustituto del amor y de la felicidad. Ello nos lleva a establecer relaciones en las que la carencia del amor y de la felicidad no propiciará una relación santa, en la que sabremos reconocer la unión que compartimos con nuestro Creador y con la Filiación.

4. En cierto sentido, la relación especial fue la respuesta del ego a la creación del Espíritu Santo, Quien a Su vez fue la Respuesta de Dios a la separación. 2Pues aunque el ego no entendía lo que había sido creado, era consciente de una amenaza. 3Todo el sis­tema defensivo que el ego desarrolló para proteger la separación de los avances del Espíritu Santo, fue en respuesta al regalo con el que Dios la bendijo, Quien, mediante Su bendición, permitió que se subsanase. 4Esta bendición encierra dentro de sí la verdad de todo. 5la verdad es que el Espíritu Santo mantiene una estre­cha relación contigo porque en Él tu relación con Dios queda restaurada. 6Tu relación con Él jamás se ha roto porque desde que se produjo la separación el Espíritu Santo no ha estado separado de nadie. 7Y gracias a Él todas tus relaciones santas han sido cuidadosamente preservadas para que sirvan el propósito que Dios te dio.

Si creemos que podemos crear un mundo real donde el amor esté ausente, estaremos repitiendo el error original que da lugar a la creencia en la separación. Le estaremos dando más validez a la percepción que al Conocimiento. Le estaremos dando más importancia a la forma que al contenido. Estaremos fijando nuestra identidad en el cuerpo y negando cualquier otra realidad que no percibamos. El ego debe su existencia a esas prioridades y su objetivo no es otro que perpetuar sus falsas creencias para sustentar su sistema de pensamiento.

Mientras que el ego ataca y niega cualquier creencia en la unidad, el Espíritu Santo refuerza la verdad que nos mantiene unidos a la Mente de nuestro Creador. El Espíritu Santo es el camino que nos llevará de vuelta a nuestro verdadero Hogar. Él sí conoce lo que somos y mantiene nuestra identidad a salvo de cualquier ataque procedente de la identidad ilusoria del ego. Esto es así, simplemente, porque el Espíritu Santo no ve al ego, pues no ve la separación.

jueves, 2 de enero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 2

LECCIÓN 2

Le he dado a todo lo que veo en esta habitación (en esta calle, desde esta ventana, en este lugar) todo el significado que tiene para mí.

1. Los ejercicios que se deben llevar a cabo con esta idea son igua­les a los de la primera lección. 2Comienza con las cosas que estén cerca de ti, y aplica la idea a cualquier cosa en la que tu mirada se pose. 3Extiende luego tu campo visual. 4Gira la cabeza de modo que puedas incluir lo que se encuentre a ambos lados de ti. 5Si es posible, da la vuelta y aplica la idea a lo que se encuentre detrás de ti. 6Sé tan imparcial como puedas al seleccionar los objetos a los que vas a aplicar la idea; no te concentres en nada en particular, ni trates de incluir todo lo que veas en una zona determinada, ya que eso causaría tensión.

2. Echa simplemente una rápida mirada a tu alrededor, tratando de evitar la selección de objetos en función de su tamaño, brillan­tez, color o material, o de la relativa importancia que tengan para ti. 2El simple hecho de ver un objeto lo convierte en tu selección. 3Trata de aplicar la idea con la misma facilidad a un cuerpo que a un botón, a una mosca que a un piso, a un brazo que a una man­zana. 4El único criterio a seguir para aplicar la idea a algo es simplemente que tus ojos se hayan posado sobre ello. 5No trates de incluir nada en particular, pero asegúrate de no excluir nada deliberadamente.


¿Qué me enseña esta lección?

Mi experiencia en la práctica de Un Curso de Milagros me lleva a afirmar que las enseñanzas recogidas en las primeras lecciones del Libro de Ejercicios son de gran importancia, dado que su mensaje nos revela, por un lado, el estado mental con el que estamos habituados a pensar y, por otro, el nuevo estado mental que debemos activar.

Fijémonos que detrás de cualquier experiencia que vivimos en el nivel físico, despierta en nosotros una respuesta casi inmediata. Dicha respuesta está condicionada por nuestras creencias. ¿Pero de dónde proceden las creencias? ¿Te lo has preguntado alguna vez?

Si reflexionamos sobre este particular, veremos cómo las creencias de la humanidad han ido evolucionando. Lo que creemos hoy no es lo mismo que creían nuestros antepasados. Es más, si realizamos una investigación sobre el tipo de creencias según el lugar donde vivimos, encontraremos evidentes diferencias que nos llevarán a determinar que el tema de las creencias está sujeto al permanente cambio. Ya sabemos que todo lo que está sujeto al cambio no es real. La verdad, lo único que es real, es una.

Podríamos preguntarnos, ¿cuál fue el origen de la primera creencia? La respuesta, sin duda, es de vital importancia, pues condicionará el modo en cómo vemos las cosas y sobre todo el modo en cómo las percibimos.

La primera creencia o lo que se ha llamado Pensamiento Original llevó al Hijo de Dios a utilizar los Poderes Creadores con los que había sido creado, entre los cuales se encontraba la Voluntad. Esa libre elección le llevó a hacer uso de su mente de manera individualizada, es decir, eligió "pensar por sí mismo" independientemente del Pensamiento de Dios. Ese acto volitivo se interpretó como "pecado" y dio lugar a la falsa creencia en la "separación". El error original se traduce en la errónea creencia de que pensar individualmente es estar separado de nuestra fuente creadora.

A partir de ese instante, el Hijo de Dios, que hasta ese momento se alimentaba directamente del Cuerpo Mental de Su Creador, comenzó a "proyectar" su mente hacia el exterior, lo que le llevó a la percepción de nuevos niveles de energía.

Dejaremos para más adelante la continuación de lo que supuso ese "Primer Pensamiento". En estos momentos nos conformamos con situarnos en el estado que nos permite comprender el origen de las creencias.
La creencia en el "pecado" basada en la separación nos lleva a percibir, a juzgar lo que creemos ver, que siempre responde a la proyección de nuestra mente. Dar significado a aquello que vemos y percibimos está basado en el error y en la ilusión. Por lo tanto, la pregunta que debemos hacernos es: ¿seguiremos interpretando aquello que percibimos como la verdad o como algo ilusorio?

En nuestro estado actual, nuestras creencias nos llevan a determinar que nuestra identidad es un cuerpo material y que la creencia en la separación está fundamentada en la diferenciación percibida por los cuerpos.

Bajo el condicionamiento de esa creencia, nuestros juicios están justificados, pero al mismo tiempo, son la causa de nuestra infelicidad. Creer en el pecado nos lleva a justificar el castigo y el dolor. Creer en la separación nos lleva a justificar el ataque y la venganza.

La afirmación recogida en esta lección nos lleva a ser conscientes de que le damos a las cosas que percibimos todo el significado que tienen para nosotros.

Es el momento de reflexionar sobre este punto y preguntarnos: ¿qué significado le damos a lo que vemos?

Tal vez en estos momentos nos inunde un profundo desazón, al pensar que si nada de lo que vemos significa nada, ¿cómo debo responder a las situaciones que experimentamos?

Acabamos de empezar el Curso y toda enseñanza requiere un proceso de asimilación que nos permita asimilarla.

Lo importante, lo más importante que debemos sacar de lo expuesto, es que el mundo con el que nos encontramos identificados es fruto de la ilusión y del error, por lo tanto no es real, es un sueño. Que tomar conciencia de ello no nos saca del sueño, pero sí nos permite tomar conciencia de que somos los soñadores del sueño. A partir de ese punto del camino, importante por cierto, comenzaremos a responder de una manera diferente, sabedores de que estamos soñando y que conseguiremos despertar.

¿Esto qué significa? Pues, que podemos elegir ver las cosas de otra manera. No desde la separación. Si conseguimos pensar en términos de Unidad, aquello que proyectemos, aun siendo una ilusión, pues se manifestará en el mundo de la percepción, llevará otro sello, que nos abrirá las fronteras de una realidad diferente. Estaremos viviendo en este mundo irreal, sin pertenecer a él.

Por ejemplo, esto que estamos haciendo en estos momentos, por mi parte escribiendo unas líneas, que tú estás ahora leyendo, forma parte del sueño. Pero la diferencia estriba en que soy consciente de que lo estoy soñando. Esa es la invitación que nos hace Un Curso de Milagros.

Como soñador del sueño, esta lección me enseña o invita a mi mente a tomar conciencia del poder que encierra la facultad de decidir. Nadie me obliga a ver las cosas de una manera u otra. Reconozco que en mí existe una clara tendencia a valorar basándome en lo aprendido: “esto es así o de otra manera”. Siempre dejo mi impronta sobre lo que juzgo. Sin embargo, puedo elegir ver las cosas de otra manera, puedo elegir: no percibir como siempre lo hago; no juzgar condenatoriamente; no dejarme llevar por el filtro de las emociones y sentimientos. Puedo elegir ver las cosas tal y como son, frutos de la ilusión y sin significado.

¿Nos hemos parado a pensar si las decisiones que tomamos son las que realmente deseamos tomar? Estoy convencido de que en la respuesta coincidimos: No. 

Este ejercicio me lleva a cuestionar profundamente mis creencias, mis valores. Me doy perfecta cuenta de que estoy condicionado a la hora de elegir y ello me lleva a no ver las cosas en su verdadero significado: nada de lo que veo significa nada. Podemos caer en la tentación de pensar que el significado de las cosas selo aporta el nombre que acostumbramos a usar para identificarlas, pero si tomamos un objeto, como puede ser una silla, para el que la ha diseñado, su creador, sin duda aportará un significado de la misma, distinto al de la persona que se encarga de su venta o de quien utiliza su madera como leña para hacer una fogata. El significado pasa a ser una elección, una libre elección. 

Y qué mejor elección a la hora de dar significado que la de optar por no utilizar filtros, como el que nos puede aportar una emoción, una creencia, para ver las cosas tal y como son: reales y verdaderas. En el ejemplo de la silla, si decidimos dar un significado basándonos en los criterios del ego, diremos que se trata de un objeto que se utiliza, comúnmente, para sentarse. Y podemos llevarnos años, décadas, limitando ese objeto a un único uso.

Ahora bien, desde el punto de vista holístico y espiritual, la realidad de la silla se traduce en una emanación de la mente, en la creación de una idea. La elección de su uso forma parte igualmente del plano de la mente, por lo que el verdadero significado de ese objeto lo encontramos en lo mental y no en lo material. Entonces ocurre que, cierto día, alguien decide dar a la silla un nuevo uso. A partir de ese momento, el significado de la silla se ve modificado. ¿Dónde está la causa de ese cambio, en la mente o en la silla? ¿Qué significado le daremos nosotros? 

El ejercicio trata de mantener la percepción de lo que vemos, libre de influencias emocionales que enturbien nuestra mente. Ver sin dar significado permite no juzgar, no caer en la tentación de la subjetividad. No hay que confundir este tratamiento con el "no sentir", pues se trata de trasladar directamente lo que vemos al nivel de la realidad UNA, donde el verdadero sentimiento es el Amor que todo lo une.

Ejemplo guía: "El comportamiento de nuestro hijo nos desespera"

Intentemos aplicar la enseñanza de esta nueva lección al ejemplo-guía que utilizamos en la lección 1. 

Nos encontramos experimentando el conflicto de relación padre-hijo. En primer lugar, la visión del conflicto, ¿dónde se encuentra, si lo que vemos no es real? Lo que vemos, lo vemos así, porque le estamos dando todo el significado que tiene para nosotros. Pero, ¿realmente es así? ¿Podemos aceptar que pueda ser de otra manera? ¿Por qué lo estamos viendo de esa manera y no de otra?

Debemos reflexionar sobre el origen de nuestras creencias. ¿Qué creencias condicionan aquello que estamos viendo como lo estamos viendo?

Si lo que estamos viendo se convierte en un conflicto que nos priva de la paz y de la armonía, y ello es así porque hemos elegido que así sea, ¿podemos verlo de otra manera?

El camino que acabamos de comenzar a andar nos invita a "desaprender", nos invita a "renacer" en el nivel de las "causas", en el nivel de donde fluyen y emanan los pensamientos. En la experiencia que estamos usando como ejemplo-guía, si respondemos a ella desde el conflicto, nos está indicando que en nuestra mente existe esa creencia que nos lleva a verla de esa manera y no de otra. ¿Qué crees que ocurrirá si eliges no verlo como un conflicto? ¿Crees que vivirías la experiencia del conflicto? ¿Crees que esa decisión cambiará a algunos de los implicados en el conflicto? Me gustaría conocer lo que opinas.

Reflexión: Si viendo, como crees que ves tu realidad, eres infeliz. ¿Qué te impide ver, lo que crees ver, de otra manera?

Capítulo 17. III. Sombras del pasado (3ª parte).

III. Sombras del pasado (3ª parte).

7. Harás todo esto gustosamente, sólo con que le dejes mantener la chispa delante de ti para que alumbre tu camino y puedas verlo con claridad. 2El Hijo de Dios es uno. 3A quienes Dios ha unido como uno, el ego no los puede desunir. 4Por muy oculta que se encuentre en toda relación, la chispa de la santidad no puede sino estar a salvo. 5Pues el Creador de la única relación que existe no se ha excluido a Sí Mismo de ninguno de sus aspectos. 6Éste es el único aspecto de la relación que el Espíritu Santo ve porque sabe que únicamente ese aspecto es verdad. 7Tú has hecho que la rela­ción sea irreal y, por lo tanto, no santa, al verla como no es y donde no está. 8Entrégale el pasado a Aquel que puede hacer que cambies de parecer con respecto a él por ti. 9Pero asegúrate antes que nada de que te das cuenta plenamente de lo que has hecho que el pasado represente, y por qué.

La relación no santa es aquella que da prioridad al pasado en el estado presente. Es la decisión de vengarse de los demás a través de la relación, cuando en verdad lo que estamos haciendo es vengarnos de nuestra propia ignorancia, pues desconocemos que fuera de nosotros no hay nada tal y como nosotros lo percibimos. Es nuestra mente la que decide interpretar lo que percibe según nuestra falsa creencia en la ilusión.

Cuando juzgamos al otro, al mirarlo, estamos proyectando nuestros pensamientos internos sobre él, lo que nos lleva a juzgarlo en la misma medida en que nos juzgamos a nosotros, con una variedad en que nuestros juicios propios los mantenemos ocultos y los del otro los hacemos públicos, en un deseo de trascender los nuestros propios.

La relación santa es la inspirada por la Mente Recta, la cual nos lleva a percibir la unidad entre las partes, entre las mentes.

8El pasado se convierte en la justificación para entablar una alianza continua y profana con el ego contra el presente. 2Pues el presente es perdón. 3Por lo tanto, las relaciones que la alianza no santa fomenta no se perciben ni se experimentan como si estuvie­sen ocurriendo ahora. 4Mas el marco de referencia al que se recu­rre para que le dé significado al presente es una ilusión del pasado en la que se conservan aquellos elementos que se ajustan al propósito de la relación no santa, y se abandonan todos los demás. 5lo que de esta manera se abandona, es toda la verdad que el pasado jamás habría podido ofrecer al presente para que diese testimonio de la realidad de éste. 6Lo que se conserva no hace sino dar testimonio de la realidad de los sueños.

Si nuestra mente queda ocupada en cada presente con una visión permanente de recuerdos del pasado, cualquier relación que emprendamos no será real, pues está intentando sostenerse sobre los frágiles pilares de lo que no es real.

Este tipo de relaciones requerirá un gran esfuerzo para mantenerse estable y, por lo general, salvo que se produzca un cambio de visión en la consciencia, están llamadas al fracaso y a la frustración.

El presente es la única oportunidad que tenemos para deshacernos de los errores del pasado, esto es, de perdonarlos, pues es en el presente donde únicamente podemos elegir de nuevo, podemos ver de otra manera, podemos ver lo que es real y lo que ya no lo es.

9. Sigue estando en tus manos elegir unirte a la verdad o a la ilusión. 2Pero recuerda que elegir una es abandonar la otra. 3Dota­rás de belleza y realidad a la que elijas porque tu elección depende de cuál valoras más. 4La chispa de belleza o el velo de fealdad, el mundo real o el de la culpabilidad y el miedo, la verdad o la ilusión, la libertad o la esclavitud, es todo lo mismo. 5Pues no puedes elegir más que entre Dios o el ego. 6Todo sistema de pen­samiento o bien es verdadero o bien falso, y todos sus atributos se derivan naturalmente de lo que es. 7Únicamente los Pensamientos de Dios son verdaderos. 8Y todo lo que se deriva de ellos procede de lo que son, y es tan verdadero como la santa Fuente de donde procedieron.

He aquí que, una vez más, nos encontramos con una verdad esencial: tenemos la capacidad de elegir, y la tenemos, no porque seamos un ego, pues el ego tan sólo impone limitación y miedo, sino porque somos el Hijo de Dios, creados a Su Imagen y Semejanza.

¿Vamos a utilizar ese poder divino para elegir cultivar pensamientos falsos que darán frutos falsos y amargos, o vamos a utilizar nuestra voluntad para elegir cultivar pensamientos verdaderos que, al ser compartidos con los demás, darán frutos dulces y abundantes?

10Santo hermano mío, quiero formar parte de todas tus relacio­nes, e interponerme entre tus fantasías y tú. 2Permite que mi rela­ción contigo sea algo real para ti, y déjame infundirle realidad a la percepción que tienes de tus hermanos. 3No fueron creados para que pudieses hacerte daño a través de ellos. 4Fueron creados para crear junto contigo. 5Ésta es la verdad que quiero interponer entre tu objetivo de locura y tú. 6No te separes de mí ni dejes que el santo propósito de la Expiación se pierda de vista en sueños de venganza. 7Las relaciones en las que tales sueños se tienen en gran estima me excluyen a mí. 8En el Nombre de Dios, déjame entrar a formar parte de ellas y brindarte paz para que tú a tu vez puedas ofrecerme paz a mí.

Entra, hermano, la puerta de mi mente está abierta para que tu presencia ilumine el recinto donde albergo mis pensamientos amorosos y donde me uno, conscientemente, a ti.

Que el amor bendiga nuestra unión y que no la separe el ego.

Que así sea.

miércoles, 1 de enero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios: Lección 1

PRIMERA PARTE 

LECCIÓN 1 

Nada de lo que veo en esta habitación (en esta calle, desde esta ventana, en este lugar), significa nada.
Mira ahora lentamente a tu alrededor, y aplica esta idea de manera muy concreta a todo lo que veas:

2Esa mesa no significa nada. 
3Esa silla no significa nada. 
4Esta mano no significa nada. 
5Este pie no significa nada. 
6Esta pluma no significa nada. 

Luego mira más allá de lo que se encuentra inmediatamente alrededor tuyo, y aplica la idea dentro de un campo más amplio: 

2Esa puerta no significa nada. 
3Ese cuerpo no significa nada. 
4Esa lámpara no significa nada. 
5Ese letrero no significa nada. 
6Esa sombra no significa nada. 

Observa que estas expresiones no siguen ningún orden deter­minado, ni hacen distinción entre la clase de cosas a las que se aplican. 2Ése es el propósito del ejercicio. 3La afirmación debe apli­carse sencillamente a cualquier cosa que veas. 4Al practicar con la idea del día, hazlo con total imparcialidad. 5No trates de aplicarla a todo lo que se encuentre dentro de tu campo visual, pues estos ejercicios no deben convertirse en un ritual. 6Asegúrate solamente de no excluir nada en particular. 7Desde el punto de vista de la aplicación de la idea, una cosa es igual que cualquier otra. 

Las tres primeras lecciones no deben hacerse más de dos veces al día, preferiblemente una vez por la mañana y otra por la noche. 2No deben pasar de un minuto más o menos, a no ser que eso cause una sensación de premura. 3Una cómoda sensación de reposo es esencial. 


¿Qué me enseña esta lección? 

Me hace reflexionar sobre una facultad muy importante, la capacidad de ver. Normalmente, relacionamos esta acción con una función propia y característica de los ojos. Es gracias a ellos y a la aportación de la luz que adquirimos la condición de percibir. Cuando experimentamos a través de estos órganos de percepción, por lo general atribuimos lo percibido como una realidad, incuestionable, del mundo material. 

Sin embargo, seguro que todos hemos tenido experiencias adquiridas a través de la vista que no siempre nos ha llevado a conocer con certeza aquello que hemos creído ver con total nitidez. De ahí el refrán: “La vista engaña”, y no me estoy refiriendo tan solo a las ilusiones ópticas. 

Lo experimentado a través de la vista parece dar seguridad a la personalidad egoica. Es más, el ego llega a negar aquello que no ve y, cuando esto ocurre, estamos adoptando el papel estelar de Santo Tomás, que tuvo que meter el dedo en la llaga de las heridas de Cristo para creer. 

Pero la acción de ver no tan sólo queda circunscrita a la facultad de percepción de los ojos. Ver es también cuando percibimos algo con cualquiera de los sentidos o con la inteligencia (Diccionario de la RAE). De hecho, un invidente, cuando se expresa de este modo: “veo que eres una persona íntegra”, en verdad, está transmitiendo un conocimiento, una profunda visión, de aquello que percibe internamente, mental o emocionalmente. 

Podríamos aventurarnos a cuestionar, ¿cuál de las dos visiones es más real o verdadera?

Teniendo en cuenta la lección que estamos analizando, yo diría que aquella que proviene de la mente, pues es la mente el vehículo más elevado con el que contamos, pues nuestro "Cuerpo Mental" es el más cercano al Mundo de Dios. 

Es obvio que tenemos que purificar nuestros pensamientos, para que la Luz del Padre se manifieste en ellos, llevándonos a la percepción más pura, al verdadero Conocimiento. Estamos en el camino para lograr alcanzar esta meta o, mejor dicho, para reencontrarnos con nuestro "Principio", con nuestra verdadera "Esencia". 

En este sentido, este ejercicio me enseña e invita a mi mente a no interpretar, a no juzgar, a no aportar un valor, un significado a lo que percibo como real, pues no lo es, ya que todo lo material está sujeto al cambio, y lo verdaderamente real es eterno.

Por otro lado, al no aportarle significado a lo que perciben mis ojos, se me ofrece la oportunidad de decidir la acción sin influencia emocional o perceptiva. Las cosas son como son y no como yo creo que son. Aprendo a no juzgar y, con ello, evito condicionar mi estado anímico.


Ejemplo guía: "El comportamiento de nuestro hijo nos desespera".

Cuando esto ocurre, es una experiencia muy común en la mayoría de las familias; nuestra respuesta se encuentra condicionada por el modo en cómo vemos las cosas. Estamos siendo testigos de un comportamiento y nuestra mente lo juzga, determinando de este modo una reacción que, al ser compartida, expresada, nos conducirá a experimentar una vivencia de conflicto padre-hijo. Esa es nuestra respuesta habitual. 

Ahora bien, si aplicamos a esta experiencia las enseñanzas de esta primera lección, ¿cómo actuaríamos? ¿Juzgaríamos lo que vemos si verdaderamente no es real? ¿Para qué estamos experimentando esa visión? ¿Para qué nuestra mente proyecta fuera esa vivencia? 

Reflexión: ¿Estás seguro de que lo que crees ver con tus ojos es la realidad o lo que crees ver es el significado que le da tu mente?

Capítulo 17. III. Sombras del pasado (2ª parte).

 III. Sombras del pasado (2ª parte).

4. El tiempo es ciertamente severo con la relación no santa. 2Pues el tiempo es cruel en manos del ego, de la misma manera en que es benévolo cuando se usa en favor de la mansedumbre. 3La atrac­ción de la relación no santa empieza a disminuir y a ponerse en duda casi de inmediato. 4Una vez que se ha establecido la rela­ción, la duda surge inevitablemente, pues el propósito de la rela­ción no se puede alcanzar. 5El "ideal" de la relación no santa, por lo tanto, requiere que la realidad del otro no venga a "estropear" el sueño. 6cuanto menos aporte a la relación, "mejor" se vuelve ésta. 7Y así, el intento de unión se convierte en una forma de excluir incluso a aquel con quien se procuró la unión. 8Pues la relación se estableció precisamente para excluirle de ella y para que la "unión" fuese con fantasías en las que se goza de una "dicha" ininterrumpida.

¿Qué mejor prueba nos puede ofrecer el ego que la relación no santa para justificar su sistema de pensamiento basado en la creencia en la separación? La relación no santa da cita a los recuerdos del pasado, donde somos testigos de nuestra libre elección de no amar, sino de juzgar el pecado en los demás y de considerarlos culpables por pecar contra la Ley del Amor.

Con esa base, el edificio de la verdad no se podrá sostener. Es imposible crear recuerdos de amor cuando realmente nos estamos odiando interiormente y proyectando sobre los demás nuestro propio odio. Si no creemos en el amor, no podremos dar amor.

El ego disfruta haciendo recordar al otro sus pecados. De esta forma le impide recordar que es impecable e inocente; le impide recordar que somos "hijos del amor" y como tal gozamos de la perfección de nuestro Padre.

5¿Cómo puede el Espíritu Santo introducir Su interpretación de que el cuerpo es un medio de comunicación en las relaciones cuyo único propósito es separarse de la realidad? 2Lo que el per­dón es, es lo que le capacita para hacerlo. 3Si se ha olvidado todo, excepto los pensamientos amorosos, lo que queda es eterno. 4Y el pasado transformado se vuelve como el presente. 5El pasado deja de estar en conflicto con el ahora. 6Esta continuidad extiende el presente al aumentar su realidad y su valor en la percepción que tienes de él. 7En estos pensamientos amorosos, y oculta tras la fealdad de la relación no santa en la que se recuerda el odio, se encuentra la chispa de belleza dispuesta a cobrar vida tan pronto como se le entregue la relación a Aquel que le infunde vida y belleza. 8Por eso es por lo que la Expiación se centra en el pasado, que es la fuente de la separación y donde ésta debe ser des-hecha. 9Pues la separación debe ser corregida allí donde fue concebida.

Cuando el pasado es perdonado, lo transformamos de modo que nuestra atención tan sólo se centra en lo esencial, en lo verdadero, en los pensamientos amorosos que hemos compartido con nuestros hermanos. El perdón pone fin a la ilusión del pecado, de la culpa y del sufrimiento. El perdón pone fin a todo deseo de venganza, pues no encontraremos nada que no sea motivo de ser amado.

El perdón, es evidente, no se usa en el pasado. Siempre lo hace en el presente, de modo que, cuando decidimos perdonar el pasado, lo que realmente estamos haciendo es elegir, desde el presente, ver tan sólo los pensamientos amorosos.

6. El ego trata de "resolver" sus problemas, no en su punto de origen, sino donde no fueron concebidos. 2así es como trata de garantizar que no tengan solución. 3Lo único que el Espíritu Santo desea es resolver todo completa y perfectamente, de modo que busca y halla la fuente de los problemas allí donde ésta se encuen­tra, y allí mismo la deshace. 4Y con cada paso del proceso de des­hacer que Él lleva a cabo, la separación se va deshaciendo más y más, y la unión se vuelve cada vez más inminente. 5Ninguna "razón" que hable en favor de la separación le causa confusión alguna. 6Lo único que percibe en la separación es que tiene que ser des-hecha. 7Permite que Él descubra la chispa de belleza que se encuentra oculta en tus relaciones y te la revele. 8Su belleza te atraerá tanto, que no estarás dispuesto a perderla de vista nuevamente. 9Y dejarás que esta chispa transforme la relación de modo que la puedas ver más y más. 10Pues la desearás más y más, y estarás cada vez menos dispuesto a que esté oculta de ti. 11Y aprenderás a buscar y a establecer las condiciones en las que esta belleza se puede ver.

El ego, a través de la relación especial, no santa, trata de "resolver" sus problemas en el presente, pero recordando el dolor del pasado. Ese presente no es utilizado para perdonar los errores del pasado, sino para vengarse del daño recibido en él. Ese daño que se recuerda es causado en "apariencia" por el otro, y ese otro es el que despertará en él tal atracción en el presente, que decidirá unirse a él en una relación no santa. Dicha relación no puede ser santa si el motivo que la inspira es la venganza. 

Creemos que podemos ser dañados por los demás, porque creemos que el cuerpo puede dañar, pero en verdad, el daño es un pensamiento que se apodera de nuestra mente y por el cual nos castigamos a nosotros mismos al creernos culpables pecadores…

Hemos olvidado que vemos aquello que deseamos. Si vemos daño es porque estamos deseando dañar; si vemos culpa es porque estamos juzgando, y si juzgamos, es porque nos estamos juzgando a nosotros mismos.

El origen del pecado, de la culpa, de la separación, no se encuentra en el presente, pues este estado del tiempo es "virgen", es nuevo, es inocente. Deja de serlo si trasladamos el recuerdo del pasado al presente. El error original se encuentra en el pasado; por esa razón el Espíritu Santo lo corrige en ese mismo estado y lo hace no creyendo en él, pues lo que se encuentra en el pasado ya pasó y no existe. Cuando perdonamos, estamos obviando lo que no existe, salvo que queramos que exista.

Respóndete a esta pregunta: ¿qué te impide perdonar?

La respuesta ya la sabes: El hacer real el pasado y negarte a ver la realidad de que no existe.