¿Qué me enseña esta lección?
El resentimiento es fruto de una falta de amor y de perdón. Tan sólo podemos sentir resentimiento cuando estamos en ego, es decir, cuando estamos identificados con la separación, el dolor, la culpa y el miedo.
Cuando actuamos, y somos causas del error, es el precio que debemos pagar por elegir experimentar y aprender siguiendo al maestro incorrecto.
Debemos tener plena conciencia de que tenemos a nuestra disposición un eterno bálsamo que nos libera del sentimiento de culpa y, por ende, del resentimiento. Estoy refiriéndome al perdón, como la vía de nuestra salvación.
Actuar libre de resentimiento nos permite expresarnos como portadores de
luz y nos convertimos en la luz del mundo; damos testimonio de nuestra
divinidad en la tierra.
En la lección anterior apuntábamos el origen de nuestros resentimientos y
establecíamos, lo que podríamos llamar, el "resentimiento original",
es decir, el resentimiento hacia nuestro Creador, o lo que es lo mismo, el
resentimiento hacia nosotros mismos.
Ese resentimiento se encuentra oculto en nuestro inconsciente, al igual que todos aquellos sentimientos y pensamientos que interpretamos como "indecorosos" a los ojos de Dios.
¿Cómo íbamos a ganarnos la salvación, el perdón de Dios, si reconocemos
abiertamente que lo odiamos por no habernos perdonado antes?
De igual modo como Adán ocultó su desnudez -su inocencia- y se ocultó de Dios,
tras comer del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, nosotros mantenemos
oculto nuestros "pecados" a los ojos de la consciencia, pues
reconocerlos nos produciría un profundo dolor.
Debido a ese mecanismo inconsciente, el hombre, para no hacer consciente sus miedos, sus temores y culpas, decide proyectar su mundo interno al exterior y comienza a percibirse a través de lo externo, a través de los demás. Cada uno de sus hermanos se convierte en un aliado, pues actúa como el espejo donde ve proyectado su mundo interno. Pero ese efecto, al ser inconsciente, no le lleva a percibir sus miedos, su ataque en el otro, y así da comienzo la febril odisea del ser humano.
Pero este cuento no puede tener un final triste, ningún cuento debería tenerlo. Es precisamente, esa mecánica de proyección la que nos permitirá ir más allá de las nubes y descubrir que detrás de ella, se encuentra la Luz. ¿Qué queremos decir con esto? Sencillamente, las nubes, son nuestros aliados, nuestros hermanos. En ellos observamos, vemos proyectado, nuestro mundo oculto. Si somos capaces de ir más allá de esa pobre y limitada visión que nos lleva a percibirlos como seres separados de nosotros y, en su lugar, los vemos tal y como son, es decir, una parte del Todo, de la Filiación, entonces, veremos con felicidad, que se convierten en la fuente de Luz donde encontraremos la verdad y la salvación. Ellos se convierten en los objetivos donde tendremos la oportunidad de lanzar la fuerza de nuestro perdón.
Ejemplo-Guía: "Descubriendo a nuestros enemigos, es decir, a nuestros
salvadores"
Lo hemos elegido. Todavía estamos a tiempo de no complicarnos la vida, de
continuar andando el camino que hemos seguido hasta ahora. De continuar
eligiendo ver la vida a nuestra manera. De tomar las decisiones, sin libertad,
sino inspirado por nuestros miedos. De buscar el bien-estar, en vez del
Bien-Ser.
Sí, hemos elegido, ver las cosas de otra manera y estamos aprendiendo cómo hacerlo. Es por lo que nos encontramos en este punto del camino. Si continuamos avanzando, es la señal que Dios espera de nosotros, que el Espíritu Santo, aguarda con paciencia. Significa que ponemos una pequeña dosis de voluntad, la justa y necesaria, para permitir que nuestro Padre y la Voz que habla por Él, haga el resto por nosotros.
Sí, es eso lo único que se nos ha pedido desde el principio. Que nuestra voluntad se ponga al servicio de la Voluntad de Dios. Él quiere que sea nuestra voluntad la que se haga y está dispuesto a estar, como siempre ha estado, presente en nuestras vidas.
Con este ejercicio, paralelamente al detallado en la lección, en la que nuestra mente lleva a cabo el firme propósito de ir más allá de las nubes que nos ocultan la Luz del Mundo, vamos a alcanzar esa Luz, a través de nuestros hermanos. Para ello, tenemos que identificar a aquellos que despiertan en nosotros el resentimiento. Vamos a observarlos y a descubrir qué es lo que más odiamos de él. Diremos, odio su vanidad, su excesivo orgullo. No soporto su arrogancia, etc.
Ahora, busca dentro de ti, con honestidad, con valentía, dónde se encuentra esa "nube" en forma de orgullo, de vanidad, de arrogancia. Si lo haces desde la visión del amor y no desde la visión del juicio, con la plena certeza de que el rostro que rechazas en tu hermano es tu propio rostro oculto, podrás traspasar esos nubarrones oscuros y alcanzarás la luz. Cuando te encuentres en ese estado, darás las gracias a tu hermano y te perdonarás.
La clave de este ejercicio está en no juzgar, ni condenar, ni a tu hermano,
ni por supuesto, a ti mismo. El resentimiento ha sido sustituido por el perdón.
Reflexión: Identifica un resentir, ¿cómo te hace sentir? ¿Hay paz en esa
emoción?
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