lunes, 4 de marzo de 2024

Capítulo 2. III. El altar de Dios

 III. El altar de Dios


1. Sólo puedes aceptar la Expiación dentro de ti liberando la luz interior. 2Desde la separación, las defensas se han usado casi exclusivamente para defenderse contra la Expiación y mantener así vigente la separación. 3Generalmente esto se manifiesta como una necesidad de proteger el cuerpo. 4Las múltiples fantasías corporales a las que las mentes se entregan proceden de la creencia distorsionada de que el cuerpo puede usarse como un medio para alcanzar la "expiación" 5Percibir el cuerpo como un templo es únicamente el primer paso en el proceso de corregir esta dis­torsión, ya que sólo la altera en parte. 6Dicha percepción del cuerpo ciertamente reconoce que la Expiación en términos físicos es imposible. 7El siguiente paso, no obstante, es darse cuenta de que un templo no es en modo alguno una estructura. 8Su verda­dera santidad reside en el altar interior en torno al cual se erige la estructura. 9Hacer hincapié en estructuras hermosas es señal de que se teme a la Expiación y de que no se está dispuesto a llegar al altar en sí. 10La auténtica belleza del templo no puede verse con los ojos físicos. 11La visión espiritual, por otra parte, al ser una visión perfecta, no puede ver la estructura en absoluto. 12Puede, no obstante, ver el altar con perfecta claridad.

La verdadera vida no reside en el cuerpo físico, sino en nuestra Esencia Espiritual y Divina. Pensar en que la vida encuentra su altar en el cuerpo es el argumento que defiende el ego para dar credibilidad a su identidad. De esa creencia emana todas las iniciativas que abogan por el culto al cuerpo.

Para el ego, la búsqueda de la perfección se convierte en una empresa vital y ello le lleva a entregarse al proceso de "expiación" cuyos pilares son la culpa, el sufrimiento, el sacrificio, el trabajo, el dolor, etc. Pero esos mecanismos de defensa son armas de doble filo, pues entiende que la mejor defensa es un buen ataque.

El Curso nos revela que la Expiación no procede de este mundo, que ya existía antes de que la separación formase parte de nuestras creencias. Por lo tanto, la Expiación no sana los efectos, sino las causas. Corrige el pensamiento erróneo, la falsa creencia y como consecuencia de ello, esa corrección se verá manifestada en la sanación externa.

El cuerpo físico tiene la función de servir para ayudarnos a tomar consciencia de nuestra verdadera Esencia; para alimentar el fuego que emana del verdadero Altar, pero no es altar mismo. La luz que emana de nuestro verdadero Ser es eterna, mientras que las partículas que dar forma a nuestro cuerpo son temporales y perecederas.

2. Para que la eficacia de la Expiación sea perfecta, a ésta le corresponde estar en el centro del altar interior, desde donde sub­sana la separación y restituye la plenitud de la mente. 2Antes de la separación la mente era invulnerable al miedo, ya que el miedo no existía. 3Tanto la separación como el miedo son creaciones fal­sas que tienen que deshacerse a fin de que se pueda restaurar el templo y abrir el altar para que reciba la Expiación. 4Esto supone el fin de la separación, al poner dentro de ti la única defensa eficaz contra todo pensamiento de separación, haciendo de este modo que seas absolutamente invulnerable.

Nuestro altar interior se iluminará cuando tengamos plena consciencia de lo que somos, cuando dejemos de tener dudas de nuestra verdadera identidad, cuando decidamos, de manera firme y certera, poner nuestra mente al servicio de nuestra divinidad.

De igual modo, la Expiación debe ocupar el centro de esa Consciencia, de ese altar interior donde se produce el reencuentro con nuestra verdadera identidad, y con ello, lo que este punto trata de revelarnos es que la última de las lecciones de nuestro proceso de aprendizaje tan sólo será superada cuando seamos todo Amor.

3. El que todos acepten la Expiación es sólo cuestión de tiempo. 2Tal vez
parezca que esto contradice su libre albedrío, dada la inevitabilidad de la decisión final, pero en realidad no es así. 3Pue­des aplazar lo que tienes que hacer y eres capaz de enormes dila­ciones, pero no puedes desvincularte completamente de tu Creador, Quien fija los límites de tu 
capacidad para crear falsa­mente. 4Una voluntad aprisionada engendra una situación tal, que, llevada al extremo, se hace completamente intolerable. 5La resistencia al dolor puede ser grande, pero no es ilimitada. 6A la larga, todo el mundo empieza a reconocer, por muy vagamente que sea, que tiene que haber un camino mejor. 7A medida que este reconocimiento se arraiga más, acaba por convertirse en un punto decisivo en la vida de cada persona. 8Esto finalmente vuelve a despertar la visión espiritual y, al mismo tiempo, mitiga el apego a la visión física. 9Este alternar entre los dos niveles de percepción se experimenta normalmente como un conflicto que puede llegar a ser muy agudo. 10Aun así, el desenlace final es tan inevitable como Dios.

Entiendo por el contenido de este punto, que no podemos negar, ni renegar lo que realmente somos. Podemos dilatar en el tiempo el momento en el que se ha de producir ese giro de orientación en nuestra manera de percibir la verdad, pero la luz acabará disipando las tinieblas, por muy densas que estas sean .

Podemos decir que el aprendizaje se puede realizar por dos vías, la del rigor o la del amor. Una se alía con la percepción del tiempo y la otra lo hace innecesario.

4. La visión espiritual literalmente no puede ver el error, y busca simplemente la Expiación. 2Todas las soluciones que los ojos del cuerpo buscan se desvanecen. 3La visión espiritual mira hacia adentro e inmediatamente se da cuenta de que el altar ha sido profanado y de que necesita ser reparado y protegido. 4Perfecta­mente consciente de la defensa apropiada, la visión espiritual pasa por alto todas las demás y mira más allá del error hacia la verdad. 5Debido a la fuerza de su visión, pone a la mente a su servicio. 6Esto re-establece el poder de la mente y hace que las demoras le resulten cada vez más intolerables al darse cuenta de que lo único que hacen es añadir dolor innecesario. 7Como resultado de ello, la mente se vuelve cada vez más sensible a lo que antes habría considerado sólo pequeñas molestias.

Al fumador empedernido, cuando consigue abandonar ese hábito, el solo humo de un cigarrillo le causa molestias y busca un espacio libre de humos.

Una vez que somos capaces de tomar consciencia de la vía correcta, desde nuestro altar interior recibimos la luz que nos inspira la visión correcta. Abandonamos el juicio condenatorio y dejamos de rendir culto a las invitaciones procedentes del cuerpo físico. El Amor disipa toda sombra de miedo y de creencia en el error.

5. Los Hijos de Dios tienen derecho al perfecto bienestar que resulta de tener perfecta confianza. 2Hasta que no logran esto, se agotan a sí mismos y desperdician sus verdaderos poderes creati­vos en fútiles intentos de obtener un mayor bienestar valiéndose de medios inadecuados. 3Sin embargo, los medios reales ya les han sido provistos y no requieren esfuerzo alguno por su parte. 4La Expiación es la única ofrenda digna de ser ofrecida en el altar de Dios, debido al valor que el altar en sí tiene. 5Fue creado per­fecto y es absolutamente digno de recibir perfección. 6Entre Dios y Sus creaciones existe una perfecta interdependencia. 7ÉI depende de ellas porque las creó perfectas. 8Les dio Su paz para que nada las pudiese alterar ni engañar. 9Siempre que tienes miedo, te enga­ñas a ti mismo, y tu mente no puede servir al Espíritu Santo. 10Eso te deja hambriento, pues te niega el pan de cada día. 11Dios se siente solo sin Sus Hijos, y Sus Hijos se sienten solos sin Él. 12Tienen que aprender a ver el mundo como un medio para poner fin a la separación. 13La Expiación es la garantía de que finalmente lo lograrán.

Siento decir, que en este punto se recoge un contenido con el que no estoy de acuerdo en la forma en como se ha expresado. Me estoy refiriendo al siguiente texto: "
 Dios se siente solo sin Sus Hijos, y Sus Hijos se sienten solos sin Él".

Creo que lo que se quiere expresar con ello es que la Compleción de Dios no es total hasta que la Consciencia de Su Hijo retorne a Su Hogar. Esta realidad está muy lejos de entenderse como un sentimiento de soledad, máximo cuando la separación es una ilusión que en verdad nunca ha podido suceder. 

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