Todos, absolutamente todos,
deseamos que la abundancia se manifieste en nuestras vidas, y cuando esto no
ocurre, nos lamentamos y, en ocasiones, atentamos contra el mundo que nos rodea
en un deseo desenfrenado de conseguir la deseada abundancia.
Ese deseo de abundancia, nos
lleva a adueñarnos de aquello que se convierte en objeto de deseo; no reparamos
si ese objeto tiene dueño; no nos importa lo más mínimo que ese fruto deseado
no sea la consecuencia natural de lo que previamente hayamos sembrado. El fin
último, es sentirnos abundantes consiguiendo lo que, intensamente, hemos
deseado.
De este modo no reparamos en
que con nuestras acciones violamos una ley básica de la naturaleza, para
cosechar hay que sembrar. Esta respuesta, de no utilizar el potencial con el
que contamos para llevar a cabo nuestras acciones creadoras, es la razón de que
en nuestro mundo todo esté alterado, y en vez de sentirnos “abundantes”, nos
sintamos “escasos”.
Confundimos, muy a menudo,
lo que significa la “abundancia”. Pensamos, que somos abundantes cuando somos
poseedores de los frutos obtenidos, cuando recibimos riquezas y todos los dones
del universo. Sin embargo, olvidamos que para poder obtener frutos es preciso
contar con la semilla apropiada y sembrarla. Si nos identificamos con la etapa
de los frutos y pensamos que hemos alcanzado la meta, no tardaremos en apreciar
que ese fruto debe dar origen a una nueva creación. Tendremos que desprendernos
de él y utilizar la semilla que nos dispensa. Esta dinámica nos sitúa en
condición de valorar que la verdadera abundancia se encuentra en contar con la
semilla, es decir, contar con el Principio de la Voluntad, con la Luz necesaria
que alumbrará nuestro camino llevándonos a realizar el Programa de nuestra
existencia.
El Ángel Omael es
especialista en la función primordial de “dar vida”. Su esencia no instruye en
la tarea de la “multiplicación” y su programa vital se expande llevándonos a
experimentar la vivencia de la “abundancia”. La elaboración de su Programa,
viene determinado por la colaboración conjunta de Hesed-Júpiter y Netzah-Venus.
Ambos Séfiras trabajan en la Columna de la Derecha del Árbol Cabalístico, donde
se manifiesta la Fuerza del Amor. En dicha Columna, Hochmah-Cristo, ejerce
funciones Yod-Semilla, es decir, despliega la Voluntad de Amar
Incondicionalmente. En dicho Centro, la Voluntad del Padre se expresa con los
ropajes del Amor-Unidad. Siguiendo las enseñanzas que se expresa a través de
esa Columna, Hesed es el Séfira que actúa como He, esto es, se convierte en la “tierra”
donde la semilla de Hochmah-Amor será sembrada. La Cábala nos revela que en el
estado Hesed, el alma humana experimentó la etapa “paradisiaca”, indicándonos
con ello, que gozábamos de la Gracia y la Abundancia Divina. Nuestro Padre,
dispuso un espacio en que Todo estaba a nuestra disposición. Siendo esto así,
vemos que la abundancia es un “Estado de Ser” que se manifiesta cuando nos
sentimos unidos a nuestro creador, cuando tomamos conciencia de quienes somos
realmente. Si actuamos con conciencia de ego, con conciencia de separación, ese
estado de ser permanecerá dormido, olvidado y buscaremos externamente y con
añoranza su reencuentro: nos manifestamos en nuestra escasez.
Netzah actúa como Vav dentro
de esa Columna, es decir, expresa externamente ese Amor. Esta es la razón por
la que de este Centro de Conciencia recibimos el impulso de compartir nuestros
sentimientos más elevados con los demás. El fruto natural de esa relación es la
Multiplicación. Esta multiplicación se manifiesta en todos los aspectos. Puede
tratarse de una expansión abundante de nuestros negocios, aunque su expresión
más elevada nos hace sensibles a la propagación de la especie.
Cuando las vibraciones de
Omael se expresan armoniosamente, debemos saber que es el mejor momento para
poder llevar a cabo tareas de expansión y multiplicación. Aquello que
emprendamos estará bendecido por el Ángel de la Abundancia. Pero no podemos
olvidar lo que advertíamos al principio de este escrito, debemos utilizar
nuestras semillas y cosechar nuestros frutos; debemos tener claro esta dinámica
y no desear la cosecha ajena. En ocasiones preferimos que otros hagan el
trabajo y nosotros llevarnos los frutos de ese trabajo. Si actuamos así,
estaremos potenciando la figura del Omael del Abismo, y entonces, en nuestras
vidas, cuando pretendamos tener descendencia y ver que nuestros negocios
prosperen, seremos testigos que no podemos tener hijos y nuestras empresas, no
son productivas.
El actuar como propagadores
de la vida nos indicará que tenemos el canal de la abundancia abierto y por él,
se manifestará la Gracia Divina. Si queremos ser abundantes, debemos ser
conscientes de que en nuestro interior poseemos el “poder de la abundancia”,
pues todos somos portadores de la Esencia que hemos heredados de nuestro
Creador, el Principio de la Voluntad. Si en nuestras vidas, nos encontramos “estancados”,
si nos encontramos con el rostro de la escasez, lo único que tenemos que hacer,
es movilizar nuestra Voluntad y “SEMBRAR”. Tened la certeza de que vuestra
realidad cambiará y todo a vuestro alrededor se multiplicará, eso sí hay que
tener paciencia y saber esperar los tiempos necesarios para que esa semilla,
crezca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario