¿Qué me enseña esta lección?
Si mi mente forma parte de la mente de Dios, es
inevitable que mi santidad envuelva todo lo que veo, es decir, cada uno de mis
pensamientos deben estar impregnados de la impecabilidad de mi Ser Espiritual.
Este ejercicio, es muy importante, en el sentido de que nos permite expresar nuestra verdadera identidad, no dando opciones al ego a expresarse en nuestros pensamientos y, con ello, permitirle que interprete nuestra vida bajo sus creencias de separación, culpa y miedo.
Ser Santo es Ser Uno con todo lo creado. Cada
creación debe dar testimonio de esa Unidad y la única energía verdadera que nos
permitirá expresarnos en estos términos es el Amor Incondicional.
¿Cómo hago consciente mi santidad?
Un Curso de Milagros, al hablarnos de la Regla
de Oro, nos da una importante referencia:
“La Regla de Oro te
pide que te comportes con los demás como tú quisieras que ellos se comportasen
contigo. Esto significa que tanto la percepción que tienes de ti como la que
tienes de ellos debe ser fidedigna. La Regla de Oro es la norma del
comportamiento apropiado. Tú no puedes comportarte de manera apropiada a menos
que percibas correctamente. Dado que tú y tu prójimo sois miembros de una misma
familia en la que gozáis de igual rango, tal como te percibas a ti mismo y tal
como lo percibas a él así te comportarás contigo mismo y con él. Debes mirar
desde la percepción de tu propia santidad a la santidad de los demás”
(T-1.III.6:2-7).
Desde la visión del ego, la condición de
"santidad" está vinculada en exclusividad a las personas que, por su
comportamiento de entrega y abnegación, han llevado una vida de servicio y, lo
que es más importante, de impecabilidad. La santidad es sinónimo de pureza.
Esos personajes "santos" se han
convertido en referentes para todos aquellos que se desvinculan del apego
material y que se abren a una nueva consciencia, donde se percibe a los hombres
formando parte de una misma Filiación.
Asignar, la condición de "santo", vinculándola
con un tipo de comportamiento, no deja de ser un juicio del ego basado en la
dualidad. El que no es santo, es un pecador. Pensar en estos términos nos sitúa
en el terreno de la separación, de la culpa y del miedo. Estamos describiendo
el patrón de creencia sobre la que se ha sustentan todas las religiones del
mundo. La razón de ello, responde a la dinámica natural del ego de proyectar el
contenido de su mente, y, fabricar un entorno social, a su imagen y semejanza.
"Los Hijos de
Dios son santos, y los milagros honran su santidad” ((T-1.I.31:3), nos enseña el Curso.
La Expiación no nos hace santo. Fuimos creados
santos. La Expiación lleva simplemente lo que no es santo ante la santidad, o,
en otras palabras, lo que inventamos ante lo que somos.
Ejemplo-Guía: "La relación con mi pareja
no me hace sentir en paz"
He elegido este ejemplo con la intención de
ahondar en el sentido profundo que nos enseña la experiencia de relación de
parejas. Un Curso de Milagros hace referencia a ellas, denominándolas "relaciones
especiales".
Es inevitable hablar del amor, cuando abordamos
la experiencia de relación. UCDM nos revela que “el instante santo es el recurso de aprendizaje más útil de que
dispone el Espíritu Santo para enseñarnos el significado del amor. Pues su propósito
es la suspensión total de todo juicio. Los juicios se basan siempre en el
pasado, pues las experiencias pasadas constituyen su base. Es imposible juzgar
sin el pasado, pues sin él no entendemos nada” (T-15.V.1:1-4).
“Limitar el amor a
una parte de la Filiación produce culpabilidad en nuestras relaciones, y, por
lo tanto, hace que éstas sean irreales” (T-15.V.2:2).
UCDM sobre esta cuestión recoge en el Capítulo
15, punto V, lo siguiente:
“Todas las
relaciones especiales contienen elementos de miedo en ellas debido a la
culpabilidad. Por eso es por lo que están sujetas a tantos cambios y
variaciones. No se basan exclusivamente en el amor inmutable. Y allí donde el
miedo ha hecho acto de presencia no se puede contar con el amor, pues ha dejado
de ser perfecto. El Espíritu Santo, en Su función de intérprete de lo que has
hecho, se vale de las relaciones especiales, que tú utilizas para apoyar al
ego, para convertirlas en experiencias educativas que apunten hacia la verdad.
Siguiendo Sus enseñanzas, todas las relaciones se convierten en lecciones de
amor” (T-15.V.4:1-6).
“El Espíritu Santo
sabe que nadie es especial. Mas Él percibe también que has entablado relaciones
especiales, que Él desea purificar y no dejar que destruyas. Por muy profana
que sea la razón por la que las entablaste, Él puede transformarlas en santidad,
al eliminar de ellas tanto miedo como le permitas. Puedes poner bajo Su cuidado
cualquier relación y estar seguro de que no será una fuente de dolor, si estás
dispuesto a ofrecérsela a Él para que no apoye otra necesidad que la Suya. Toda
la culpabilidad que hay en tus relaciones especiales procede del uso que haces
de ellas. Todo el amor, del uso que Él hace de ellas. No temas, por lo tanto,
abandonar tus imaginadas necesidades, las cuales no harían sino destruir la
relación. De lo único que tienes necesidad es de Él” (T-15.V.5:1-8).
“Si deseas sustituir
una relación por otra, es que no se la has ofrecido al Espíritu Santo para que
Él haga uso de ella. El amor no tiene substitutos. Cualquier intento de
sustituir un aspecto del amor por otro, significa que has atribuido menos valor
a uno y más a otro. De esta forma, no sólo los has separado, sino que los has
condenado a ambos. Mas tuviste que haberte condenado a ti mismo primero, o, de
lo contrario, nunca habrías podido pensar que necesitabas que tus hermanos
fuesen diferentes de como son. A no ser que hubieses pensado que estabas falto
de amor no se te habría ocurrido pensar que ellos estaban tan faltos de amor
como tú” (T-15.V.6:1-6).
Nos refiere el Curso que, “todo el mundo aquí en la tierra ha entablado relaciones especiales, y
aunque en el Cielo no es así, el Espíritu Santo sabe cómo infundirlas de un
toque celestial aquí. En el instante santo nadie es especial, pues no le
imponemos a nadie nuestras necesidades personales para hacer que nuestros
hermanos parezcan diferentes. Sin los valores del pasado, veríamos que todos
ellos son iguales y semejantes a nosotros, y que no hay separación alguna entre
ellos y nosotros. En el instante santo vemos lo que cada relación ha de ser
cuando percibamos únicamente el presente” (T-15.V.8:1-5).
¡Feliz instante santo!
Reflexión: ¿Cómo te sientes al saber que eres
Santo?
Tu santidad, mi santidad y nuestra santidad envuelve todo lo que vemos Somos santos y somos uno con todo lo creado
ResponderEliminarQue lección tan verdadera y llena de sabiduría Que hermosa de verdad
Gracias y bendiciones