jueves, 8 de febrero de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 39

LECCIÓN 39

Mi santidad es mi salvación.

1. Si la culpabilidad es el infierno, ¿cuál es su opuesto? 2Al igual que el texto para el que este libro de ejercicios fue escrito, las ideas que se usan en los ejercicios son muy simples, muy claras y están totalmente exentas de ambigüedad. 3No estamos interesados en proezas intelectuales ni en juegos de lógica. 4Estamos interesados únicamente en lo que es muy obvio, lo cual has pasado por alto en las nubes de complejidad en las que piensas que piensas.

2. Si la culpabilidad es el infierno, ¿cuál es su opuesto? 2Ésta, sin duda, no es una pregunta difícil. 3La vacilación que tal vez sientas al contestarla no se debe a la ambigüedad de la pregunta. 4Pero ¿crees acaso que la culpabilidad es el infierno? 5Si lo creyeses, verías de inmediato cuán directo y simple es el texto, y no necesitarías un libro de ejercicios en absoluto. 6Nadie necesita practicar para obtener lo que ya es suyo.

3. Hemos dicho ya que tu santidad es la salvación del mundo. 2¿Y qué hay de tu propia salvación? 3No puedes dar lo que no tienes. 4Un salvador tiene que haberse salvado. 5¿De qué otro modo, si no, podría enseñar lo que es la salvación? 6Los ejercicios de hoy van dirigidos a ti, en reconocimiento de que tu salvación es crucial para la salvación del mundo. 7A medida que apliques los ejercicios a tu mundo, el mundo entero se beneficiará.

4. Tu santidad es la respuesta a toda pregunta que jamás se haya hecho, se esté haciendo ahora o se haga en el futuro. 2Tu santidad significa el fin de la culpabilidad y, por ende, el fin del infierno. 3Tu santidad es la salvación del mundo, así como la tuya. 4¿Cómo podrías tú -a quien le pertenece tu santidad- ser excluido de ella? 5Dios no conoce lo profano. 6¿Sería posible que Él no conociese a Su Hijo?

5. Se te exhorta a que dediques cinco minutos completos a cada una de las cuatro sesiones de práctica más largas de hoy, y a que esas sesiones sean más frecuentes y de mayor duración. 2Si quieres exceder los requisitos mínimos, se recomienda que lleves a cabo más sesiones en vez de sesiones más largas, aunque sugerimos ambas cosas.

6. Empieza las sesiones de práctica como de costumbre, repitiendo la idea de hoy para tus adentros. 2Luego, con los ojos cerrados  explora tu mente en busca de pensamientos que no sean amorosos en cualquiera de las formas en que puedan presentarse: desasosiego, depresión, ira, miedo, preocupación, ataque, inseguridad, etc. 3No importa en qué forma se presenten, no son amorosos  y, por lo tanto, son temibles. 4De ellos, pues, es de los que necesitas salvarte.

7. Todas las situaciones, personalidades o acontecimientos específicos que asocies con pensamientos no amorosos de cualquier clase constituyen sujetos apropiados para los ejercicios de hoy. 2Es imperativo para tu salvación que los veas de otra manera. 3Impartirles tu bendición es lo que te salvará y lo que te dará la visión.

8Lentamente, sin hacer una selección consciente y sin poner un énfasis indebido en ninguno en particular, escudriña tu mente en busca de todos aquellos pensamientos que se interponen entre tu salvación y tú. 2Aplica la idea de hoy a cada uno de ellos de esta manera:

3Mis pensamientos no amorosos acerca de _____ me mantienen en el infierno.
4Mi santidad es mi salvación.

9. Quizá estas sesiones de práctica te resulten más fáciles si las intercalas con varias sesiones cortas en las que simplemente repites muy despacio la idea de hoy varias veces en silencio. 2Te puede resultar útil asimismo incluir unos cuantos intervalos cor­tos en los que sencillamente te relajas y no pareces estar pensando en nada. 3Mantener la concentración es muy difícil al principio. 4Sin embargo, se irá haciendo cada vez más fácil a medida que tu mente se vuelva más disciplinada y menos propensa a distraerse.

10Entretanto, debes sentirte en libertad de introducir variedad en las sesiones de práctica en cualquier forma que te atraiga hacerlo. 2Mas no debes cambiar la idea en sí al variar el método de aplicación. 3Sea cual sea la forma en que elijas usarla, la idea debe expresarse de tal manera que su significado sea el hecho de que tu santidad es tu salvación. 4Finaliza cada sesión de práctica repitiendo una vez más la idea en su forma original y añadiendo:

5Si la culpabilidad es el infierno, ¿cuál es su opuesto?

11. En las aplicaciones más cortas, que deben llevarse a cabo unas tres o cuatro veces por hora o incluso más si es posible, puedes hacerte a ti mismo esa pregunta o repetir la idea de hoy, pero preferiblemente ambas cosas. 2Si te asaltan tentaciones, una varia­ción especialmente útil de la idea es:

3Mi santidad es mi salvación de esto.


¿Qué me enseña esta lección?

No se puede dar lo que no se tiene. Es muy importante tomar consciencia de esta verdad, en el mundo con el que estamos identificados, el mundo del sueño y de la ilusión, pues nos permitirá ver que estamos dando lo que tenemos, es decir, estamos experimentando aquello que creemos ser.

Si en nuestra vida nos encontramos con el dolor, el sufrimiento, la enfermedad, debemos preguntarnos en qué lugar de nuestra mente se encuentra la causa que da origen a ese tipo de emociones.

Sí, descubriremos que la causa del dolor se encuentra en la firme creencia en el pecado; en la firme creencia, de que la culpa es la única vía que nos redime del castigo por haber perdido nuestra impecabilidad. Y de este modo, damos lo que tenemos, compartimos y proyectamos culpabilidad; infligimos dolor en nombre de la justicia; enfermamos para poder darnos cuenta de que en nuestra vida no existe coherencia.

Para poder salvar el mundo, es preciso que nos salvemos a nosotros mismos, y, para ello, la única vía es la santidad, es decir, liberarnos de la creencia de la culpa y del pecado, recuperar nuestro estado de Pureza e Impecabilidad. En definitiva, despertar del sueño de la separación, de la dualidad y ver con los ojos del Espíritu, el cual nos mostrará la Visión Verdadera, la Visión de la Unidad.

En la medida en que extendamos sobre nuestras percepciones, nuestra santidad, estaremos perdonando nuestro sentimiento egoísta basados en el ataque, como consecuencia del miedo que nos causa la experiencia de la unidad.

Aplicarnos la santidad nos permitirá ver la santidad en nuestros hermanos.

 

Ejemplo-Guía: "Sobre los atentados y las guerras"

Retomo el ejemplo elegido para la lección de ayer, pues nos permitirá ahondar en la idea expuesta a lo largo del contenido de la misma.

Desear ver las cosas con los ojos del cuerpo físico, con los argumentos del ego, tan sólo nos llevará al juicio condenatorio y a la incomprensión de lo percibido. Identificado plenamente con los efectos, descartará que la causa de lo ocurrido tenga nada que ver consigo mismo. El mecanismo utilizado, habitualmente, para percibir el mundo, la proyección, le permitirá perpetuar ese error al identificar a los culpables de las matanzas, a los que pondrá nombres y apellidos.

La variable que introduce la lección de hoy, nos invita a dirigir toda nuestra atención hacia nuestro mundo interno, y lo hace por una sencilla razón, nadie puede dar lo que no tiene. No podemos expandir nuestra santidad y salvar el mundo, si no somos consciente de que somos santos, de que somos el Hijo de Dios.

Os invito, desde el corazón y desde la honestidad, a escudriñar vuestra mente. Observa tus pensamientos e intenta identificar, aquellos que se encuentren teñidos de ira, de odio, de rencor, de resentimiento, de dolor, de miedo, de tristeza, de culpa, de envidia, etc.

Tal vez asocies ese sentimiento con alguien en particular o con una situación en concreto. La pregunta que debemos hacernos es, ¿dónde se encuentra el odio, en la persona que te lo hace despertar o en tu mente? El hecho de que tengas una experiencia de relación violenta, donde se percibe el odio, no debe oscurecer tu entendimiento llevándote a justificar ese sentimiento en base a la culpa del otro.

Cuando el odio adquiere dimensiones colectivas, en las que no nos sentimos directamente implicados, nos lleva a olvidar que, en realidad, todos colaboramos, en alguna medida, a alimentar que dicha experiencia tenga lugar. El pensamiento busca afinidad en otros pensamientos y llega un momento en que se escenifica mostrándonos el rostro de nuestra criatura, a la que negaremos nuestra paternidad.

Es preciso aplicar el antídoto del perdón en nuestras heridas particulares. Si no nos perdonamos, si no somos capaces de limpiar nuestro odio, rencor, resentimientos, etc., no conseguiremos salvarnos, ni ayudar a otros en el proceso de salvación.

Ya tuvimos ocasión de describir en la lección anterior, el camino que debemos andar para alcanzar esa puerta maravillosa que ha de conducirnos a la salvación. Ofrezcamos al Espíritu Santo nuestra mente, para que su Luz la guíe hacia la rectitud y nos permita percibir el mundo de una manera correcta, haciéndonos totalmente conscientes de que somos los únicos soñadores del sueño.

Reflexión: No se puede dar lo que no se tiene.

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