24 Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, se obscurecerá el Sol, y la Luna no dará su brillo, y las estrellas se caerán del cielo, y los poderes de los cielos se conocerán. 26 Entonces verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes con gran poder y majestad. 27 Y enviarán a sus ángeles, y juntaran a sus elegidos de los cuatro vientos, del extremo de la Tierra hasta el extremo del cielo.
Hemos dicho, que la penetración de Cristo en el Elemento Tierra pone fin a un periodo dentro del proceso evolutivo de la consciencia del ser humano. Pone fin a lo que se conoce como involución.
La involución es el periodo que comprende los cuatro primeros Días de la creación. A partir de ese punto, el hombre individualiza su consciencia y comienza a espiritualizarse gracias al contacto con el Mundo Material. Este Mundo es un laboratorio donde el hombre realiza sus pruebas y experimentos, adquiriendo consciencia de quién es. Pero ese contacto le ha llevado a permanecer dormido con respecto a su verdadera esencia. La única percepción, la única información que recibe es vía sensorial, y ello le lleva a considerar como real el mundo de donde recibe dicha información.
Ha sido necesaria la encarnación de Jesús-Cristo, para producir el despertar de la Nueva Consciencia en ese hombre dormido, cuyas creencias le mantiene separado de Dios. Cristo eleva las vibraciones de los vehículos donde evoluciona el ser espiritual, y le permite recuperar la consciencia de unidad con Dios. A partir de ese despertar nada será igual, como ya hemos visto.
Si tomamos el Génesis, vemos que en el Cuarto Día de la Evolución Dios creó los luminares, Sol y Luna, así como las estrellas, para que sirvieran de guía a la humanidad. Podemos decir, que en ese Cuarto Día, quedó constituida la Organización , tal y como la conocemos, de los signos Zodiacales, de los planetas y demás estrellas. El propósito de esta creación, como hemos adelantado, no era otro que el de servir de guía a los Trabajos Internos que se debían realizar. Sin embargo, si esto fue útil para el hombre viejo, el involucionado, el hombre separado, no lo será ya, cuando Cristo forme parte de nuestra realidad. Entonces, el Sol se obscurecerá, la Luna no dará su brillo, y las estrellas caerán del cielo, y los poderes del cielo se conocerán.
Efectivamente, a partir de ese momento, vendrá, o mejor dicho, se manifestará en nuestra consciencia, el Hijo del hombre, el logro de nuestro trabajo humano. El vendrá sobre las nubes con gran poder y majestad. Ese Hijo del hombre habrá conquistado el Mundo Espiritual. Él está libre de las influencias de los astros, de ahí que el Sol se obscurezca, la Luna deje de dar brillo y las estrellas caigan. Él es un hombre libre, poderoso, el domina su destino, sus Fuerzas.
Cuando hayamos conquistado la categoría de Hijo del hombre, entonces estaremos en condiciones de enviar a nuestros ángeles, los mismos que nos han custodiado durante todo el camino involutivo, y juntaremos a nuestros elegidos de los cuatro vientos, es decir, utilizaremos nuestros valores, esos valores adquiridos a lo largo de todas nuestras existencias y que ahora forman parte de nuestras Fuerzas elegidas. Ese día, será un día glorioso.
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