PASION Y RESURRECCION DEL SALVADOR
1 Faltaban dos días para la Pascua y los Ácimos, y buscaban los príncipes de los sacerdotes y los escribas cómo apoderarse de Él con engaño y darle muerte, 2 porque decían: No en la fiesta, no sea que se alborote el pueblo.
Dos días restan para que los judíos celebren su fiesta de Liberación: la Pascua. En ella, sacrifican el cordero pascual y dan gracias a Jehová, su Dios, por haberles elegido como el pueblo sagrado, el pueblo de la libertad.
Podía haber faltado una semana, o quince días, y sin embargo, el cronista, nos refiere con una precisión que evita cualquier género de duda, que faltaban tan sólo dos días para la Pascua , y en verdad, lo que está refiriéndonos con ello, es la situación anímica donde se produce la conspiración para dar muerte al Maestro. Esa instancia anterior en dos días a la Pascua es la de Acuario pues, el proceso "pascual", es un proceso de liberación, el cual estamos estudiando en los signos de Tierra.
¿Por qué en Acuario se fragua este malévolo plan?
Al estudiar el Elemento Aire hemos ido viendo, como la Fuerza o la Energía característica es el pensamiento. Libra es la puerta por donde nacen los Arquetipos de las ideas; estos pasan a Acuario, donde se interiorizan. Podemos decir, que es en Acuario donde debemos determinar si la idea que estamos gestando podemos considerarla como verdad o como error. Por lo tanto, las conclusiones de lo que es correcto o por el contrario incorrecto, se realizan en este signo.
Si estudiamos todos los signos de característica He-interiorizadora, o lo que es lo mismo, los signos de naturaleza fija, como son Leo, Escorpio, Acuario y Tauro, tendremos la oportunidad de comprender los procesos de asimilación de la energía; esto es, los procesos de maduración e integración en nuestra consciencia.
Con este pasaje, nos adentramos en la última fase de este proceso, la protagonizada por Tauro. Como hemos dicho, este signo pertenece al periodo llamado pascual, pues participa en la dinámica de la concretización y liberación de la energía. En Tauro se celebra la fiesta pascual, y es en su instancia donde todos asistimos y participamos del momento en que comemos del alimento propio de la Pascua.
La pascua judía, de alguna de las maneras, está escenificando la culminación de ese mismo proceso zodiacal, pero en una espiral inferior. Cuando la energía, que comienza su andadura en Aries, alcanza la fase Virgo, decimos que muere para, de su muerte aparente, volver a emprender un nuevo ciclo creador. Así pues, la pascua judía se celebra en los últimos tramos del camino, de un camino que ha recorrido las sendas de la severidad y que tiene el propósito de abordar una nueva senda, la del amor. Sin embargo, no siempre respondemos a los ciclos naturales, ni a los procesos de aprendizaje; y, así vemos como un pueblo elegido se queda petrificado en sus normas, en sus leyes, y no acaba de ver el nuevo impulso, el impulso del hombre nuevo, de la consciencia nueva, ese impulso protagonizado por Jesús-Cristo y que se ha convertido en la nueva senda que todos debemos transitar.
El pueblo elegido no debe ser patrimonio de ninguna nación; ese sentir del pueblo, es una actitud anímica. No importa nuestra condición social, no importa nuestro lenguaje, no importa nuestra cultura, ni religión. Tan solo importa el amor que seamos capaces de dar y recibir.
Marcos nos sitúa en este pasaje en la cuadratura que une a los signos Acuario y Tauro. Con ello, nos explica, como se lleva a cabo el proceso de cons-piracion de las ideas -Acuario- con la Obra , con la acción esplendorosa del amor -Tauro-.
Los judíos, sacrificaban al cordero, cuya sangre un día liberara a su pueblo. Ese cordero es el símbolo evidente del Arquetipo de Aries. Lo que se celebra con la pascua judía es la Liberación de nuestro Cuerpo de Deseos que permanecía prisionero del instinto material. Con la culminación de este nuevo ciclo cósmico, cuando alcancemos la etapa Virgo, tendremos que celebrar una nueva pascua: la cristiana, la universal, en la que ya no seamos testigos del sacrificio del cordero, sino que sacrificaremos al hombre, al Hijo del hombre. El será quien derramará su sangre en el Equinoccio de Primavera, cuando el signo de Aries, una vez más, se cristalice en su opuesto, Libra, potenciando con su sangre derramada, el Cuerpo Mental de la humanidad, que permanece estancado en las leyes antiguas.
Eso sucederá en la próxima estación, no adelantemos las etapas. Por ahora, todo se está fraguando; se esta gestando en la fase He, en la de Acuario-Tauro. En verdad, la etapa Netzariana de los goces, del placer, de la dicha material, dibujada en los trazos seductores de Tauro, se convierte para el aspirante en una de las fases más tentadoras y difíciles de superar.
Llegado este punto del camino, lo que un día nació como un ideal, como una verdad vaga pero con fuerza, se ha convertido en una sólida creencia, en algo mas que una creencia, se ha constituido como una densa y tangible realización. Cuando esto ocurre, observamos sus efectos y nos identificamos con ella; y hasta tal punto lo hacemos, que nos decimos: “esta es la única y verdadera realidad por la que he estado luchando”. A partir de ese momento, dejamos de buscar, dejamos de avanzar, dejamos de creer en otras verdades que nacen. La seguridad en lo que se posee es de vital importancia para el alma que se encuentra en esta etapa. La necesidad de sentirse rodeado de sus pertenencias, de sus logros, de sus creencias, lleva al Tauro a defender con terquedad lo que forma parte de su museo personal.
Nuestros príncipes de los sacerdotes y los escribas, no tendrán otro remedio que fraguar un plan para dar muerte al Hijo del hombre, al hombre nuevo, pues viendo peligrar sus riquezas, su poder, su estabilidad, deben actuar eliminando la causa de tanto desasosiego. Ese plan, tan solo tiene una exigencia: no pueden darle muerte en la “fiesta”, pues temen que el pueblo, los seguidores de la verdad, se alboroten.
En efecto, alcanzada la fase Tauro, Jesús-Cristo es ya muy conocido y ha ganado las simpatías de muchos. El nuevo impulso ya es sentido por una gran mayoría; la Nueva Consciencia ya está despertando a muchos ciegos. Sus obras ya no dejan duda sobre que efectos tendrán en nuestro interior la aceptación de dar cobijo al amor. No, no podemos eliminar esa consciencia renovadora en plena fiesta. Tendremos que hacerlo en secreto, como en secreto es donde verdaderamente se fragua la muerte del amor.
Todo se produce antes en el Mundo de Formación que en el de Acción, en Acuario antes que en Tauro-Fiesta.
Debemos darnos cuenta de este hecho tan extraordinario. No damos muerte a Jesús-Cristo con nuestras acciones externas, lo hacemos en la oscuridad de nuestras emociones, en el secreto de nuestros pensamientos y creencias. Prejuicios, miedos, rencores, envidias, celos, soberbia, vanidad, odio, y un largo etc, que podríamos añadir, son los rostros que se dan cita en lo mas profundo de nuestro interior y que proclaman su propósito por atentar contra la vida del Maestro.
Busquémoslas en nuestro interior, cuando decidamos poner en nuestras obras el sello del amor. Amémoslas; no las traicionemos; no nos sintamos culpables de que ellas estén en nosotros. Arrojemos nuestra luz sobre su mundo oscuro, y separemos las tinieblas, elevándolas a una nueva condición: la aceptación, la Liberación.
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