LA PRISION DE JESÚS
43 En aquel instante, cuando aún estaba
Él hablando, llegó Judas, uno de los doce, y con él un tropel con espadas y
garrotes, de parte de los escribas y de los ancianos. 44 El traidor les había
dado esta señal: A quien besare yo, ese es; prendedle y llevadlo a buen
recaudo. 45 Al instante llegó y se le acerco, diciendo: Rabí, y le besó. 46
Ellos le echaron mano y se apoderaron de Él. 47 Pero uno de los presentes,
sacando la espada, hirió a un siervo del pontífice y le quitó una oreja. 48
Tomando la palabra Jesús, les dijo: ¿Cómo contra ladrón habéis salido con
espadas y garrotes para prenderme? 49 Todos los días estaba yo en medio de
vosotros en el templo enseñando y no me prendisteis; mas para que se cumplan
las escrituras. 50 Y abandonándole huyeron todos. 51 Un cierto joven le seguía
envuelto en una sabana sobre el cuerpo desnudo, y trataron de apoderarse de él;
mas él, dejando la sabana, huyó desnudo.
El cerco se estrecha y la hora de la culminación se aproxima.
Estamos viviendo en la dinámica de Tauro, la noche oscura, en la que la
consciencia es seducida por las voces de los instintos y nos invita a dejar de
velar. Bajamos las defensas. Nos decimos: “Ya, qué nos puede pasar”. Ya hemos
recorrido un largo camino... sabemos... conocemos todo lo concerniente al
espíritu del Amor; sin embargo, nuestra fortaleza aún debe de mostrarse, debe
formar parte de nuestros actos, y esa manifestación, tan sólo se realiza en
Tauro.
¿Hemos meditado profundamente cuáles son los límites del
amor?
Si nos encontramos evolucionando bajo la consciencia del
hombre viejo, razonaremos del siguiente modo: “El amor tiene límites, por
ejemplo, no podemos compartir nuestros afectos, nuestra vida sexual con alguien
del mismo sexo”. Este sentimiento, nos lleva a odiar tales relaciones, a
rechazarlas, a criticarlas. Creemos que estamos amando correctamente si
sentimos de este modo. Bajo esas creencias, es lícito apedrear hasta lapidar a
la mujer adultera. Sin embargo, si en nuestro camino nos hemos topado con la
voz del Hijo del hombre, le hemos seguido, hemos caminado junto a Él recibiendo
sus enseñanzas, y hasta hemos compartido la Comunión de los santos, entonces,
nuestra respuesta será otra, diremos: “El amor no tiene límites, pues los límites
ya se encuentran interiorizados en mi. Mi amor, no selecciona a las personas
por su condición afectiva, social, racial, etc. No rechaza al homosexual, ni a
la adultera, sino que les comprende y ayuda a encontrarse a si mismo. Ese Amor
con mayúsculas, no se ata, ni queda prisionero, pasa entre las personas acariciándolas,
como el viento entre las ramas de los arboles”.
Ese amor, al alcanzar la etapa Tauro, no pretende poseer
nada, ya no hay nada en el mundo de los sentidos que le seduzca, tan solo
persigue un único propósito, dejarse atrapar por los que se encuentran en la
oscuridad, para derramarse en ellos y elevar de este modo sus consciencia.
Recuerdo una película protagonizada por el excelente actor
Víctor Mature, titulada la “Túnica Sagrada”, en la que el protagonista, un
centurión que fue testigo de la crucifixión de Cristo y que participó en el
despojo de la túnica del Maestro, se vio casualmente con la posesión de esta
sagrada prenda. Su vida cambió totalmente a partir de aquel día. Cada vez que
tocaba la túnica se apoderaba de él un profundo sufrimiento; sentía en sus
carnes el inmenso dolor del Maestro, y contagiado por ese sentimiento fue
comprendiendo que aquella túnica estaba impregnada de un gran poder. Poco a
poco, fue descubriendo ese poder, y fue con Ella curando y ayudando a muchos
necesitados.
Así es el amor de esta hora sagrada. Aquel que es capaz de
experimentarlo, se convierte en “túnica sagrada” que eleva anímicamente las
vibraciones, situándonos a un nivel que nos permite ver más allá de los límites
físicos.
Jesús se convirtió en ese ropaje liberador y transmutador.
Para ello debía dejarse prender, pues así quedaría en manos de los que más
necesitaban de Luz. En esa hora terminal, debemos estar dispuestos a recibir
los efectos negativos de todos los Elementos; debemos aceptar con amor el
contenido de las energías de Fuego, todas aquellas voluntades que han tomado un
camino erróneo y que están recogidas simbólicamente por los garrotes, esos
garrotes que en el Tarot, en los Arcanos Menores, están representando al
Bastos-Fuego.
Igualmente, debemos aceptar con amor el contenido de las
energías del Aire, aquellas fuerzas de las ideas y pensamientos que han
promovido la confusión y el error, y que están recogidos simbólicamente por las
Espadas. Los dos Elementos que faltan, el Agua y la Tierra, también están presentes
en esta hora. El Agua, está protagonizada por el traidor, por Judas. Ya hemos
hablado del espíritu rebelde del Elemento líquido, de su actitud traidora al Fuego.
Ese es precisamente el papel que ejecuta el discípulo representante del signo
Cáncer. Ni que decir tiene, que ese traidor se encuentra en todos y cada uno de
nosotros. Gracias a su papel, hasta ahora, vivimos cristalizadas en anécdotas
externas aquellas lecciones que somos incapaces de asimilar por vía interna.
Ahora bien, a partir de que nuestra consciencia de hombre
viejo evolucione, y decidamos dar ese magistral paso hacia adelante,
convirtiéndonos en el hombre nuevo, entonces, ya no será necesario que Judas
siga pariendo con dolor aquello que podemos asimilar por otra vía, la del amor.
Debemos comprender, que Jesús-Cristo tuvo que llevar hasta
sus últimas consecuencias la misión redentora, pues nuestra consciencia aun
requiere que así sea. Es necesario que se cumplan las Escrituras; es decir, es
necesario que se cumpla la Ley. Pero no siempre será así, llegará un día en que
la ley ya no se precisará vivirla externamente, pues nos habremos convertido en
ley interna. Pero para que esto ocurra, será preciso que antes salvemos a
nuestros príncipes de los sacerdotes, a nuestros escribas. Las características
del traidor están bien dibujadas por el cronista; su huella es imborrable; su
sello es el beso. En efecto, ese es el sello de Cáncer, la puerta de entrada de
los afectos; la manifestación de los sentimientos. Besar es expresar nuestro
amor. Con este gesto, Judas nos está revelando que su acto, es un acto de amor,
aunque este haya sido mal interpretado y pocas veces entendido.
Cuando somos testigos de que aquello que damos con todo
nuestro amor, es incomprendido, es humillado, es apaleado, tenemos el impulso
de defendernos contra ese ataque, entonces, tomamos nuestras ideas, nuestros
prejuicios y contra-atacamos, lo que nos llevará a herir a un siervo de las
tendencias contrarias a lo que amamos.
Ese gesto no es impulsado por nuestro Maestro, sino que es la
respuesta simpática, instintiva al mundo antiguo. La hora Tauro es la hora del
prendimiento. Así nos los confirma Jesús. ¿Por qué no lo han prendido mientras
se encontraba enseñando? Sencillamente, porque esa dinámica era la
correspondiente al Elemento Aire, y no de la Tierra. Tauro sí es la hora, pues
su dinámica interiorizadora, posesiva, es la ideal para dejarse prender,
asimilar, poseer. El amor morirá en manos de los sentidos, de los deseos, pero
¡ay!, a partir de ese día, ya nuestra vida dejará de ser un mundo de oscuridad.
En esa hora oscura de la consciencia, aquellos que han
seguido al amor en la luz, nos abandonarán. Las buenas intenciones no bastan
tan solo. Será preciso seguir al Maestro hasta su muerte. Debemos dar todo
cuanto tenemos, todo cuanto somos, pues dando es como verdaderamente seremos
ricos.
Tan solo “cierto joven envuelto en una sabana y con su cuerpo
desnudo”, intentará seguirlo. Ese joven, nos recuerda el rostro del más joven
de los discípulos, del discípulo amado, de Juan, el representante de Piscis.
Este gesto, es un grito de esperanza, pues Piscis, es el Cuerpo del Amor
conquistado, el amor a lo creado, el amor a la vida. Ese será el único impulso
que deberá seguir al Maestro, pues si así lo hacemos, estaremos asegurando que
nuestro amor penetrará en toda la humanidad-Piscis.
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