Aquel día en el colegio se había despertado una viva expectación, pues se iban a nombrar a los responsables que habían sido elegidos para dirigir las delegaciones de cada curso.
Nuestro protagonista, conocido por el "político", el joven Haaiah, formaba parte de las listas de candidatos y tenía muchas esperanzas en conseguir el puesto de delegado.
En su campaña de presentación, Haaiah había sido muy diplomático y prometió una serie de mejoras que no olvidarían fácilmente sus electores. Fue muy bondadoso en sus discursos y derrochó mucha energía en convencer, a todo el mundo, de que él era el mejor candidato para defender sus intereses ante la administración, y al parecer esos esfuerzos no fueron del todo en vano, ya que el "político" fue elegido por mayoría para desempeñar el cargo.
A partir de ese momento, debería trabajar duro para no defraudar a las personas que habían depositado su confianza en él. Estaba convencido de que lo haría bien y de que todos estarían contentos con sus acciones.
Trataría de llevar a cabo su promesa de ser un delegado justo y ecuánime, responsable, luchador hasta desfallecer y muy comunicativo. Sí señor, ese era su lema. Ese era él. Debía convertir aquel lugar en un paraíso en el que todos encontraran la felicidad.
Con esos pensamientos aún en la mente, Haaiah fue viendo como iba pasando el tiempo y mucho de los objetivos que tenía en proyecto, no había podido conseguirlos y algunos de ellos ni tan siquiera abordarlos.
Comprobó que enfrentarse a la administración no era cosa fácil, pero aquellos contratiempos no iban a suponer un fracaso, y decidió ponerles las cosas difíciles. Movilizó a sus compañeros para que respaldasen una huelga y lo consiguió. Estaba seguro de que aquello iba a resultar efectivo y de que la Dirección accedería a aceptar las condiciones que exigían.
Pero cuando creía tener la victoria en sus manos, fue llamado para que compareciera ante la Junta del colegio.
Pensó nuestro amigo que desearían negociar, y se dijo que no cedería lo más mínimo.
- Pase usted joven -invitó una voz amablemente -. Permítame que hable en nombre de mis compañeros, pues deseamos proponerle un trato que estamos seguros, un chico tan inteligente como tu, no podrás rechazar.
- Usted dirá señor Director - contestó el joven Haaiah pensando tener la partida ganada -.
- Pues bien, hemos podido apreciar que es usted muy eficaz como delegado de curso, y pensamos que es una pena que un talento como el suyo se desaproveche en cuestiones tan simples como defender los intereses de un solo curso. Nuestra propuesta es pedirle que trabaje usted para la administración y nos represente en el Consejo General como secretario. ¿Qué nos contesta?
El "político" no acababa de salir de su asombro. Sabía que le estaban comprando. Sabía que si aceptaba iba a traicionar a sus compañeros, pero era tan seductora la propuesta. Era lo que siempre había soñado.
Todo parecía indicar que iba a aceptar la proposición, sin embargo, de sus labios surgió una negativa.
- No, no acepto su ofrecimiento. Les estoy muy agradecido, pero no puedo aspirar a un cargo, cuando el precio es la traición a mis amigos.
Así fue como Haaiah siguió luchando por la verdad, y ahora lo haría con un poder que nadie le podía arrebatar: la HONESTIDAD.
Fin
No hay comentarios:
Publicar un comentario