EL GRANO DE MOSTAZA
30 Decía: ¿a qué asemejaremos el reino de Dios o de
dónde tomaremos parábolas?
Jesús buscaba el modo de enseñarnos la Verdad de la
que era portador, de modo que pudiésemos entenderla utilizando los conceptos de
nuestro mundo, el mundo que hemos creado con nuestro poder generador, los deseos.
31 Es semejante al grano de mostaza, que cuando se siembra en la tierra es
la más pequeña de todas las semillas de la tierra; 32 pero sembrado, crece y se
hace más grande que todas las hortalizas, y echa ramas tan grandes, que a su
sombra pueden abrigarse las aves del cielo.
La Unidad, el Principio de todo proceso creador, es la
más pequeña de todas las partes. Todo da comienzo con el número 1, y cualquier
cifra, por muy grande que esta sea, siempre es reducible a la unidad, pues en
verdad, su total no es más que el resultado de la suma repetida de la propia
unidad.
La voluntad, es ese impulso con el que da comienzo
todo proceso creador; la voluntad está en analogía con el número 1 y adquiere
todas sus cualidades y propiedades. Así, diremos que, el fruto-resultado de
cualquier empresa, es siempre reducible al impulso de la voluntad; o lo que es
lo mismo, para conseguir un resultado es necesario contar con la voluntad, pues
esta se encuentra oculta en toda manifestación. Hablar de voluntad es hablar de
la esencia de Dios.
Nuestra voluntad es como ese grano de mostaza, una vez
puesta en marcha, crecerá y se convertirá en Obra, y esa Obra alcanzará niveles
considerables dentro de nuestra consciencia.
Si queremos Trabajar al unísono con las leyes divinas,
debemos tomar consciencia de que el Reino de Dios está en nosotros y no fuera,
pues, ¿acaso no hemos sido creados a su imagen y semejanza? Es por ello por lo
que hablamos de movilizar la voluntad, pues en ella va inscrito el Reino de
Dios.
33 Y con muchas parábolas como estas les proponía la
palabra, según podían entender, 34 y no les hablaba sin parábolas; pero a sus
discípulos se las explicaba todas aparte.
No todas nuestras tendencias internas se encuentran al
mismo nivel de entendimiento. Nuestro Espíritu esta representado, en el
evangelio, por Jesús-Cristo y, al igual como el Cuerpo Divino está formado por
los Doce Zodiacales, el Cuerpo de nuestro Espíritu, está representado por los
Doce Discípulos. Estos, recibían la enseñanza de primera mano; pues en verdad,
cada uno de ellos, era en si mismo una enseñanza. Sin embargo, el resto de
nuestros vehículos, el emocional, el etéreo y el físico, tienen otra capacidad
de entendimiento. Para hacerse comprender, Jesús-Ego les propone la Palabra a
través de parábolas, puesto que este lenguaje si lo comprenderán, pues esta
formulado en su mismo idioma.
Nosotros debemos aprender, igualmente, a enseñar
utilizando el lenguaje adecuado para cada situación. Si revelamos las cosas del
Espíritu a alguien que nunca ha oído hablar del tema, posiblemente no nos
entenderá y seguirá su camino sin que hayamos podido ayudarle. Ahora bien, si
conocemos su modo de sentir y pensar, sí podremos hacerle llegar las verdades
del reino en un lenguaje accesible y comprensible.
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