LOS FARISEOS PIDEN UN
PRODIGIO DEL CIELO
10 Subiendo luego a la barca con sus
discípulos, vino a la región de Dalmanuta; 11 y salieron los fariseos, que se
pusieron a disputar con Él, pidiéndole, para probarle, señales del cielo. 12 Él,
exhalando un profundo suspiro, dijo: ¿Por qué esta generación pide una señal?
En verdad os digo que no se le dará ninguna; 13 y dejándolos subió de nuevo a
la barca y se dirigió a la otra rivera.
Tras tomar consciencia de los poderes adquiridos en la tierra
de Piscis, el alma Crística, continúa su travesía con el propósito de alcanzar
la nueva orilla que le aguarda en su proceso evolutivo. Para ello, sube de
nuevo en la barca, acompañado de sus obreros, pues este vehículo le permitirá
realizar sin tropiezo el viaje que le llevará a su destino. Esa barca, en el
lenguaje simbólico, es el Cuerpo Emocional que nos ha de permitir cruzar el
ancho mar del Mundo del Deseo. Todos debemos construirnos esa barca y debemos
hacerlo con los mejores materiales posibles, para no zozobrar en manos de las
aguas enfurecidas, por las pasiones.
Gracias a esa barca, Noé pudo salvar la evolución de la
humanidad de perecer ahogada por las Aguas del Diluvio. En esa barca se
encuentran parejas de todas las especies animales, pues estas criaturas están
representando nuestra naturaleza animal-emocional. Gracias a una de estas
especies, la paloma -la que sin duda nos habla de una capacidad anímica
emocional muy cercana al pensamiento, pues sus cualidades le permiten volar por
encima de lo mundano-, el espíritu logra llegar a una nueva tierra donde una
rama de olivo le anuncia las características que ha de encontrar en ella, la
esencia del amor.
El Transito del Agua al Aire, ha quedado registrado en los
Textos Sagrados por varios pasajes. Uno de ellos está protagonizado por Noé y
el diluvio universal. Meditar sobre esta historia sagrada, nos llevará a
comprender las peripecias del alma humana por sobrevivir, por adaptarse, al
proceso evolutivo.
Volviendo al punto donde habíamos dejado nuestro estudio,
diremos que estamos recapitulando esa secuencia del Antiguo Testamento, aunque
el protagonista en esta nueva versión del Transito Agua-Aire, es Jesús. Mientras
que Noé representaba al alma humana recibiendo un nuevo Vehículo -el Mental-,
Jesús, con su magisterio, viene a dar un nuevo impulso a ese Cuerpo, es decir,
al haber culminado los Trabajos en las diferentes Iniciaciones, Fuego, Agua,
Aire y Tierra, está en condiciones de transmitirnos el Poder que ha de
permitirnos realizar por nosotros mismos esos mismos logros.
Con Jesús, el diluvio no se manifiesta como aguas
enfurecidas; su barca ya no custodia las distintas especies de animales, pues
su Cuerpo Emocional ya ha madurado y se ha sublimado, posibilitando la
presencia de los doce discípulos, sus obreros, su Fuerza Emocional. Podemos
considerar que la barca que hemos de construir para lograr superar el tránsito
de las emociones, es nuestro hogar emocional, y ¿acaso el hogar de nuestras
emociones no se encuentra en el Cuerpo de Deseos?
Nos dice el cronista, que llegaron a la región de Dalmanuta.
¿Qué representa esta nueva instancia espiritual, esta región, con relación al
proceso en el que nos encontramos?
Lo primero que nos sugiere la intuición, es que debe tratarse
de una tierra relacionada con el nuevo Elemento, el Aire. La consciencia está
abandonando la región de Piscis, y se acerca a una nueva, llamada Dalmanuta.
Utilicemos los conocimientos cabalísticos y analicemos ese
nombre, aplicándole el alfabeto hebreo. Las letras que lo componen, son el
Daleth, el Lamed, el Mem, el Noun y el Teith. Haciendo una síntesis del
conjunto de estas letras sagradas, observamos, que la primera letra-Fuerza es
el Daleth, que corresponde astrológicamente al tránsito del Fuego al Agua, o lo
que es lo mismo, la Voluntad divina penetra en las emociones, despertando la
consciencia al amor. Con el Daleth nos adentramos en el Agua, y dan comienzo
los Trabajos con el Cuerpo de Deseos. Esa Voluntad Emocional siembra su semilla
en el Lamed, morada donde se persigue materializar las energías para hacer tangible
la Verdad. El Lamed, está representando, al igual que el Daleth, el proceso de
transición entre Elementos; en esta ocasión, se trata del Aire a la Tierra,
entendiendo con ello la necesidad de convertir, en obras concretas, lo
elaborado por el pensamiento.
Uniendo el Daleth y el Lamed, estamos fusionando los Cuatro
Elementos, Fuego, Agua, Aire y Tierra, aunque en verdad, el Agua y la Tierra
predominan. Por lo tanto, diremos que el Propósito de esta unión es
materializar el amor, llevarlo hasta sus últimas consecuencias, pues de esa
unión debe nacer, y crecer, una nueva realidad.
Tanto el Mem, como el Noun, representantes ambos de signos de
Tierra -Capricornio y Tauro -respectivamente-, nos revelan que esa
voluntad-Daleth, de hacer crecer el propósito de amar, tomará cuerpo, se hará
carne y dará frutos, y como resultado de ese proceso de maduración, aparece en
fase final la nueva conquista, el Teith, es decir, el signo de Libra.
Podríamos resumir, que naciendo como un impulso por lograr el
dominio del Amor, cuando este se convierte en Obra, aparece una nueva virtud,
en la que la nueva identidad es: Yo soy los demás.
Dalmanuta, es esa tierra que ha de conducirnos a las puertas
del nuevo Arquetipo, del nuevo Elemento, donde los Trabajos nos exigirán
enfrentarnos a nosotros mismos viéndonos reflejados en los demás –Libra-, a
niveles convencionales, es el Otro, el que oponiéndose a nuestras iniciativas
-Aries- complementa nuestra vida, nos conduce a la unidad.
El Aire, en su primera etapa, la de Libra, se convierte en el
terreno de disputas, y verdaderamente, esta región es más propicia para los
fariseos, pues al representar el antiguo orden, las rígidas leyes, está
manifestando la correspondencia con Binah, el regente del Elemento Aire. Es por
ello, que nada más llegar Jesús a esta tierra, los fariseos -antiguas ideas- el
viejo Cuerpo Mental, se pusieron a disputar con Él. Le pedían, para probarle,
señales del cielo. Es lógico que esto sea así, aún no estamos plenamente en la
región de Libra; nos encontramos en una zona limítrofe entre el Agua-Piscis y
el Aire-Libra, y los representantes de este último Elemento necesitan recibir
un mensaje del anterior mundo, el Emocional, al que en terminología esotérica
se le conoce como Cielo.
El Aire-Pensamiento es la ciencia de nuestros días. Todo debe
ser demostrado para ser aceptado por la mente. La fe se deja en el olvido;
forma parte de algo indemostrable, de un mundo interno y oscuro que no se
comprende. Estos son los argumentos del Aire en relación con el Agua.
El Aire está regido por la fase Vav del proceso creativo, la
que se encarga de los Trabajos de Exteriorización. La mente-Aire necesita que
toda la energía se manifieste externamente para así poder probar su condición.
Pero el Amor –Jesús-, exhala un profundo suspiro, pues reconoce
que la generación que está activa no necesita de señales, pues tiempo han
tenido las antiguas generaciones, es decir, en anteriores procesos evolutivos,
de recibir señales, anécdotas, símbolos concretizados, y a pesar de ello no han
creído. Esta situación es muy conocida por el hombre viejo que aún todos
llevamos dentro. Necesitamos señales del cielo, es decir, del Mundo del Deseo,
del mundo invisible, para creer en la existencia del Padre y de todas las
criaturas que evolucionan en los Planos Superiores al Físico.
A lo largo de nuestra evolución, hemos tenido la oportunidad
de recibir muchas señales a nivel físico de nuestra condición divina, pero ni
aún así, hemos despertado nuestra consciencia al amor. Ahora, ese amor aparece
por nuestra vieja tierra, pues necesitamos de un aliento fresco y renovador, y
le pedimos que haga un milagro para que creamos en Él.
Sin embargo, es el momento de alcanzar otro nivel de consciencia, y para ello, se hace necesario que nos acerquemos a Él sin exigir su materialización. Todos debemos aplicarnos esta lección, pues es fácil reconocer, en el aspirante a la luz, un ansia insostenible por despertar su visión a los Mundos Espirituales, ya que ello le llevaría a creer más de lo que cree. Detrás de este afán, existe oculto un falso deseo por satisfacer a su personalidad material. Es la hora de quitarnos las vendas y de potenciar nuestro corazón realizando obras de amor. De este modo, sentiremos y viviremos en el Cielo, y no necesitaremos ninguna señal de él.
Sin embargo, es el momento de alcanzar otro nivel de consciencia, y para ello, se hace necesario que nos acerquemos a Él sin exigir su materialización. Todos debemos aplicarnos esta lección, pues es fácil reconocer, en el aspirante a la luz, un ansia insostenible por despertar su visión a los Mundos Espirituales, ya que ello le llevaría a creer más de lo que cree. Detrás de este afán, existe oculto un falso deseo por satisfacer a su personalidad material. Es la hora de quitarnos las vendas y de potenciar nuestro corazón realizando obras de amor. De este modo, sentiremos y viviremos en el Cielo, y no necesitaremos ninguna señal de él.
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