jueves, 9 de enero de 2025

Capítulo 18. II. La base del sueño (1ª parte).

 II. La base del sueño (1ª parte).

1. ¿No es acaso cierto que de los sueños surge un mundo que parece ser muy real? 2Mas examina lo que es ese mundo. 3Obvia­mente no es el mundo que viste antes de irte a dormir. 4Es más bien una distorsión de él, urdida exclusivamente en torno a lo que tú hubieses preferido que ocurriese. 5En él eres "libre" para reconstruir lo que parecía atacarte, y convertirlo en un tributo a tu ego, que se indignó por el "ataque". 6Ése no sería tu deseo a menos que no te identificases a ti mismo con el ego, que siempre se ve a sí mismo, y, por lo tanto, a ti, como sometido a un cons­tante ataque y sumamente vulnerable a él.

El ejemplo que utiliza Jesús en este punto nos ayuda en la comprensión de lo que sucede con nuestra mente en la interpretación que hace de la realidad percibida. 

La verdadera realidad es sustituida por una falsa realidad mientras dormimos. Es en ese estado llamado sueño donde la identidad de lo que realmente somos adopta un nivel de percepción que se deja seducir por lo ilusorio. El contenido del sueño, independientemente de que pueda ser feliz o terrorífico, siempre es una distorsión de la percepción verdadera.

La necesidad de "dormir" pertenece al sistema de pensamiento del ego. Es el cuerpo el que siente esa necesidad biológica. Ya sabemos que el símbolo del ego, el cuerpo, está sujeto a las leyes de la temporalidad, por lo que es irreal, ya que tan solo lo que no cambia, lo eterno, es lo verdadero y real. Por lo tanto, las percepciones que procedan del cuerpo son todas irreales e ilusorias, tal y como lo es el contenido de lo percibido en sueño mientras dormimos.

2. Los sueños son caóticos porque están regidos por tus deseos conflictivos, y así, lo que es verdad les trae sin cuidado. 2Son el mejor ejemplo de cómo se puede utilizar la percepción para sus­tituir a la verdad por ilusiones. 3Al despertar no los tomas en serio, pues el hecho de que la realidad se viola tan radicalmente en ellos resulta evidente. 4Sin embargo, son una manera de ver el mundo y de cambiarlo para que se adapte mejor al ego. 5Son ejemplos impresionantes, tanto de la incapacidad del ego para tolerar la realidad, como del hecho de que tú estás dispuesto a cambiar la realidad para beneficiarlo a él.

La percepción del cuerpo tiene su origen en el deseo de ser especial, en el deseo de ver las cosas de manera diferente a como Dios nos ha creado. La creencia en la separación ha dado lugar al miedo y dicha creencia se fundamenta en la ausencia de amor. 

Es por ello que la mente dividida utiliza el pensamiento de ataque como un mecanismo de respuesta para protegerse del miedo. El ataque procede, pues, de la mente, aunque el ego piensa que ese poder lo tiene el cuerpo. Pero el cuerpo no ataca si no sigue los dictados de la mente errada. Es muy importante considerar esto que decimos, pues tenemos el poder de cambiar el contenido de nuestra mente y, de camino, utilizar nuestro cuerpo para la función para la que está diseñado, la de comunicar y compartir con los demás los atributos que forman parte de nuestra verdadera identidad espiritual. 

3. La diferencia entre lo que ves en sueños y lo que ves al desper­tar no te resulta inquietante. 2Reconoces que lo que ves al desper­tar se desvanece en los sueños. 3Al despertar, no obstante, no esperas que haya desaparecido. 4En los sueños eres tú quien determina todo. 5Las personas se convierten en lo que tú quieres que sean y hacen lo que tú les ordenas. 6No se te impone ningún límite en cuanto a las sustituciones que puedes llevar a cabo. 7Por algún tiempo parece como si se te hubiese dado el mundo para que hicieses de él lo que se te antojase. 8No te das cuenta de que lo estás atacando y tratando de subyugarlo para que se avenga a tus deseos.

Al analizar el contenido percibido mientras dormimos y nos sumergimos en el mundo ilusorio del sueño, las leyes de la lógica y de la razón desaparecen, dejándonos dar forma a una realidad que es fruto de nuestros deseos y en los que se pone de manifiesto el propósito de crear un mundo especial y acorde a nuestras falsas creencias. 

Lo que ocurre mientras dormimos es el mejor ejemplo que nos muestra el modo en cómo percibimos la realidad. Para el ego, el mundo que percibe es real, pero no se da cuenta de que lo que percibe es lo que su mente ha decidido hacer real. Lo temporal y lo perecedero son características propias del mundo fabricado por el ego; sin embargo, el ego no los cuestiona, sino que argumenta con todo el peso de su sistema de pensamiento que lo temporal es lo real. Que todo nace para morir y la verdad está sujeta a ese proceso cíclico que hace que lo que hoy es verdad, mañana ya no lo sea, siendo sustituido por otra verdad.

Todos estos argumentos pertenecen al mundo del sueño, y si es así, es señal inequívoca de que estamos dormidos.

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