IV. Los dos cuadros (3ª parte).
8. La relación especial te ofrece el marco más imponente y falaz de todas las defensas de las que el ego se vale. 2Su sistema de pensamiento se ofrece aquí, rodeado por un marco tan recargado y elaborado, que el cuadro casi desaparece debido a la imponente estructura del marco. 3En el marco van entretejidas toda suerte de fantasías de amor quiméricas y fragmentadas, engarzadas con sueños de sacrificio y vanagloria, y entrelazadas con hilos dorados de auto-destrucción. 4El brillo de la sangre resplandece como si de rubíes se tratase, y las lágrimas van talladas cual diamantes que refulgen tenuemente a la luz mortecina en que se hace el ofrecimiento.
Amores quiméricos y fragmentados; culpas que nos llevan a elegir el sacrificio; victorias que nos vanaglorian; combates que nos autodestruyen y todo ello, regado de un mar de lágrimas en nombre del sufrimiento y del dolor.
9. Examina el cuadro. 2No dejes que el marco te distraiga. 3Este cuadro se te ofrece para que te condenes, y si lo aceptas creerás estar condenado. 4No puedes conservar el marco sin el cuadro. 5Lo que valoras es el marco, pues en él no ves conflicto. 6No obstante, el marco no es más que la envoltura del regalo de conflicto. 7El marco no es el regalo. 8No te dejes engañar por los aspectos más superficiales de este sistema de pensamiento, pues en ellos se encierra todo el sistema en sí, sin excluir ningún aspecto. 9En este regalo rutilante habita la muerte. 10No permitas que tu mirada se pose en los destellos hipnóticos del marco. 11Mira el cuadro y date cuenta de que lo que te ofrece es la muerte.
El ego nos seduce para vendernos el cuadro y, para ello, pone más énfasis en adornar el marco que en revelar sus propias intenciones, esto es, en mostrarnos el contenido del cuadro. El ego nos hablará de amor, pero lo que nos está ofreciendo será que renuncies a tu libertad y que se la ofrezcas a él. Ese es el precio a pagar para ganarte su amor. Pero si ese es el precio, lo que está ofreciendo no es amor verdadero, sino amor condicionado, lo que significa que, aunque renunciemos a nuestra libertad y nos entreguemos en cuerpo y alma al ego, este no podrá satisfacernos con el amor, sino que nos ofrecerá su sucedáneo, el miedo.
10. Por eso es por lo que el instante santo es tan importante para la defensa de la verdad. 2La verdad en sí no necesita defensa, mas tú necesitas ser defendido contra tu aceptación del regalo de muerte. 3Cuando tú, que eres la verdad, aceptas una idea tan peligrosa para la verdad, la amenazas con su destrucción. 4Y ahora se te tiene que defender, para poder así conservar intacta la verdad. 5El poder del Cielo, el Amor de Dios, las lágrimas de Cristo y la alegría de Su espíritu eterno son convocados para defenderte de tu propio ataque. 6Pues tú los atacas al ser parte de Ellos, y Ellos tienen que salvarte, pues se aman a Sí Mismos.
Entrega tu relación especial al Espíritu Santo, para que te libere del pasado de donde procede el recuerdo amargo del desamor. La Expiación corregirá nuestra percepción y ello nos permitirá ver al otro desde la unidad y no desde la separación. El tiempo de aprendizaje se acortará y el instante santo nos mostrará el momento en el que decidimos ver la verdad de lo que somos y poner fin a la ilusión.
¡Espectacular! Cuánta belleza contiene este punto. Recogiendo de nuevo, Jesús, la metáfora del marco y del cuadro, ahora nos presenta una nueva visión donde nos enseña dónde debemos mirar cuando busquemos la verdad, es decir, no debemos mirar el marco, sino el contenido, esto es, el cuadro. Ese es el verdadero regalo que debemos aceptar en nombre de la verdad, y para poder recibir ese regalo, debemos obviar el valor del marco, pues tan solo nos muestra lo superficial, lo que provoca nuestra distracción.
El instante santo es una miniatura del Cielo, una muestra que se nos envía desde el Cielo, desde nuestro verdadero Hogar.
El instante santo es una miniatura de la eternidad, una muestra de intemporalidad, montada en un marco de tiempo, donde el tiempo es lo superficial.
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