domingo, 7 de enero de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 7

LECCIÓN 7

Sólo veo el pasado.

1. Esta idea resulta muy difícil de creer al principio. 2Sin embargo, es la razón fundamental de todas las anteriores.

3Es la razón por la que nada de lo que ves significa nada.
4Es la razón por la que le has dado a todo lo que ves todo el significado que tiene para ti.
5Es la razón por la que no entiendes nada de lo que ves.
6Es la razón por la que tus pensamientos no significan nada y por lo que son como las cosas que ves.
7Es la razón por la que nunca estás disgustado por la razón que crees.
8Es la razón por la que estás disgustado porque ves algo que no está ahí.

2. Cambiar las viejas ideas que se tienen acerca del tiempo es muy difícil porque todo lo que crees está arraigado en el tiempo, y depende de que no aprendas estas nuevas ideas acerca de él. 2Sin embargo, ésa es precisamente la razón por la que necesitas nuevas ideas acerca del tiempo. 3Esta primera idea acerca del tiempo no es realmente tan extraña como pueda parecer en un principio.

3. Observa una taza, por ejemplo. 2¿Estás realmente viendo la taza, o simplemente revisando tus experiencias previas de haber levantado una taza, de haber tenido sed, de haber bebido de ella, de haber sentido su borde rozar tus labios, de haber desayunado, y así sucesivamente? 3¿Y no están acaso tus reacciones estéticas con respecto a la taza basadas asimismo en experiencias pasadas? 4¿De qué otra manera sino sabrías que esa clase de taza se rompe si la dejas caer? 5¿Qué sabes acerca de esa taza sino lo que apren­diste en el pasado? 6No tendrías idea de lo que es si no fuera por ese aprendizaje previo. 7¿Estás, entonces, viéndola realmente?

4. Mira a tu alrededor. 2Esto se aplica igualmente a cualquier cosa que veas. 3Reconoce esto al aplicar la idea de hoy indistintamente a cualquier cosa que te llame la atención. 4Por ejemplo:

5Sólo veo el pasado en este lápiz.
6Sólo veo el pasado en este zapato.
7Sólo veo el pasado en esta mano.
8Sólo veo el pasado en ese cuerpo.
9Sólo veo el pasado en esa cara.

5. No te detengas en ninguna cosa en particular, pero recuerda no omitir nada específicamente. 2Mira brevemente cada objeto, y luego pasa al siguiente. 3Tres o cuatro sesiones de práctica, cada una de un minuto más o menos de duración, bastarán.


¿Qué me enseña esta lección?

Esta lección me suscita una pregunta que considero procedente. ¿Cuándo sería la primera vez que nombramos la cosas, que determinamos un valor a algo, que decidimos que tal cosa es buena o mala?, y lo más importante, ¿por qué decidimos darle ese valor o significado?

Verdaderamente, el ego percibe un permanente error de sí mismo, pues piensa que es lo que recuerda de él. Para el ego, la vida comienza con el nacimiento y termina con la muerte. Sin embargo, esta visión está basada en criterios de temporalidad y si es así, está sujeta al cambio, y todo lo que es variable no es real. Lo real no está sujeto al cambio.

La respuesta que nos ofrece el ego ante cualquier circunstancia es una respuesta acuñada 
bajo el acúmulo de las experiencias recordadas. Sin embargo, eso nos mantiene presa del error, pues nos limita la capacidad de dar una respuesta original fruto de la capacidad creadora de la que somos portadores. Desde este punto de vista, cuando transcendemos la personalidad egoica, y nos abrimos a la realidad de lo que realmente somos, un Ser Espiritual, estamos en condiciones de afrontar la vida con una consciencia del eterno presente. Dicho de otra manera, vivir en el presente, nos ofrece continuamente la oportunidad de dar una respuesta nueva, diferente y liberadora. Hacer consciente el presente nos hace co-creadores de una realidad cuyo tinte estará acorde con la energía que hemos decidido activar.

Ante cualquier situación de nuestra vida, es importante respirar profundamente y hacernos consciente de ese estado presente, que nos invita a utilizar con certeza el potencial creador del que somos portadores. Yo decido en cada momento presente, a quié servirá mi mente, al Ser o al ego.

Las Enseñanzas Místicas, nos revelan que el Alma humana se encuentra en un proceso de crecimiento espiritual, llamado “Evolución” y, en la actualidad, está experimentando las lecciones que le ofrece el Plano Físico con la intención de tomar conciencia de los “atributos” divinos con los que cuenta. La humanidad, en términos místicos, la “Oleada de Vida Humana”, está llamada a Ser Dioses Creadores. En la fase de crecimiento actual, utiliza el mundo material para espiritualizar sus vehículos: el Cuerpo Mental, el Cuerpo Emocional y el Cuerpo Etérico. Se encuentra matriculado en la “escuela de la vida” y requiere llevar varios cursos para alcanzar la meta trazada. Cada uno de esos cursos, pueden ser superados eficientemente o por el contrario, se deberá repetir, para alcanzar el nivel necesario. La rueda de encarnaciones permite volver una y otra vez, con la intención de ir avanzando y evolucionando.

En ese proceso de crecimiento, el alma cuenta con la colaboración de Entidades Espirituales que le ayudan a la hora de elegir las asignaturas que le quedan por integrar. De este modo, los llamados “Ángeles Archiveros”, ponen a elección del alma, el contenido de esas asignaturas. Podemos decir, que ese alma toma la decisión de cuáles serán las experiencias que ha de vivir para favorecer su aprendizaje.
Esta elección queda impresa en el alma y nace con ella, al producirse el nuevo nacimiento físico. Formará parte de su genoma espiritual. Esta es la razón por la que es recomendable mantener una consciencia espiritual de la vida, pues en la medida en que seamos capaces de conectar conscientemente con la voz de nuestro Ser Espiritual, conseguiremos oír su mensaje y dirigir nuestros pasos por las sendas que debemos recorrer.

Cada nueva encarnación se nos presenta como la oportunidad de superar toda época pasada. Si en nuestro presente nos encontramos ante una situación delicada, podemos saber que dicha situación responde a una actuación pasada, donde pusimos en circulación una energía erróneamente. Tenemos dos opciones: afligirnos y lamentarnos como víctimas de lo que nos está ocurriendo y culpamos a la vida de todo; sufrimos y sentimos ira; nos castigamos y castigamos a los demás, o por el contrario, nos preguntamos para qué estoy viviendo esta experiencia; dónde está la causa que da origen a la misma, pues sabemos que si conocemos dicha causa y la podemos cambiar, estaremos creando un nuevo presente donde la situación que viviremos será más grata y armoniosa.

Somos libres para elegir, ¿por qué elegir sufrir?

Todas las Escuelas Iniciáticas que enseñan estas verdades forman parte del "sueño". En verdad, sus mensajes tratan de revelarnos que somos los "soñadores del sueño". Ya lo hemos adelantado en otra ocasión, Un Curso de Milagros también forma parte del sueño, pero nos ayuda a conocer lo que es real y lo que no lo es.
Las lecciones que tratan sobre la evolución y la involución, son lecciones orientadas a la mente que se encuentra identificada con la separación, con la dualidad. En verdad, el Hijo de Dios, como única Creación de Dios, es Perfecto, Inocente, Impecable y Pleno. Lo que ocurre es que nos encontramos identificados con las falsas creencias fruto del pensamiento del ego, que nos lleva una y otra vez a proyectar una realidad ilusoria donde la vía de aprendizaje es el mundo de la percepción.

Ejemplo-Guía: "El comportamiento de nuestro hijo nos desespera"

Retomo el primero de los ejemplos con los que estamos "practicando" a lo largo de las lecciones, para aplicar las enseñanzas de este importantísimo Ejercicio.

En las reflexiones precedente hemos visto como el pasado se convierte en la visión que condiciona nuestras interpretaciones y, como consecuencia de ello, nuestro comportamiento.

A pesar de que el concepto pasado y el concepto tiempo, en general, no es real, es una creación de la mente cuando se encuentra al servicio del ego, dentro de la ilusión, donde damos credibilidad al tiempo, podemos hablar de un pasado reciente o consciente y de un pasado ancestral o inconsciente (para la mayoría de los humanos). El primero de ello, nos condiciona en lo relativo al aprendizaje adquirido desde nuestro nacimiento hasta el momento actual. En cambio, el pasado ancestral hace referencia al aprendizaje adquirido en vidas anteriores.
Hago esta diferenciación ilusoria pues me gustaría plantear una primera pregunta que considero importante.

¿Quién es nuestro hijo? ¿Quién es nuestro padre/madre? 

Una respuesta al ejemplo-guía que estamos analizando desde el punto de vista del pasado reciente, tal vez no nos ofrezca datos tan evidentes para poder comprender el para qué vivimos las vivencias con nuestro hijo que estamos experimentando.
Tal vez en nuestro pasado reciente, hallamos recibido una educación desde pequeños, que nos ha enseñado a tener un tipo de creencia con respecto a los temas que se interpretan como conflictivos en nuestra relación actual con nuestro hijo. Tal vez mi padre era muy estricto y selectivo y ahora yo sea un padre con esas mismas condiciones, lo que se convierte en una fuente de conflicto en mi actual relación con mi hijo.

Pero siendo así, podríamos seguir preguntándonos, ¿Y para qué he tenido yo que encontrarme en mi infancia un padre con esas características, hasta el punto que me ha condicionado en la edad adulta?

Si abordamos el escenario del pasado ancestral, y pudiésemos recibir una lectura de los encuentros mantenidos con nuestro actual hijo en otras vidas, tal vez esa información nos permitiría conocer el para qué de la experiencia actual. Tal vez, vuestra relación entonces no  alcanzó el nivel de armonía deseado y os encontráis, de nuevo, con el propósito de daros una nueva oportunidad.

Aquí nos paramos, pues esto que estamos diciendo, forma parte de las enseñanzas del ego, pues si nos damos cuenta estamos diciendo que aprendemos dependiendo del factor tiempo, y no podemos olvidar, que el tiempo es una ilusión y lo utilizaremos mientras que decidamos seguir necesitándolo.

Lo importante de este mensaje es darnos cuenta de que la vida a cada presente y solo en el presente, que es eterno, nos ofrece la oportunidad de corregir nuestros errores. Hemos podido tomar consciencia de que la relación con nuestro hijo es una deuda pendiente. Pero eso no nos ayudará a vivir íntegramente la experiencia de relación. Para lograr ese objetivo, en verdad el más importante, debemos colapsar el tiempo, hacerlo presente continuo y perdonar nuestro pasado, dicho en términos del Curso, debemos convertirnos, de forma natual, en hacedores de milagros. Así queda citado en el Texto del Curso:
“El milagro no hace nada. 2Lo único que hace es deshacer. 3Y de este modo, cancela la interferencia a lo que se ha hecho. 4No añade nada, sino que simplemente elimina. 5lo que elimina hace mucho que desapareció, pero puesto que se conserva en la memo­ria, sus efectos parecen estar teniendo lugar ahora. 6Hace mucho que este mundo desapareció. 7Los pensamientos que lo origina­ron ya no se encuentran en la mente que los concibió y los amó por un breve lapso de tiempo. 8El milagro no hace sino mostrar que el pasado ya pasó, y que lo que realmente ya pasó no puede tener efectos. 9Recordar la causa de algo tan sólo puede dar lugar a ilusiones de su presencia, pero no puede producir efectos”. (T-28.1:1-9)

Reflexión: Si lo que percibo, es interpretado a un recuerdo del pasado, a algo aprendido y que nos condiciona, ¿qué te impide darle un significado diferente?

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