lunes, 6 de enero de 2025

Capítulo 17. IV. Los dos cuadros (2ª parte).

IV. Los dos cuadros (2ª parte).

5. El ego siempre se mantiene alerta por si surge cualquier ame­naza, y la parte de tu mente en la que el ego fue aceptado está ansiosa por conservar su propia razón, tal como la entiende. 2No se da cuenta de que es completamente demente. 3Mas tú tienes que darte cuenta exactamente de lo que esto significa si quieres que se te restituya la cordura. 4Los dementes protegen sus siste­mas de pensamiento, pero lo hacen de manera demente. 5todas sus defensas son tan dementes como lo que supuestamente tie­nen que proteger. 6No hay nada en la separación, ni "razón", ni atributo, ni ningún aspecto que no sea demente. 7Y su "protec­ción", que es parte de ella, es tan demente como toda ella. 8Por lo tanto, la relación especial, su principal defensa, no puede sino ser demente.

El ego tiene miedo al amor verdadero, pues interpreta que su aceptación significaría el final de su sistema de pensamiento, o lo que es lo mismo, su inexistencia. El amor verdadero es la manifestación de la unidad, mientras que el ego es la manifestación de la separación.

Es por ello que el ego se mantiene alerta por si surge cualquier amenaza procedente del amor. Toda su estrategia se basa en el miedo y cuando establece una relación de amor especial, siempre oculta su intención, la de vengarse del daño que atesora en el recuerdo de su pasado y que le ha llevado a sentirse atraído por la persona que se lo causó.

Tal vez nos estemos preguntando: ¿cómo es posible que nos sintamos atraídos por una persona, inducidos por el demente deseo de vengarnos de ella? Pero como bien nos enseña este punto, el sistema de pensamiento del ego es totalmente demente y todas sus defensas son tan dementes como lo que supuestamente tienen que proteger.

Intentemos describir cómo se produce esa dinámica. Tenemos un primer encuentro entre dos personas que se sienten atraídas por la percepción de los sentidos. El ego no va a renunciar a sus creencias, lo que le llevará a proyectar sobre la otra persona todo lo que rechaza de sí mismo, y cuando lo haga, lo llevará a juzgarla despiadadamente en un intento de pulir sus faltas. Se siente tan culpablemente que, para limpiar ese peso, decide juzgar condenatoriamente al otro, el cual, al sentirse atacado, intentará defenderse, utilizando el mismo mecanismo mental. El conflicto está servido, y la relación, si sobrevive, será un verdadero milagro. Se habrá establecido un vínculo entre ambas personas basado en el odio, en la culpa, en el miedo y en el desamor.

Cuando esos egos vuelven a encontrarse, sienten la necesidad de quedar limpios del sentimiento de culpa que, inconscientemente, les acompaña. Y ese encuentro despierta en ellos el vínculo que han establecido y decidirán volver a intentarlo, dando lugar a una nueva relación especial, donde falta el amor y sobra todo lo demás.

6. No tendrás mucha dificultad ahora en darte cuenta de que el sistema de pensamiento que la relación especial protege no es más que un sistema ilusorio. 2Reconoces, al menos en términos genera­les, que el ego es demente. 3No obstante, todavía te parece que la relación especial es en cierto modo "diferente". 4Sin embargo, la hemos examinado con mucho más detenimiento que muchos de los otros aspectos del sistema de pensamiento del ego que has estado más dispuesto a abandonar. 5Mientras este aspecto conti­núe vigente, no obstante, no podrás abandonar los demás. 6Pues este aspecto no es diferente. 7Si lo conservas, habrás conservado todos los demás.

La demencia del sistema de pensamiento del ego tiene su origen en la creencia en que podemos crear un mundo real ausente de amor verdadero y sin respetar la Ley de Dios; esta es la Ley de la Unidad. Todo cuanto procede del ego debe ser transformado. Su sistema de pensamiento debe ser desaprendido. Ningún recuerdo del pasado debe ocupar nuestro presente. Si nos encontramos compartiendo una relación especial, pongámosla en manos del Espíritu Santo, para que la transforme en una relación santa. Ello significa que debemos sustituir el miedo por el amor, la culpa por el perdón.

7. Es esencial darse cuenta de que todas las defensas dan lugar a lo que quieren defender. 2La base subyacente de su eficacia es que ofrecen lo que defienden. 3Lo que defienden se ha deposi­tado en ellas para mantenerlo a salvo, y conforme operan te lo brindan a ti. 4Toda defensa opera dando regalos, y los regalos son siempre una miniatura -montada en marco de oro- del sistema de pensamiento que la defensa protege. 5Se trata de un marco muy elaborado, repleto de gemas, y profusamente tallado y pulido. 6Su propósito es ser valioso en sí mismo, y desviar tu aten­ción de lo que encierra. 7Mas no puedes tener el marco sin el cuadro. 8Las defensas operan para hacerte creer que sí puedes.

La relación especial no defiende la creencia en la igualdad, sino en la separación. Si lo hiciera, esto es, si viésemos al otro a nuestra verdadera imagen y semejanza, la relación se convertiría en santa, pues estaríamos unidos por lazos de verdadero amor.

Pero el ego defiende la separación por encima de todo y, cuando hace su defensa a favor de la relación especial, nos muestra precisamente los efectos que ocasiona la creencia en la separación.

Jesús utiliza en el mensaje recogido en este punto una metáfora entre el marco y el cuadro. El ego interpreta que lo esencial en su sistema de pensamiento es el valor del marco, para lo cual se esfuerza en convencer a nuestra mente de que realmente todo lo que hace por la otra persona responde a su amor por ella. Es su manera de adornar el regalo de la relación especial, cuyo contenido es el cuadro, con falsas promesas que ocultan la única razón que lo lleva a establecer esa relación, la de vengarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario