IV. Los dos cuadros (4ª parte).
12. Se te ofrecen dos regalos. 2Cada uno de ellos es un todo en sí mismo y no puede ser aceptado parcialmente. 3Cada uno de ellos es un cuadro de todo lo que puedes tener, aunque desde una perspectiva muy diferente. 4No puedes comparar su valor comparando el cuadro de uno con el marco del otro. 5Debes comparar únicamente los cuadros, pues, de otro modo, la comparación no tendría ningún sentido. 6Recuerda que el cuadro es lo que constituye el regalo. 7Y sólo sobre esa base eres realmente libre de elegir. 8Contempla los cuadros. 9Contempla los dos. 10Uno es un cuadro diminuto, difícil de ver bajo las pesadas sombras de su enorme y desproporcionado marco. 11El otro tiene un marco liviano, está colgado en plena luz y es algo maravilloso de contemplar debido a lo que es.
El ego trata de ocultar el contenido de su cuadro con la grandiosidad de su marco, lo que significa que nos oculta la verdad con promesas de un amor condicionado.
El Espíritu Santo nos muestra el contenido de su cuadro donde se expresa la única verdad.
13. Tú que has tratado tan arduamente -y todavía sigues tratando- de encajar el mejor cuadro en el marco equivocado, y combinar de este modo lo que no puede ser combinado, acepta lo que sigue y regocíjate por ello: cada uno de estos cuadros está perfectamente enmarcado de acuerdo con lo que representa. 2Uno de ellos está enmarcado de forma que el cuadro esté desenfocado y no se pueda ver. 3El otro, de forma que su cuadro se vea con perfecta claridad. 4El cuadro de muerte y de tinieblas se hace cada vez menos convincente según logras dar con él entre todo lo que lo envuelve. 5A medida que se expone a la luz cada una de las piedras inertes que en la oscuridad parecían brillar desde el marco, dichas piedras se vuelven opacas y sin vida y cesan de desviar tu atención del cuadro. 6Y por fin miras al cuadro en sí, viendo finalmente que, sin la protección del marco, no tiene sentido.
Este punto se extiende en la utilización de la metáfora del marco y el cuadro, para mostrarnos la estrategia del ego en utilizar el nombre del amor para ocultar sus pretensiones de venganza y así justificar que las relaciones especiales tan solo nos muestran las diferencias existentes entre los seres, es decir, para reforzar su sistema de pensamiento basado en la creencia en la separación.
Pero en un mundo irreal e ilusorio, tan sólo podemos percibir fantasías que, por su propia condición, están llamadas a causar efectos irreales y dementes. El miedo genera miedo, y la única manera de liberarnos de él es mirarlo conscientemente, pues cuando lo hacemos, dejaremos de verlo.
Así es. El miedo, cuando lo llevamos a la luz de la comprensión, ya no tiene el efecto aterrador que tenía cuando lo percibimos desde la penumbra, desde la oscuridad de la falsa ilusión.
Del mismo modo, cuando llevamos el cuadro tenebroso ante la luz, dejamos de percibirlo como algo temible, pues ahora apreciamos lo que realmente nos muestra y descubrimos que no era lo que nos imaginábamos, sino que se trata tan solo de un cuadro, sin ningún poder sobre nosotros.
15. El cuadro de luz, en claro e inequívoco contraste, se transforma en lo que está más allá del cuadro. 2A medida que lo contemplas, te das cuenta de que no es un cuadro, sino una realidad. 3No se trata de una representación pictórica de un sistema de pensamiento, sino que es el Pensamiento mismo. 4Lo que representa está ahí. 5El marco se desvanece suavemente y brota en ti el recuerdo de Dios, ofreciéndote toda la creación a cambio de tu insignificante cuadro, que no tenía ningún valor ni ningún significado.
Con el despertar, tomamos consciencia de que nos habíamos identificado con las sombras emergentes de nuestros sueños y de nuestras pesadillas. Comprendemos que todo lo percibido durante nuestro estado de sueño era irreal y que nuestras creencias estaban influenciadas por el contenido fantasioso de lo imaginado durante el sueño.
Con el despertar, descubrimos el hermoso contenido del cuadro que nos muestra la verdad en su esplendor. Ya no confundimos la verdad con el contenido del cuadro, sino que experimentamos la luz que emana de la verdad y comprendemos que esa es la realidad.
Ya hemos reconocido el valor del cuadro que nos muestra el contenido de la verdad, y ahora, decidimos experimentar la verdad viviéndola y extendiéndola con los demás. Reconocemos la unidad que nos hace Uno con nuestro Creador y con la Filiación. Nuestra mente sirve a la Mente Recta, y establece un estrecho lazo con la Voz del Espíritu Santo, el cual se convierte en Su único guía y maestro.
Ya no somos uno, ahora somos Todos. La realidad de nuestra relación con Dios radica en la relación que tenemos con nuestros hermanos, con los que nos sentimos unidos por lazos de amor verdadero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario