jueves, 16 de mayo de 2024

Capítulo 10. II. La decisión de olvidar.

 II. La decisión de olvidar.

1. A menos que primero conozcas algo no puedes disociarte de ello. 2El conocimiento, entonces, debe preceder a la disociación, de modo que ésta no es otra cosa que la decisión de olvidar. 3Lo que se ha olvidado parece entonces temible, pero únicamente porque la disociación es un ataque contra la verdad. 4Sientes miedo porque la has olvidado. 5has reemplazado tu conocimiento por una con­ciencia de sueños, ya que tienes miedo de la disociación y no de aquello de lo que te disociaste. 6Cuando aceptas aquello de lo que te disociaste, deja de ser temible. 

Este punto, despierta mi interés por alcanzar a comprender cuál sería el impulso que llevó al hijo de Dios a creerse “separado” de Su Creador.

En el estudio realizado del Libro de Ejercicios, concretamente en la Lección 320 titulada, “Mi Padre me ha dado todo poder”, tuvimos ocasión de analizar el poder de la voluntad y decíamos lo siguiente:

 “Cuando la voluntad-semilla no sirve a la verdad, el fruto que cosecharemos no será agradable, será más bien, el fruto que abre nuestros ojos a una realidad ilusoria, como ese fruto que, tras ser mordido por Eva, nos llevó, ilusoriamente, al descubrimiento de nuestra desnudez y a ser expulsados del estado de comunión con nuestro Creador, representado por el Jardín del Edén. El "pecado" de Adán no habría podido afec­tar a nadie, si él no hubiese creído que fue el Padre Quien le expulsó del paraíso. Pues a raíz de esa creencia se perdió el conocimiento del Padre, ya que sólo los que no le comprenden podían haber creído tal cosa”. Os dejo el enlace para acceder al artículo completo:

https://aprendiendouncursodemilagros.blogspot.com/2017/11/ucdm-libro-de-ejercicios-leccion-320.html 

Ese acto de voluntad primigenio, dio origen a la disociación, a la separación de nuestra Fuente Original, de nuestro Creador. El Estado de Dios es el Conocimiento y Su Creación gozaba de ese Estado. Entiendo, que el impulso de la fuerza creadora propició el deseo de “ver un mundo separado”, lo que ocasionó olvidar su Origen, olvidar el Conocimiento. Ese olvido-disociación da lugar al miedo, como consecuencia de ser los causantes de ese estado de separación.

Conocimiento es Unidad, es Filiación. La disociación del Conocimiento, sitúa al Hijo de Dios bajo la creencia ignorante del pecado.  

2. Sin embargo, renunciar a tu disociación de la realidad trae consigo más que una mera ausencia de miedo. 2En esa decisión radica la dicha, la paz y la gloria de la creación. 3Ofrécele al Espí­ritu Santo únicamente tu voluntad de estar dispuesto a recordar, pues Él ha conservado para ti el conocimiento de Dios y de ti mismo, y sólo espera a que lo aceptes. 4Abandona gustosamente todo aquello que pueda demorar la llegada de ese recuerdo, pues Dios se encuentra en tu memoria. 5Su Voz te dirá que eres parte de Él cuando estés dispuesto a recordarle y a conocer de nuevo tu realidad. 6No permitas que nada en este mundo demore el que recuerdes a Dios, pues en ese recordar radica el conocimiento de ti mismo. 

Renunciar a la disociación va más allá que la mera ausencia del miedo, pues el miedo es un efecto ilusorio al carecer de causa real. Tal sólo el olvido del conocimiento es la causa que hay que corregir, y debemos hacerlo, recordando lo que realmente somos: Hijos del Amor. 

3. Recordar es simplemente restituir en tu mente lo que ya se encuentra allí. 2Tú no eres el autor de aquello que recuerdas, sino que sencillamente vuelves a aceptar lo que ya se encuentra allí, pero había sido rechazado. 3La capacidad de aceptar la verdad en este mundo es la contrapartida perceptual de lo que en el Reino es crear. 4Dios cumplirá con Su cometido si tu cumples con el tuyo, y a cambio del tuyo Su recompensa será el intercambio de la percepción por el conocimiento. 5Nada está más allá de lo que Su Voluntad dispone para ti. 6Pero expresa tu deseo de recor­darle, y ¡oh maravilla!, 7Él te dará todo sólo con que se lo pidas. 

Activemos nuestro corazón y escuchemos lo que nos tiene que decir. Su voz nos hablará de amor, de nuestra esencia real y verdadera. Desde el corazón resucitaremos a la realidad que somos. Desde el corazón recordaremos que somos el Hijo de Dios y uniremos nuestra voluntad a la Suya. 

4. Cuando atacas te estás negando a ti mismo. 2Te estás enseñando específicamente que no eres lo que eres. 3Tu negación de la realidad te impide aceptar el regalo de Dios, puesto que has aceptado otra cosa en su lugar 4Si entendieses que esto siempre constituye un ataque contra la verdad, y que Dios es la verdad, comprende­rías por qué esto siempre da miedo. 5Si además reconocieses que formas parte de Dios, entenderías por qué razón siempre te atacas a ti mismo primero. 

Cuando hacemos uso del ataque, estamos proyectado el ataque que dirigimos a nosotros mismos, pues ese ataque revela que estamos negando nuestra verdadera realidad. El ataque sirve a la errónea creencia de la separación. Mientras que la aceptación sirve a la verdad. 

5. Todo ataque es un ataque contra uno mismo. 2No puede ser otra cosa. 3Al proceder de tu propia decisión de no ser quien eres, es un ataque contra tu identidad. 4Atacar es, por lo tanto, la manera en que pierdes conciencia de tu identidad, pues cuando atacas es señal inequívoca de que has olvidado quién eres. 5si tu realidad es la de Dios, cuando atacas no te estás acordando de Él. 6Esto no se debe a que Él se haya marchado, sino a que tú estás eligiendo conscientemente no recordarlo. 

El ataque demuestra que hemos elegido olvidarnos de Dios y de vernos tal y como nos Creó. 

6. Si te dieses cuenta de los estragos que esto le ocasiona a tu paz mental no podrías tomar una decisión tan descabellada. 2La tomas únicamente porque todavía crees que puede proporcionarte algo que deseas. 3De esto se deduce, por consiguiente, que lo que quie­res no es paz mental sino otra cosa, pero no te has detenido a considerar lo que esa otra cosa pueda ser. 4Aun así, el resultado lógico de tu decisión es perfectamente evidente, sólo con que lo observes. 5Al decidir contra tu realidad, has decidido mantenerte alerta contra Dios y Su Reino. 6Y es este estado de alerta lo que hace que tengas miedo de recordarle. 

¿Qué deseamos con tanta intensidad, que nos lleva a negar nuestra identidad divina?

Separarnos del Conocimiento nos ha llevado al estado ilusorio de la ignorancia.

Separarnos de Dios nos ha llevado al estado irreal de la escasez y de la necesidad.

Separarnos de la Filiación nos ha llevado al estado demente de la individualidad. 

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 137

LECCIÓN 137

Cuando me curo no soy el único que se cura.

1. La idea de hoy sigue siendo el pensamiento central sobre el que descansa la salvación. 2Pues la curación es lo opuesto a todas las ideas del mundo que tienen que ver con la enfermedad y con los estados de separación. 3Aislarse uno de los demás y rehusar la unión es lo que da lugar a la enfermedad. 4Ésta se convierte en una puerta tras la cual se encierra a un ser separado, y donde se le mantiene aislado y solo.

2. La enfermedad es aislamiento. 2Pues parece mantener a un ser separado del resto, para que sufra lo que los otros no sienten. 3Le otorga al cuerpo poder absoluto para hacer que la separación sea real y mantener a la mente en solitario confinamiento, dividida en pedazos y sujeta por una sólida muralla de carne enfermiza que no puede trascender.

3. El mundo acata las leyes que la enfermedad apoya, pero la curación opera aparte de ellas. 2Es imposible que alguien pueda curarse solo. 3En la enfermedad, él no puede sino estar aparte y separado. 4Mas la curación es el resultado de su decisión de ser uno solo nuevamente, y de aceptar su Ser con todas Sus partes intactas e incólumes. 5En la enfermedad, su Ser aparenta estar desmembrado y desprovisto de la unidad que le da vida. 6Mas la curación se logra al él comprender que el cuerpo no tiene el poder de atacar la universal unicidad del Hijo de Dios.

4. El propósito de la enfermedad es demostrar que las mentiras son verdad. 2Mas la curación demuestra que sólo la verdad es verdad. 3La separación que la enfermedad pretende imponer en realidad jamás ha tenido lugar. 4Curar es meramente aceptar lo que siempre ha sido la simple verdad, lo cual seguirá siendo exactamente como siempre fue. 5No obstante, a los ojos acostum­brados a las ilusiones se les debe mostrar que lo que contemplan es falso. 6Así pues, la curación, que la verdad nunca necesitó, tiene que demostrar que la enfermedad no es real.

5. La curación podría considerarse, por lo tanto, como un anti-sueño que desplaza al sueño de enfermedad en nombre de la verdad, pero no en la verdad en sí. 2Así como el perdón pasa por alto todos los pecados, que nunca se cometieron, la curación desvanece las ilusiones que jamás tuvieron lugar. 3Y así como el mundo real emergerá para ocupar el lugar de lo que nunca suce­dió realmente, la curación ofrecerá restitución para los estados imaginarios e ideas falsas que los sueños han ido tejiendo y con­virtiendo en cuadros de la verdad.

6. Mas no pienses que curar no es algo digno de ser tu función aquí. 2Pues el anti-Cristo se vuelve más poderoso que el Cristo para aquellos que sueñan que el mundo es real. 3El cuerpo parece ser más sólido y más estable que la mente. 4Y el amor se convierte en un sueño, mientras que el miedo continúa siendo la única rea­lidad que puede verse, justificarse y entenderse plenamente.

7. Así como el perdón desvanecerá con su luz todo pecado y el mundo real ocupará el lugar de lo que has fabricado, asimismo la curación reemplazará las fantasías de enfermedad con las que nublas la simple verdad. 2Cuando se haya visto desaparecer la enfermedad, a pesar de todas las leyes que sostienen que es real, todas las preguntas habrán quedado contestadas. 3Y entonces se dejará de valorar y obedecer dichas leyes.

8. La curación es libertad. 2Pues demuestra que los sueños no prevalecerán contra la verdad. 3La curación es algo que se com­parte. 4Y mediante este atributo demuestra que las leyes que son diferentes de las que sostienen que la enfermedad es inevitable son más poderosas que las leyes enfermizas que sostienen lo contrario. 5La curación es fuerza. 6Pues con su tierna mano se supera la debilidad, y las mentes que estaban amuralladas en un cuerpo quedan liberadas para unirse a otras mentes, y así ser fuertes para siempre.

9. La curación, el perdón y el feliz intercambio del mundo del dolor por uno en el que la tristeza no tiene cabida, son los medios por los que el Espíritu Santo te exhorta a que lo sigas. 2Sus dulces lecciones te enseñan cuán fácilmente puedes alcanzar la salva­ción y cuán poca práctica necesitas para dejar que Sus leyes reemplacen a las que tú promulgaste para mantenerte prisionero de la muerte. 3Su vida se vuelve la tuya propia, al tú extender la poca ayuda que Él te pide para liberarte de todo lo que jamás te causó dolor.

10. Y a medida que te dejas curar, te das cuenta de que junto con­tigo se curan todos los que te rodean, los que te vienen a la mente, aquellos que están en contacto contigo y los que parecen no estarlo. 2Tal vez no los reconozcas a todos, ni comprendas cuán grande es la ofrenda que le haces al mundo cuando permi­tes que la curación venga a ti. 3Mas nunca te curas solo. 4Legiones y legiones de hermanos recibirán el regalo que tú recibes cuando te curas.

11. Los que se han curado se convierten en los instrumentos de la curación. 2Y no transcurre tiempo alguno entre el instante en que son curados y aquel en que toda la gracia de curación les es dada para que ellos a su vez la den. 3Lo que se opone a Dios no existe, y aquel que no lo acepta en su mente se convierte en un refugio donde los que están cansados pueden hallar descanso. 4Pues ahí es donde se otorga la verdad, y ahí es donde todas las ilusiones se llevan ante la verdad.

12. ¿No le ofrecerías refugio a la Voluntad de Dios? 2Pues con ello sólo estarías invitando a tu Ser a estar en su propia casa. 3¿Y podría acaso rechazarse semejante invitación? 4Pide que ocurra lo inevitable y jamás fracasarás. 5La otra opción es pedir que lo que no puede ser, sea, y esto es algo que jamás podrá tener lugar. 6Hoy pedimos que sólo la verdad ocupe nuestras mentes; que los pensamientos de curación vayan en este día desde lo que ya se ha curado a lo que todavía tiene que curarse, conscientes de que ambas cosas ocurrirán al unísono.

13. Cuando el reloj marque la hora, recordaremos que nuestra función es permitir que nuestras mentes sean curadas, para que podamos llevar la curación al mundo e intercambiar la maldición por bendiciones, el dolor por la alegría y la separación por la paz de Dios. 2¿No vale la pena, acaso, dar un minuto de cada hora a cambio de semejante regalo? 3¿Y no es un poco de tiempo una ofrenda insignificante a cambio del regalo de lo que lo es todo?

14. Mas debemos estar preparados para semejante regalo. 2De modo que comenzaremos el día dedicando diez minutos a los pensamientos que siguen a continuación, con los cuales también lo concluiremos por la noche:

3Cuando me curo no soy el único que se cura.
4Y quiero com­partir, mi curación con el mundo, a fin de que la enfermedad pueda ser erradicada de la mente del único Hijo de Dios, Quien es mi único Ser.

15. Permite que la curación se efectúe a través de ti hoy mismo. 2Y mientras reposas serenamente, prepárate a dar tal como recibes, a conservar únicamente lo que das y a recibir la Palabra de Dios para que ocupe el lugar de todos los pensamientos absurdos que jamás se concibieron. 3Ahora nos unimos para curar todo lo que antes estaba enfermo y para ofrecer bendiciones allí donde antes reinaba el ataque. 4No nos olvidaremos de esta función con el transcurrir de cada hora, sino que recordaremos nuestro propó­sito con este pensamiento:

5Cuando me curo no soy el único que se cura.
 6Y quiero bendecir a mis hermanos, pues me curaré junto con ellos, tal como ellos se curarán junto conmigo.

¿Qué me enseña esta lección? 

Las mentes permanecen unidas, mientras que los cuerpos permanecen separados. 

El origen de la enfermedad se encuentra en la falsa creencia fabricada por el ego en que somos un cuerpo y, por lo tanto, estamos separados del resto de la humanidad. 

Esa creencia errónea determinada por una mente identificada con la separación, nos lleva a sentirnos culpables por haber fabricado un mundo paralelo al de Dios. Como consecuencia de ese sentimiento de culpabilidad, justificamos el castigo, la enfermedad, como una vía de redención de nuestros pecados. Nos sentimos merecedores de recibir dolor y sufrimiento, pues hemos respondido con el ataque para defendernos de la única verdad: somos una unidad. 

El uso del Poder Creador, por una mente inexperta y ávida del deseo de individualización y emancipación, nos llevó a fabricar un mundo provisional basado en leyes temporales. Al abrir nuestra consciencia a ese plano de materialidad, nos creímos parte de él, hasta tal punto, que hemos olvidado nuestro verdadero origen espiritual. 

Es preciso despertar a la única y verdadera realidad. Formando parte de este mundo material, debemos utilizar sus recursos para llevar a cabo nuestro despertar y utilizar las energías creadoras para dar forma a aspectos de orden transcendental, como la Unidad, el Amor y la Felicidad. 

Cuando nos curamos, realmente se cura nuestra mente. Ya hemos dicho que las mentes se encuentran unidas, es por ello, que cuando nos curamos, estamos curando a los demás.


Ejemplo-Guía: "Todo está en el TODO, y el TODO está en todo" 

Muchos habréis reconocido este axioma, perteneciente a la obra del Kybalión (os animo a leerlo). Este axioma, al igual como otros que se recogen en dicha obra, nos revela una enseñanza que, si conseguimos asimilar y comprender, nos permitirá entender, igualmente, el sentido de la existencia. 

Refiriéndose al Todo, el Kybalión, nos dice: "Más allá del Cosmos, del Tiempo, del Espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la realidad Substancial, la Verdad Fundamental". 

“EL TODO debe ser todo lo que realmente es. Nada puede existir fuera del TODO, o, de lo contrario, el TODO no sería tal”. 

“EL TODO debe ser infinito, porque nada puede existir que defina, limite o ponga restricciones al TODO”. 

“EL TODO debe ser inmutable, esto es, no sujeto a cambio en su naturaleza real”. 

“Siendo el TODO Infinito, Absoluto, Eterno, Inmutable, debe deducirse que todo lo que es finito, mudable, transformable y condicionado, no puede ser el TODO. Y como nada existe fuera de Él, en realidad, todo lo que sea finito debe ser nada realmente”. 

“El TODO es mente viviente e infinita, los iluminados lo llaman Espíritu”. 

Todas estas aportaciones están en sintonía con las enseñanzas de Un Curso de Milagros. 

He querido recurrir a ellas, para que tengamos una visión holística de la existencia. Dicho principio holístico se encuentra fundamentado en el axioma que hemos utilizado como ejemplo-guía, y que, si lo hemos entendido en su profundidad, nos lleva a la visión de la Unidad. 

Toda visión que no comparta dicha afirmación, será una mente que fabricará ilusión. Será una mente que alimentará el error y que se encuentra alejada de la verdad. Las consecuencias de una mente identificada con la separación, ya lo hemos analizado en otras lecciones, se resume en la vivencia de la muerte, de la temporalidad, de la enfermedad, del dolor, del miedo. 

La enfermedad es aislamiento y separación, es decir, es incoherencia, es desarmonía. La curación, es el estado natural del Espíritu y de la mente recta, la que en el sueño nos lleva a percibir que las mentes se encuentran unidad formando parte de un Todo. 

Tomar consciencia de lo que Somos, Hijos de Dios, creado a Su Imagen y Semejanza, ha de llevarnos a la visión de que toda la Filiación tiene una misma y única Fuente: su Creador. 

Si todos procedemos de una misma Fuente, nuestras mentes no pueden estar separadas, sino unidas. Es por ello, que cuando experimentamos la Unidad, expandimos esa condición de lo que Somos, y, de una manera holística, compartimos el estado saludable de nuestra mente. 

Por el contrario, una visión basada en la creencia en la separación, nos lleva a proyectar nuestra incoherencia en el mundo, en forma de enfermedad. Nuestro cuerpo, el efecto de nuestra mente (causa), pone de manifiesto el error, y, ese mismo error, lo percibimos en los demás cuando hacemos real la enfermedad en ellos. Desde este punto de vista, la enfermedad que estamos viendo, es nuestra propia enfermedad a nivel mental.

Reflexión: ¿Qué opinas sobre la siguiente afirmación?: Aislarse uno de los demás y rehusar la unión es lo que da lugar a la enfermedad.

miércoles, 15 de mayo de 2024

Capítulo 10. I. En Dios estás en tu hogar.

  I. En Dios estás en tu hogar.


1. No conoces tus creaciones simplemente porque mientras tu mente siga estando dividida decidirás contra ellas, y es imposible atacar lo que has creado. 2Pero recuerda que a Dios le resulta igual­mente imposible. 3La ley de la creación consiste en que ames a tus creaciones como a ti mismo, por ser éstas parte de ti. 4Todo lo que fue creado se encuentra, por lo tanto, perfectamente a salvo por­que las leyes de Dios lo protegen con Su Amor. 5Cualquier parte de tu mente que no sepa esto se ha desterrado a sí misma del conocimiento, al no haber satisfecho sus condiciones. 6¿Quién sino tú pudo haber hecho eso? 7Reconócelo gustosamente, pues en ese reconocimiento radica tu entendimiento de que tu destie­rro es algo ajeno a Dios, y, por lo tanto, no existe.

Crear, es el acto de Extensión de Dios. El Hijo de Dios, es el acto de Extensión del Amor llevado a cabo por Su Hacedor. Somos tal y como nuestro Padre nos ha creado.

Tan solo lo que ha sido creado desde el Amor, es real y eterno.

El mundo imaginado por el ego, no es un acto de creación, pues no es un acto de extensión del amor. El Curso hace referencia a esa falsa creación con el término “fabricación”. Los pilares en los que se asienta ese mundo son efímeros, temporales, por lo que no son reales. Tan sólo lo real es eterno. Tan sólo la verdad es eterna e invariable. Lo falso es temporal y cambiante.

No conocemos nuestras creaciones, pues no están basadas en el amor. 

2. En Dios estás en tu hogar, soñando con el exilio, pero siendo perfectamente capaz de despertar a la realidad: 2¿Deseas real­mente hacerlo? 3Reconoces por experiencia propia que lo que ves en sueños lo consideras real mientras duermes. 4Mas en el ins­tante en que te despiertas te das cuenta de que todo lo que parecía ocurrir en el sueño en realidad no había ocurrido. 5Esto no te parece extraño, si bien todas las leyes de aquello a lo que despier­tas fueron violadas mientras dormías. 6¿No será que simplemente pasaste de un sueño a otro sin haber despertado realmente?

Estar percibiendo el mundo del ego, es un estado mental irreal e ilusorio semejante al del sueño. El sueño se convierte en una experiencia muy cercana en la que podemos experimentar lo fácil que es confundir lo irreal con lo real. Si no fuese así, el contenido de una pesadilla no nos afectaría, pues sabríamos que es irreal. Pero, la realidad es otra. Cuando dormimos, percibimos la fantasía de nuestros sueños como si fuesen muy reales y para nuestra mente, es difícil discernir la verdad de su existencia. 

3. ¿Te molestarías en reconciliar lo que ocurrió en dos sueños con­flictivos, o simplemente descartarías los dos si descubrieses que la realidad no coincide con ninguno de ellos? 2No recuerdas estar despierto. 3Cuando oyes al Espíritu Santo tal vez te sientes mejor porque entonces te parece que es posible amar, pero todavía no recuerdas que una vez fue así. 4Mas cuando lo recuerdes, sabrás que puede volver a ser así de nuevo. 5Lo que es posible no se ha logrado todavía. 6Sin embargo, lo que una vez fue, aún es, si es que es eterno. 7Cuando recuerdes sabrás que lo que recuerdas es eterno, y, por lo tanto, que se encuentra aquí ahora.

La diferencia entre lo real y lo irreal se basa en el siguiente criterio: lo que es real no cambia. Por tal motivo, la verdad es real, pues es inalterable. En cambio, lo irreal es falso pues su percepción es temporal sujeta al cambio.

Lo real y lo irreal se encuentran en nuestra mente, pero tan sólo lo real perdurará, pues es eterna, mientras que lo irreal e ilusorio, al no ser verdad, no será nada y desaparecerá en lo temporal.

Nuestro origen es Amor, pero hemos fabricado una falsa identidad que nos ha llevado a olvido de lo que somos.

Feliz recuerdo de lo que somos. 

4. Recordarás todo en el instante en que lo desees de todo cora­zón, pues si desear de todo corazón es crear, tu voluntad habrá dispuesto el fin de la separación, y simultáneamente le habrás devuelto tu mente a tu Creador y a tus creaciones. 2Al conocerlos, ya no tendrás deseos de dormir, sino sólo el deseo de despertar y regocijarte. 3Soñar será imposible porque sólo desearás la verdad, y al ser ésa por fin tu voluntad, dispondrás de ella.

El término “recordar” lleva dentro la palabra corazón. Viene del bajo latín recordare, que se compone del prefijo re- (‘de nuevo’) y un elemento cordare formado sobre el nombre cor, cordis (‘corazón’). Antiguamente se creía que el corazón era la sede de la memoria.

Desear de todo corazón es una invitación a despertar del sueño en el que hemos olvidado lo que somos en verdad.

Feliz despertar. 

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 136

LECCIÓN 136

La enfermedad es una defensa contra la verdad.

1. Nadie puede sanar a menos que comprenda cuál es el propó­sito que aparentemente tiene la enfermedad. 2Pues entonces comprende también que dicho propósito no tiene sentido. 3Al no tener la enfermedad causa ni ningún propósito válido, es imposible que exista. 4Una vez que se reconoce esto, la curación es automática. 5Pues dicho reconocimiento desvanece esta ilusión sin sentido, valiéndose del mismo enfoque que lleva a todas las ilusiones ante la verdad, y simplemente las deja allí para que desaparezcan.

2. La enfermedad no es un accidente. 2Al igual que toda defensa, es un mecanismo demente de auto-engaño. 3Y al igual que todos los demás mecanismos, su propósito es ocultar la realidad, ata­carla, alterarla, incapacitarla, distorsionarla, tergiversarla y redu­cirla a un insignificante montón de partes desarmadas. 4La meta de todas las defensas es impedir que la verdad sea íntegra. 5Las partes se ven entonces como si cada una de ellas fuese un todo en sí misma.

3. Las defensas no son involuntarias ni se forjan inconsciente­mente. 2Son como varitas mágicas secretas que utilizas cuando la verdad parece amenazar lo que prefieres creer. 3Parecen ser algo inconsciente debido únicamente a la rapidez con que decides emplearlas. 4En ese segundo, o fracción de segundo en que deci­des emplearlas, reconoces exactamente lo que te propones hacer, y luego lo das por hecho.

4. ¿Quién sino tú decide que existe una amenaza, que es necesario escapar, y erige una serie de defensas para contrarrestar la ame­naza que ha juzgado real? 2Todo esto no puede hacerse de manera inconsciente. 3Mas una vez que lo has hecho, tu plan requiere que te olvides de que fuiste tú quien lo hizo, de manera que parezca ser algo ajeno a tu propia intención; un acontecimiento que no guarda relación alguna con tu estado mental; un desenlace que produce un efecto real en ti, en vez de uno que tú mismo has causado.

5. La rapidez con la que te olvidas del papel que desempeñas en la fabricación de tu "realidad" es lo que hace que las defensas no parezcan estar bajo tu control. 2Mas puedes recordar lo que has olvidado, si estás dispuesto a reconsiderar la decisión que se encuentra doblemente sellada en el olvido. 3El hecho de que no te acuerdes no es más que la señal de que esa decisión todavía está en vigor, en cuanto que ese es lo que deseas. 4No confundas esto con un hecho. 5Las defensas hacen que los hechos sean irreconocibles. 6Ése es su propósito, y eso es lo que hacen.

6. Las defensas toman fragmentos de la totalidad, los ensamblan sin tener en cuenta la verdadera relación que existe entre ellos, y, de esta manera, tejen ilusiones de una totalidad que no existe. 2Este proceso es lo que produce la sensación de amenaza, y no cualquier resultado que pueda derivarse de él. 3Cuando se arran­can partes de la totalidad y se consideran como algo separado y como un todo en sí mismas, se convierten en símbolos que representan un ataque contra la totalidad y al, en efecto lograrlo, ésta no se puede volver a ver como la totalidad que es. 4Sin embargo, has olvidado que dichas partes sólo representan tu decisión de lo que debe ser real, a fin de que ocupe el lugar de lo que sí es real.

7. La enfermedad es una decisión. 2No es algo que te suceda sin tú mismo haberlo pedido, y que te debilita y te hace sufrir. 3Es una decisión que tú mismo tomas, un plan que trazas, cuando por un instante la verdad alborea en tu mente engañada y todo tu mundo parece dar tumbos y estar a punto de derrumbarse. 4Ahora enfermas, para que la verdad se marche y deje de ser una amenaza para tus falsos castillos.

8. ¿Por qué crees que la enfermedad puede escudarte de la verdad? 2Porque demuestra que el cuerpo no está separado de ti y que, por lo tanto, tú no puedes por menos que estar separado de la verdad. 3Experimentas dolor cuando el cuerpo lo experimenta, y en ese dolor te vuelves uno con él. 4De esta, manera, tu "verda­dera” identidad queda a salvo, y el extraño y perturbador pensamiento de que tal vez seas algo más que un puñado de polvo queda mitigado y silenciado. 5Pues fíjate, ese polvo puede hacerte sufrir, torcerte las extremidades y pararte el corazón, ordenándote que mueras y dejes de existir.

9. De esta manera, el cuerpo es más fuerte que la verdad, la cual te pide que vivas, pero no puede imponerse a tu decisión de que­rer morir. 2Y así, el cuerpo es más poderoso que la vida eterna, el Cielo más frágil que el infierno y los designios de Dios para la salvación de Su Hijo se ven contrarrestados por una decisión que es más fuerte que Su Voluntad. 3El Hijo no es más que polvo, el Padre no está completo y el caos se sienta triunfante en Su trono.

10. Tal es el plan que has elaborado para tu propia defensa. 2crees que el Cielo se estremece ante ataques tan irracionales como éstos, en los que Dios queda cegado por tus ilusiones, la verdad transformada en mentiras y todo el universo hecho esclavo de las leyes que tus defensas quieren imponerle. 3Mas ¿quién podría creer en ilusiones salvo el que las inventa?. 4¿Quién más podría verlas y reaccionar ante ellas como si fuesen la verdad?

11. Dios no sabe nada de tus planes para cambiar Su Voluntad. 2El universo permanece indiferente a las leyes con las que has creído gobernarlo. 3el Cielo no se ha inclinado ante el infierno, ni la vida ante la muerte. 4Lo único que puedes hacer es elegir pensar que mueres o que sufres enfermedades, o que de alguna manera tergiversas la verdad. 5Lo que ha sido creado no guarda relación alguna con eso. 6Las defensas son planes para derrotar lo que no puede ser atacado. 7Lo que es inalterable no puede cambiar. 8Y lo que es absolutamente impecable no puede pecar.

12. Ésta es la simple verdad. 2No recurre a la fuerza ni al dominio. 3No exige obediencia, ni intenta demostrar cuán fútiles y lamenta­bles son tus intentos de planear defensas que la pudiesen alterar. 4La verdad sólo desea brindarte felicidad, pues ése es su propó­sito. 5Quizá exhala un pequeño suspiro cuando rechazas sus dones. aNo obstante, sabe con absoluta certeza que recibirás lo que Dios dispone para ti.

13. Este hecho es lo que demuestra que el tiempo es una ilusión. 2Pues el tiempo te permite pensar que lo que Dios te ha dado no es verdad ahora mismo, como no puede por menos que serlo. 3Los Pensamientos de Dios son totalmente ajenos al tiempo. 4Pues el tiempo no es sino otra absurda defensa que has urdido contra la verdad. 5Lo que Él dispone, no obstante, esta aquí, y tú sigues siendo tal como Él te creó.

14. El poder de la verdad es muy superior al de cualquier defensa, pues ninguna ilusión puede permanecer allí donde se le ha dado entrada a la verdad. 2ésta alborea en cualquier mente que esté dispuesta a deponer sus armas y a dejar de jugar con necedades. 3La verdad se puede encontrar en cualquier momento; incluso hoy mismo, si eliges practicar darle la bienvenida.

15. Este es nuestro objetivo hoy. 2Dedicaremos un cuarto de hora en dos ocasiones a pedirle a la verdad que venga y nos libere. 3la verdad vendrá, pues jamás ha estado separada de nosotros. 4Tan sólo aguarda la invitación que hoy le hacemos. 5Introduci­mos dicha invitación con una plegaria de curación para que nos ayude a superar nuestra actitud defensiva y permita que la ver­dad sea como siempre ha sido:

6La enfermedad es una defensa contra la verdad.
7Aceptaré la verdad de lo que soy, y dejaré que mi mente sane hoy completamente.

16. La curación destellará a través de tu mente abierta a medida que la paz y la verdad se alcen para ocupar el lugar de la con­tienda y de las imaginaciones vanas. 2No quedará ni un solo rincón tenebroso que la enfermedad pueda ocultar y defender contra la luz de la verdad. 3No quedarán en tu mente figuras sombrías procedentes de tus sueños ni sus absurdos y oscuros anhelos, cuyos propósitos dobles se persiguen descabelladamente. 4La mente sanará de todo deseo enfermizo que jamás haya tratado que el cuerpo obedeciera.

17. Ahora el cuerpo está sano porque la fuente de la enfermedad está dispuesta a recibir alivio. 2reconocerás que practicaste bien por lo siguiente: el cuerpo no sentirá nada en absoluto. 3Si has tenido éxito, no habrá sensación alguna de enfermedad o de bie­nestar, de dolor o de placer. 4La mente no responderá en absoluto a lo que el cuerpo haga. 5Lo único que se conserva es su utilidad y nada más.

18. Tal vez no te des cuenta de que esto elimina los límites que le habías impuesto al cuerpo como resultado de los propósitos que le habías adjudicado. 2A medida que éstos se dejan a un lado, el cuerpo tendrá suficiente fuerza para servir a cualquier propósito que sea verdaderamente útil. 3La salud del cuerpo queda plena­mente garantizada porque ya no se ve limitado por el tiempo, por el clima o la fatiga, por lo que come o bebe, ni por ninguna de las leyes a que antes lo sometías. 4No tienes que hacer nada para que esté bien, pues la enfermedad es ahora imposible.

19. Mas para conservar esta protección es preciso que te manten­gas extremadamente alerta. 2Si permites que tu mente abrigue pensamientos de ataque, juzgue o trace planes para contrarrestar cosas que tal vez puedan pasar en el futuro, te habrás vuelto a extraviar, y habrás forjado una identidad corporal que atacará al cuerpo, pues en ese caso la mente estará enferma.

20. De ocurrir esto, remédialo de inmediato, no permitiendo que tu actitud defensiva te siga haciendo daño. 2No te confundas con respecto a lo que necesita sanar, sino que di para tus adentros:

3He olvidado lo que realmente soy, pues me confundí a mí mismo con mi cuerpo.
4La enfermedad es una defensa con­tra la verdad.
5Mas yo no soy un cuerpo.
6Y mi mente es incapaz de atacar.
7Por lo tanto, no puedo estar enfermo.

¿Qué me enseña esta lección? 

Si crees que puedes pecar, entonces estarás dando a tu mente la instrucción para que dé valor a la enfermedad y para que le otorgue la máxima credibilidad, pues, justifica la causa y el efecto, es decir, la enfermedad es el merecido castigo por haber pecado, por haber obrado contrariamente a las leyes del universo. 

Las lecciones que estamos estudiando en este Curso, vienen a enseñarnos a pensar de otra manera, a ver las cosas desde la visión eterna y no desde la visión de la temporalidad; nos enseñan lo que Somos realmente, Seres Espirituales, a salvos, sanos y plenos. Impecables e invulnerables, que no responden al ataque, pues, jamás pueden ser atacados. 

Cuando nuestra consciencia permanece identificada con los ropajes del ego, especialmente, con el cuerpo físico, caemos en el error de prestar atención a todas y cada una de las percepciones que recibimos de él, hasta tal punto esto es así, que hacemos del cuerpo nuestra única realidad. En este estado, nuestra mente nos lleva a la creencia de que el cuerpo tiene la facultad de enfermar, pues, sus síntomas son percibidos y causan dolor. 

Es necesario comprender que el cuerpo tan sólo es un vehículo a través del cual se manifiesta nuestro Ser Espiritual con la intención de hacer tangible los verdaderos valores creadores. Al igual, como el arquitecto toma consciencia de sus conocimientos cuando ve construida su obra, el Ser que Somos, manifestando su potencial creador a través de las acciones del cuerpo físico, toma consciencia de su Realidad y perdona todo lo demás, todo lo ilusorio e irreal.


Ejemplo-Guía: "Tengo consciencia espiritual, sin embargo, mi cuerpo está enfermo"

Es un tema recurrente en muchos estudiantes del mundo espiritual, aspirantes y buscadores de la piedra filosofal que ha de llevarle a cambiar su densidad plomiza, propia de una personalidad identificada con los placeres mundanos, por el valor inalterable entre todos los metales, el oro, símbolo de la Consciencia y del Espíritu.

La búsqueda de la perfección, suele llevar a estos neófitos a embarcarse en un largo viaje con el deseo de elevar su condición humana. A lo largo de esos viajes, el audaz aventurero debe enfrentarse a multitud de “monstruos” que intentarán hacerle sucumbir en las profundidades de las oscuras aguas de su subconsciente. Esos monstruos, son la manifestación alegórica de los deseos no sublimados que se ocultan en esa zona oscura de la conciencia, el inconsciente.

Los enfrentamientos con esas tendencias subterráneas suelen producir graves heridas que requieren largas etapas de recuperación.

Este proceso que describo, ha de situarnos en la realidad que envuelve la situación que hemos ejemplarizado para profundizar en la lección de hoy. Cuando nos sentimos atraídos por la voz del Espíritu, lo primero que solemos hacer, es seguir esa llamada que nos invita a abandonar todos los hábitos y costumbres con los que tenemos identificado nuestras debilidades. De este modo, hay quien deja de fumar, de comer productos derivados de los animales, dejan de tener relaciones sexuales que no tengan un fin procreador y se alejan de aquellos amigos que suponen una invitación a consumir hábitos perniciosos, a los cuales, hemos catalogado como perjudiciales para nuestra salud espiritual.

Al poco de enfrascarnos en esos nuevos hábitos recién adquiridos, la fuerza de nuestra ilusión va pareja a un pletórico ánimo. Nos sentimos poderosos. Nos sentimos puros. Sentimos que podemos conseguir todas las metas que deseemos. Sin embargo, cuando menos lo esperamos, aparece en nuestra vida el rostro amargo de la enfermedad, y esa situación inesperada, rompe nuestro esquema de pensamiento: ¿cómo puedo enfermar ahora que soy un ser puro? 

¿Qué ha pasado? Simplemente, hemos adquirido un nuevo conocimiento, que incluso intentamos llevar a la práctica, pero no hemos sido capaces de realizar lo más esencial, un cambio de creencias. Si seguimos pensando que el cuerpo puede enfermar, que el cuerpo es un "ídolo" representante de nuestra naturaleza pecadora, si estamos culpando al cuerpo como el símbolo que nos suscita ser tentados, entonces, estamos alimentando la visión de ego, es decir, seguimos creyendo que el cuerpo es la causa y no el efecto, estamos creyendo que el cuerpo es el símbolo de la separación y que tiene el inmenso poder que le hemos otorgado, dirigir nuestras vidas.

Esa sutil creencia, lleva al valiente guerrero del Espíritu a enfrascarse en una feroz lucha de conciencia, sin saber identificar, que el enemigo con el que se enfrenta, no existe realmente, pues la culpa, es el resultado de sentirnos pecadores, y el pecado no existe, es una ilusión fabricado por el sistema de pensamiento del ego.

La culpabilidad, nos lleva a planear en nuestra vida lo que debemos o no debemos hacer, para garantizar nuestra seguridad y la de nuestra familia y amigos. Ello nos lleva a una actitud de constante alerta para detectar cualquier ataque de nuestra naturaleza emocional, de nuestros deseos. Ese ataque interno, lo proyectaremos en los demás, identificando en el otro, nuestras propias debilidades, y por extensión, nuestras propias luchas.

La enfermedad aparece como una señal de alarma que nos anuncia que en nuestra mente no hay paz, no hay armonía, no hay coherencia, no hay amor.

Tómate un instante de quietud. Deja de oír, en la medida de tus posibilidades, las voces procedentes de tu mente perceptiva. Aunque sólo sea unos minutos, imagina que eres Dios, que eres un Ser Puro, Inocente, Perfecto, Pleno, Impecable. Que eres un Ser incapaz de ser atacado. No hay juicio. No hay separación. Durante ese instante, experimentarás paz, experimentarás un estado de total inalterabilidad. Tan solo Eres. En ese estado, el dolor desaparece, pues no existe en tu mente Una.

Si somos capaces de experimentar ese instante de Comunión con Dios, sabremos cuál es el camino a seguir, para hacer que todos nuestros presentes, esto es, nuestra eternidad, se convierta en un estado de Plenitud, de Gozo y de Salvación.

Reflexión: ¿Para qué sirve la enfermedad? ¿Realmente la necesitas?

martes, 14 de mayo de 2024

Capítulo 10. Los ídolos de la enfermedad: Introducción.

  CAPÍTULO X

LOS ÍDOLOS DE LA ENFERMEDAD

 

Introducción

1. Nada externo a ti puede hacerte temer o amar porque no hay nada externo a ti. 2Tanto el tiempo como la eternidad se encuen­tran en tu mente, y estarán en conflicto hasta que percibas el tiempo exclusivamente como un medio para recuperar la eterni­dad. 3No podrás hacer esto mientras sigas creyendo que la causa de todo lo que te ocurre se encuentra en factores externos a ti. 4Tienes que aprender que el tiempo sólo existe para que hagas uso de él, y que nada en el mundo puede eximirte de esa responsabili­dad. 5Puedes violar las leyes de Dios en tu imaginación, pero no puedes escaparte de ellas. 6Fueron promulgadas para tu protec­ción y son tan inviolables como tu seguridad. 

En el Capítulo I, del Texto, se nos revela, que éste es un curso de entrenamiento mental.

La Introducción con la que se inicia este nuevo capítulo, nos invita a poner en práctica el entrenamiento de nuestra mente, pues aceptar que no hay nada externo a nosotros es todo un reto para nuestro habitual sistema de pensamiento, que no es otro que el del ego.

Por lo tanto, debemos tener muy en cuenta el contenido que se recoge en la Introducción del Curso, pues en él se resume las bases de esta Enseñanza:

Este curso puede, por lo tanto, resumirse muy simplemente de la siguiente manera:

2Nada real puede ser amenazado.

3Nada irreal existe.

4En esto radica la paz de Dios. 

Podemos elegir el sistema de pensamiento del ego, el cual está fundamentado en la percepción falsa del tiempo. Si lo hacemos así, nuestra mente negará la verdad de lo que somos y estaremos perpetuando las erróneas creencias que nos llevan a experimentar los efectos del sufrimiento y del dolor. 

Este Curso nos ofrece la oportunidad de ver las cosas de otra manera, es decir, nos facilita el entrenamiento mental que nos permitirá recordar lo que realmente somos y nos llevará a percibir este mundo desde una mente recta. 

2. Dios no creó nada a excepción de ti, y nada a excepción de ti existe, pues tú formas parte de Él. 2¿Qué puede existir excepto Él? 3Nada puede tener lugar aparte de Él porque nada excepto Él es real. 4Tus creaciones, al igual que tú, representan una aporta­ción para Él, pero ni tú ni ellas le aportan nada que sea diferente porque todo ha existido siempre. 5¿Qué otra cosa puede alterarte salvo lo efímero, y cómo puede ser lo efímero real si tú eres la única creación de Dios y Él te creó eterno? 6Tu santa mente deter­mina todo lo que te ocurre. 7La respuesta que das a todo lo que percibes depende de ti porque es tu mente la que determina tu percepción de ello.

El mundo que percibimos no ha sido creado por Dios. Tan solo el Hijo de Dios lo Es.

En el uso creador de la mente, el hijo de Dios ha imaginado un mundo separado al de sus Hacedor y en nombre de su autoría se ha visto como su propio creador. Es nuestra mente la que determina todo lo que nos ocurre. Es nuestra mente la que determina si deseamos ver un mundo separado, un mundo externo o, por el contrario, deseamos ver la realidad de lo que somos, aceptando que nada externo a nosotros puede alterar la Paz con la que hemos sido creado. 

3. Dios no cambia de parecer con respecto a ti, pues Él no duda de Sí Mismo. 2Y lo que Él conoce se puede conocer porque no se lo reserva sólo para Sí Mismo. 3Te creó para Sí Mismo, pero te dio el poder de crear para ti mismo a fin de que fueses como Él. 4Por eso es por lo que tu mente es santa. 5¿Qué podría haber que fuese más grande que el Amor de Dios? 6¿Qué podría haber, entonces, que fuese más grande que tu voluntad? 7Nada externo a tu voluntad te puede afectar porque, al estar en Dios, lo abarcas todo. 8Cree esto, y te darás cuenta de hasta qué punto todo depende de ti. 9Cuando tu paz mental se vea amenazada por algo, pregúntate, "¿Ha cambiado Dios de parecer con respecto a mí?" 10Acepta luego Su decisión, que es ciertamente inmutable, y niégate a cambiar de parecer con respecto a ti mismo. 11Dios nunca decidirá contra ti, pues si lo hiciese, estaría decidiendo contra Él Mismo.

Si estás leyendo esto, tu mente se encuentra en el proceso de entrenamiento que ha de facilitarle el encuentro con la verdad. El ejercicio que se nos pide que realicemos es cambiar la percepción del mundo en el que creemos existir, esto es, abandonar la mentalidad falsa y dar testimonio de la Mentalidad Una, la mentalidad verdadera. Gracias a este ejercitamiento de nuestra mente, el mundo temporal, con sus expresiones más elocuentes, el tiempo y el cuerpo, serán utilizados para cambiar nuestra percepción y para obrar milagros: el tiempo nos conducirá a lo eterno y el cuerpo nos llevará a comunicar el amor.