lunes, 27 de enero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 27

LECCIÓN 27

Por encima de todo quiero ver.

1. La idea de hoy expresa algo más fuerte que una simple resolución. 2Le da prioridad a la visión por encima de todos tus demás deseos. 3Quizá te sientas indeciso con respecto a si usar esta idea o no, debido a que no estás seguro de si eso es lo que realmente quieres. 4Eso no importa. 5El propósito de los ejercicios de hoy es aproximar un poco más el momento en que esta idea sea completamente verdadera para ti.

2. Puede que sientas una gran tentación de creer que se te está pidiendo algún tipo de sacrificio cuando dices que por encima de todo quieres ver. 2Si te sientes incómodo por la falta de reserva que esta idea entraña, añade:

3La visión no le cuesta nada a nadie.

4Si el temor a perder algo aún persiste, di además:

4Tan sólo puede bendecir.

3. Necesitas repetir la idea de hoy muchas veces para obtener el máximo beneficio. 2Se debe repetir por lo menos cada media hora, e incluso más si es posible. 3Puedes intentarlo cada quince o veinte minutos. 4Se recomienda que al despertarte o poco después, establezcas un horario fijo según el cual vas a repetir la idea de hoy, y que trates de adherirte a él durante todo el día. 5No te será difícil hacerlo, aun si estás conversando u ocupado en otra cosa cuando llegue el momento de repetirla. 6Siempre se puede repetir una frase corta silenciosamente sin que ello interfiera en nada.

4. Lo que realmente importa es: ¿con qué frecuencia te vas a acor­dar? 2¿Hasta qué punto quieres que esa idea sea verdad? 3Si contestas una de estas preguntas habrás contestado la otra. 4Probablemente te saltarás algunas prácticas, o tal vez muchas. 5No dejes que eso te perturbe, pero sí trata de adherirte al horario establecido de ahí en adelante. 6Si sientes que una sola vez durante todo el día fuiste completamente sincero al repetir la idea de hoy, puedes estar seguro de que con ello te habrás ahorrado muchos años de esfuerzo.

¿Qué me enseña esta lección? 

Ver no es una cualidad de los ojos físicos. Si la mente no interpretara la señal que le llega desde el órgano perceptor, no sabría comprender o descifrar la imagen que percibe. Por lo tanto, cuando proyectamos nuestra voluntad de ver, lo que estamos diciendo es que queremos comprender, tener el conocimiento verdadero de lo que somos y de quiénes somos. 

Si nuestra voluntad elige ver, lo que realmente estamos decidiendo es que dejamos de dar significado a lo que no lo tiene, es decir, dejamos de creer en un mundo separado, dejamos de identificarnos con el cuerpo que hemos fabricado y dejamos de creer en el pecado, en la culpa y en el castigo como vía de redención. 

La realidad ilusoria que creemos ver fue la respuesta a una elección, a un deseo de dejar de ser inconsciente y de adquirir conciencia a través del aprendizaje individual. 

Elegir "ver" adquiere un significado trascendente, pues se trata de una reorientación de nuestra voluntad tras producirse el acto de recordar lo que realmente somos. A partir de ese instante santo, elegimos retomar la vía de aprendizaje "directa", al tener la certeza de que nunca hemos estado separados de nuestra Fuente Creadora. 

Cuando observamos el mundo que nos rodea, debemos ver con los ojos de la Mente Recta y no caer en la trampa de la mente errada que nos lleva a creer en lo perecedero e irreal, como es el cuerpo físico. 

El Ser no es el ropaje material con el que se manifiesta en el plano físico. El Ser es eterno y perfecto, pues es el Hijo de Dios. Por lo tanto, cuando nos veamos a nosotros mismos y nos proyectemos en nuestros hermanos, debemos ver su naturaleza espiritual y no la material. La primera debe invitarnos a la Unión y al Amor Incondicional; la segunda nos lleva al ataque y a la venganza, al miedo, a la separación y a la desigualdad. 

Ver significa, pues, la vía más directa al "Conocimiento"; nos lleva a la percepción verdadera. Esa visión va acompañada del perdón, aunque no sería necesario, pues, en verdad, no hay nada que debamos perdonar; el Ser es perfecto en sí mismo.

 

Ejemplo-Guía: "Me desespera el comportamiento de mi hijo". 

En el mundo que hemos fabricado, hemos acuñado muchas frases que se han convertido para nosotros en verdaderas guías. El ego necesita referentes de fácil acceso para la memoria, para reforzar sus falsas creencias. 

Entre estas frases, vamos a referirnos a la siguiente: "Querer es poder". 

Para el ego, esta frase es muy importante, pues la exhibe con orgullo al reconocer que su origen, su existencia, depende del uso dado a la voluntad, la cual, si se pone al servicio del deseo, es capaz de conseguir cualquier cosa, es decir, es capaz de fabricar lo que el deseo haya imaginado. Lo que hemos deseado, al contar con el impulso de la voluntad, se convierte en aquello que visionamos. Ese es el poder de fabricar del ego. 

Bien, es bueno saberlo. Es bueno tomar consciencia de ello, pues en la medida en que invirtamos el timón de nuestra nave, podemos alcanzar nuevos rumbos, es decir, podemos elegir ver de otra manera o, lo que es lo mismo, elegimos poner nuestra voluntad al servicio de un nuevo "deseo". Si así lo hacemos, lograremos ver una realidad diferente, siempre acorde con la calidad del filtro emocional. Si en vez de ponernos las gafas del miedo, utilizamos las gafas del amor, dejaremos de ver la ilusión con sus rasgos característicos de la separación y en su lugar veremos la verdad con el único rostro real, la Unidad. 

En el ejemplo que estamos aplicando, cuando hemos alcanzado ese instante santo en el que nuestros deseos quieren recordar el Ser que somos, nos permitirá afrontar la vivencia de una manera muy diferente.

Ya no nos sentiremos desesperados cuando nuestro hijo, con su comportamiento, nos lleve a una situación de conflicto. Nuestra voluntad no se movilizará para satisfacer nuestras emociones erróneas, las cuales nos conducirán una vez más a la creencia de que debemos juzgar el comportamiento de nuestro hijo y condenarlo por sus actos. Eso ya no tiene significado para nosotros. Ahora, la visión verdadera, la que nos ha llevado a recordar que somos seres espirituales, nos llevará a darle ese mismo trato. A partir de ese momento, no será el rencor y el odio lo que nos lleve a sentirnos desesperados, será el amor el que nos conducirá a sentirnos en paz y gozosos de felicidad. 

Desde el amor, sabremos orientar a nuestro hijo correctamente. Tal vez, decidamos ayudarle a corregir su comportamiento y conozco situaciones en las que esa decisión ha supuesto pedir a su hijo que abandonase su hogar. Pero esa decisión no está basada en la condena; esa decisión no nos causa dolor, ni odio, ni ira, ni miedo. Esa decisión está basada en el amor, y entendemos que es la mejor decisión para ayudar a nuestro hijo a recordar lo que es en esencia. Estas decisiones llevan implícito un potencial de luz inmenso, lo que asegura que siempre aportan resultados beneficiosos.

Es importante reforzar la idea que nos enseña esta lección. Querer ver supone dejar de percibir en otro sentido, es decir, dejo de desear y de creer en el mundo de los efectos, en el mundo físico y, en cambio, deseo ver y creer en el mundo de las causas, donde el Pensamiento Divino me ofrece la visión de la Unidad. 

Reflexión: Haz consciente en ti tu poder de determinación.

Capítulo 18. EL FINAL DEL SUEÑO. I. El substituto de la realidad (1ª parte).

Capítulo 18

EL FINAL DEL SUEÑO


I. El substituto de la realidad (1ª parte).

1. Sustituir es aceptar una cosa por otra. 2Sólo con que examinases exactamente lo que esto implica, percibirías de inmediato cuánto difiere del objetivo que el Espíritu Santo te ha dado y quiere alcanzar por ti. 3Substituir es elegir entre dos opciones, renunciando a un aspecto de la Filiación en favor de otro. 4Para este propósito especial, uno de ellos se juzga como más valioso y reemplaza al otro. 5La relación en la que la substitución tuvo lugar queda de este modo fragmentada, y, consecuentemente, su propósito queda dividido. 6Fragmentar es excluir, y la substitución es la defensa más potente que el ego tiene para mantener vigente la separación.

Con este capítulo se abre un tema muy interesante y hasta cierto punto controvertido para el sistema de pensamiento del ego. Me resulta interesante porque sustituir es elegir y aceptar una cosa por otra. Y si tenemos la capacidad para elegir, es porque somos libres para hacerlo. Esa libertad es uno de los dones con los que Dios nos dotó en nuestra condición de Hijo. Por lo tanto, el libre albedrío nos hace semejantes a Dios para crear.

Decía, igualmente, que este tema puede resultar controvertido en manos del ego, pues su sistema de pensamiento basado en el especialismo del yo puede plantear, en defensa de sus firmes creencias, la siguiente cuestión: Soy libre para crear y soy libre para elegir. Luego en esa elección no hay nada malo, simplemente analizo, comparo y elijo la mejor opción para lo que deseo. Sí, asumo que para elegir debo dividir y separar.

Las conclusiones que el ego ofrece en defensa de su creencia en la separación son interminables. Le merece la pena esforzarse para tener a nuestra mente a sus servicios y emitiendo pensamientos que aboguen por la división.

Lo que no le interesa al ego es que descubramos la verdad que acompaña al don del libre albedrío. Esa verdad nos enseña que la libertad procede del Amor, la esencia con la que Dios creó a Su Hijo. Que el amor es uno y no divide. Que el amor, cuando hace uso del libre albedrío, elige lo que Es y no lo que no es. Si nuestra verdadera identidad es espiritual, no podemos elegir ser otra cosa, no podemos elegir ser un cuerpo. Y eso es precisamente lo que hace el ego, utilizar el don de la libertad de elección para elegir ser algo diferente a Dios.

En conclusión, cuando elegimos ser algo diferente al amor, estaremos eligiendo la división, estaremos eligiendo la ilusión, la irrealidad.

2. El Espíritu Santo nunca utiliza substitutos. 2En cualquier situación en la que el ego percibe a una persona como sustituto de otra, el Espíritu Santo sólo ve su unión e indivisibilidad. 3Él no elige entre ellas, pues sabe que son una sola. 4Al estar unidas, son una sola porque son lo mismo. 5La substitución es claramente un proceso en el que se perciben como si fuesen diferentes. 6El deseo del Espíritu Santo es unir, el del ego, separar. 7Nada puede interponerse entre lo que Dios ha unido y el Espíritu Santo considera uno. 8Pero todo parece interponerse en las relaciones fragmentadas que el ego patrocina a fin de destruirlas.

De lo dicho anteriormente, podemos entender que el ego basa sus relaciones con los demás en la creencia en la separación. Al no percibirlo desde la verdad, lo hace desde la ilusión, lo que le lleva a pensar que no existe la unidad entre los seres. Ese gesto revela que nuestra mente ha sustituido el amor por el miedo, que ha sustituido la unión por la división, que ha sustituido la paz por el egoísta deseo de dominar y de ganar.

En cambio, cuando elegimos el amor, estamos eligiendo la Visión Crística y estamos eligiendo la mente recta del Espíritu Santo.

3. La única emoción en la que la substitución es imposible es el amor. 2El miedo, por definición, conlleva substitución, pues es el substituto del amor. 3El miedo es una emoción fragmentada y fragmentante. 4Parece adoptar muchas formas y cada una parece requerir el que uno actúe de modo diferente para poder obtener satisfacción. 5Si bien esto parece dar lugar a un comportamiento muy variable, un efecto mucho más serio reside en la percepción fragmentada de la que procede dicho comportamiento. 6No se considera a nadie como un ser completo. 7Se hace hincapié en el cuerpo, y se le da una importancia especial a ciertas partes de éste, las cuales se usan como baremo de comparación, ya sea para aceptar o para rechazar, y así expresar una forma especial de miedo.

Cuando hacemos uso del libre albedrío para elegir satisfacer nuestros deseos egoístas de ser especiales, damos lugar a que el miedo se manifieste en nuestros pensamientos, llevándonos a tomar decisiones en las que la separación prevalecerá por encima de todas las cosas. Desde el miedo, tan solo podemos experimentar relaciones conflictivas que nos aportarán los frutos propios del conflicto, la desarmonía, los enfrentamientos y el sufrimiento.

La elección del ego fue negar la identidad del Espíritu y sustituirlo por la ilusión de ser un cuerpo. El cuerpo se convierte en su principal insignia y le atribuye un inmenso poder para ratificar su sistema de pensamiento. El cuerpo se puede percibir, el Espíritu no. Y esa falsa conclusión le lleva a creer tan solo en lo que percibe. 

domingo, 26 de enero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 26

LECCIÓN 26

Mis pensamientos de ataque atacan mi invulnerabilidad.

1. Seguramente resulta obvio que si puedes ser atacado es que no eres invulnerable. 2Ves el ataque como una amenaza real. 3Esto se debe a que crees que realmente puedes atacar. 4lo que tendría efectos a través tuyo también tiene que tenerlos en ti. 5Ésta es la ley que en última instancia te salvará, pero de la que ahora estás haciendo un uso indebido. 6Debes, por lo tanto, aprender a usarla en beneficio de lo que más te conviene en vez de en su contra.

2. Puesto que no podrás sino proyectar tus pensamientos de ata­que, temerás ser atacado. 2Y si temes ser atacado, es que crees que no eres invulnerable. 3Los pensamientos de ataque, por lo tanto, hacen que seas vulnerable en tu propia mente, que es donde se encuentran. 4Los pensamientos de ataque y la invulnerabilidad no pueden aceptarse al unísono, 5pues se contradicen entre sí.

3. La idea de hoy introduce el pensamiento de que siempre te atacas a ti mismo primero. 2Si los pensamientos de ataque entrañan forzosamente la creencia de que eres vulnerable, su efecto no es otro que debilitarte ante tus propios ojos. 3De este modo, han atacado tu percepción de ti mismo. 4puesto que crees en ellos, ya no puedes creer en ti mismo. 5Una falsa imagen de ti mismo ha venido a ocupar el lugar de lo que eres.

4. Practicar con la idea de hoy te ayudará a entender que la vulnerabilidad o la invulnerabilidad son el resultado de tus propios pensamientos. 2Nada, excepto tus propios pensamientos, puede atacarte. 3Nada, excepto tus propios pensamientos, puede hacerte pensar que eres vulnerable. 4Y nada, excepto tus propios pensamientos, puede probarte que esto no es así.

5. La idea de hoy requiere seis sesiones de práctica. 2Se deben dedicar dos minutos completos a cada una de ellas, que pueden reducirse a uno en caso de que la incomodidad sea demasiado grande. No deben reducirse a menos de eso.

6. Comienza cada sesión repitiendo la idea de hoy, luego cierra los ojos y trae de nuevo a la mente aquellas cuestiones aún sin resolver cuyos posibles desenlaces te inquietan. 2La inquietud puede manifestarse en forma de depresión, ansiedad, ira, una sensación de coacción, miedo, malos presentimientos o preocupación. 3Cualquier problema aún sin resolver que tienda a reaparecer en tus pensamientos durante el día constituye un sujeto adecuado. 4No podrás abarcar muchos de ellos en cada sesión de práctica porque se debe dedicar más tiempo del habitual a cada uno de ellos. 5La idea de hoy debe aplicarse de la siguiente manera:

7. Primero, nombra la situación:

2Estoy preocupado acerca de _____

3Luego examina todos los posibles desenlaces que se te hayan ocurrido en conexión con la situación que te hayan causado inquietud, y refiriéndote a cada uno de ellos de manera muy concreta, di lo siguiente:

4Temo que lo que pueda ocurrir es que _____

8. Si has estado haciendo los ejercicios correctamente, deberías haber encontrado cinco o seis posibilidades desagradables para cada una de las situaciones en cuestión, y probablemente más. 2Es mucho mejor examinar detenidamente unas cuantas situaciones que revisar un número mayor superficialmente. 3A medida que la lista de los desenlaces que prevés se haga más larga, es probable. que, algunos de ellos, especialmente aquellos que se te ocurran hacia el final, te resulten menos aceptables. 4Procura, no obstante, en la medida de lo posible, de tratarlos a todos por igual.

9. Después de que hayas nombrado cada desenlace que temes, di para tus adentros:

2Este pensamiento es un ataque contra mí mismo.

3Concluye cada sesión de práctica repitiendo una vez más para tus adentros la idea de hoy.


¿Qué me enseña esta lección? 

 

Para el ego, el pensamiento de ataque hacia sí mismo es tan natural como el comer, tanto es así que ha pasado a formar parte de una respuesta automática y, por ello, inconsciente. El pensamiento se proyecta al exterior y juzga cada situación dentro del espacio tiempo, desde la dualidad y desde la separación. Sus juicios carecen de propósito y significado, por lo que no abarca con su visión la integridad, la unidad. 


Esa proyección le causa preocupación y, a continuación, un profundo temor como consecuencia de los muchos elementos que interpreta bajo la perspectiva del miedo, del ataque hacia sí mismo. Al formar parte de su propia visión, lo justifica, sin caer en la cuenta de que él, y sólo él, es causa y efecto al mismo tiempo de sus propios ataques.
 

“Temo que lo que va a ocurrir sea esto o aquello”, y con esa expresión damos vida a nuestro miedo, pues la respuesta nos altera, nos lleva a un estado de pérdida de la paz interior.

 

El pensamiento debe liberarse de la iniciativa del juicio condenatorio que se manifiesta como un ataque hacia sí mismo y que proyectamos en los demás. La certeza de que somos invulnerables, de que somos Hijos de Dios, debe llevarnos a la liberación de esos miedos y actuar de acuerdo al Amor Incondicional.

 


Ejemplo-Guía: "Me desespera el comportamiento de mi hijo".

 

Es evidente que, ante una situación como la que expresa este ejemplo, se convierte en un obstáculo para sentir paz y felicidad. Nuestra mente está aceptando que la experiencia que estamos viviendo con nuestro hijo nos lleva a una situación que hemos juzgado como desesperante.

 

Con ese juicio, estamos afirmando que nos vemos privados de un estado deseado de paz, al interpretar que somos víctimas del ataque que nos propicia nuestro hijo, o lo que es lo mismo, estamos admitiendo que somos susceptibles de ser atacados y de que somos vulnerables a los efectos de ese ataque: dolor, sufrimiento, desesperación, etc.
 

Desde la visión del ego, ya lo hemos analizado en anteriores lecciones, la creencia de que somos vulnerables está más que justificada. Es una experiencia real que percibimos a través de nuestros sentidos y, dudar de ello, estaría fuera de lugar. El ego admite que el ataque es real, porque cree en ello, y para creer en ello, ese ataque debe haber sido deseado.

 

Tal vez os preguntéis, ¿cómo es posible que deseemos el ataque? La respuesta tiene una única causa. Deseamos el ataque porque deseamos la individualidad. Desear la individualidad nos ha llevado a la creencia en la separación. Lo paradójico de esta elección es que el deseo de la individualidad nos ha llevado a un nuevo escenario donde el miedo ocupa el espacio donde antes se encontraba el Amor.

 

La criatura que se encuentra en proceso de gestación, mientras que se encuentra en el seno de su madre (creador), mantiene con ella una relación de unidad. En ese estado, esa criatura tan sólo recibe amor, es invulnerable y desconoce el miedo. Con el nacimiento, o lo que es lo mismo, cuando se produce la "separación" de su madre-creador, se produce una "recapitulación" de lo que ocurre a nivel mental cuando elegimos que nuestra voluntad nos lleve a decidir por nosotros mismos, esto es, hacer uso de los atributos con los que hemos sido creados.

 

Sin embargo, al igual que estar lejos del vientre de nuestra madre-creadora, no implica que hayamos perdido su Amor, cuando optamos por comportarnos de forma individual, tampoco dejamos de recibir el Amor de nuestro Padre, ni siquiera perdemos el lazo de unidad que nos une eternamente a Él.

 

Aplicando las recomendaciones del ejercicio expuesto en la lección, si nos encontramos en una situación como la referenciada en el ejemplo, digámonos:

 

"Estoy preocupado acerca de mi experiencia de relación con mi hijo. Temo que, de seguir así las cosas, llegaremos a romper nuestras relaciones". Seguidamente, toma consciencia de tus pensamientos y di para ti:

 

"Este pensamiento es un ataque contra mí mismo".

 

No se trata de que, a partir de ahí, de esa nueva toma de consciencia, pasemos a autocastigarnos por sentirnos culpables. Si así lo hacemos, estaríamos de nuevo creyendo en que somos vulnerables y en que podemos atacar y recibir ataque. Esa es la enseñanza que debemos aprender con esta lección. Somos Hijos de Dios, inocentes, impecables, perfectos, amorosos, plenos y abundantes.

 

Reflexiones: ¿Crees posible que puedes atacar, si en tu mente no hay pensamientos de ataque?