sábado, 15 de febrero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 46

LECCIÓN 46

Dios es el Amor en el que perdono.

1. Dios no perdona porque nunca ha condenado. 2primero tiene que haber condenación para que el perdón sea necesario. 3El per­dón es la mayor necesidad de este mundo, y esto se debe a que es un mundo de ilusiones. 4Aquellos que perdonan se liberan a sí mismos de las ilusiones, mientras que los que se niegan a hacerlo se atan a ellas. 5De la misma manera en que sólo te condenas a ti mismo, de igual modo, sólo te perdonas a ti mismo.

2. Pero si bien Dios no perdona, Su Amor es, no obstante, la base del perdón. 2El miedo condena y el amor perdona. 3El perdón, pues, des-hace lo que el miedo ha producido, y lleva de nuevo a la mente a la conciencia de Dios. 4Por esta razón, al perdón puede llamársele verdaderamente salvación. 5Es el medio a través del cual desaparecen las ilusiones.

3. Los ejercicios de hoy requieren por lo menos tres sesiones de práctica de cinco minutos completos, y el mayor número posible de las más cortas. 2Como de costumbre, comienza las sesiones de práctica más largas repitiendo la idea de hoy para tus adentros. 3Cierra los ojos mientras lo haces, y dedica un minuto o dos a explorar tu mente en busca de aquellas personas a quienes no has perdonado. 4No importa en qué medida no las hayas perdonado. 5O las has perdonado completamente o no las has perdonado en absoluto.

4. Si estás haciendo los ejercicios correctamente no deberías tener ninguna dificultad en encontrar un buen número de personas a quienes no has perdonado. 2En general, se puede asumir correctamente que cualquier persona que no te caiga bien es un sujeto adecuado. 3Menciona cada una de ellas por su nombre, y di:

4[Nombre], Dios es el Amor en el que te perdono.

5. El propósito de la primera fase de las sesiones de práctica de hoy es colocarte en una posición desde la que puedes perdonarte a ti mismo. 2Después que hayas aplicado la idea a todas las personas que te hayan venido a la mente, di para tus adentros:

3Dios es el Amor en el que me perdono a mí mismo.

4Dedica luego el resto de la sesión a añadir ideas afines tales como:

5Dios es el Amor con el que me amo a mí mismo.
6Dios es el Amor en el que me alzo bendecido.

6. El modelo a seguir en cada aplicación puede variar considerablemente, pero no se debe perder de vista la idea central. 2Podrías decir, por ejemplo:

3No puedo ser culpable porque soy un Hijo de Dios.
4Ya he sido perdonado.
5El miedo no tiene cabida en una mente que Dios ama.
6No tengo necesidad de atacar porque el amor me ha perdonado.

7La sesión de práctica debe terminar, no obstante, con una repetición de la idea de hoy en su forma original.

7. Las sesiones de práctica más cortas pueden consistir ya sea en una repetición de la idea de hoy en su forma original, o en una afín, según prefieras. 2Asegúrate, no obstante, de aplicar la idea de manera más concreta si surge la necesidad. 3Esto será necesa­rio en cualquier momento del día en el que te percates de cual­quier reacción negativa hacia alguien, tanto si esa persona está presente como si no. 4En tal caso, dile silenciosamente:

5Dios es el Amor en el que te perdono.


¿Qué me enseña esta lección?

Nada es real si está fuera de Dios.

El conocimiento de la Unidad nos permite comprender que todo lo verdadero es real porque se encuentra dentro de la Matriz Divina. Nosotros, como Hijos de Dios, podemos crear, expandiéndonos, pero nuestras creaciones verdaderas serán aquellas que den testimonios de la Unidad.

El ego, en cambio, la expresión temporal con la que nos hemos identificado, se encuentra en la fase de identificación con la separación. Desde este punto de percepción, ataca y siente miedo del ataque de los demás, promoviendo el sentimiento de venganza, para sentirse seguro del daño exterior.

Castiga y es castigado. Se cree un pecador y trata de redimir su culpa con el autocastigo.

Es necesario que nos liberemos de esa percepción errónea y encontremos el punto de comunión con nuestro Ser, el rostro de nuestra divinidad. Dios no perdona, porque no ve el pecado en Su Hijo, sino la impecabilidad.

He cerrado los ojos y por mi mente han desfilado aquellos a los que necesito perdonar. Pero he tomado consciencia de que estaba en un error. No es a ellos a los que debo perdonar, sino a mí mismo, pues es mi juicio condenatorio, proyectado sobre ellos, el que me mantiene prisionero de la necesidad de perdonar.

Perdonar es amar. Perdonar es no juzgarnos condenatoriamente y reconocer que no hay culpa en nuestras actuaciones, ni en la de los demás. El amor y el perdón corrigen milagrosamente el error. La culpa y la condena exigen castigo y dolor.

¿Nos produce miedo esta afirmación? ¿Debemos pasar por alto el daño que nos causan los demás? ¿Cómo vamos a poder perdonar las acciones de aquellos que atentan contra la vida de los demás? ¿Qué es el perdón?

Dios no perdona, porque nunca ha condenado. Así da comienzo esta importante lección. Pero también recoge el Curso, en el Principio 21, de los Milagros, que éstos son expresiones naturales de perdón y que por medio de los milagros aceptamos el perdón de Dios al extenderlo a otros.

El perdón tiene que conllevar corrección; de lo contrario, es un gesto vacío. ¿Qué significa esto? ¿Qué hay que corregir?

El Hijo de Dios debe corregir que “la traición que cree haber cometido sólo tuvo lugar en ilusiones, y todos sus 'pecados' no son sino el producto de su propia imaginación. De hecho, su realidad es eternamente inmaculada. El Hijo de Dios no necesita ser perdonado, sino despertado. En sus sueños se ha traicionado a sí mismo, a sus hermanos y a su Dios. Mas lo que tiene lugar en sueños no tiene lugar realmente (T-17.I.1:1-5)".

Me pregunto si realmente, desde la visión del ego, se puede perdonar. UCDM nos enseña que “nadie puede perdonar un pecado que considere real (T-27.II.2:4)".

“El perdón no es piedad, la cual no hace sino tratar de perdonar lo que cree que es verdad. El verdadero perdón no establece primero que el pecado sea real para luego perdonarlo. Nadie que esté hablando en serio diría: "Hermano, me has herido. Sin embargo, puesto que de los dos yo soy el mejor, te perdono por el dolor que me has ocasionado". Perdonarle y seguir sintiendo dolor es imposible, pues ambas cosas no pueden coexistir. Una niega a la otra y hace que sea falsa (T-27.II.2:6-10)".

El perdón no es real a menos que nos brinde curación a nuestro hermano y a nosotros.

“El perdón es lo que sana la percepción de la separación. Es necesario que percibamos correctamente a nuestro hermano debido a que las mentes han elegido considerarse a sí mismas como entidades separadas (T-3.V.9:1-2)".


Ejemplo-Guía: "No puedo perdonar el daño que me han causado mis padres"

En este ejemplo, vamos a aplicar la enseñanza del perdón, tal y como nos la enseña UCDM. Estamos en la lección 46 y, en las 45 lecciones anteriores, hemos ido adquiriendo una nueva visión de cómo podemos dirigir nuestra mente a la hora de percibir el mundo ilusorio al que le hemos otorgado realidad. Con todo ello, hoy se nos brinda la oportunidad de dar un importante paso en nuestro proceso conciencial: aplicar nuestra condición divina extendiendo la esencia de lo que somos, el Amor, a través del perdón.

Nuestro razonamiento debe basarse en la verdad, pues si no lo hacemos, cualquier aplicación que hagamos de la mente nos llevará a dar credibilidad a la ilusión. Por lo tanto, la primera reflexión que debemos hacernos ante una experiencia como la que analizamos en el ejemplo es tener la certeza de que estamos ante una percepción ilusoria, no real, cuyo propósito más elevado es permitirnos ser conscientes de la verdadera realidad, esto es, su ilusión.

Si no es real, si nuestra mente no la condena, no la juzga condenatoriamente, ello significa que nuestra mente está sana y ese estado de plenitud nos lleva a experimentar la paz y la felicidad.

Si nuestra mente está sana, no percibirá separación y, por ello, no verá esa relación familiar desde el dolor; nunca se dirá que el daño que le hayan causado sus padres no se merezca ser perdonado, pues no verá el daño, no verá el ataque, tan sólo verá la oportunidad de expandir su amor a través del perdón, con lo cual estará sanando a sus padres y a sí mismo.

El perdón es la respuesta a cualquier clase de ataque. De esta manera, se cancelan los efectos del ataque, y se responde al odio en nombre del amor.

Tomo prestadas del Curso, las siguientes palabras, que nos permitirán comprender lo que hemos dicho:

“¿Cuán dispuesto estás a perdonar a tu hermano? ¿Hasta qué punto deseas la paz en lugar de los conflictos interminables, el sufrimiento y el dolor? Estas preguntas son en realidad la misma pregunta, aunque formuladas de manera diferente. En el perdón reside tu paz, pues en él radica el fin de la separación y del sueño de peligro y destrucción, de pecado y muerte, de locura y asesinato, así como de aflicción y pérdida. Éste es el "sacrificio" que pide la salvación, y, a cambio de todo ello, gustosamente ofrece paz (T-29.VI:1-5)".

Debemos contemplar a nuestro hermano con el deseo de verlo tal como es. Y no excluir ninguna parte de él, en nuestro deseo de que se cure. Curar es hacer íntegro. Y a lo que es íntegro no le pueden faltar partes que se hayan dejado afuera. El perdón consiste en reconocer esto, y en alegrarnos de que no haya ninguna forma de enfermedad que el milagro no tenga el poder de curar.

No me he podido resistir ante tanta belleza. Os dejo esta joya del Curso:

“¡Imagínate cuán hermosos te parecerán todos aquellos a quienes hayas perdonado! En ninguna fantasía habrás visto nunca nada tan bello. Nada de lo que ves aquí, ya sea en sueños o despierto, puede compararse con semejante belleza. Y no habrá nada que valores tanto como esto ni nada que tengas en tanta estima. Nada que recuerdes que en alguna ocasión hiciera cantar a tu corazón de alegría te brindó ni una mínima parte de la felicidad que esta visión ha de brindarte. Pues gracias a ella podrás ver al Hijo de Dios. Contemplarás la belleza que el Espíritu Santo adora contemplar, y por la que le da gracias al Padre. Él fue creado para ver esto por ti hasta que tú aprendas a verlo por tu cuenta. Y todas Sus enseñanzas conducen a esa visión y a dar gracias con Él (T-17.II.1:1-9)".

Reflexión: ¿Cómo entiendes el perdón?

viernes, 14 de febrero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 45

LECCIÓN 45

Dios es la Mente con la que pienso.

1. La idea de hoy es la llave que te dará acceso a tus pensamientos reales, 2los cuales no tienen nada que ver con lo que piensas que piensas, de la misma manera en que nada de lo que piensas que ves guarda relación alguna con la visión. 3No existe ninguna relación entre lo que es real y lo que tú piensas que es real. 4Ni uno solo de los que según tú son tus pensamientos reales se parece en modo alguno a tus pensamientos reales. 5Nada de lo que piensas que ves guarda semejanza alguna con lo que la visión te mostrará.

2. Piensas con la Mente de Dios. 2Por lo tanto, compartes tus pensamientos con Él, de la misma forma en que Él comparte los Suyos contigo. 3Son los mismos pensamientos porque los piensa la misma Mente. 4Compartir es hacer de manera semejante o hacer lo mismo. 5Los pensamientos que piensas con la Mente de Dios no abandonan tu mente porque los pensamientos no abandonan su fuente. 6Por consiguiente, tus pensamientos están en la Mente de Dios, al igual que tú. 7Están en tu mente también, donde Él está. 8Tal como tú eres parte de Su Mente, así también tus pensamientos son parte de Su Mente.

3. ¿Dónde están, pues, tus pensamientos reales? 2Hoy intentaremos llegar a ellos. 3Tendremos que buscarlos en tu mente porque ahí es donde se encuentran. 4Aún tienen que estar ahí, ya que no pueden haber abandonado su fuente. 5Lo que la Mente de Dios ha pensado es eterno, al ser parte de la creación.

4. Nuestras tres sesiones de práctica de hoy, de cinco minutos cada una, seguirán el mismo modelo general que usamos al aplicar la idea de ayer. 2Intentaremos abandonar lo irreal y buscar lo real. 3Negaremos el mundo en favor de la verdad. 4No permitiremos que los pensamientos del mundo nos detengan. 5No dejaremos que las creencias del mundo nos digan que lo que Dios quiere que hagamos es imposible. 6En lugar de ello, trataremos de reconocer que sólo aquello que Dios quiere que hagamos es posible.

5. Trataremos asimismo de comprender que sólo lo que Dios quiere que hagamos es lo que nosotros queremos hacer. 2Y tam­bién trataremos de recordar que no podemos fracasar al hacer lo que Él quiere que hagamos. 3Tenemos hoy todas las razones del mundo para sentirnos seguros de que vamos a triunfar, 4pues ésa es la Voluntad de Dios.

6. Comienza los ejercicios de hoy repitiendo la idea para tus adentros  al mismo tiempo que cierras los ojos. 2Luego dedica unos cuantos minutos a pensar en ideas afines que procedan de ti, mientras mantienes la idea presente en tu mente. 3Una vez que hayas añadido cuatro o cinco de tus pensamientos a la idea, repite ésta otra vez mientras te dices a ti mismo suavemente:

4Mis pensamientos reales están en mi mente.
5Me gustaría encontrarlos.

6Trata luego de ir más allá de todos los pensamientos irreales que cubren la verdad en tu mente y de llegar a lo eterno.

7. Debajo de todos los pensamientos insensatos e ideas descabelladas con las que has abarrotado tu mente, se encuentran los pensamientos que pensaste con Dios en el principio. 2Están ahí en tu mente, ahora mismo, completamente inalterados. 3Siempre estarán en tu mente, tal como siempre lo han estado. 4Todo lo que has pensado desde entonces cambiará, pero los cimientos sobre los que eso descansa son absolutamente inmutables.

8. Hacia esos cimientos es adonde los ejercicios de hoy apuntan. 2Ahí es donde tu mente está unida a la Mente de Dios. 3Ahí es donde tus pensamientos son uno con los Suyos. 4Para este tipo de práctica sólo se necesita una cosa: que tu actitud hacia ella sea la misma que tendrías ante un altar consagrado en el Cielo a Dios el Padre y a Dios el Hijo. 5Pues tal es el lugar al que estás intentando llegar. 6Probablemente no puedes darte cuenta todavía de cuán alto estás intentando elevarte. 7Sin embargo, aun con el poco entendimiento que has adquirido hasta la fecha, deberías ser capaz de recordarte a ti mismo que esto no es un juego fútil, sino un ejercicio de santidad y un intento de alcanzar el Reino de los Cielos.

9. En las sesiones de práctica cortas de hoy, trata de recordar cuán importante es para ti comprender la santidad de la mente que piensa con Dios. 2Mientras repites la idea a lo largo del día, dedica uno o dos minutos a apreciar la santidad de tu mente. 3Deja a un lado, aunque sea brevemente, todos los pensamientos que son indignos de Aquel de Quien eres anfitrión. 4Y dale gracias por los pensamientos que Él está pensando contigo.

¿Qué me enseña esta lección?

Somos Hijos de Dios, creados en la expansión de Sí Mismo, en un acto creador de su Mente. Somos Imagen y Semejanza de Él, y en este sentido, nuestra manifestación se produce dentro de su seno. Es importante que tomemos consciencia de este hecho, de que nuestra mente y su Mente son una misma Mente. No estamos separados de nuestro creador, aunque sí es cierto que tenemos la capacidad de crear por nosotros mismos, lo que no significa que se produzca esa separación, irreal, en la que se regocija el ego.

Aplicando la Ley de Analogía, vemos que cuando damos vida a un hijo, éste, en estado potencial, posee los mismos poderes creadores que el padre, aunque no es consciente de ello a esa temprana edad. Ese hijo está unido con los padres por lazos de sangre y por lazos de amor. El vínculo familiar trata de hacerle recordar su origen, su procedencia. Ocurre que, alcanzada la pubertad (apogeo del cuerpo emocional), el niño se siente poseedor de su poder creador y orienta su vida separándose de las directrices que le marcan sus padres. Sin embargo, jamás podrá separarse de su procedencia, de sus creadores.

Actualmente, permanecemos dormidos, con conciencia de separación de nuestro Ser. Vivimos sumidos en el miedo, en la culpa, en la enfermedad, y justificamos estos efectos al considerarlos la única realidad posible.

Debemos recuperar la consciencia de la unidad y sentirnos parte de la Mente de Dios.

Tal vez te estés preguntando: ¿cómo se recupera la consciencia de la unidad y cómo podemos sentirnos parte de la Mente de Dios?

Sin duda, esta cuestión nos invita a ver las cosas de otra manera, a ver las cosas desde una perspectiva distinta a como las vemos ahora, pues hemos fabricado un mundo de acuerdo a los pensamientos que se encuentran en nuestra mente y este mundo está fundamentado en la creencia en la separación y en la creencia en la temporalidad.

Dicha invitación supone un nuevo ejercicio de aprendizaje para nuestra mente, el de desaprender; esto es, debemos desprendernos de todas y cada una de nuestras falsas creencias y en su lugar poner la creencia verdadera, la cual está basada en la certeza de que somos Hijos de Dios y que formamos una única unidad en la Filiación.

Recordemos las enseñanzas que nos aporta UCDM con respecto al origen de la creencia en la separación:

La capacidad de extenderse es un aspecto fundamental de Dios que Él le dio a Su Hijo. En la creación, Dios Se extendió a Sí Mismo a Sus creaciones y les infundió la misma amorosa Volun­tad de crear que Él posee. No sólo fuiste plenamente creado, sino que fuiste creado perfecto. No existe vacuidad en ti. Debido a la semejanza que guardas con tu Creador eres creativo. Ningún Hijo de Dios puede perder esa facultad, ya que es inherente a lo que él es, pero puede usarla de forma inadecuada al proyectar. El uso inadecuado de la extensión -la proyección- tiene lugar cuando crees que existe en ti alguna carencia o vacuidad, y que puedes suplirla con tus propias ideas, en lugar de con la verdad. Este proceso comprende los siguientes pasos:

  • Primero: Crees que tu mente puede cambiar lo que Dios creó.
  • Segundo: Crees que lo que es perfecto puede volverse imper­fecto o deficiente.
  • Tercero: Crees que puedes distorsionar las creaciones de Dios, incluido tú.
  • Cuarto: Crees que puedes ser tu propio creador y que estás a cargo de la dirección de tu propia creación. (T-2.I.1:1-12)

Cada vez que elegimos, con nuestros pensamientos, ver desde la individualidad y creemos que podemos crear un mundo aparte del creado en la unicidad por Dios, lo que estamos haciendo es adquirir la creencia que nos hará caer en el olvido de lo que realmente somos. Pongamos un ejemplo y veamos cómo actúa nuestra mente cuando se encuentra identificada con la separación.


Ejemplo-Guía: ¿Por qué no puedo controlar mis pensamientos oscuros?

Si nuestros pensamientos reales, los que compartimos con la Mente de Dios, fuesen oscuros, estaríamos afirmando que Dios tiene pensamientos oscuros. Y esa reflexión nos llevaría a perpetuar el error con el que nos acostumbra a discernir la mente dual.

Es importante que tomemos consciencia de que los pensamientos que nos llevan a plantear cuestiones como la que estamos analizando en este ejemplo no son pensamientos reales, sino fruto de la mente identificada con el mundo de la ilusión, donde impera la ley de la separación. Esa mente cree que podemos tener pensamientos oscuros, y lo cree por la sencilla razón de que es su deseo y es su elección. Esa percepción debe su origen al deseo de ver de una manera determinada, a la que ya nos hemos referido, dando lugar a la individualidad. Esa es la razón por la que la vía de aprendizaje en el mundo físico está basada en la ley de causa y efecto. Vivo las experiencias en las que mi mente cree.

Conocer la dinámica con la que actúa nuestra mente nos ayudará a utilizar ese mismo "vehículo" para dirigirlo hacia otro destino. Si nuestra voluntad nos lleva a ver las cosas de otra manera, tened por seguro que los pensamientos que hasta ahora nos han acompañado no cederán su hegemonía tan fácilmente. Esos pensamientos, que han adquirido la condición de hábitos, demandarán nuestra atención. A partir de ese punto, ¿qué debemos hacer para conseguir que no se conviertan en una tentación, en un obstáculo para alcanzar el estado de paz?

Tal vez estas palabras extraídas del Curso nos ayuden a dar respuesta a esta cuestión:

"El jardín del Edén -la condición que existía antes de la separación- era un estado mental en el que no se necesitaba nada. Cuando Adán dio oídos a "las mentiras de la serpiente", lo único que oyó fueron falsedades. Tú no tienes por qué continuar creyendo lo que no es verdad, a no ser que así lo elijas. Todo ello puede literalmente desaparecer en un abrir y cerrar de ojos porque no es más que una percepción falsa. Lo que se ve en sueños parece ser muy real. Lo que, es más, en la Biblia se menciona que sobre Adán se abatió un sueño profundo, mas no se hace referencia en ninguna parte a que haya despertado. El mundo no ha experimentado todavía ningún despertar o renacimiento completo. Un renacer así es imposible mientras sigas proyectando o creando falsamente. No obstante, la capacidad de extender tal como Dios te extendió Su Espíritu permanece todavía dentro de ti. En realidad, ésta es tu única alternativa, pues se te dio el libre albedrío para que te deleitaras creando lo perfecto” (T-2.I.3:1-10).

“Todo miedo se reduce, en última instancia, a la básica percepción errónea de que tienes la capacidad de usurpar el poder de Dios. Por supuesto, no puedes hacer eso, ni jamás pudiste haberlo hecho. En esto se basa el que puedas escaparte del miedo. Te liberas cuando aceptas la Expiación, lo cual te permite darte cuenta de que en realidad tus errores nunca ocurrieron. Sólo después del sueño profundo que se abatió sobre Adán pudo éste experimentar pesadillas. Si de repente se enciende una luz cuando alguien está teniendo un sueño aterrador, puede que inicialmente interprete la luz como parte de su sueño y tenga miedo de ella. Sin embargo, cuando despierte, la percibirá correctamente como su liberación del sueño, al que dejará entonces de atribuir realidad. Esta liberación no se basa en ilusiones. El conocimiento que ilumina no sólo te libera, sino que también te muestra claramente que eres libre" (T-2.1.4:1-9).

En definitiva, se trata de elegir. ¿Elegir qué? Elegir no prestar atención al pensamiento que nuestra mente interpreta como oscuro, pues de esta manera dejaremos de alimentarlo, dejaremos de darle valor o significado. No se trata de luchar contra él, pues hacerlo es la manera más evidente de creer en su realidad. El pensamiento, si lo dejamos libremente, se desvanecerá al no encontrar a su fiel aliado, el deseo.

Cuando nos encontramos viendo una película y compartimos los pensamientos de los actores, sabemos de su irrealidad, de su ficción, y ello nos permite no prestarle valor, al no creer en su realidad. Es cierto que muchos de nosotros nos metemos tanto en las películas que las vivimos como si fuesen reales. Lo importante es entender que, tanto unos como otros, están eligiendo.

Cuando me llega un pensamiento no real, de los que interpretamos "tentadores", inmediatamente lo observo por un instante y elimino todo juicio sobre él. A partir de ese momento, lo dejo marchar, y le doy las gracias por permitirme ser consciente de que soy el fabricante de dicho pensamiento y, ahora, elijo sustituirlo por un pensamiento real, el cual me permite tener la visión de mi divinidad.

Reflexión: ¿Qué pensamientos compartes con Dios?

Capítulo 18. VI. Más allá del cuerpo (2ª parte).

VI. Más allá del cuerpo (2ª parte).

4. En esto la mente está claramente engañada. 2No puede atacar, pero sostiene que sí puede, y para probarlo, se vale de lo que hace para hacerle daño al cuerpo. 3La mente no puede atacar, pero puede engañarse a sí misma. 4Y eso es todo lo que hace cuando cree que ha atacado al cuerpo. 5Puede proyectar su cul­pabilidad, pero no puede deshacerse de ella proyectándola. 6Y aunque es obvio que puede percibir la función del cuerpo erróne­amente, no puede cambiar la función que el Espíritu Santo le asignó a éste. 7El cuerpo no es el fruto del amor. 8Aun así, el amor no lo condena y puede emplearlo amorosamente, respetando lo que el Hijo de Dios engendró y utilizándolo para salvar al Hijo de sus propias ilusiones.

La mente, cuando no emana luz, da lugar a la oscuridad y ello propicia que fabrique imágenes a las que da significado. El cuerpo es una de esas imágenes a las que da realidad y con la cual se identifica plenamente. De hecho, otorga al cuerpo la función de crear, de elegir, de atacar y de morir. 

La enseñanza no dice que la mente no puede atacar, pero puede engañarse a sí misma, fruto de su identificación con el cuerpo.

Es importante recordar que, aunque el cuerpo no es el fruto del amor, sí puede ser empleado para extender el amor.

5. ¿No te gustaría que los medios de la separación fueran reinter­pretados como medios de salvación y se usasen para los fines del amor? 2¿No le darías la bienvenida y le prestarías tu apoyo a este intercambio de fantasías de venganza por tu liberación de ellas? 3La percepción que tienes del cuerpo puede ser ciertamente enfermiza, pero no debes proyectar eso sobre él. 4Pues tu deseo de hacer que lo que no tiene la capacidad de destruir sea destruc­tivo, no puede tener ningún efecto real. 5Lo que Dios creó sólo puede ser como Él quiere que sea, pues así lo dispone Su Volun­tad. 6Tú no puedes hacer que Su Voluntad sea destructiva. 7Pue­des, no obstante, forjar fantasías en las que tu voluntad entra en conflicto con la Suya, pero eso es todo.

Pienso que las aportaciones que nos hace el Curso en este punto son muy interesantes. Durante algún tiempo, llegué a pensar que con mi voluntad podía hacer daño a Dios y, por extensión, al resto de Su Creación, en particular a los que veía como "los demás". Ese pensamiento demente emanaba de la total ignorancia de mí mismo y de lo que somos realmente. Identificado con el cuerpo, le otorgué un ficticio poder para hacer que las cosas fuesen como yo deseaba que fuesen. Cuando sentí agotada esa alocada voluntad, descubrí que Dios es Perfecto e Inmune a mis ataques. Lo que Es, lo hace invulnerable, pues el Amor no es vengativo, ni cruel, ni receloso. El Amor absorbe todo dolor, toda culpa, toda la oscuridad que pueda fabricar la mente errada y lo disuelve en su inmenso mundo de Luz.

Sí, ahora soy consciente de que lo que Dios creó sólo puede ser como Él quiere que sea, pues así lo dispone Su Voluntad. Podemos quedar dormidos a esa realidad, pero no podemos quedar eternamente dormidos, pues no es esa nuestra condición verdadera.

Podemos utilizar el cuerpo para expandir el amor. Para ello, tan solo tenemos que acercarnos a nuestros hermanos y verlos tal y como realmente son, formando parte de la Unidad que constituye la Filiación.

6. Es una locura usar el cuerpo como chivo expiatorio sobre el que descargar tu culpabilidad, dirigiendo sus ataques y culpándolo luego por lo que tú mismo quisiste que hiciese. 2Es imposible exte­riorizar fantasías, 3pues éstas siguen siendo lo que tú deseas y no tienen nada que ver con lo que el cuerpo hace. 4El cuerpo no sueña con ellas, y lo único que éstas hacen es convertirlo en un lastre en vez de en algo útil. 5Pues las fantasías han hecho de tu cuerpo tu "enemigo"; algo débil, vulnerable y traicionero, merecedor del odio que le tienes. 6¿De qué te ha servido todo esto? 7Te has identi­ficado con eso que odias, el instrumento de venganza y la apa­rente fuente de tu culpabilidad. 8Le has hecho esto a algo que no tiene significado, proclamándolo la morada del Hijo de Dios y haciendo luego que se vuelva contra él.

Ver al cuerpo físico como la causa de nuestros pecados es el mecanismo más utilizado por la mente cuando proyecta fuera de sí misma el juicio de lo que percibe interiormente y reconoce como un ataque a Dios y a Su Creación. De este modo, pensamientos ausentes de amor se convierten en la verdadera causa que fragua la creencia en la separación. 

Esa disociación de la mente da lugar a un mundo dividido y al olvido de que nuestra verdadera causa bebe de la misma Fuente de Dios de la cual emanó Su Creación. 

La flagelación, así como otros castigos que ejercemos sobre el cuerpo para purgar la creencia en la culpa y en el pecado, se convierte en la evidencia de que estamos castigando al medio, al cuerpo, cuando en verdad su función es totalmente neutra al ser fruto de nuestra percepción en el mundo tridimensional. 

jueves, 13 de febrero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 44

LECCIÓN 44

Dios es la luz en la que veo.

1. Hoy continuamos con la idea de ayer, agregándole otra dimensión2No puedes ver en la oscuridad, y no puedes fabricar luz. 3Puedes fabricar oscuridad y luego pensar que ves en ella, pero la luz refleja vida, y es, por lo tanto, un aspecto de la creación. 4La creación y la oscuridad no pueden coexistir, pero la luz y la vida son inseparables, pues no son sino diferentes aspectos de la creación.

2. Para poder ver, tienes que reconocer que la luz se encuentra en tu interior y no afuera. 2No puedes ver fuera de ti, ni tampoco se encuentra fuera de ti el equipo que necesitas para poder ver. 3Una parte esencial de ese equipo es la luz que hace posible el que puedas ver. 4Esa luz está siempre contigo, haciendo que la visión sea posible en toda circunstancia.

3. Hoy vamos a intentar llegar hasta esa luz. 2Para tal fin, utilizaremos una forma de ejercicio que ya se sugirió anteriormente, y que vamos a utilizar cada vez más. 3Dicha forma de ejercicio es especialmente difícil para la mente indisciplinada y representa uno de los objetivos principales del entrenamiento mental. 4Requiere precisamente lo que le falta a la mente sin entrenar. 5Con todo, si has de ver, dicho entrenamiento tiene que tener lugar.

4. Lleva a cabo como mínimo tres sesiones de práctica hoy, cada una de tres a cinco minutos de duración. 2Recomendamos enfáticamente que les dediques más tiempo, pero únicamente si notas que el tiempo pasa sin que experimentes ninguna sensación de tensión o muy poca. 3La forma de práctica que vamos a utilizar hoy es la más natural y fácil del mundo para la mente entrenada, tal como parece ser la más antinatural y difícil para la mente sin entrenar.

5. Tu mente ya no está completamente sin entrenar. 2Estás bastante listo para aprender la forma de ejercicio que vamos a utilizar hoy, pero es posible que te topes con una gran resistencia. 3La razón es muy simple. 4Al practicar de esta manera, te desprendes de todo lo que ahora crees y de todos los pensamientos que has inventado. 5Propiamente dicho, esto constituye tu liberación del infierno. 6Sin embargo, si se percibe a través de los ojos del ego, es una pérdida de identidad y un descenso al infierno.

6. Si te puedes apartar del ego, aunque sólo sea un poco, no tendrás dificultad alguna en reconocer que su oposición y sus miedos no significan nada. 2Tal vez te resulte útil recordarte a ti mismo de vez en cuando, que alcanzar la luz es escapar de la oscuridad, independientemente de lo que creas al contrario. 3Dios es la luz en la que ves. 4Estás intentando llegar a Él.

7. Da comienzo a la sesión de práctica repitiendo la idea de hoy con los ojos abiertos, luego ciérralos lentamente mientras repites la idea varias veces más. 2Trata entonces de sumergirte en tu mente, abandonando cualquier clase de interferencia e intrusión a medida que te sumerges serenamente más allá de ellas. 3No hay nada, excepto tú, que pueda impedirle a tu mente hacer esto. 4Tu mente está sencillamente siguiendo su curso natural. 5Trata de observar los pensamientos que te vengan sin involucrarte con ninguno de ellos, y pásalos de largo tranquilamente.

8. Si bien no se recomienda ningún enfoque en particular para esta forma de ejercicio, sí es necesario que te des cuenta de cuán importante es lo que estás haciendo, el inestimable valor que ello tiene para ti, así como que seas consciente de que estás intentando hacer algo muy sagrado. 2La salvación es el más feliz de todos tus logros. 3Es asimismo el único que tiene sentido porque es el único que tiene verdadera utilidad para ti.

9. Si experimentas cualquier clase de resistencia, haz una pausa lo suficientemente larga como para poder repetir la idea de hoy con los ojos cerrados, a no ser que notes que tienes miedo. 2En ese caso es probable que abrir los ojos brevemente te haga sentir más tranquilo. 3Trata, sin embargo, de reanudar los ejercicios con los ojos cerrados tan pronto como puedas.

10Si estás haciendo los ejercicios correctamente, deberías experimentar una cierta sensación de relajación, e incluso sentir que te estás aproximando a la luz o de hecho adentrándote en ella. 2Trata de pensar en la luz, sin forma y sin límites, según pasas de largo los pensamientos de este mundo. 3Y no te olvides de que no te pueden atar a él a no ser que tú les des el poder de hacerlo.

11. Durante el transcurso del día, repite la idea a menudo con los ojos abiertos o cerrados, como mejor te parezca en su momento. 2Pero no te olvides de repetirla. 3Sobre todo, decídete hoy a no olvidarte.

¿Qué me enseña esta lección?

Las enseñanzas de La Cábala nos dicen que la Luz es el principio inteligible y superior en el que se manifiesta la Divinidad. El primer trabajo que realizó Elohim en el Proceso de la Creación fue separar la Luz de las Tinieblas, determinando de este modo la Luz como el Principio más Elevado del Padre y estableciendo un nivel inferior donde la oscuridad tendría su lugar.

Es la búsqueda y el encuentro con la Luz, la más elevada conquista que podemos realizar para elevarnos a la consciencia divina. Cuando utilizamos el término buscar, por lo general, relacionamos dicha acción con un acto externo. Sin embargo, buscar la luz nos invita a dirigir nuestra atención hacia el interior del ser. Y cuando nos referimos al “interior”, no debemos pensar que la Luz la encontraremos en nuestros órganos internos, por muy vitales que éstos sean. Cuando aludimos al “interior”, nos estamos refiriendo al Yo Espiritual, en detrimento del término “exterior”, el cual está en sintonía con el ego.

En la medida en que nos situamos en la Luz y tomamos el timón de nuestra mente, estamos capacitados para dirigir la orientación de nuestros pensamientos. Dejaremos de estar identificados con las fabricaciones de nuestro ego y actuaremos como observadores de esos pensamientos que tratan de mantenernos prisioneros de la ilusión del mundo físico.

Los pensamientos de miedo, de culpa, de sufrimiento, de dolor, de ira, de egoísmo, de rencor, de ataque y venganza pasarán por nuestra mente, pero nuestra Luz nos hará inteligible su significado y los dejaremos pasar para que no formen parte de nuestra existencia. Lo que no es real no tiene significado. Lo que no tiene significado no es nada.

Si respondemos y nos identificamos con estos pensamientos, los estaremos justificando externamente, les damos sentido y lo experimentaremos como nuestra única realidad.

Cuando tomamos consciencia de la Unidad y nos manifestamos expandiendo el Amor, estaremos actuando como obreros de la Luz.

Veamos algunas características propias del poder de la Luz, recogidas en el Curso:

“Siempre que la luz irrumpe en la oscuridad, la oscuridad desaparece” (T-2.VII.5:4).

“El entendimiento es luz, y la luz conduce al conocimiento. El Espíritu Santo se encuentra en la luz porque Él está en ti que eres luz, pero tú desconoces esto” (T-5.III.7:5-6).

“Es imposible concebir la luz y la oscuridad, o todo y nada, como posibilidades compatibles” (T-3.II.1:3).

“Cuando una mente contiene solamente luz, conoce solamente la luz. Su propia luminiscencia alumbra todo en su derredor, y se extiende hasta la penumbra de otras mentes y las transforma en majestad” (T-7.XI.5:1-2).

“Dios Mismo iluminó tu mente, y la mantiene iluminada con Su Luz porque Su Luz es lo que tu mente es” (T-7.III.5:1).

 

Ejemplo-Guía: ¿Qué debo hacer para alcanzar la iluminación?

¿Os resuena el ejemplo? Seguro que sí. La búsqueda de la iluminación forma parte del proceso conciencial en el que nos encontramos. Reconozco que esa meta ha sido mi meta y aún continúa siéndolo. Pero de la misma manera que hago ese reconocimiento públicamente, debo añadir que, en mi presente, ya no persigo la iluminación como lo hacía antes, es decir, ya no busco la iluminación como si se encontrase fuera de mí, como si dependiese de los esfuerzos externos que tuviese que realizar y alguien decidiese que esos esfuerzos eran merecedores de contar con el grado de iluminado.

Mi consciencia presente no da poder a lo externo en esta búsqueda, lo que ha supuesto mi elección de dejar de seguir a "maestros", "guías", etc., a quienes otorgué la capacidad de decidir sobre mí. Ahora creo en el "empoderamiento", es decir, en la consciencia de que soy el Hijo de Dios. Soy consciente de que, cuando Dios creó a su Hijo, le dio los medios necesarios para que, por sí mismo, supiese encontrar su verdadera identidad y el "lugar" de donde procede.

Al igual que unos padres enseñan a su hijo a recordar su nombre y la dirección en donde viven la primera vez que éste sale de casa, nuestro Creador dispuso en su Hijo esa información, la cual forma parte de su memoria ancestral. ¿Qué queremos decir con esta analogía? Sencillamente, que todos tenemos la iluminación a nuestro alcance, pues somos Luz. Lo que ocurre es que lo hemos olvidado, al proyectar nuestra mente sobre el mundo exterior, con el cual nos hemos identificado temporalmente. Por lo tanto, lo único que tenemos que hacer es dirigir nuestra mirada hacia nuestro Yo Espiritual, al cual ubicamos en nuestro interior.

¿Entonces los ejercicios que recomiendan para alcanzar la iluminación no son válidos?

Es evidente que esta cuestión procede de la mente dual, acostumbrada a interpretar las cosas como buenas-malas, positivo-negativo, etc. Cada uno tenemos un nivel distinto en el proceso conciencial. Tal vez tú necesites, como yo, hacer uso de técnicas de meditación con el propósito de ayudar a nuestra mente a controlarse, a aquietarse. De hecho, esta lección nos invita a practicar ese ejercicio, pues favorecerá la toma de consciencia con el nivel profundo de nuestro Ser. Pero no debemos perder de vista una cuestión importante. La causa de que busquemos la iluminación fuera de nosotros no se encuentra en los efectos, es decir, en las cosas que hacemos en el mundo práctico. La causa se encuentra en nuestra mente, que nos lleva a creer en un mundo de percepción, cuando es posible conectar directamente con nuestra Fuente, y para ello, el primer paso que debemos dar es poner nuestra Voluntad en ello, es decir, elegirlo con la certeza de que esa comunicación será posible porque es la única, real.

Fijaros lo que nos enseña UCDM sobre este particular:

"Criatura de la luz, no sabes que la luz está en ti. Sin embargo, la encontrarás a través de sus testigos, pues al haberles dado luz, ellos te la devolverán. Cada hermano que contemples en la luz hará que seas más consciente de tu propia luz. El amor siempre conduce al amor. Los enfermos, que imploran amor, se sienten agradecidos por él, y en su alegría resplandecen con santo agradecimiento. Y eso es lo que te ofrecen a ti que les brindaste dicha. Son tus guías a la dicha, pues habiéndola recibido de ti, desean conservarla. Los has establecido como guías a la paz, pues has hecho que ésta se manifieste en ellos. Y al verla, su belleza te llama a retornar a tu hogar" (T-13.VI.10:1-9).

Ya hemos dicho que la Luz es el poder del entendimiento. Cuando comprendamos que en el mundo los seres están unidos al compartir una misma Fuente, cada vez que veamos a uno de nuestros hermanos, estaremos viéndonos y reconociendo a Dios en él. Entender el significado profundo de cada experiencia compartida con cada uno de nuestros hermanos nos sitúa en la Luz.

Otra joya extraída del Curso:

"Hay una luz que este mundo no puede dar. Mas tú puedes darla, tal como se te dio a ti. Y conforme la des, su resplandor te incitará a abandonar el mundo y a seguirla. Pues esta luz te atraerá como nada en este mundo puede hacerlo. Y tú desecharás este mundo y encontrarás otro. Ese otro mundo resplandece con el amor que tú le has dado. En él todo te recordará a tu Padre y a Su santo Hijo. La luz es ilimitada y se extiende por todo ese mundo con serena dicha. Todos aquellos que trajiste contigo resplandecerán sobre ti, y tú resplandecerás sobre ellos con gratitud porque te trajeron hasta aquí. Tu luz se unirá a la suya dando lugar a un poder tan irresistible que liberará de las tinieblas a los demás según tu mirada se pose sobre ellos" (T-13.VI.11:1-10).

Reflexión: ¿Cómo ver a tu hermano en la luz?

Capítulo 18. VI. Más allá del cuerpo (1ª parte).

 VI. Más allá del cuerpo (1ª parte).

1. No hay nada externo a ti. 2Esto es lo que finalmente tienes que aprender, pues es el reconocimiento de que el Reino de los Cielos te ha sido restaurado. 3Pues eso fue lo único que Dios creó, y Él no lo abandonó ni se separó a Sí Mismo de él. 4El Reino de los Cielos es la morada del Hijo de Dios, quien no abandonó a su Padre ni mora separado de Él. 5El Cielo no es un lugar ni tam­poco una condición. 6Es simplemente la conciencia de la perfecta unicidad y el conocimiento de que no hay nada más: nada fuera de esta unicidad, ni nada adentro.

Preparémonos para recibir el regalo del autoconocimiento. Este apartado ofrece a nuestra mente, quizás, lo que llevamos tiempo buscando: conocer lo que realmente somos. 

Estamos tan identificados con los ropajes físicos que dan lugar al cuerpo que hemos negado toda posibilidad de ser lo que realmente somos, un ser espiritual. Creemos en la temporalidad del cuerpo material, cuando en verdad nuestro espíritu es eterno. Estamos totalmente convencidos de que somos nuestros propios creadores, cuando la verdadera realidad no es otra que somos el Hijo de Dios.

La percepción es el resultado de colapsar la energía en partículas y esto ha sido posible al elegir ver de manera diferente a cómo Dios ve, esto es, desligándose de la fuente del amor, cuya esencia hace real la compleción de la Filiación.

La percepción nos lleva a la creencia en la separación y a la identificación con el mundo externo. El pilar básico del sistema de pensamiento del ego se fundamenta en la creencia de que lo real es lo que percibimos.

No hay nada externo a nosotros, o lo que es lo mismo, no hay nada separado de nosotros. Esa verdad es el reconocimiento de que el Reino de los Cielos, el símbolo de la unicidad, ha sido restaurado en nuestra mente.

2. ¿Qué otra cosa podría dar Dios, sino el conocimiento de Sí Mismo? 2¿Hay algo más que se pueda dar? 3La creencia de que puedes dar u obtener otra cosa -algo externo a ti- te ha costado la conciencia del Cielo y la de tu Identidad. 4Y has hecho algo todavía más extraño, de lo cual ni siquiera te has percatado: 5Has transferido la culpabilidad de tu mente a tu cuerpo. 6El cuerpo, no obstante, no puede ser culpable, pues no puede hacer nada por su cuenta. 7Tú que crees odiar a tu cuerpo, no haces sino engañarte a ti mismo. 8Odias a tu mente, pues la culpabilidad se ha adentrado en ella, y procura mantenerse separada de la mente de tu hermano, lo cual no puede hacer.

Cada maestro enseña lo que es. Cada padre guía a su hijo según sus creencias. Cada ser cree según el anfitrión que le permite entrar en su hogar.

Dios, nuestro Padre y Creador, comparte Su Fuente con Su Creación. El conocimiento de Sí Mismo forma parte de nuestro ADN espiritual. Siempre nos ha acompañado. Pero nuestro ser ha invitado a otro anfitrión a compartir nuestra mente y de este modo, el miedo ha sustituido al amor y la ignorancia al conocimiento.

Fruto de esa relación con la creencia en la separación, con el miedo, con la ignorancia, hemos olvidado nuestra identidad espiritual y hemos adoptado la falsa identidad del cuerpo, al que hemos declarado culpable de nuestro "pecado original", cuando en verdad ha sido nuestro pensamiento al servicio de una voluntad mal dirigida lo que ha dado lugar a la percepción del cuerpo. Esa dimensión tridimensional tan solo es un nivel de vibración más denso que la espiritual, pero la naturaleza egoica la ha considerado nuestra verdadera identidad y ello es una ilusión, un error.

3. Las mentes están unidas, los cuerpos no. 2Sólo al atribuirle a la mente las propiedades del cuerpo parece posible la separación. 3Y es la mente la que parece ser algo privado, y estar fragmen­tada y sola. 4Proyecta su culpabilidad, que es lo que la mantiene separada, sobre el cuerpo, el cual sufre y muere porque se le ataca a fin de mantener viva la separación en la mente e impedir que conozca su Identidad. 5La mente no puede atacar, pero puede forjar fantasías y ordenarle al cuerpo que las exteriorice. 6Mas lo que el cuerpo hace nunca parece satisfacer a la mente. 7A menos que la mente crea que el cuerpo está realmente exteriori­zando sus fantasías, lo atacará proyectando aún más culpabili­dad sobre él.

La mente actúa como un foco. Cuando está encendido expande luz y crea realidad, y cuando está apagado multiplica la oscuridad y fabrica imágenes que no son reales.

La mente que crea es como el Reino de los Cielos, pues crea unidad; la mente que fabrica es como el infierno, fabrica división, miedo y culpa.

La mente es el canal a través del cual expandimos o multiplicamos el amor o el miedo. Cuando expande el amor, crea paz y felicidad. Cuando fabrica desde el miedo, proyecta ataque e infelicidad.

miércoles, 12 de febrero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 43

LECCIÓN 43

Dios es mi Fuente. No puedo ver separado de Él.

1. La percepción no es un atributo de Dios. 2El ámbito de Dios es el del conocimiento. 3Sin embargo, Él ha creado al Espíritu Santo para que sirva de Mediador entre la percepción y el conocimiento. 4Sin este vínculo con Dios, la percepción habría reemplazado al conocimiento en tu mente para siempre. 5Gracias a este vínculo con Dios, la percepción se transformará y se purificará en tal medida que te conducirá al conocimiento. 6Ésa es su función tal como la ve el Espíritu Santo. 7Por lo tanto, ésa es en verdad su función.

2. En Dios no puedes ver. 2La percepción no tiene ninguna fun­ción en Dios, y no existe. 3Pero en la salvación, que es el proceso de erradicar lo que nunca fue, la percepción tiene un propósito sumamente importante. 4Habiéndola inventado el Hijo de Dios para un propósito no santo, tiene que convertirse ahora en el medio a través del cual se le restaura su santidad en su conciencia5La percepción no tiene significado. 6Sin embargo, el Espíritu Santo le otorga un significado muy parecido al de Dios. 7Una percepción que ha sanado se convierte en el medio por el que el Hijo de Dios perdona a su hermano, y, por ende, se perdona a sí mismo.

3. No puedes ver separado de Dios porque no puedes estar separado de Dios. 2Todo lo que haces, lo haces en Él, porque todo lo que piensas, lo piensas con Su Mente. 3Si la visión es real, y es real en la medida en que comparte el propósito del Espíritu Santo, entonces no puedes ver separado de Dios.

4. Hoy son necesarias tres sesiones de práctica de cinco minutos cada una. 2La primera debe hacerse lo más temprano que puedas; la segunda lo más tarde posible, y la tercera en el momento más oportuno y adecuado que las circunstancias y la buena disposición permitan. 3Al comienzo de estas sesiones repite la idea de hoy para tus adentros con los ojos cerrados. 4Luego mira a tú alrededor brevemente, aplicando la idea específicamente a lo que veas. 5Cuatro o cinco objetos durante esta fase de la sesión de práctica serán suficientes. 6Podrías decir, por ejemplo:

7Dios es mi Fuente. 8No puedo ver este escritorio separado de Él.
9Dios es mi Fuente. 10No puedo ver ese cuadro separado de Él.

5. Si bien esta parte del ejercicio debe ser relativamente corta, asegúrate, en esta fase de la práctica, de seleccionar los objetos tan al azar como sea posible, sin controlar su inclusión o exclusión2Para la segunda fase, la más larga, cierra los ojos, repite la idea de hoy nuevamente, y luego deja que cualquier pensamiento pertinente que se te ocurra sea una aportación a la idea de hoy en tu propio estilo particular. 3Pensamientos tales como:

4Veo a través de los ojos del perdón.
5Veo el mundo como un lugar bendito.
6El mundo me puede mostrar quién soy.
7Veo mis propios pensamientos, que son como los de Dios.

8Cualquier pensamiento que en mayor o menor medida esté directamente relacionado con la idea de hoy es adecuado. 9Los pensamientos no tienen que tener una relación obvia con la idea, pero tampoco deben oponerse a ella.

6. Si ves que tu mente se distrae o si comienzas a notar la presencia de pensamientos que están en clara oposición a la idea de hoy, o si te resulta imposible pensar en algo, abre los ojos, repite la primera fase del ejercicio, y luego intenta de nuevo la segunda. 2No dejes transcurrir grandes lapsos de tiempo en los que te enfrascas en pensamientos irrelevantes. 3Para evitar eso, vuelve a la primera fase del ejercicio cuantas veces sea necesario.

7. Al aplicar la idea de hoy durante las sesiones de práctica más cortas, la forma de la idea puede variar de acuerdo con las circunstancias y situaciones en las que te encuentres en el transcurso del día. Cuando estés con otra persona, por ejemplo, trata de acordarte de decirle silenciosamente:

3Dios es mi Fuente. 4No puedo verte separado de Él.

5Esta variación puede aplicarse por igual tanto a desconocidos como a aquellas personas con las que crees tener una relación íntima. 6De hecho, evita a toda costa hacer distinciones de esta clase.

8. La idea de hoy también debe aplicarse en el transcurso del día a las diversas situaciones y acontecimientos que puedan presentarse, especialmente a aquellos que de alguna forma parezcan afligirte. 2A tal fin, aplica la idea de esta manera:

3Dios es mi Fuente. 4No puedo ver esto separado de Él.

9. Si en ese momento no se presenta en tu conciencia ningún sujeto en particular, repite simplemente la idea en su forma original. 2Trata de no dejar pasar grandes lapsos de tiempo sin recordar la idea de hoy y, por ende, sin recordar tu función.

¿Qué me enseña esta lección?

En esta lección, se recogen dos afirmaciones que nos pueden confundir, pues sus mensajes son, aparentemente, contrarios. En una de ellas, se nos dice que en Dios no podemos ver, y en la otra, se nos dice que no podemos ver separados de Dios porque no podemos estar sepa­rados de Él. En la primera afirmación, no podemos ver; sin embargo, en la segunda, sí podemos.

No hay tal contrariedad en dichas afirmaciones; es más, su claridad nos permite comprender los atributos de Dios y los atributos del ego; ambos tienen en común la misma fuente, la mente.

En Dios no podemos ver, tal y como ve el ego, es decir, Dios no puede percibir, dado que la percepción es la decisión de usar la mente para tener pensamientos divididos, lo que da lugar a la creencia en la separación.

En cambio, para ver, no podremos hacerlo separados de Dios, pues la verdadera visión emana de la Mente Una, o lo que es lo mismo, la Extensión del Amor a través de la Mente de Dios.

Dios ha creado a Su Hijo a Su Imagen y Semejanza, lo que significa que Su Hijo es portador de Sus mismos Atributos. El Hijo de Dios es Espíritu y tiene a su disposición una “herramienta”, la mente, la cual puede ser utilizada para crear o para fabricar. Cuando crea, está utilizando el conocimiento de las leyes del cielo; cuando fabrica, está utilizando sus propias leyes, dando lugar a la percepción de un mundo dividido y separado.

Dios es nuestra fuente. Cuando vemos en comunión con Él, estamos viendo el mundo real, estamos viendo a través de la Mente Recta, la cual está inspirada por el Espíritu Santo, el Mediador que Dios ofrece a Su Hijo para garantizar que el conocimiento no es sustituido por la percepción, o lo que es lo mismo, que la división niega a la unidad.

Nosotros, como Hijos de Dios, debemos extender nuestro Ser de modo que, en plena comunión con nuestro Padre y Su Filiación, seamos agentes integradores de la Unidad.

Esa Alianza Santa debe ocupar nuestra mente, de modo que veamos en todo lo creado la huella verdadera e imborrable de la Hermandad.

Lo irreal, lo temporal, ocupa un segundo plano en la manifestación verdadera de la existencia. Cuanto ocurre tiene un sentido espiritual, que no material. Todo suma para allanarnos el camino hacia la salvación. Es por ello que esta lección nos recuerda que la percepción no tiene significado, al no tener ninguna función en Dios.

Como Hijos de Dios, somos perfectos como el Padre es Perfecto. Por lo tanto, nada externo puede ofrecer ni un ápice de evolución a esa Perfección.

Sin embargo, en el uso del libre albedrío, el Hijo de Dios ha fabricado un mundo donde la percepción se convierte en el canal de aprendizaje, en el canal de toma de conciencia. Si la percepción se ha convertido en la puerta que nos ha llevado a perder la conexión directa con la divinidad, será a través de ese mismo canal que recordaremos el camino de vuelta que ha de llevarnos a nuestro verdadero Hogar. Esto quiere decir que, a través de la experimentación de nuestra divinidad, tomaremos plena consciencia de que somos seres espirituales, de que somos el Hijo de Dios.

La Liberación pasa por la no identificación con el mundo temporal; por la desvinculación del sentido de culpa que nos mantiene atados a la falsa creencia en el pecado. La verdadera libertad existe cuando abandonamos la ilusión de nuestros miedos y nos desapegamos de los placeres que nos dispensan los sentidos físicos al consumir los manjares del mundo material. Esos placeres son, como su mundo, temporales y no satisfacen plenamente. En cambio, la comunión con Dios nos eleva a un estado de Ser que nos permite gozar de las bendiciones de nuestra santidad.

UCDM nos dice que todo lo que Dios creó es semejante a Él. La extensión, tal como Dios la emprendió, es similar al resplandor interior que los Hijos del Padre han heredado de Él. Su verdadera fuente se encuentra en su interior.

 La Sagrada Biblia nos revela que Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza; con ello debemos entender que el concepto "imagen" se refiere a "pensamiento", y el concepto "semejanza" se refiere a "una calidad semejante".

Dotado con los Atributos creadores de su Padre, el Hijo de Dios, lo hemos adelantado anteriormente, fabricó un mundo donde imperan las leyes de la percepción. Pero, ¿cuál es el origen de la percepción?

Recurriendo al Texto del Curso, podemos leer:

"La proyección da lugar a la percepción. El mundo que ves se compone de aquello con lo que tú lo dotaste. Nada más. Pero si bien no es nada más, tampoco es menos. Por lo tanto, es importante para ti. Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. Tal como el hombre piense, así percibirá. No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él. La percepción es un resultado, no una causa. Por eso es por lo que el concepto de grados de dificultad en los milagros no tiene sentido. Todo lo que se contempla a través de la visión es sano y santo. Nada que se perciba sin ella tiene significado. Y donde no hay significado, hay caos” (T-21.In.1:1-12).

“La condenación es un juicio que emites acerca de ti mismo, y eso es lo que proyectas sobre el mundo. Si lo ves como algo condenado, lo único que verás es lo que tú has hecho para herir al Hijo de Dios. Si contemplas desastres y catástrofes, es que has tratado de crucificarlo. Si ves santidad y esperanza, es que te has unido a la Voluntad de Dios para liberarlo. Estas son las únicas alternativas que tienes ante ti. Y lo que veas dará testimonio de tu elección y te permitirá reconocer cuál de ellas elegiste. El mundo que ves tan sólo te muestra cuánta dicha te has permitido ver en ti y aceptar como tuya. Y si ése es su significado, el poder de dar dicha tiene entonces que encontrarse en ti" (T-21.In.1:2-8).

 

Ejemplo-Guía: ¿Qué puedo hacer para cambiar el mundo?

Muchos nos hacemos esta pregunta en nuestra vocación espiritual. A veces, he sido testigo de ello. Esta necesidad de cambiar el mundo que nos rodea se convierte en una obsesión. Es como si tuviésemos una deuda pendiente con el mundo y no nos importase el precio que tengamos que pagar para conseguir nuestro objetivo. Digo precio, pues en nuestro afán de ayudar a otros, nos olvidamos de ayudar a los que más cerca están de nosotros: parejas, hijos, familia, etc.

Muchas de estas experiencias, al menos las que yo he conocido, acaban frustradas. Hoy, estoy en condiciones de entender la razón de que esto sea así. Nadie puede cambiar el mundo que juzga y condena, pues ese mundo es así porque es el efecto de nuestra proyección mental. ¿Cómo vamos a ver paz en el mundo, si esa paz no se encuentra en nuestro interior?

De la misma manera que nadie puede dar lo que no tiene, nadie puede encontrar fuera lo que no lleva en su interior.

Buscamos, con ahínco y tesón, la felicidad. Pensamos que la felicidad debemos buscarla fuera y depositamos en los demás la potestad de hacernos felices, en función de lo que nos den. Pero esa búsqueda pronto se verá frustrada al comprobar que los demás no están dispuestos a dar por temor a quedarse sin ello.

Se hace necesario cambiar la visión de la felicidad y no depositar nuestras expectativas en el mundo de los efectos, en el mundo exterior, sino que debemos orientar nuestra mirada hacia nuestro interior y descubrir lo que realmente somos, es decir, somos el Hijo de Dios, y ello lleva implícito que somos Plenos y Abundantes. Por lo tanto, con esa visión espiritual de lo que somos, la felicidad se convierte en una experiencia de dar y recibir. Lo más maravilloso de todo es descubrir que nuestro estado de abundancia nos lleva a dar sin esperar recibir, y cuando esto ocurre, recibimos duplicado lo que hemos dado. Se trata de la Ley del Amor, la cual se fundamenta en la expansión.

Reflexionad sobre lo dicho. La felicidad es una realidad cuando elegimos dar y aquello que damos es la verdadera esencia que somos: Abundancia divina.

¿Por qué entonces existe necesidad? Por la creencia en la escasez, que se convierte en el argumento principal del ego para mantenernos atrapados en la ilusión de la posesión. Su credo es: si doy, pierdo. Con ello, lo único que está haciendo es negar nuestra verdadera Esencia Espiritual, que es, vuelvo a recordarlo, Plenitud y Abundancia.

¿Qué puedes hacer para cambiar el mundo que te rodea? Sencillamente, cambia tu manera de verlo. Has elegido verlo desde la escasez, desde el miedo, desde la condena, desde el sufrimiento y el dolor, y el universo, fiel a tus creencias, te muestra un mundo con esas mismas características.

Si, en cambio, eliges verlo de otra manera; si eliges ver la inocencia, la impecabilidad, la perfección, la abundancia, y esa visión la das desde la unicidad, la expandes y la compartes en tu vida, ten por seguro que experimentarás el mundo que ves.

Para llevar a cabo ese "cambio", no tienes que realizar largos desplazamientos en busca del maestro, del gurú, del guía, que te diga qué es lo que debes o no debes hacer. Ahora, te has convertido en tu propio maestro y, seguro, que muy cerca de ti, encontrarás a muchos hermanos: tu pareja, tu hijo, tu madre o padre, tu amigo, tu enemigo, etc., que, siguiendo el guión del pacto de amor que sellasteis en el Cielo, te ayudarán en la conquista del autoconocimiento.

Reflexión: ¿Qué significa percibir verdaderamente?