sábado, 22 de febrero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 53

LECCIÓN 53

El repaso de hoy abarca las siguientes ideas:

1. (11) Mis pensamientos sin significado me están mostrando un mundo sin significado.

2Dado que los pensamientos de que soy consciente no significan nada, el mundo que los refleja no puede tener significado. 3Lo que da lugar a este mundo es algo demente, como lo es también el resultado de ello. 4La realidad no es demente, y yo tengo pensamientos reales así como dementes. 5Por lo tanto, puedo ver un mundo real, si recurro a mis pensamientos reales como guía para ver.

2. (12) Estoy disgustado porque veo un mundo que no tiene signi­ficado.

2Los pensamientos dementes perturban. 3Dan lugar a un mundo en el que no hay orden de ninguna clase. 4Sólo el caos puede regir en un mundo que representa una manera de pensar caótica, y el caos es la ausencia total de leyes. 5No puedo vivir en paz en un mundo así. 6Estoy agradecido de que este mundo no sea real, y de que no necesito verlo en absoluto, a menos que yo mismo elija otorgarle valor. 7Elijo no otorgarle valor a lo que es completamente demente y no tiene significado.

3. (13) Un mundo sin significado engendra temor.

2Lo que es totalmente demente engendra temor porque no se puede contar con ello en absoluto, ni da pie a que se le tenga confianza. 3En la demencia no hay nada en lo que se pueda confiar. 4No ofrece seguridad ni esperanza. 5Pero un mundo así no es real. 6Le he conferido la ilusión de realidad y he sufrido por haber creído en él. 7Elijo ahora dejar de creer en él y depositar mi confianza en la realidad. 8Al elegir esto, me escaparé de todos los efectos del mundo del miedo porque estaré reconociendo que no existe.

4. (14) Dios no creó un mundo sin significado.

2¿Cómo puede ser que exista un mundo sin significado si Dios no lo creó? 3Él es la Fuente de todo significado y todo lo que es real está en Su Mente. 4Está en mi mente también porque Él lo creó conmigo. 5¿Por qué he de seguir sufriendo por los efectos de mis pensamientos dementes cuando la perfección de la creación es mi hogar? 6Quiero recordar el poder de mi decisión y reconocer mi verdadera morada.

5. (15) Mis pensamientos son imágenes que yo mismo he fabricado.

2Todo lo que veo refleja mis pensamientos. 3Son mis pensamientos los que me dicen dónde estoy y lo que soy. 4El hecho de que vea un mundo en el que hay sufrimiento, en el que se puedan experimentar pérdidas y en el que se pueda morir, me muestra que lo único que estoy viendo es la representación de mis pensamientos dementes, y que no estoy permitiendo que mis pensamientos reales viertan su benéfica luz sobre lo que veo. 5No obstante, el camino de Dios es seguro. 6Las imágenes que he fabricado no pueden prevalecer contra Él porque no es mi voluntad que lo hagan. 7Mi voluntad es la Suya, y no antepondré otros dioses a Él.

¿Qué me enseñan estas afirmaciones?

Os dejo una batería de preguntas, a título de ejemplo, que nos pueden ayudar a reflexionar sobre cada uno de los apartados.

Mis pensamientos sin significado me están mostrando un mundo sin significado.
  • Párate un segundo. Observa tu pensamiento. Escucha su voz. ¿De qué te habla? ¿A quién sirve? ¿Separa o une? ¿Juzga o comprende? ¿Conoce o percibe? ¿Es positivo, negativo o neutro? ¿De dónde fluye ese pensamiento? ¿Del cuerpo o del Espíritu?
Estoy disgustado porque veo un mundo que no tiene significado.
  • ¿Te aportan paz tus pensamientos? ¿Tienes el control de tus pensamientos? ¿Haces siempre lo que su voz te dicta? Debes conocer que tienes el poder de crear. Debes conocer que aquello que percibes en el mundo es una proyección de tus pensamientos. ¿Qué harás para crear un mundo de paz y felicidad?
Un mundo sin significado engendra temor.
  • Cuando miras con los ojos del cuerpo, tus pensamientos se identifican con esa visión
    ilusoria y entonces, das vida a la creencia de que el mundo que percibes es la única realidad. ¿Eres feliz experimentando esa visión? ¿Por qué sientes miedo cuando te enfrentas a tus propias creencias? ¿Eres tan demente que sientes temor al experimentar el mundo al que has dado el sentido de la realidad?
Dios no creó un mundo sin significado.
  • ¿Quién iba a crear un mundo sin significado y pensar que ese mundo es su única realidad? ¿Tu cuerpo es real? ¿Tus percepciones son reales? ¿Tus recuerdos son reales? No, ¿entonces por qué crees en ellos? Tú has fabricado la creencia en un mundo que es ilusorio y esa creencia te produce pavor.
Mis pensamientos son imágenes que yo mismo he fabricado.
  • Tus pensamientos creen ver un mundo real, cuando en verdad están percibiendo la manifestación de la ilusión. Piensas que lo temporal puede ser real, pero la realidad se fundamenta en la eternidad. La única verdad es que eres un Ser emanado en lo Eterno. Tus pensamientos se han identificado con los ropajes temporales y pretenden mantener esa visión en el tiempo. Pero lo que no es real es ilusorio y no podrá perpetuarse en la eternidad, pues en verdad no existe. La existencia es la manifestación del Espíritu, es intemporal, es eterna.

viernes, 21 de febrero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 52

LECCIÓN 52

El repaso de hoy abarca las siguientes ideas:

1. (6) Estoy disgustado porque veo algo que no está ahí.

2La realidad no es nunca atemorizante. 3Es imposible que pudiese disgustarme. 4La realidad sólo brinda perfecta paz. 5Cuando estoy disgustado es porque he reemplazado la realidad con ilusiones que yo mismo he fabricado. 6Las ilusiones me causan disgusto porque al haberles conferido realidad, veo la realidad como una ilusión. 7Nada en la creación de Dios se ve afectado en modo alguno por mi confusión. 8Siempre estoy disgustado por nada.

2. (7) Sólo veo el pasado.

2Cuando miro a mi alrededor, condeno el mundo que veo. 3A eso es a lo que yo llamo ver. 4Uso el pasado en contra de todo el mundo y de todas las cosas, convirtiéndolos así en mis enemigos. 5Cuando me haya perdonado a mí mismo y haya recordado Quién soy, bendeciré a todo el mundo y a todo cuanto vea. 6No habrá pasado, y, por lo tanto, tampoco enemigos. 7Y contemplaré con amor todo aquello que antes no podía ver.

3. (8) Mi mente está absorbida con pensamientos del pasado.

2Veo únicamente mis propios pensamientos, y mi mente está absorbida con el pasado. 3¿Qué es lo que puedo ver, entonces, tal como es? 4Permítaseme recordar que me fijo en el pasado para prevenir que el presente alboree en mi mente. 5Permítaseme entender que estoy tratando de usar el tiempo en contra de Dios. 6Permítaseme aprender a dejar atrás el pasado, dándome cuenta de que al hacer eso no estoy renunciando a nada.

4. (9) No veo nada tal como es ahora.

2Si no veo nada tal como es ahora, ciertamente se puede decir que no veo nada. 3Solamente puedo ver lo que está aquí ahora. 4La elección no es entre si ver el pasado o el presente; la elección es sencillamente entre ver o no ver. 5Lo que he elegido ver me ha costado la visión. 6Ahora quiero elegir de nuevo, para poder ver.

5. (10) Mis pensamientos no significan nada.

2No tengo pensamientos privados. 3Sin embargo, es únicamente de mis pensamientos privados de los que soy consciente. 4¿Qué significado pueden tener dichos pensamientos? 5No existen, de modo que no significan nada. 6No obstante, mi mente es parte de la creación y parte de su Creador. 7¿No sería acaso preferible que me uniese al pensamiento del universo en vez de oscurecer todo aquello que realmente me pertenece con mis míseros e insignificantes pensamientos "privados"?

¿Qué me enseñan estas afirmaciones?

Os dejo una batería de preguntas, a título de ejemplo, que nos pueden ayudar a reflexionar sobre cada uno de los apartados.

Estoy disgustado porque veo algo que no está ahí.
  • ¿Eres de los que persiguen la felicidad en las cosas que ves fuera de ti? ¿Cuánto dura la satisfacción de tus logros? ¿Tienes la sensación de que la felicidad que persigues es ilusoria? ¿Has pensado alguna vez si lo que llamas felicidad no depende de lo que tienes, sino de lo que eres?

Sólo veo el pasado.
  • ¿Por qué necesitas el tiempo? ¿Lo necesitas, quizás, para juzgar lo que fuiste y lo que eres ahora? ¿Lo necesitas, quizás, para marcarte nuevas metas? ¿Lo necesitas, quizás, para perdonar y perdonarte? Lo necesitas, porque crees en él. Lo necesitas, porque crees ser solamente un cuerpo, y el cuerpo es perecedero, es irreal. Si ves con los ojos del tiempo, necesitarás tiempo. Si te liberas de esa percepción errónea, creerás en la eternidad.
Mi mente está absorbida con pensamientos del pasado. 
  • Crees en el tiempo y tu mente ve con los ojos de lo temporal. Juzgas y tu juicio se convierte en una creencia ancestral que no te dejará despertar. ¿Acaso la realidad no se hace evidente en cada presente? Eso es eternidad. Lo irreal e ilusorio necesita el tiempo para recordar su nacimiento y su muerte.
No veo nada tal como es ahora.
  • Si los ojos de tu mente se recrean en el pasado, realmente no estás viendo la realidad, pues lo real es eterno y la eternidad es el eterno presente. ¿Eres consciente del tiempo en el que ves? ¿Tu visión te permite ser libre? ¿Tu visión te mantiene atado al recuerdo del pasado? Si te ves libre, verdaderamente, ves. Si te sientes atado, verdaderamente, careces de la verdadera visión.
Mis pensamientos no significan nada.
  • ¿A quién ves en tus pensamientos? ¿A tu cuerpo? ¿Tus posesiones? ¿Tus necesidades? ¿Tus esperanzas y sueños? ¿Tus apetencias y deseos? ¿Tu individualidad? ¿Tus miedos? ¿Tus sombras? ¿Ves un mundo separado? Todos esos pensamientos no significan nada, son irreales e ilusorios. 

Capítulo 18. VIII. El pequeño jardín (1ª parte).

VIII. El pequeño jardín (1ª parte).

1. Estar consciente del cuerpo es lo único que hace que el amor parezca limitado, 2pues el cuerpo es un límite que se le impone al amor. 3La creencia en un amor limitado fue lo que dio origen al cuerpo, que fue concebido para limitar lo ilimitado. 4No creas que esto es algo meramente alegórico, pues el cuerpo fue concebido para limitarte a ti. 5¿Cómo podrías tú, que te ves a ti mismo dentro de un cuerpo, saber que eres una idea? Identificas todo lo que reconoces con cosas externas, con algo externo a ello mismo. 7Ni siquiera puedes pensar en Dios sin imaginártelo en un cuerpo, o en alguna forma que creas reconocer.

Merece la pena reflexionar sobre el contenido de este punto, pues nos hace una invitación a reconocer nuestra verdadera identidad, nuestra verdadera realidad. En estos momentos en los que estoy escribiendo estas líneas, trato de tomar consciencia de quién es el que las escribe. Observo el movimiento de los dedos que, de una manera inteligente, pulsan las letras adecuadas para que el contenido de cada frase sea el que mi mente está dictándole a mi cerebro para que sea éste el que dé la orden a mis manos para que realicen el acto de escribir. Todo parece sincronizado, me atrevería a decir mágico, pues en verdad no tengo ni idea de cómo se lleva a cabo este maravilloso hecho.

Si alguien me dice que no es mi cerebro el que escribe, sino que es mi ser espiritual el que está creando a través de la mente esta realidad que percibo, tendría que tomarme un respiro para poder integrar tal afirmación en mi sistema de pensamiento, sencillamente, pues cuando miro, lo que veo es mi cuerpo actuando al servicio de las instrucciones de un cerebro que almacena en mi cabeza el aprendizaje recibido en otro tiempo pasado.

Sin embargo, si callo los pensamientos que me argumentan en contenido de lo que percibo y soy capaz de mirar con ojos nuevos, con una búsqueda sincera por conocer de dónde proceden las ideas que estoy transcribiendo, descubro que no soy consciente del contenido del mensaje que estoy compartiendo en estos momentos. De mi mente fluyen a raudales ideas que no forman parte de mis creencias adquiridas, sino que utilizan mi mente para expresarse y manifestarse a mi conciencia. La sensación de libertad que percibo cuando estoy escribiendo, cuando mi mente se pone al servicio de algo trascendente, es inmensa. El tiempo parece colapsarse y me siento como parte de un todo que me envuelve, aportándome la certeza de que estoy permanentemente ante una presencia que me aporta una nueva identidad.

2. El cuerpo es incapaz de saber nada. 2Y mientras limites tu con­ciencia a sus insignificantes sentidos, no podrás ver la grandeza que te rodea. 3Dios no puede hacer acto de presencia en un cuerpo ni tú puedes unirte a Él ahí. 4Todo límite que se le imponga al amor parecerá siempre excluir a Dios y mantenerte a ti separado de Él. 5El cuerpo es una diminuta cerca que rodea a una pequeña parte de una idea que es completa y gloriosa. 6El cuerpo traza un círculo, infinitamente pequeño, alrededor de un minúsculo segmento del Cielo, lo separa del resto, y proclama que tu reino se encuentra dentro de él, donde Dios no puede hacer acto de pre­sencia.

En la experiencia compartida en el punto anterior, el cuerpo juega un papel de mediador. El cerebro no es creador, es un receptor que recibe las señales procedentes de la mente, la cual enfoca la voluntad procedente del Ser Espiritual que capta la energía en estado potencial que emana de la Fuente Creadora y de la que forma parte. Cuando el sincronismo, esto es, cuando existe linealidad entre el Espíritu y la forma, la percepción es verdadera, pues aquello que percibimos es la expresión densa de la luz.

Pero cuando no existe tal linealidad, esto es, cuando la voluntad del Ser se dirige en una dirección diferente a la Original, se produce una interferencia en la frecuencia que da lugar a que la percepción verdadera se distorcione, llevándonos a identificarnos con lo irreal y lo ilusorio.  El cerebro deja de captar la luz y en su lugar percibe oscuridad; deja de captar la verdad y el conocimiento y en su lugar traduce de manera ignorante y demente. 

3Dentro de ese reino el ego rige cruelmente. 2para defender esa pequeña mota de polvo te ordena luchar contra todo el universo. 3Ese fragmento de tu mente es una parte tan pequeña de ella que, si sólo pudieses apreciar el todo del que forma parte, verías ins­tantáneamente que en comparación es como el más pequeño de los rayos del sol; o como la ola más pequeña en la superficie del océano. 4En su increíble ignorancia, ese pequeño rayo ha decidido que él es el sol, y esa ola casi imperceptible se exalta a sí misma como si fuese todo el océano. 5Piensa cuán solo y asustado tiene que estar ese diminuto pensamiento, esa ilusión infinitesimal, que se mantiene separado del universo y enfrentado a él. 6El sol se vuelve el "enemigo" del rayo de sol al que quiere devorar, y el océano aterroriza a la pequeña ola y se la quiere tragar.

Tal vez estés preguntándote, ¿cómo es posible que un pensamiento tan insignificante puede hacernos olvidar nuestra verdadera grandeza? Es en estos momentos que debemos recordar una de las lecciones más importantes del Curso en Milagros: "No hay grados de dificultad en los milagros". ¿Qué queremos decir con ello? Pues, que no podemos utilizar el sistema de pensamiento del ego para buscar la respuesta a nuestras preguntas. No podemos buscar en la ignorancia la respuesta que nos aporte la verdad, pues la ignorancia no conoce la verdad. 

Podemos creer que la mente es grande para unas cosas y pequeña para otras; podemos pensar que hay pensamientos grandes y pensamientos pequeños. Estaríamos en un error si hemos llegado a estas conclusiones. La mente, al igual que el pensamiento, simplemente es. Si lo calificamos como bueno o malo, estaremos describiendo la dualidad, percepción que pertenece al sistema de pensamiento del ego.

Pensemos que el pensamiento es la manifestación de la energía en estado potencial a través de la mente. Siendo esto así, podremos comprender por qué no hay pensamientos pequeños o grandes; por qué el poder de ese pensamiento es el mismo para dirigir nuestra atención hacia una dirección u otra o, lo que es lo mismo, para utilizar la mente para crear la realidad o para fabricar la ilusión; para estar vivos o dormidos.

jueves, 20 de febrero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 51

PRIMER REPASO

Introducción

1. Hoy comenzaremos una serie de sesiones de repaso. 2Cada una de ellas abarcará cinco de las ideas ya presentadas; comenzando con la primera y terminando con la quincuagésima. 3A cada idea le sigue un breve comentario que debes tener en cuenta al hacer tu repaso. 4Durante las sesiones de práctica, los ejercicios deben llevarse a cabo de la siguiente manera:

2. Comienza el día leyendo las cinco ideas, incluyendo los comentarios. 2De ahí en adelante no es necesario seguir un orden determinado al repasarlas, aunque se debe practicar con cada una de ellas por lo menos una vez. 3Dedica dos minutos o más a cada sesión de práctica, pensando en la idea y en los comentarios que le siguen después que los hayas leído. 4Haz esto tan a menudo como te sea posible durante el día. 5Si una de las cinco ideas te atrae más que las otras, concéntrate en ella. 6Sin embargo, asegúrate de repasarlas todas una vez más al final del día.

3. No es necesario abarcar, ni literal ni concienzudamente, los comentarios que siguen a cada idea en las sesiones de práctica. 2Trata, más bien, de poner de relieve el punto central y de pensar en dicho comentario como parte de tu repaso de la idea en cues­tión. 3Después de leer la idea y sus comentarios, los ejercicios deben hacerse, a ser posible, con los ojos cerrados y cuando estés solo en un lugar tranquilo.

4. Hacemos hincapié en este procedimiento para las sesiones de práctica debido a la etapa de aprendizaje en la que te encuentras. 2Es necesario, sin embargo, que aprendas que no necesitas ningún ambiente especial donde aplicar lo que has aprendido. 3Tendrás más necesidad de tu aprendizaje en aquellas situaciones que parecen desagradables que en las que aparentan ser apacibles y serenas. 4El propósito de tu aprendizaje es capacitarte para que la quietud te acompañe donde quiera que vayas, y para que cures toda aflicción e inquietud. 5Esto no se consigue evadiendo tales situaciones y buscando un refugio donde poder aislarte.

5. Ya aprenderás que la paz forma parte de ti y que sólo requiere que estés presente para que ella envuelva cualquier situación en la que te encuentres. 2finalmente aprenderás que no hay límite con respecto a dónde tú estás, de modo que tu paz está en todas partes, al igual que tú.

6. Notarás que, para los efectos de este repaso, algunas de las ideas no se presentan en su
forma original. 2Úsalas tal como se presentan aquí. 3No es necesario volver a las lecciones originales, ni aplicar las ideas tal como se sugirió entonces. 4En lo que ahora estamos haciendo hincapié es en la relación que existe entre las primeras cincuenta ideas que hemos presentado hasta el momento y en la cohesión del sistema de pensamiento hacia el cual te están conduciendo.


LECCIÓN 51

El repaso de hoy abarca las siguientes ideas:

1. Nada de lo que veo significa nada.

2La razón de que esto sea así es que veo lo que no es nada y lo que no es nada no tiene significado. 3Es necesario que reconozca esto, para poder aprender a ver. 4Lo que ahora creo ver ocupa el lugar de la visión. 5Tengo que desprenderme de ello dándome cuenta de que no significa nada, para que de este modo la visión pueda ocupar el lugar que le corresponde.

2. Le he dado a todo lo que veo todo el significado que tiene para mí.

2He juzgado todo lo que veo, y eso, y sólo eso, es lo que veo. 3Eso no es visión. 4Es meramente una ilusión de realidad porque he juzgado sin tomar en cuenta la realidad. 5Estoy dispuesto a reconocer la falta de validez de mis juicios porque quiero ver. 6Mis juicios me han hecho daño, y no quiero ver basándome en ellos.

3. No entiendo nada de lo que veo.

2¿Cómo puedo entender lo que veo si lo he juzgado errónea­mente? 3Lo que veo es la proyección de mis propios errores de pensamiento. 4No entiendo lo que veo porque no es comprensible. 5No tiene sentido tratar de entenderlo. 6Pero sí tiene sentido que me desprenda de ello y dé cabida a lo que se puede ver, entender y amar. 7Puedo intercambiar lo que ahora veo por ésto, sólo con estar dispuesto a ello. 8¿No es ésta una mejor elección que la que hice antes?

4. Estos pensamientos no significan nada.

2Los pensamientos de los que soy consciente no significan nada porque estoy tratando de pensar sin Dios. Lo que yo llamo "mis" pensamientos no son mis pensamientos reales en absoluto. 4Mis pensamientos reales son los pensamientos que pienso con Dios. 5No soy consciente de ellos porque he inventado mis pensamientos para que ocupasen su lugar. 6Estoy dispuesto a reconocer que mis pensamientos no significan nada y a abandonarlos. Elijo reemplazarlos por los que ellos tuvieron como propósito reemplazar8Mis pensamientos no significan nada, sin embargo, toda la creación descansa en los pensamientos que pienso con Dios.

5. Nunca estoy disgustado por la razón que creo.

2Nunca estoy disgustado por la razón que creo porque estoy tratando constantemente de justificar mis pensamientos. 3Estoy tratando constantemente de hacer que sean verdad. Hago de todas las cosas mi enemigo de modo que mi ira esté justificada y mis ataques sean merecidos. 5No me he dado cuenta del mal uso que he hecho de todo lo que veo asignándole ese papel. He hecho esto para defender un sistema de pensamiento que me ha hecho daño y que ya no deseo. 7Estoy dispuesto a abandonarlo.

¿Qué me enseñan estas afirmaciones?

Os dejo una batería de preguntas, a título de ejemplo, que nos pueden ayudar a reflexionar sobre cada uno de los apartados.


Nada de lo que veo significa nada.


  • Cuando te miras al espejo, ¿a quién ves? ¿Te reconoces en esa imagen? ¿Eres un ser real o ilusorio? Si lo que ves no significa nada, ¿qué significado tiene lo que ves? ¿Es real lo que ves?

 Le he dado a todo lo que veo todo el significado que tiene para mí.

 

  • ¿Estás seguro de que la imagen que ves de ti es lo que realmente eres? ¿Quién eres realmente? Cuando ves reflejado tu rostro, ¿qué opinión tienes de ti? ¿Te amas? ¿Te juzgas? ¿Te percibes como un ser diferente a los demás?

 No entiendo nada de lo que veo.

 

  • ¿Conoces tu procedencia? ¿Conoces tu linaje? ¿Por qué estás donde crees estar? ¿Comprendes lo que ven tus ojos? ¿Conoces lo que has de hacer?

 Estos pensamientos no significan nada.

 

  • ¿Qué estás pensando cuando ves tu rostro reflejado? ¿Cuál es el origen de tu pensamiento? ¿A quién sirven tus pensamientos? ¿Eres consciente de que aquello que estás pensando sobre ti no es tu verdadera realidad? ¿Acaso crees ser aquello que ves?

 Nunca estoy disgustado por la razón que creo.

 

  • ¿Eres feliz con lo que crees ser? ¿Te crees diferente a los demás? ¿Piensas que puedes ser atacado? ¿Te ves reflejado en los demás? ¿Quiénes son los otros? ¿Te crees separado del mundo que te rodea? ¿Te percibes separado del resto de los hombres? ¿Por qué juzgas? ¿A quién juzgas? 

Capítulo 18. VII. No tengo que hacer nada (2ª parte).

 VII. No tengo que hacer nada (2ª parte).

5. Tu camino será diferente, no en cuanto a su propósito, sino en cuanto a los medios. 2La relación santa es un medio de ahorrar tiempo. 3Un instante que tú y tu hermano paséis juntos os resti­tuye el universo a ambos. 4Ya estás listo. 5Ahora sólo tienes que recordar que no tienes que hacer nada. 6Sería mucho más efectivo ahora que te concentrases únicamente en esto, que reflexionar sobre lo que debes hacer. 7Cuando la paz llega por fin a los que luchan contra la tentación y batallan para no sucumbir al pecado; cuando la luz llega por fin a la mente que se ha dedicado a la contemplación; o cuando finalmente alguien alcanza la meta, ese momento siempre viene acompañado de este feliz descubri­miento: "No tengo que hacer nada".

Así es como elevaremos la condición de nuestras relaciones especiales y las transformaremos en santas. Ello nos permitirá recortar el tiempo del aprendizaje y el cuerpo será utilizado en su percepción verdadera, esto es, como un medio para alcanzar el fin de la salvación.

Cuando nuestras mentes se visualicen formando parte de la unicidad de la Filiación, ya no tendremos que hacer nada. El camino se ha recorrido y es el momento de gozar de la paz que nos brinda ese instante santo.

6. He aquí la liberación final que todos hallarán algún día a su manera y a su debido tiempo. 2Tú no tienes necesidad de ese tiempo. 3Se te ha economizado tiempo porque tú y tu hermano estáis juntos. 4Éste es el medio especial del que este curso se vale para economizarte tiempo. 5No aprovechas el curso si te empeñas en utilizar medios que le han resultado muy útiles a otros, y descuidas lo que se estableció para ti. 6Ahorra tiempo valiéndote únicamente de los medios que aquí se ofrecen, y no hagas nada más. 7"No tengo que hacer nada" es una declaración de fidelidad y de una lealtad verdaderamente inquebrantable. 8Créelo aunque sólo sea por un instante, y lograrás más que con un siglo de con­templación o de lucha contra la tentación.

Si la causa errada era la visión de la separación, la Expiación de ese error nos situará ante una nueva visión, la Visión de la Unidad que nos muestra la verdad de lo que somos. 

Mientras que el cuerpo ha significado el símbolo de la separación y del pecado, el Ser que somos significa el símbolo del Cielo, el de la unicidad.

7. Hacer algo siempre involucra al cuerpo. 2Y si reconoces que no tienes que hacer nada, habrás dejado de otorgarle valor al cuerpo en tu mente. 3He aquí la puerta abierta que te ahorra siglos de esfuerzos, pues a través de ella puedes escaparte de inmediato, liberándote así del tiempo. 4Ésta es la forma en que el pecado deja de ser atractivo en este mismo momento. 5Pues con ello se niega el tiempo, y, así, el pasado y el futuro desaparecen. 6El que no tiene que hacer nada no tiene necesidad de tiempo. 7No hacer nada es descansar, y crear un lugar dentro de ti donde la actividad del cuerpo cesa de exigir tu atención. 8A ese lugar llega el Espíritu Santo, y ahí mora. 9Él permanecerá ahí cuando tú te olvides y las actividades del cuerpo vuelvan a abarrotar tu mente consciente.

Las enseñanzas de Un Curso de Milagros afirman que no es lo que hacemos sino lo que pensamos lo que debemos dirigir correctamente. Esta afirmación está basada en lo que verdaderamente somos, seres espirituales, cuya causa es mental. El creer que nuestra identidad es corporal nos induce a pensar que lo importante es aquello que hacemos y que es sobre el cuerpo, al que le atribuimos la autoría de nuestras acciones, donde debemos llevar las rectificaciones. Con este modo de pensar, el tiempo adquiere un especial protagonismo, pues los errores los situamos en el pasado y las rectificaciones en el futuro, es decir, en escenarios del tiempo que no existen realmente.

Tan solo el presente, el ahora, es el instante que debemos utilizar para llevar a cabo el cambio que queremos alcanzar, no el de las formas, sino el de las causas o, lo que es lo mismo, el de los pensamientos.

8. Mas este lugar de reposo al que siempre puedes volver siem­pre estará ahí. 2Y serás más consciente de este tranquilo centro de la tormenta, que de toda su rugiente actividad. 3Este tranquilo centro, en el que no haces nada, permanecerá contigo, brindán­dote descanso en medio del ajetreo de cualquier actividad a la que se te envíe. 4Pues desde este centro se te enseñará a utilizar el cuerpo impecablemente5Este centro, del que el cuerpo está ausente, es lo que hará que también esté ausente de tu conciencia.

Una vez que logramos ver la verdad, que alcanzamos la visión de la unidad, que gozamos del instante santo, dicho estado nunca desaparecerá; es más, siempre ha permanecido ahí en espera de ser visionado por nuestra consciencia.

Es posible que tengamos la sensación de que nos desconectamos de la paz que nos inunda cuando se produce el encuentro con el instante santo. Si esto se produce es porque hemos elegido de nuevo considerar al cuerpo como un objetivo y no como un medio. Pero ello no significa que hayamos perdido la Crística; tan solo hemos decidido mirar a un lado, pero no tardará el momento en el que decidamos dirigir nuestra visión hacia el camino correcto.

miércoles, 19 de febrero de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 50

LECCIÓN 50

El Amor de Dios es mi sustento.

1. He aquí la respuesta a cualquier problema que se te presente, hoy, mañana o a lo largo del tiempo. 2Crees que lo que te sustenta en este mundo es todo menos Dios. 3Has depositado tu fe en los símbolos más triviales y absurdos: en píldoras, dinero, ropa "protectora", influencia, prestigio, caer bien, estar "bien" relacionado y en una lista interminable de cosas huecas y sin fundamento a las que dotas de poderes mágicos.

2. Todas esas cosas son tus sustitutos del Amor de Dios. 2Todas esas cosas se atesoran para asegurar la identificación con el cuerpo. 3Son himnos de alabanza al ego. 4No deposites tu fe en lo que no tiene valor. 5No te sustentará.

3. Sólo el Amor de Dios te protegerá en toda circunstancia. 2Te rescatará de toda tribulación y te elevará por encima de todos los peligros que percibes en este mundo a un ambiente de paz y seguridad perfectas. 3Te llevará a un estado mental que no puede verse amenazado ni perturbado por nada, y en el que nada puede interrumpir la eterna calma del Hijo de Dios.

4. No deposites tu fe en ilusiones. 2Te fallarán. 3Deposita toda tu fe en el Amor de Dios en ti: eterno, inmutable y por siempre indefectible. 4Ésta es la respuesta a todo problema que se te presente hoy. 5Por medio del Amor de Dios en ti puedes resolver toda aparente dificultad sin esfuerzo alguno y con absoluta confianza. 6Dite esto a ti mismo con frecuencia hoy. 7Es una declaración de que te has liberado de la creencia en ídolos. 8Es tu reconocimiento de la verdad acerca de ti.

5. Durante diez minutos dos veces al día, una por la mañana y otra por la noche, deja que la idea de hoy se adentre muy hondo en tu conciencia. 2Repítela, reflexiona sobre ella, deja que pensamientos afines vengan a ayudarte a reconocer su verdad, y per­mite que la paz se extienda sobre ti como un manto de protección y seguridad. 3No permitas que ningún pensamiento vano o necio venga a perturbar la santa mente del Hijo de Dios. 4Tal es el Reino de los Cielos. 5Tal es el lugar de descanso donde tu Padre te ubicó eternamente.

¿Qué me enseña esta lección? 

Preguntémonos: ¿sentimos amor o temor por Dios? 

Tal vez, si nos surge la duda, la siguiente reflexión nos ayude a encontrar una respuesta: “Cuán grande tiene que ser el Amor de Dios por nosotros, para que Él nos haya dado una parte de Sí Mismo a fin de evitarnos dolor y brindarnos dicha” (T-24.VI.10:5). 

Debemos saber que “El temor a Dios es el resultado ineludible de la lección que afirma que Su Hijo es culpable, de la misma manera en que el Amor de Dios no puede sino recordarse cuando el Hijo reconoce su inocencia” (T-31.I.10:1). 

“Dios no juzga a Su inocente Hijo. Habiéndose dado a Sí Mismo a él, ¿cómo iba a poder juzgarlo?” (T-11.VI.7:6-7). 

“¿Qué podría haber que fuese más grande que el Amor de Dios?” (T-10.In.3:5). 

Tomar conciencia de esta realidad nos llevará a sentir una profunda paz interior. Ese reconocimiento nos indica que hemos alcanzado un punto importante de comprensión de lo que somos en verdad. 

Significa tener la certeza de que somos Hijos de Dios y que, como tales, somos merecedores de su heredad. La Eternidad y su Abundancia Plena nos colmarán de la máxima satisfacción a la que podemos aspirar. 

El Amor de Dios, aunque a un nivel superior, inspira el amor que sentimos por nuestros hijos a nivel microcósmico. Sabemos que cuando tengamos miedo, Él, a través de su Voz, nos socorrerá, nos calmará, alejando de nuestro sueño las trágicas pesadillas. Cuando estemos identificados con los malos momentos, con la tribulación, Él nos cobijará y aportará consuelo.

Si conseguimos albergar en nuestro corazón el sentimiento de Amor hacia nuestro Padre, nuestra vida será una experiencia enriquecedora. 

Os invito a participar en un acto de honestidad individual. Preguntémonos, ¿realmente encontramos la paz que añoramos en las cosas que nos ofrece el mundo material? Difícilmente podremos encontrar la paz en lo efímero, en la ilusión. Tal vez, como yo, puedas traer a tu presente el recuerdo de alguna vivencia que, temporalmente, te haya podido aportar paz. Si te tomas unos minutos y recreas fielmente lo ocurrido en ese instante, tal vez puedas captar que la experiencia externa no es realmente la que te permite sentirte en paz. Eres tú el que le da ese "poder" a tu mente, es decir, te permites juzgar que lo que estás viviendo es motivo para sentirte en paz. 

Ya lo hemos dicho, en alguna otra ocasión: no es en el nivel de los efectos donde debemos corregir el error, sino en el nivel de las causas, o lo que es lo mismo, no es en lo percibido, sino en el pensamiento que nos lleva a percibirlo. Si en tu código mental encuentras la creencia de que, para gozar de paz, debes experimentar unas vivencias determinadas, entonces estarás poniendo en manos de lo externo las condiciones para que puedas sentir o no esa paz. 

Pero si en nuestra mente albergamos la creencia de que tan solo Dios es nuestro sustento y nuestra única realidad, entonces estamos reclamando que la paz es nuestra elección, independientemente de lo que experimentemos externamente. 

Así lo expresa UCDM: 

“Un Hijo de Dios es feliz únicamente cuando sabe que está con Dios. Ése es el único medio ambiente en el que no sufre tensión porque ahí es donde le corresponde estar. Es también el único medio ambiente que es digno de él porque su valía está más allá de cualquier cosa que él pueda inventar” (T-7.XI.2:6-8). 

“Examina el reino que fabricaste y juzga su valor imparcialmente. ¿Es acaso digno de ser la morada de una criatura de Dios? ¿Protege tal mundo su paz e irradia amor sobre ella? ¿Evita acaso que su corazón se vea afectado por el miedo, y le permite dar siempre sin experimentar ninguna sensación de pérdida? ¿Le enseña que esa forma de dar es su dicha, y que Dios Mismo le agradece lo que da? Ése es el único ambiente en el que puedes ser feliz. Tú no lo puedes "crear", como tampoco puedes "crearte" a ti mismo. Fue creado para ti, tal como tú fuiste creado para él. Dios vela por Sus Hijos y no les niega nada. Mas cuando ellos lo niegan a Él, dejan de ser conscientes de eso porque se niegan todo a sí mismos. Tú, que podrías estar dando el Amor de Dios a todo lo que ves, a todo lo que tocas y a todo lo que recuerdas, estás literalmente negándote el Cielo a ti mismo” (T-7.XI.3:1-11).

Ejemplo-Guía: ¿Por qué si somos "abundantes", en nuestras vivencias experimentamos la escasez? 

Algunos interpretaréis esta pregunta como inapropiada desde el punto de vista de las enseñanzas que nos aporta Un Curso de Milagros. Y estoy de acuerdo en esa apreciación. No obstante, son muchos los estudiantes que se plantean, en sus inicios, esta preocupación.

Es evidente que la pregunta tan solo puede proceder de una mente identificada con el mundo de la percepción, la que fundamenta a las creencias que dan credibilidad a la naturaleza del ego. Todas las preguntas planteadas por el ego tratarán de menospreciar la verdad espiritual. De hecho, su "existencia" depende del despertar de la conciencia a la verdad, que nos revelará nuestra propia realidad. 

Si la cuestión que hemos planteado en nuestro ejemplo no la hacemos desde el corazón, si verdaderamente no deseamos oír la respuesta, difícilmente podremos aceptar lo que la verdad tiene que aportar sobre ella.  “Nadie aprende a menos que quiera aprender y crea que de alguna manera lo necesita” (T-1.VI.1:2). 

“Si bien en la creación de Dios no hay carencia, en lo que tú has fabricado es muy evidente. De hecho, ésa es la diferencia fundamental entre lo uno y lo otro. La idea de carencia implica que crees que estarías mejor en un estado que de alguna manera fuese diferente de aquel en el que ahora te encuentras” (T-1.VI.1:3-5). 

La cuestión es que antes de la "separación", que es lo que significa la "caída", no se carecía de nada. No había necesidades de ninguna clase. Las necesidades surgen debido únicamente a que nos privamos a nosotros mismos. Actuamos de acuerdo con el orden particular de necesidades que establecemos, y esto, a su vez, depende de la percepción que tenemos de lo que creemos ser. 

Podemos darle todas las vueltas que queramos. Pero la verdad es muy simple. Si creemos que estamos separados de Dios, estaremos proclamando nuestra carencia. Estaremos creyendo en el mandato condenatorio, procedente de nuestro Creador, que resuena en nuestro inconsciente colectivo con gran fuerza y determinación: "Ganarás el pan con el sudor de tu frente". 

Pero estamos tergiversando ese mensaje, y lo hacemos porque hemos elegido sentirnos pecadores al utilizar los atributos divinos con los que Él nos creó. ¿Qué contradicción? Dios nos crea a Su Imagen y Semejanza, pero con una condición: "No actúes como Dios". Es como si a nuestros hijos los castigásemos por hacer uso de su capacidad creadora. Nuestro hijo tendría todos los argumentos a su favor para preguntar a su padre: "¿Cómo me pides que no haga lo que tú has hecho?". 

El Curso nos dice a este respecto: "La única carencia que realmente necesitas corregir es tu sensación de estar separado de Dios. Esa sensación de separación jamás habría surgido si no hubieses distorsionado tu percepción de la verdad, percibiéndote así a ti mismo como alguien necesitado" (T-1.VI.2:1-2). 

 ¿Te identificas entre los que se creen separados de Dios? ¿Te identificas entre los que tienen dudas y no se deciden en confiar tan sólo en Dios? ¿Te identificas entre los que necesitan ver para creer? 

Fijaros lo que el Curso nos recomienda en este sentido: 

“Sólo el Espíritu Santo sabe lo que necesitas. Pues Él te proveerá de todas las cosas que no obstaculizan el camino hacia la luz. ¿Qué otra cosa podrías necesitar? Mientras estés en el tiempo, Él te proveerá de todo cuanto necesites, y lo renovará siempre que tengas necesidad de ello. No te privará de nada mientras lo necesites. Mas Él sabe que todo cuanto necesitas es temporal, y que sólo durará hasta que dejes a un lado todas tus necesidades y te des cuenta de que todas ellas han sido satisfechas. El Espíritu Santo no tiene, por lo tanto, ningún interés en las cosas que te proporciona. Lo único que le interesa es asegurarse de que no te valgas de ellas para prolongar tu estadía en el tiempo. Sabe que ahí no estás en casa, y no es Su Voluntad que demores tu jubiloso regreso a tu hogar” (T-13.VIII.12:1-8). 

“Deja, por lo tanto, todas tus necesidades en Sus manos. Él las colmará sin darles ninguna importancia. Lo que Él te provee no conlleva ningún riesgo, pues Él se asegurará de que no pueda convertirse en un punto tenebroso, oculto en tu mente y que se conserva para hacerte daño. Bajo Su dirección viajarás ligero de equipaje y sin contratiempos, pues Él siempre tiene puestas Sus miras en el final de la jornada, que es Su objetivo. El Hijo de Dios no es un viajero por mundos externos. No importa cuán santa pueda volverse su percepción, ningún mundo externo a él contiene su herencia. Dentro de sí mismo no tiene necesidades de ninguna clase, pues la luz sólo necesita brillar en paz para dejar que desde sí misma sus rayos se extiendan quedamente hasta el infinito” (T-13.VII.13:1-7). 

“Siempre que te sientas tentado de emprender un viaje inútil que no haría sino alejarte de la luz, recuerda lo que realmente quieres, y di:  

 El Espíritu Santo me conduce hasta Cristo, pues, ¿a qué otro sitio querría ir? ¿Qué otra necesidad tengo, salvo la de despertar en Él?” (T-13.VII.14:1-3). 

Reflexión: ¿Pones tus problemas en manos de Dios o le exiges cómo debe responder?