¿Qué me enseña esta lección?
Principalmente, me enseña el verdadero significado de la acción de dar. Para el ego, dar es perder y establece una relación de culpabilidad que nos lleva a la exigencia de tener que devolver con interés lo que nos han dado.
Sin embargo, el acto de dar es semejante al acto de crear, pues ambos se basan en la voluntad de expandir lo que Somos. Cuando damos, compartimos una parte de nuestro Ser, y, en dicha acción, no va implícita la necesidad de recibir en la misma medida que hemos dado, pues, en nuestra mente debe existir la Unidad, de tal modo, que Somos Uno con el Otro y ya no necesitamos recibir lo que ya tenemos.
Cuando damos desde la Unidad, desde el Amor, estamos proyectando la Verdad al mundo y estamos propiciando que nuestros hermanos tomen consciencia de Ella.
Al mismo tiempo que enseñamos a dar, estamos aprendiendo a dar, pues las mentes
se unen en la sagrada función de crear, dicha, paz y felicidad.
Ejemplo-Guía: "Si te doy lo que tengo, tu qué me das"
Unas reflexiones de inicio:
¿Qué precios le pones a lo que das? ¿Qué esperas a cambio?
¿Cuando das, pierdes?
Cuando niegas dar, te estás negando a recibir y darte a ti mismo.
Desde los primeros estímulos de nuestros padres (incluso durante el periodo que permanecemos en el vientre materno), nos invitan a responder de una manera u otra. Las suaves caricias nos estimulan positivamente, por lo que nuestras reacciones responderán de manera grata y nuestro rostro emitirá gestos de felicidad. En cambio, los ambientes tensos y conflictivos, nos provocan reacciones turbulentas que nos llevan a expresarnos en llantos y expresiones de dolor.
Esta dinámica, se va extendiendo a periodos de crecimiento posteriores. Si bien
pueden darse circunstancias diferentes, el eje motriz que las caracteriza a
todas, es la acción-reacción, o lo que es lo mismo, lo que traducimos como el
aprendizaje de dar y recibir. Tenemos que ser habilidosos, despiertos e
inteligentes para sobrevivir en un ambiente hostil, en el sentido de que los
"débiles" reciben menos que los fuertes, y lo poco que reciben, lo
hacen a un elevado coste.
La experiencia de recibir, en la mayoría de las ocasiones, se asocia a trabajo
duro y sacrificado y si no es así, para los más "avispados", recibir
es cuestión de tomar lo que no es nuestro. Este tema nos sonará, pues es una
casuística muy común de la que nos hablan los medios de comunicación.
Si para tener he de trabajar duro, prefiero no hacerlo y apropiarme de lo que
tiene el de al lado, sin que me preocupe lo más mínimo el esfuerzo que le haya
costado conseguir lo que le hemos quitado.
También nos encontramos en esta fauna humana, al que temeroso de que le roben
lo que tiene, se centra en custodiar sus pertenencias. A veces para lograrlo
(mejor dicho, cree que lo logra) invierte en estrategias y medios de seguridad
y cuando no, se limita a atacar a los que califica como los posibles asaltantes.
Vamos un disparate.
El dar y el recibir, lo hemos trastocado un poco. Lo que debe ser una simple
relación causal, le hemos añadido nuestro toque particular, haciendo de ello,
un trámite bursátil, una negociación, donde hay un fuerte y un débil, no hay
partes iguales. El que da, lo hace si recibe a cambio un beneficio que le haga
productiva su inversión. No damos por condición, sino que damos por un interés
egoísta. De dicha relación entre el dar y el recibir, de su adulteración,
suelen producirse efectos secundarios, es decir, secuelas que nos afectan a
nivel de creencias. Por ejemplo, podemos encontrarnos a quien no sabe recibir.
Tiene un profundo bloqueo que le impide acercarse a esta experiencia de una
forma natural y sana. Es el típico que prefiere cargarse de tareas antes que
aceptar ayuda de los que le rodean. Es como si un sentimiento de culpa le
pesara y no le dejará fluir con amor.
Por supuesto, la gran mayoría de nosotros creemos que al dar perdemos lo que
damos, lo que nos lleva a dar desde el miedo a la escasez y a la necesidad. Si
creemos que dando perdemos, entonces haremos real esa experiencia. Aquello que
damos es lo que vamos a recibir. Si damos con miedo a la pérdida, recibiremos
pérdida.
Aquello que nos negamos a dar al otro, en verdad nos lo estamos negando a
nosotros mismo. Ya lo hemos visto en otras lecciones, el otro es nuestro
espejo, nuestra proyección, y nuestra relación con él, habla de nosotros y no
de él o ellos.
Reflexión: ¿Crees que ganar a costa de la pérdida de otro te puede
otorgar paz?
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