sábado, 30 de marzo de 2024

Capítulo 5. III. El Guía a la salvación.

 III. El Guía a la salvación.

1. La manera de reconocer a tu hermano es reconociendo al Espí­ritu Santo en él. 2He dicho ya que el Espíritu Santo es el puente para la transferencia de la percepción al conocimiento, de modo que podemos usar los términos como si en verdad estuviesen relacionados, pues en Su Mente lo están. 3Esta relación no puede por menos que estar en Su Mente porque, de no ser así, la separa­ción entre las dos formas de pensar no se podría subsanar. 4El Espíritu Santo forma parte de la Santísima Trinidad porque Su Mente es parcialmente tuya y también parcialmente de Dios. 5Esto necesita aclararse, no con palabras sino mediante la experiencia.

Ya hemos visto a lo largo de las enseñanzas del Curso que la mente mecta, es lo real, la Verdad, y se podría resumir en la Visión de la Unidad. Este punto nos dice que para reconocer al hermano debemos reconocer al Espíritu Santo en él. Con ello debemos entender que, el Espíritu Santo es la Mente Recta, la que nos revela la Verdad, la que nos permite Ver la Unidad en nuestros hermanos. 

2. El Espíritu Santo es la idea de la curación. 2Al ser un pensa­miento, la idea se expande a medida que se comparte. 3Al ser la Llamada a Dios, es asimismo la idea de Dios.4Puesto que tú for­mas parte de Dios, es también la idea de lo que tú eres, así como de lo que son todas Sus creaciones. 5La idea del Espíritu Santo comparte la propiedad de otras ideas porque obedece las leyes del Universo del que forma parte. 6Se refuerza al compartirse. 7Se expande en ti a medida que se la ofreces a tu hermano. 8Tu her­mano no tiene que ser consciente del Espíritu Santo en él en ti para que se produzca este milagro. 9Puede que él se haya de­sentendido de la Llamada a Dios, tal como tú lo hiciste. 10Este desentendimiento se subsana en ambos a medida que tomas con­ciencia de la Llamada a Dios en él, reconociendo de esta forma su existencia.

Conectar con el canal por donde el Espíritu Santo emite Su mensaje nos permitirá oír la Voz de la curación y en la medida en que compartimos ese canal y ese mensaje con nuestros hermanos, estaremos expandiendo, creando, un mundo en el que se favorece los vínculos basados en la percepción de la Unidad.

Como bien se recoge en este punto, no es necesario que nuestro hermano sea consciente del Espíritu Santo, es decir, que conecte con el canal de la curación, para que nuestra Visión de la Unidad, nuestra expresión de Amor, se extienda hacia él, conocedores de la presencia del Espíritu Santo en su mente.


3. Existen dos formas diametralmente opuestas de ver a tu her­mano. 2Ambas tienen que encontrarse en tu mente porque tú eres el perceptor. 3Tienen que encontrarse también en la suya, puesto que lo estás percibiendo él. 4Mira a tu hermano a través del Espíritu Santo en su mente, y reconocerás al Espíritu Santo en la tuya. 5Lo que reconoces en tu hermano lo reconoces en ti, y lo que compartes, lo refuerzas.

Este punto nos revela un mecanismo que debemos conocer, pues nos enseña que aquello que percibimos en el otro se encuentra en nuestra mente, o, lo que es lo mismo, lo que reconocemos en nuestro hermano, lo reconocemos en nosotros mismos y estamos compartiéndolo.

4. La Voz del Espíritu Santo en ti es débil. 2Por eso es por lo que debes compartirla. 3Tiene que hacerse más fuerte antes de que puedas oírla. 4Es imposible que la oigas dentro de ti mientras siga siendo tan débil en tu mente. 5No es que de por sí sea débil, sino que está limitada por tu renuencia a oírla. 6Si cometes el error de buscar al Espíritu Santo únicamente en ti, tus pensa­mientos te asustarán, ya que al adoptar el punto de vista del ego, estarás emprendiendo un viaje que le es ajeno al ego utilizándolo a él de guía. 7Esto no puede sino producir miedo.

Es un pensamiento muy compartido entre los estudiantes del curso, la cuestión del por qué, si somos capaces de comprender los mensajes de las enseñanzas, no somos capaces de vivirlos y experimentar sus efectos en nuestra mente y en lo percibido. Por ejemplo, si entendemos que debemos pensar con la mente recta y, como tal, ver a nuestros hermanos desde la Unidad, ¿qué nos lo impide?

En ocasiones, nos sorprendemos buscando fuera de nuestra mente acontecimientos que justifiquen la razón por la cual no podemos aplicar la Unidad en nuestras relaciones. Pero esa respuesta es errónea pues se basa en que lo percibido, lo que hacemos, es más importante que lo que pensamos.

Cuando una creencia se encuentra arraigada en nuestra mente, nuestro comportamiento es el efecto de dicha creencia. Siendo esto así, lo correcto será sintonizar, permanentemente, el canal del Espíritu Santo, es decir, expandir la Visión de la Unidad en todos y cada uno de nuestros pensamientos, para que la melodía que emana de ese canal contagie a los demás permitiéndoles reconocer al Espíritu Santo en ellos.

5. Las demoras pertenecen al ámbito del ego porque el tiempo es un concepto suyo. 2En la eternidad, tanto el tiempo como las demoras carecen de sentido. 3He dicho anteriormente que el Espí­ritu Santo es la Respuesta de Dios al ego. 4Todo lo que el Espíritu Santo te recuerda está en directa oposición a las nociones del ego, pues las percepciones verdaderas y las falsas se oponen entre sí. 5La tarea del Espíritu Santo es deshacer lo que el ego ha hecho. 6Lo deshace en el mismo nivel en que el ego opera, pues, de otro modo, la mente sería incapaz de comprender el cambio.

El canal por el que emite Su mensaje el Espíritu Santo, es una frecuencia adaptada al resto de los canales por donde suele expresarse el ego. Las vibraciones del Espíritu Santo se adaptan a la mente perceptiva propia del sistema de pensamiento del ego, de no ser así, el exceso de Luz propia de la Manifestación Divina, no sería comprendida. 

No se trata de adquirir la condición Divina, pues ya Somos el Hijo de Dios, por lo que nuestro "despertar" debemos entenderlo como atemporal, pues nos revela nuestra divinidad, nuestra eternidad. Pero, como hemos dicho, en el mundo de percepción del ego, todo adquiere una expresión temporal, de ahí que tengamos la evidencia de que nuestro despertar depende del paso del tiempo.

6. He subrayado repetidamente que uno de los niveles de la mente no es comprensible para el otro. 2Lo mismo ocurre con el ego y el Espíritu Santo, con el tiempo y la eternidad. 3La eternidad es una idea de Dios, por lo tanto, el Espíritu Santo la comprende perfectamente. 4El tiempo es una creencia del ego, por lo tanto, la mente inferior -el dominio del ego- la acepta sin reservas. 5El único aspecto del tiempo que es eterno es el ahora.

El pasado, no es real, pues ya ha pasado, y el futuro, no es real, pues aún no ha llegado. Son conceptos abstractos que se utilizan para comprender la linealidad de los acontecimientos. Si reflexionamos sobre el contenido de este punto, podremos comprender que todas las percepciones y todos los pensamientos que seamos capaces de hacer conscientes en nuestra mente, se producen en el ahora, en el presente. El "ahora" se convierte de este modo en el aspecto atemporal del tiempo.

7. El Espíritu Santo es el mediador entre las interpretaciones del ego y el conocimiento del espíritu. 2Su capacidad para utilizar símbolos le permite actuar con las creencias del ego en el propio lenguaje de éste. 3Su capacidad para mirar más allá de los símbolos hacia la eternidad le permite entender las leyes de Dios, en nombre de las cuales habla. 4Puede, por consiguiente, llevar a cabo la función de reinterpretar lo que el ego forja, no mediante la destrucción, sino mediante el entendimiento. 5El entendimiento es luz, y la luz conduce al conocimiento. 6El Espíritu Santo se encuentra en la luz porque Él está en ti que eres luz, pero tú des­conoces esto. 7La tarea del Espíritu Santo consiste, pues, en rein­terpretarte a ti en nombre de Dios.

Una nueva manera de ver al Espíritu Santo en su función de "mediador" entre el mundo temporal del ego y el plano eterno de la Espiritualidad, es representarlo como la luz que ha de difuminar nuestra oscuridad. La luz representa la capacidad de entendimiento, de percibir correctamente. Esa luz forma parte de nosotros, pues forma parte de la Expresión de Dios. Todos tenemos la capacidad de entender lo que somos realmente. Buscamos fuera de nosotros, los canales que nos permitan el reencuentro con nuestro Ser Verdadero. 

Ese reencuentro siempre se producirá en el ahora, en nuestro eterno presente.

8. Tú no puedes comprenderte a ti mismo separado de los demás. 2Ello se debe a que tú, separado del legítimo lugar que ocupas en la Filiaciónno significas nada, y el legítimo lugar de la Filiación es Dios. 3Ésa es tu vida, tu eternidad y tu Ser. 4Esto es lo que el Espíritu Santo te recuerda. 5Esto es lo que Él ve. 6Esta visión ate­moriza al ego por ser tan serena. 7La paz es el mayor enemigo del ego porque, de acuerdo con su interpretación de la realidad, la guerra es la garantía de su propia supervivencia. 8El ego se hace más fuerte en la lucha. 9Si crees que hay lucha, reaccionarás con saña porque la idea de peligro se habrá adentrado en tu mente. 10Dicha idea es un llamamiento al ego. 11El Espíritu Santo está tan pendiente como el ego de cualquier señal de peligro, oponiéndose a éste con todas Sus fuerzas de la misma forma en que el ego le da la bienvenida. 12El Espíritu Santo contrarresta esa acogida dán­dole la bienvenida a la paz. 13 La eternidad y la paz están tan estre­chamente relacionadas como lo están el tiempo y la guerra.

Sinceramente, cuando el contenido de este punto ha llegado a mi mente, he sentido el impulso de cerrar el libro y dar por finalizado su estudio. He percibido tal revelación, lo veo todo tan claro y tan sencillo, que me he dicho: ¿qué necesito más para ser realmente lo que Soy? 

Si mi mente recordase, permanentemente, el mensaje con el que se inicia este párrafo: "no puedes comprenderte a ti mismo separado de los demás", estaría conectado, eternamente, con el canal por donde emite su luz el Espíritu Santo y la Visión de la Unidad guiaría todos mis pasos. 

Sí, necesitamos a nuestros hermanos, para conocernos, pues ese es el Plan de Salvación de Dios, para nosotros. Su Creación dio lugar a la Filiación y en su Hijo va implícito un Pacto Espiritual emanado de la Esencia del Amor: Todos Somos Uno y Uno Somos Todos.

Ese pensamiento, esa creencia, nos permitirá sustituir la guerra por la paz. ¿Acaso no has sentido paz al saber que formas parte del Plan de Dios y ese Plan conlleva saberse Uno con el resto de la Creación? 

9. La percepción deriva significado de las relaciones. 2Aquellas que aceptas constituyen los cimientos de tus creencias. 3La separa­ción es simplemente otro término para referirse a una mente divi­dida. 4El ego es el símbolo de la separación, tal como el Espíritu Santo es el símbolo de la paz. 5Lo que percibes en otros lo refuer­zas en ti. 6Puedes permitir que tu mente perciba falsamente, pero el Espíritu Santo le permite reinterpretar sus propias percepciones falsas.

Lo que percibimos en otros lo reforzamos en nosotros, pues el otro actúa como un espejo que nos refleja nuestra verdadera imagen. Tenemos un desconocimiento de lo que somos. Alcanzamos a identificarnos con aspectos de nuestra personalidad y pensamos que somos de una manera u otra. Pero la realidad, es que, en la medida en que percibamos el "rostro" de la separación en los demás, y cuando decimos separación estamos describiendo el símbolo del miedo, del dolor, del sufrimiento, de la enfermedad, lo que realmente estamos percibiendo es nuestra mente falsa, errónea, la naturaleza propia del ego.

10El Espíritu Santo es el maestro perfecto. 2Se vale únicamente de lo que tu mente ya comprende para enseñarte que tú no lo comprendes. 3El Espíritu Santo puede tratar con un alumno rea­cio sin oponerse a su mente porque parte de ella está todavía de parte de Dios. 4A pesar de los intentos del ego por ocultarla, esa parte es todavía mucho más poderosa que el ego, si bien éste no la reconoce. 5El Espíritu Santo la reconoce perfectamente porque se trata de Su Propia morada: el lugar de la mente donde Él se siente a gusto. 6Tú también te sientes a gusto ahí porque es un lugar de paz, y la paz es de Dios. 7Tú, que formas parte de Dios, no te sientes a gusto salvo en Su paz. 8Si la paz es eterna, sólo te puedes sentir a gusto en la eternidad.

Cuando en algún momento de nuestra vida, alcancemos la lucidez que nos permite conectar con Dios, experimentaremos ese instante santo que se caracteriza por el goce de la paz. Reconozco esos instantes por la luz que envuelve a mis pensamientos. Durante el tiempo que transcurre en lo temporal, la vivencia no va acompasada con el transcurrir del tiempo. Lo más hermoso de ese instante es la liberación que se siente sobre todos los asuntos mundanos que nos privan de la paz.

Reconozco que he sido incapaz de permanecer en ese espacio eterno, gozando de la paz. Comprendo que la razón de ello, responde a la multitud de canales con los que sintonizamos y que son propios del ego. Por esa misma razón, intento cambiar de canal, de emisora, cuando percibo que el mensaje no aporta paz. No es un problema de canales, es una decisión del operador, el sintonizar uno u otro, y esa es nuestra potestad. 

11. El ego construyó el mundo tal como lo percibe, pero el Espíritu Santo -el reintérprete de lo que el ego construyó- ve el mundo como un recurso de enseñanza para llevarte a tu hogar. 2El Espí­ritu Santo tiene que percibir el tiempo y re-interpretarlo como eterno. 3Tiene que llevar a cabo Su labor mediante el uso de opuestos porque tiene que operar para una mente y con una mente que está en oposición. 4Haz todas las correcciones que ten­gas que hacer, procura aprender y mantén una actitud receptiva con respecto al aprendizaje. 5Tú no creaste la verdad, pero la ver­dad puede todavía hacerte libre. Contempla todo tal como el Espíritu Santo lo contempla, y entiende todo tal como Él lo entiende. 7Su entendimiento evoca a Dios en memoria mía. 8El Espíritu Santo está siempre en comunión con Dios, y forma parte de ti. 9Él es tu Guía a la salvación porque recuerda lo pasado y lo que ha de venir, y lo trae al presente. 10Él mantiene ese regocijo en tu mente con gran ternura, y sólo te pide que lo incrementes com­partiéndolo en Nombre de Dios de modo que Su júbilo se incre­mente en ti.

La enseñanza del Espíritu Santo no puede ser otra que la de corregir nuestras falsas creencias y sustituirla por la Verdad. Esas falsas creencias nos llevan a alimentar la ilusión de la separación, mientras que la Verdad se sustenta en la mente recta y todos los pensamientos que refuerzan la Visión de la Unidad. En resumen, se trata de corregir el miedo con la fuerza eterna del Amor.

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