VIII. El significado del juicio Final
Si tuviésemos que definir nuestra identidad, cualquier aspecto psicológico que le
quisiéramos atribuir tendría como soporte básico el aspecto material del mismo, el cuerpo físico. Nuestra imagen o mejor dicho la percepción de nuestra imagen externa nos lleva a la creencia de que somos lo que percibimos. Aquello que no es percibido por alguno de nuestros sentidos no existe para nuestra realidad y es negado.
Nuestra realidad percibida nos lleva a la creencia de que somos los hacedores de la misma, pues el acto procreador del cuerpo se convierte en la evidencia manifiesta de que es así. De este modo, la identificación con el cuerpo físico nos lleva a pensar que dicho envoltorio tiene la potestad de crear, de actuar como un generador de "causas", cuyos efectos dan lugar a una serie de experiencias, las cuales tienen la propiedad de activar nuestra conciencia. Dicha creencia justifica que la mente se ponga al servicio de la materia para buscar remedios y soluciones para mejorar constantemente nuestra calidad de vida.
El Curso llama a dichos remedios, “recursos de magia”, y con ello trata de aportar un significado cercano al concepto de la ilusión, de lo que no es real, tanto en cuanto, dichos recursos no actúan sobre la verdadera "causa", la creación mental, sino que actúan sobre los efectos, sobre lo tangible, sobre lo temporal e irreal, sobre el cuerpo y sus falsas creaciones.
El verdadero poder creador se manifiesta cuando la mente sirve al Amor. Es entonces cuando se restablece la visión correcta y verdadera de lo que somos, Seres y Espíritus de Luz, emanados de la Mente de Dios.
Mientras que perdure la identificación con la falsa realidad de lo que somos, estaremos justificando la presencia del juicio, el cual determinará si nuestro hacer es bueno o malo. En esa medida, alcanzar el estado del Juicio Final, supone el tramo final de un largo recorrido en el mundo temporal en el que alcanzamos un estado de percepción verdadero y dejamos atrás la falsa creencia en la separación. En este sentido, el Juicio Final simboliza el final de los juicios.
Este punto viene a aclararnos una cuestión que preocupa a los estudiantes cuando se acercan al conocimiento de estas enseñanzas. El saber que el Juicio Final es un recurso de aprendizaje incluido en el plan general, al igual que se incluyó la Expiación, nos aporta la tranquilidad necesaria para alejar nuestros miedos y sobre todo nos sitúa en un estado de consciencia en el que percibimos de una manera distinta la necesidad del aprendizaje a través del castigo.
La creencia en el pecado pesa sobre nuestro inconsciente de tal manera que suscitamos la necesidad del castigo para aliviar ese peso. Nuestra mente ha hecho del juicio su piedra angular y el pensamiento se ha habituado a juzgar cada vez que aportamos significado a aquello que percibimos.
El juicio mal entendido y mal aplicado nos ocasiona un profundo sufrimiento y justifica que es necesario el tiempo para poder corregir nuestros errores y purificar nuestros pecados. La idea de la reencarnación encuentra sustento en dicha estrategia de aprendizaje. Si no aprobamos las asignaturas de un curso, tendremos que repetir curso, o lo que es lo mismo, tendré que seguir reencarnando hasta que llegue el momento en que quede limpio de pecado. El error de esta creencia radica en que el Hijo de Dios está libre de pecados, pues goza, de manera inalterable, de la inocencia de Su Padre.
Si logramos superar el miedo o ausencia de amor, alcanzaremos ese estado en el que nuestro juicio será ofrecido a diario a nuestra mente recta, esto es, al Espíritu Santo. Este estado de consciencia nos llevará a la condición que favorece el Juicio Final, o lo que es lo mismo, a la liberación de las cadenas del tiempo.
Estoy convencido de que tú y yo compartimos la misma voluntad, que no es otra que la Voluntad de Dios. Estoy convencido de que tú y yo compartimos la misma creencia a la hora de orientar nuestras vidas y ponerlas al servicio de la utilidad. Estoy convencido de que tú y yo buscamos el mismo destino, graduarnos en la escuela de la vida y gozar de ese estado milagroso donde seremos bendecidos en el Juicio Final, a partir del cual, seremos nombrados Obradores de Milagros y Servidores de Dios.
Sí, estoy convencido.
Existe el juicio que llamo "bien entendido". Es el acto de la mente recta que percibe correctamente y que ya no aporta un significado a las cosas basado en la autoría material y temporal, sino que sabe reconocer que lo percibido adquiere un nuevo significado dimensionado al origen causante que no es otro que la mente y el pensamiento.
El juicio bien entendido es el juicio que nos inspira el Espíritu Santo. El significado que debemos abolir de nuestra mente es el que nos lleva a justificar la creencia en la separación. La mente que se libera del miedo y de la falsa creencia en la separación, nos faculta para discernir lo percibido con una nueva consciencia, no basada en el juicio condenatorio, sino en el sabio juicio que sabe reconocer el hilo conductor que mantiene a todas las cosas unidas con su fuente creadora.
Es por eso que este punto nos revela que, el primer paso hacia la libertad nos lleva a separar lo falso de lo verdadero, dicho de otro modo, el significado falso del significado verdadero. Si la mente no pudiese filtrar ambos significados, seríamos incapaces de reconocer la ilusión, de la realidad.
5. El término "Juicio Final" asusta no sólo porque ha sido proyectado sobre Dios, sino también por la asociación de la palabra "final" con la muerte. 2Éste es un ejemplo sobresaliente de la percepción invertida. 3Si se examina objetivamente el significado del juicio Final, queda muy claro que en realidad es el umbral de la vida. 4Nadie que viva atemorizado puede estar realmente vivo. 5No te puedes someter a ti mismo a tu propio juicio final porque tú no te creaste a ti mismo. 6Puedes, no obstante, aplicarlo significativamente, y en cualquier momento, a todo lo que has fabricado, y retener en la memoria sólo lo creativo y lo bueno. 7Eso es lo que tu mentalidad recta no puede sino dictar. 8El único propósito del tiempo es "darte tiempo" para alcanzar ese juicio, 9el cual no es otra cosa que el juicio perfecto con respecto a tus propias creaciones perfectas. 10Cuando todo lo que retengas en la memoria sea digno de amor, no habrá ninguna razón para que sigas teniendo miedo. 11Ése es tu papel en la Expiación.
Termina este punto haciendo un resumen de lo que hemos adelantado en los párrafos anteriores. Pero me gustaría profundizar en la reflexión que nos ofrece la frase siguiente: "cuando todo lo que retengas en la memoria sea digno de amor, no habrá ninguna razón para que sigas teniendo miedo".
Es todo un ofrecimiento, una invitación a experimentar la Expiación, a renovar nuestras creencias, nuestro modo de ver las cosas, y, sobre todo, es una invitación a que pongamos nuestra mente al servicio de nuestro Creador y que lo hagamos de manera consciente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario