IV. El error y el ego
Si Dios nos ha creado a Su Imagen y Semejanza, y en Su Mente Todo es Uno, esa Unidad debe formar parte, igualmente, de nuestra Mente. En ese Estado Uno no existen niveles, por esa razón, este punto nos dice que el Espíritu no tiene niveles.
Muchas enseñanzas esotéricas, cuando hacen referencia a la constitución del ser, aluden a Un Triple Espíritu (Espíritu Divino, Espíritu de Vida y Espíritu Humano), un Triple Alma (Alma consciente, Alma Intelectual y Alma Emocional) y un Triple Cuerpo (Cuerpo Denso, Cuerpo Vital y Cuerpo de Deseos). En lo que se refiere al Espíritu, su clasificación es la única que expresa una sola Unidad. En el cristianismo, queda representado por la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo (tres Personas distintas y un solo Dios verdadero).
Sólo los niveles de la Trinidad gozan de Unidad, nos expresa este punto, por lo que podríamos concluir que el Triple Espíritu goza de esa Unidad.
Tan sólo el Espíritu goza de Conocimiento, mientras que Alma y el Cuerpo, con sus distintos niveles, surgidos de la mente dividida, son temporales y por tal motivo no forman parte de la Verdad.
Comprender la información que nos aporta este punto, lo considero de gran importancia. Si la conciencia o percepción del yo, pertenece al ámbito del ego, y como recoge el Curso, el ego no es real, no es verdadero, entonces, la conciencia no es el canal adecuado de aprendizaje. La conciencia del yo o canal de percepción, tan sólo nos puede conducir a la antesala de la consciencia verdadera del Yo, o lo que es lo mismo, a la percepción verdadera. Es en ese proceso de reconocimiento de la Verdad en el que nos presta una valiosísima ayuda el Espíritu Santo y la Expiación.
Nuestra mente está al servicio del ego, o lo que es lo mismo, nuestra mente está al servicio del deseo de ser diferentes a lo que somos. Esa orientación de nuestro pensamiento, de servir al deseo individual, es lo que ha ocasionado la visión separadora y dual, la cual ha dado lugar a la creencia de que existen diferentes niveles y grados.
El Espíritu crea cuando su Mente se expresa desde el Amor, desde la Unidad. Cuando se expresa desde el deseo, la capacidad de crear se desvincula del Conocimiento y da lugar a la capacidad de fabricar, y todo cuanto surge de ello es falso e irreal, pues no sirve a la Verdad.
4. No se debe confundir a la mente que goza de conocimiento con la mentalidad recta, ya que sólo esta última está vinculada a la percepción verdadera. 2Puedes tener una mentalidad recta o una mentalidad errada, y aun esto es cuestión de grados, lo cual demuestra claramente que ninguna de ellas tiene nada que ver con el conocimiento. 3El término "mentalidad recta" se debe entender como aquello que corrige la "mentalidad errada", y se refiere al estado mental que induce a una percepción fidedigna. 4Es un estado de mentalidad milagrosa porque sana la percepción errónea, lo cual es ciertamente un milagro en vista de como te percibes a ti mismo.
Mientras que nuestra mente perciba el mundo físico y le otorgue la condición de hogar, podemos hablar de una mentalidad errada y de una percepción falsa. Cuando, aun estando en el mundo físico, reconocemos que no es nuestro hogar y que el cuerpo físico no es nuestra identidad, hablaremos de mentalidad recta y de percepción verdadera. A ese proceso de transformación muchas Escuelas Esotéricas le llaman el Camino o Despertar.
No deja de ser un profundo misterio, para la mente que sirve a la percepción, el
hecho causal que la ha llevado a desconectarse de la Fuente del Conocimiento, su Estado Original.
La reflexión puede ser planteada así: Dios, en Su Expresión Creadora emana de Sí Mismo, a Su Hijo, el cual es creado a Imagen y Semejanza del Padre, es decir, es de Su Misma Condición y Cualidad. Si Dios es Mente Creadora, Su Hijo lo es igual.
El Estado Natural de Dios es Conocimiento, por lo que Su Hijo también goza de ese Estado Natural. La cuestión es, ¿por qué el Hijo decide desconectarse de ese Estado de Plenitud y fabrica un estado perecedero y efímero. Dicho de otro modo, si Dios es Perfecto, Su Hijo también goza de esa Perfección, entonces, ¿por qué fabrica un estado que le lleva a percibir la escasez, la necesidad, el sufrimiento?
Por establecer un símil, tan propio del marco perceptivo que experimentamos, se me ocurre el estado del que goza una criatura en el proceso de gestación en el vientre de su madre. En ese proceso, se observa cómo la criatura se alimenta directamente de su creador y mientras que esto es así, goza de plenitud y no experimenta necesidad. Sin embargo, el proceso natural de su propia naturaleza le exige desconectarse (separarse) de la madre para poder así desarrollar plenamente su propio potencial. Mientras que ha estado conectado por el cordón umbilical con su hacedor, esa criatura es una prolongación de su madre. Podríamos decir, que su Mente es la Mente de su madre. Potencialmente, esa criatura, ha sido creada a Imagen y Semejanza de su progenitora. La clave está en el término "potencialmente", ya que nos revela un estado condicionado, es decir, esa criatura es de la misma condición que su creador, pero debe desarrollar ese potencial.
El Hijo de Dios, cuenta con los mismos poderes creadores que Su Padre, y en el libre uso de los mismos, con el propósito de desarrollar su "potencial divino" decide ver las cosas a su manera dando lugar, es decir, fabricando una "realidad" paralela basada y sustentada en la percepción de una dimensión, donde la realidad es perecedera y temporal.
En ese camino de ida, el Hijo de Dios, ha quedado sumido en un profundo sueño del cual está llamado a despertar, pues su identificación con el mundo de la percepción y con la dimensión física es temporal y transitoria.
El Curso nos enseña que Dios se expresa en la Trinidad-Una, y que ese Estado no da lugar a la clasificación de niveles. Tal hecho, lleva a mi mente a vincular esa Manifestación Trina con los Tres Rostros de la Divinidad -Padre, Hijo y Espíritu Santo-, y con los Tres Principios Divinos -Voluntad, Amor y Conocimiento-.
Soy consciente, que lo que está haciendo mi mente es intentar establecer un canal de conexión, en un plano donde imperan las leyes de la percepción y que por tal motivo está muy lejos de lo que es Real. Aun así, creo que me ayuda a comprender vínculos que considero están en sintonía con el Verdadero Conocimiento.
Considero importante comprender el potencial del que es portador el Hijo de Dios. La vinculación anteriormente establecida me lleva a creer que somos portadores del Poder de la Voluntad, del Amor y del Conocimiento. En base a ese potencial, y por inercia de las Leyes de la Creación que inspira a hacer uso del potencial con el que se cuenta, sentimos la llamada a desplegar nuestro potencial. Esta situación, la asemejo, con el sembrador que cuenta con una semilla y es su voluntad sembrarla. Pero en este juego imaginativo me falta una pieza que considero esencial. Todo sembrador para poder sembrar su semilla debe contar con la tierra en la cual poder sembrarla. Esta cuestión, me lleva a plantearme, ¿en que "tierra" sembró el Hijo de Dios su semilla para que de su unión surgiese el mundo que percibe?
Hoy, gracias a las investigaciones realizadas en el ámbito de la Física Cuántica, se postulan hipótesis muy reveladoras. Se habla de un concepto, al que han denominado "Campo", para definir un estado invisible y potencial de la energía dotada de infinitas posibilidades. Esta teoría se da la mano con conceptos esotéricos donde nos hablan de una dimensión invisible llamada “Mundo de los Arquetipos”, y aunque lo del nombre es lo de menos, el mensaje sí que encierra una aproximación real de lo que es la "materia no visible" o lo que lo mismo, la "tierra potencial virtual" donde el Hijo de Dios siembra su semilla creadora, dando lugar a la fabricación del mundo que percibimos.
Esta composición de ideas, me permite afirmar una de las aportaciones más enriquecedoras que he encontrado en las enseñanzas de UCDM, la que nos revela que Dios no es el creador del mundo que percibimos. Pienso, que el Hijo de Dios, haciendo uso de su Potencial Divino, ha utilizado ese "Campo de infinitas posibilidades", que está al servicio de la Mente, y ha fabricado el Universo que percibimos.
De lo expuesto en el punto anterior no podemos deducir que la acción llevada a cabo por el Hijo de Dios sea negativa y por la que debamos sentirnos culpables. El error que debemos corregir es la identificación postulada con los resultados de su acción. Dejar de ser Dios para convertirse en un cuerpo, es lo que nos ha llevado a olvidarnos de nuestra estirpe, de nuestra herencia. Recuperar la visión correcta es una invitación a despertar del sueño profundo de nuestra mente.
Este punto establece la pauta de corrección que ha de permitirnos retornar a nuestro Estado de Plenitud: Unir nuestra voluntad con la de nuestro Creador, hará posible el despertar de la consciencia a lo que realmente somos.
Ese "despertar" tendrá una característica esencial. Seremos conscientes de nuestro potencial creador. Podemos utilizar el símil que hemos empleado más arriba, y decir, que ese despertar supone que la criatura que ha sido gestada en el vientre materno, adquiere la mayoría de edad y asume conscientemente que es un ente creador, al igual que su progenitor.
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