II. Los milagros y la percepción verdadera
Nuestro pensamiento y el uso que hacemos de él está condicionado por la creencia en la separación, lo que origina y favorece el juicio dual.
La tendencia de nuestra mente a analizar, estructurar, desmenuzar, escudriñar, todas las cosas con el fin de darle un significado, da lugar a que establezcamos escalas de valores y grados. Así, nos es muy familiar catalogar, por ejemplo, las enfermedades en tipologías y grados. cuando hacemos referencias a la enfermedad, solemos emplear términos como un estado de enfermedad leve, grave o muy grave y en función a esa "graduación" se aplica un remedio u otro.
El Curso nos instruye como un valor básico de sus enseñanzas que el Amor, la Fuente Original de los Milagros, no admite grados y con ello debemos entender que el Amor, como Visión de la Unidad, no ve la separación, ni la dualidad, actuando como una Fuerza Única, cuyo resultado es uno, la Curación/Salvación.
El pensamiento nunca es neutro. Es verdadero o falso. Si nuestros pensamientos sirven a la dualidad, a la separación, estarán sirviendo a la oscuridad. En este sentido, podemos caer en la tentación de pensar que somos más buenos o menos buenos que otros, incluso podemos pensar, que estamos vinculados con la oscuridad en un 70% y a la luz en un 30%. Pero este modo de pensar forma parte de la percepción falsa.
No podemos servir a dos señores a la vez.
Si creemos firmemente en que todo ser es portador de la esencia con la que ha sido creado; si tenemos la certeza de que la Luz siempre nos acompaña, entonces, debemos hacer lo posible por ver esa Luz en los demás y en nosotros mismos. Esa visión, que no es otra que la Visión Crística, nos llevará a ver el camino que debemos recorrer para llegar al encuentro, ineludible, con la Fuente del Amor.
Desde el punto de vista social, una vez que nos encontremos impregnados por la certeza de que la Luz forma parte esencial de nuestras vidas, debemos contribuir, cada uno en su medida, para favorecer que el Perdón y el Amor forme parte de las leyes y de las instituciones, cuyo cometido es ofrecer canales de rectificación y corrección, en el comportamiento humano.
Este punto me invita a la siguiente reflexión: ¿El paso de la oscuridad a la luz es instantáneo o progresivo? Seguro que os lo habéis planteado en algún momento.
Cuando he podido ser partícipe de vuestras aportaciones, de vuestros comentarios, de vuestras dudas e interrogantes, he sido conocedor de una creencia cuya base y origen parte, según entiendo, de un error. Dicho error es pensar que el efecto, es decir, las vivencias prácticas carecen de "causa", otorgándoles al propio "efecto" la condición de "causa". Un ejemplo que nos puede a ayudar a facilitar la comprensión de lo que digo es el siguiente: sufrimos un dolor en nuestro cuerpo y pensamos que dicha molestia es ocasionada por el propio cuerpo, sin establecer relación alguna entre nuestro pensamiento y el cuerpo.
Es la mente la que ha fabricado la imagen del cuerpo y son los pensamientos falso generados por esa mente, la que nos lleva a creer en las dolencias físicas. Para el ego, para la percepción falsa, esta verdad no es compartida y en base a sus vivencias nos lleva a creer en que es el cuerpo el que tiene la capacidad, o no, de generar dolencias.
Si aplicamos esta verdad, este conocimiento, al mensaje contenido en este punto, lo que tenemos que tener claro es que la inocencia es un estado esencial de nuestra mente. Nuestra mente es una extensión de la Mente Creadora, por lo que podemos confirmar que goza de la condición de la inocencia. Cualquier visión que perciba la ausencia de inocencia está percibiendo erróneamente, está percibiendo ilusoriamente.
Si mantenemos, en cada presente de nuestra vida, la visión de inocencia, la visión de que todas las mentes están unidas en la Filiación de la Mente Divina, lo que hagamos en el mundo ilusorio que llamamos experiencia terrenal deja de tener significado, pues en ningún momento albergamos la creencia de que aquello que hacemos a otros es a nosotros mismos a quien se lo hacemos.
Muchos de vosotros me habéis planteado la siguiente cuestión: ¿Cómo puede ser que, teniendo tanto conocimiento, no consiga llevarlo a la práctica? Dicha situación provoca un sentimiento de culpa que no aporta paz.
Este planteamiento nos lleva a pensar que realmente no creemos en que somos verdaderamente Inocentes. Es posible que forme parte de nuestras creencias teóricas, pero no forma parte de nuestra experiencia, la que nos aporta la Certeza de lo que realmente somos.
Sin darnos cuenta entramos en el juego del pensamiento egoico, el que sirve al potencial de las emociones y deseos. Deseamos que todo sea diferente a como es y si para ello tenemos que fabricar un mundo, lo hacemos.
La inocencia es el estado puro y original de nuestra Mente. Ser Inocentes es carecer del deseo de fabricar un mundo diferente al creado por Nuestro Padre.
Cuando nuestros pensamientos dejen de servir a los deseos, el mundo que percibimos dejará de tener significado, lo que originará en nuestra consciencia un estallido de Luz que nos salvará del mundo de oscuridad característico de la visión separatista y dual.
Imagínate que entras en un cuarto totalmente oscuro. En su interior hay un interruptor que activa un punto de luz. Cuando lo accionas, esa luz se enciende y donde había oscuridad ahora todo es luz. De esta manera es como alcanzaremos el estado que llamamos despertar. Tenemos que estar dispuestos a pulsar ese interruptor. No es fácil hacerlo, pues la visión de lo que percibiremos cuando lo hagamos nos produce un profundo miedo. Significa el fin de la creencia en el ego, es decir, tendremos la evidencia y la consciencia de que nuestra identidad falsa con la que nos hemos estado identificando tanto tiempo, no es real y que todo aquello en lo que hemos basado nuestra felicidad, nuestras posesiones y riquezas, no son más que grilletes que nos han mantenido prisionero. Activar ese interruptor nos llevará a ver que, todos nuestros miedos y pesadillas eran fruto de la ilusión. El mundo de las experiencias vitales adquirirá otro sentido y el vehículo con el que transitamos dicho mundo, lo adquirirá de igual modo. Lo utilizaremos mientras que sea necesario para que nuestras consciencias, no la individual, sino la colectiva, recupere la visión de la inocencia.
¿Cuántas veces hemos querido ayudar a otros y lo hacemos enjuiciando su comportamiento como negativo? En dichas ocasiones, sin darnos cuenta, nos otorgamos la autoridad (falsa) de ser superiores al otro por el hecho de creernos en posesión de la verdad.
El simple hecho de ver al otro como "necesitado" ya nos indica que carecemos de la condición de inocencia, pues lo estamos viendo desde la separación, desde la ilusión. Percibir la imperfección en el otro y pretender corregirla en el propio nivel de la percepción nos revela que no estamos dirigiendo nuestra mirada a la causa real. Es en el nivel mental donde debemos aplicar la Expiación, la corrección, pues ese es el nivel verdadero de nuestra existencia.
Cuando orientamos nuestra mirada en ese nivel, lo que estamos haciendo es reconocer nuestra filiación con el otro. Desde ese estado de consciencia, compartimos los recursos basados en el Amor, lo que propiciará el estado de Curación/Salvación.
¿Por qué habremos adquirido la creencia en que el Hijo de Dios no era libre para crear?
Si hemos sido creados a Imagen y Semejanza del Padre, cuya Voluntad es el Principio de la libertad, ¿qué ha llevado al Hijo a pensar que carecía de esa Voluntad?
Todo pensamiento creador requiere de la voluntad para expandirse, por lo tanto, si nuestro estado actual nos ha llevado a la ilusión de que el mundo que hemos fabricado, es la única realidad, ello es indicio de que hemos hecho uso de la voluntad. Dicho acto se ha producido por que hemos sido libres para hacerlo. De lo contrario, de carecer de esa libertad, El Creador lo podría haber evitado.
Todo ello me lleva a la reflexión de que realmente fue la dirección dada a esa Voluntad la que nos llevó a la creencia de que no éramos libres para actuar. Si utilizamos el poder de la voluntad para satisfacer nuestros deseos, en vez de expandir el Potencial heredado por nuestro Creador, entonces, esa voluntad quedó prisionera de un elemento hostil a la Verdad, pues estaba fabricando un tipo de energía que dio lugar a estados perecederos y por ello, no reales.
El deseo, dio lugar a la división, y se convirtió en los límites del principio de la voluntad. Ese impulso dejó de sentirse libre y todo ello nos lleva a concebir un orden contrario al Universal. Desear un mundo distinto al de nuestro Creador, es desear crear desde la visión de la dualidad y no de la Unidad.
Este punto, ahonda en la condición de la inocencia como la vía que ha de llevarnos de nuevo al encuentro con nuestra verdadera identidad.
El Hijo de Dios, la Filiación Divina, debe redirigir la orientación de Su Voluntad. ¿Esto qué quiere decir? Quiere decir, que su única visión sea hacer la Voluntad de Dios. Lo que significa el reconocimiento de lo que verdaderamente Es.
Cuando experimentamos una pesadilla, al despertar, sentimos un profundo bienestar a comprobar que todo ha sido fruto de un desagradable sueño. La nueva realidad percibida con el despertar nos hará reír de felicidad y apreciar la causa del error percibido.
6. La manera de corregir las distorsiones es dejando de tener fe en ellas y depositándola únicamente en lo que es verdad. 2No puedes hacer que lo que no es verdad lo sea. 3Si estás dispuesto a aceptar aquello que es verdad en todo lo que percibes, dejas que sea verdad para ti. 4La verdad supera todo error, y aquellos que viven inmersos en el error y en la vacuidad jamás pueden encontrar consuelo duradero. 5Cuando percibes correctamente cancelas tus percepciones falsas y las de los demás simultáneamente. 6Puesto que los ves tal como son, les ofreces tu aceptación de su verdad para que ellos puedan aceptarla en sí mismos. 7Ésta es la curación que el milagro produce.
Cuando accionamos el interruptor de la habitación oscura con el propósito de ver en su interior, no podemos continuar negando lo que en él percibimos. Mientras que entrábamos a oscuras y palpábamos los contornos del contenido de los objetos que ocupan el espacio de la habitación, sacábamos una idea de dicho objeto y le aportábamos el significado que nuestra mente le otorgaba, sin conocer realmente su realidad. Digamos que ese significado es ilusorio.
Pero cuando se hace la luz, ese objeto adquiere su verdadera percepción. Su realidad es compartida por todos cuantos la perciben.
Si esto lo aplicamos al Ser, diremos que el despertar, la luz, nos permitirá tomar consciencia de lo que somos y a percibir correctamente.
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