Ante las experiencias que percibimos, inevitablemente, emitimos un juicio acompañado de una emoción. Ante un accidente, nuestra mente “separada”, nos lleva a disociarnos de lo vivido, interpretando que no va con nosotros, si lo ocurrido es a otro. Ahora bien, si el accidente nos afecta directamente, entonces el juicio de valor que hacemos y la emoción despertada nos llevará al sufrimiento. Ambas experiencias son las mismas y, sin embargo, dependiendo de donde tengamos nuestro “tesoro-corazón” así lo viviremos de un modo u otro.
Si nuestra consciencia es sensible al sentimiento de compasión, entonces, ese accidente que sufre el otro, puede despertar emociones solidarias y hacemos el sufrimiento nuestro. Pensamos que ese tipo de emoción nos acerca al amor.
Sin embargo, ambas respuestas están fundamentadas en una percepción errónea de nuestra verdadera identidad. Esa percepción basada en la creencia del ego, de separación, de que todo lo que nos ocurre es fruto de la casualidad y de que no existe una relación causa y efecto, se convierte en una negación de nuestra verdadera esencia divina.
Dios es perfecto y no cree en el sufrimiento. Nosotros somos su Hijo en quien tiene Su Complacencia y también somos perfectos. Dios no ha creado el mundo que el ego percibe, por lo que todo lo que el ego percibe no tiene significado para Dios, luego, tampoco debe tenerlo para nosotros.
El ego cree en todo cuanto le ocurre porque lo ha fabricado él. Pero el ego no es una creación de Dios, es temporal y por lo tanto es irreal.
No necesitamos las guerras, el hambre, la enfermedad, el dolor y el sufrimiento. Todos estos hechos son fruto de la mente errada y de la percepción errónea basada en la separación del ser. Si creemos en la guerra estaremos permitiendo su manifestación. Si creemos en la enfermedad estaremos adorando al dios de la enfermedad. Son vías de sufrimiento para el ego y, sin embargo, adora a los ídolos que la mantienen en su mente.
Ejemplo-Guía: ¿Por qué Dios no evita mis desgracias?
Me pregunto si sería casualidad que ayer mismo tuviese la oportunidad de ver la película titulada "Como Dios", protagonizada por Jim Carrey y Morgan Freeman. La cito, porque su guión nos lleva a pensar sobre la enseñanza recogida en esta lección. Si no la habéis visto, os la recomiendo. ¡Ah!, es evidente que no fue por casualidad, sino por causalidad.
¿Quién no ha pensado en alguna ocasión que Dios es el único culpable de lo que nos pasa? Si lo que experimentamos es dramático, siempre existe ese pensamiento condenatorio, que trata de convencernos de que lo que nos ha ocurrido es como consecuencia de nuestras malas acciones. El poder que ejerce la culpa sobre nuestro inconsciente es tan fuerte que nos lleva a pensar en ideas demenciales.
Por otro lado, siempre buscamos la alianza con Dios, en un intento de ganar su Gracia y, así, recibir su ayuda providencial para lograr todos nuestros deseos. Podríamos decir, que le pedimos un "tráfico de influencia" para hacer realidad nuestros propósitos. Cuando las circunstancias vividas no nos llevan a gozar de esa "prestación", nos limitamos a emitir juicios, como los que realiza el protagonista de la película referida, que nos lleva a negar la existencia del Creador.
Dios no puede evitar nuestras “desgracias”, por una sencilla razón, Él no es la causa de ellas, por lo tanto, no percibe sus efectos. Él no cree en el juicio que nos lleva a considerar lo que nosotros llamamos “desgracias”. Dios no ha creado el mundo que nosotros sí vemos, y lo vemos, porque es nuestra fabricación y creemos en él. Dios es perfecto y sus creaciones lo son también.Tú y yo, somos sus Hijos y experimentamos esa perfección cuando nuestra mente es Una con Él. Todas las creaciones realizadas por el Hijo de Dios separadas de la Fuente del Padre, no son creaciones, sino proyecciones y dan lugar a un mundo sin significado, ilusorio e irreal, donde ya no imperan las Leyes de Dios, ni su Poder Creador, el Amor, sino que impera las leyes del ego, la ignorancia y el poder del miedo.
Te propongo una cuestión: ¿Qué crees que es más real una piedra, a la cual puedes tocar y percibir, o un pensamiento?
Hagamos un ejercicio, que tal vez nos pueda ayudar a encontrar la respuesta a esa cuestión.
Tienes a tu disposición una caja llena de fichas, semejantes a las fichas
de los legos, con la cual puedes diseñar cualquier forma que te propongas. Para
hacer fácil el ejercicio, te propongo que hagas una figura cuadrada.
Bien, cuando la tengas hecha, habrás terminado el ejercicio y podrás percibir el resultado de tu trabajo. Estás satisfecho con él, pues es la réplica exacta de lo que tu mente te ha enseñado que es un cuadrado. Llegado este punto, dirías que es tu realidad más tangible.
Pero ¿qué pasaría, si esa figura se destruye? De hecho, puede ocurrir, la piedra más resistente, también es posible destruirla. Para poder construirla de nuevo, necesitarías recurrir nuevamente a tu mente, pues en ese nivel, aún permanece. Por lo tanto, podríamos concluir, que el pensamiento es más real que la estructura edificada y que cualquier piedra por muy dura que esta sea.
Si Dios, que es Perfecto, hubiese creado un mundo imperfecto, dejaría de ser perfecto. Por otro lado, si Dios, que es Perfecto, hubiese creado un mundo erróneo, lo único que tendría que hacer es corregirlo. Pero esto no pasa, debido a la razón ya expuesta, no es su creación y, además, ¿cómo corregir algo que no es real, que no existe en la mente del que lo ha creado?
La mejor petición que podemos elevar a Dios es que nos ilumine para poder
recordar la verdad, de la cual nos hemos olvidado. Es necesario de que esa
petición emane de nuestra voluntad, pues Él no puede influir en nuestro libre
albedrío. En verdad, lo único que Dios aguarda es que pongamos nuestra voluntad
a su servicio. Su Infinita Gracia está aguardando ese instante en el que nos
entregamos a Su Voluntad. En nuestro olvido, hemos dejado de creer en que somos
seres de luz, libres de toda limitación, sanos, perfectos y abundantes.
Reflexión: ¿Cuál crees que es el significado de la creación de Dios?
Gracias!!!
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