¿Qué me enseña esta lección?
En
cambio, cuando decidimos que la felicidad es nuestra función dentro del Plan de
Salvación establecido por nuestro Creador, sí seremos hacedores y creadores de
la Felicidad. Desde este punto de vista, la felicidad es una elección y un
reconocimiento verdadero, basado en la certeza de que es una condición de
nuestro verdadero Ser.
Comparto
las palabras del fundador de la técnica conocida como Logoterapia, el neurólogo
y psiquiatra, Viktor Frankl:
“No
se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos, pensamos e
interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle dado el
control a alguien ajeno a nosotros”.
“Definitivamente
nadie puede decidir por nosotros. Nadie puede obligarnos a sentir o a hacer
algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad. No podemos estar donde no
nos necesiten ni donde no quieran nuestra compañía. No podemos entregar el
control de nuestra existencia, para que otros escriban nuestra historia. Tal vez
tampoco podamos controlar lo que pasa, pero sí decidir cómo reaccionar e
interpretar aquello que nos sucede”.
Ejemplo-Guía: ¿A quién le estamos ofreciendo el poder de experimentar la
felicidad?
¿Me acompañas en este interesante recorrido? Tal vez nos merezca la
pena llevarlo a cabo, pues a lo largo de su travesía tendremos la oportunidad
de tomar consciencia de que en verdad no somos libres para tomar la única
elección verdadera: ser felices, porque es nuestra función y nuestra condición
natural.
No
somos libres, por la sencilla razón de que depositamos fuera de nosotros, en
los demás, la causa, el poder, que ha de llevarnos a la experiencia de la
felicidad, es decir, tenemos una total dependencia de lo que los demás quieran
y puedan ofrecernos. Si la decisión de los demás no es satisfacernos en
nuestros deseos, entonces, la experiencia de la felicidad queda frustrada.
A
veces llegamos a pensar que experimentar la felicidad es cosa del azar y con dicha
creencia, seguimos depositando la causa de la felicidad fuera de nosotros.
Participamos de la creencia de que ser felices no tiene nada que ver con
nuestras decisiones, y no podemos estar más alejados de la verdad, cuando así
pensamos. La felicidad es nuestra elección.
¿Emprendemos el viaje anunciado? Vamos allá.
¿Qué es para ti la felicidad?
¿Crees
que para ser feliz tienes que comportarte de una manera u otra?
¿Crees
que para alcanzar la dicha de la felicidad debes complacer a alguien?
¿Recuerdas
alguna experiencia de felicidad en tu vida? ¿Quién te la proporcionó?
¿Crees
que la felicidad es pasajera o eterna?
Podríamos continuar esta lista de reflexiones, pero considero que tenemos
material suficiente para llegar a entender el significado de lo que es para
nosotros la felicidad.
Voy a compartir la respuesta aportada por alguien que experimenta conciencia de
ego y cuya aportación, siendo totalmente respetable, nos dibuja el guion que
muchos protagonizamos con relación a la cuestión que estamos analizando.
“La felicidad para mí,
es tener de todo en abundancia y no tener que estar permanentemente preocupado
por llegar a final de mes, por tener los medios y los recursos necesarios para
cubrir mis necesidades materiales y las de mi familia. Tener un buen trabajo
con el que me sienta identificado. Poder contar con una reserva material que me
garantice de que no voy a pasar necesidad. Viajar. Disfrutar de los placeres de
la vida”.
“Sí, para ser feliz,
tengo que comportarme de manera que mantenga un equilibrio entre lo que yo
deseo y lo que desean los demás. Tengo que sacrificar muchos deseos para
armonizar mi vida con los demás. A veces, tengo que morderme los labios para no
decirle a mi jefe lo que pienso de él. No siempre lo consigo. He de sonreír
cuando no lo deseo verdaderamente y debo hacer ciertas cosas para que los demás
se encuentren a gusto”.
“Sí, para alcanzar la
felicidad debemos complacer a los demás. A nuestros padres, a nuestra esposa, a
nuestros hijos, a nuestros amigos, a nuestros jefes, a la dependienta de la
tienda, a las instituciones estatales. Es interminable la lista. Si no
complaces a los demás, no conseguimos ser felices. Siempre queda por ahí un
sentimiento de culpa que nos recuerda que no hemos actuado cómo los demás
esperan de nosotros”.
“Las pocas experiencias de felicidad que
recuerdo, siempre me la han proporcionado los demás”.
“Por supuesto, que la
felicidad es pasajera. Si fuese eterna, entonces, ¡Uf! qué maravilla”.
Reflexión: ¿Qué sentido le das al sufrimiento? ¿Lo consideras necesario?
No hay comentarios:
Publicar un comentario