martes, 9 de abril de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 100

LECCIÓN 100

Mi papel en el plan de salvación de Dios es esencial.

1. Del mismo modo en que el Hijo de Dios completa a su Padre, así también tu papel en el plan de tu Padre completa dicho plan. 2La salvación tiene que invertir la descabellada creencia en pensa­mientos y cuerpos separados, que viven vidas separadas y reco­rren caminos separados. 3Cuando mentes separadas comparten una sola función, se unen en un solo propósito, pues cada una de ellas es igualmente esencial para todas las demás.

2. La Voluntad de Dios para ti es perfecta felicidad. 2¿Por qué habrías de querer ir en contra de Su Voluntad? 3El papel que Él ha reservado para ti en el desarrollo de Su plan se te da para que puedas ser restituido a lo que Él dispone. 4Este papel es tan esen­cial para Su plan como para tu felicidad. 5Tu dicha tiene que ser total para que aquellos a los que Él te envía puedan entender Su plan. 6Ellos verán su función en tu radiante faz, y en tu risa feliz oirán a Dios llamándoles.


3. Eres ciertamente esencial en el plan de Dios. 2Sin tu dicha, la Suya no es total. 3Sin tu sonrisa, el mundo no se puede salvar. 4Mientras la tristeza se abata sobre ti, la luz que el Propio Dios designó como el medio para salvar al mundo se atenúa y pierde su fulgor, y nadie ríe porque toda risa no es sino el eco de la tuya.

4. Eres ciertamente esencial en el plan de Dios. 2Del mismo modo en que tu luz aumenta el fulgor de todas las luces que brillan en el Cielo, así también tu dicha en la tierra exhorta a todas las men­tes a abandonar sus pesares y a ocupar su puesto junto a ti en el plan de Dios. 3Los mensajeros de Dios rebosan de dicha, y su júbilo sana todo pesar y desesperación. 4Ellos son la prueba de que lo que la Voluntad de Dios dispone para todos los que acep­tan los regalos de su Padre como propios es perfecta felicidad.

5. Hoy no permitiremos que la tristeza se abata sobre nosotros. 2Pues en tal caso, no estaríamos asumiendo el papel que tan esen­cial es para el plan de Dios y para nuestra visión. 3La tristeza es señal de que prefieres desempeñar otro papel en lugar del que Dios te ha encomendado. 4Y así, no le muestras al mundo cuán grande es la felicidad que Él dispone para ti, y, por consiguiente, no reconoces que ya dispones de ella.

6. Hoy trataremos de comprender que la dicha es nuestra función aquí. 2Si te dejas abatir por la tristeza, no sólo no estarás cum­pliendo tu función, sino que estarás privándote a ti mismo de dicha y al mundo también. 3Dios te pide que seas feliz para que el mundo pueda ver cuánto ama Él a Su Hijo y que Su Voluntad es que ningún pesar menoscabe su dicha ni que ningún miedo lo acose y perturbe su paz. 4Tú eres hoy el mensajero de Dios. 5Brindas Su felicidad a todo aquel que contemplas y Su paz a todo aquel que al contemplarte ve Su mensaje en tu feliz semblante.

7. Hoy nos prepararemos para esto durante las sesiones de prác­tica de cinco minutos, dejando que la felicidad brote en nosotros tal como dispone la Voluntad de nuestro Padre y la nuestra. 2Comienza los ejercicios con el pensamiento que la idea de hoy presenta. 3Luego comprende que tu papel es ser feliz. 4Esto es lo único que se te pide a ti o a cualquiera que desee ocupar el lugar que le corresponde entre los mensajeros de Dios. 5Piensa en lo que esto significa. 6Estabas ciertamente equivocado al creer que se te estaba exigiendo algún sacrificio. 7De acuerdo con el plan de Dios tan solo puedes recibir, sin jamás perder nada, hacer sacrificio alguno o morir.

8. Tratemos ahora de encontrar esa dicha que nos demuestra a nosotros, así como a todo el mundo, lo que la Voluntad de Dios dispone para nosotros. 2Tu función es encontrarla aquí, y encontrarla ahora. 3Para eso viniste. 4¡Ojalá que hoy sea el día en que lo logres! 5Busca en lo profundo de tu ser, sin dejarte desanimar por los pensamientos pueriles y metas absurdas que pasas de largo a medida que asciendes para encontrarte con el Cristo en ti.

9. Él estará allí. 2Y tú puedes llegar a Él ahora. 3¿Qué otra cosa preferirías contemplar en lugar de Aquel que aguarda para que tú lo contemples? 4¿Qué pensamiento pueril podría detenerte? 5¿Qué meta absurda podría impedirte triunfar cuando es Dios Mismo Quien te llama?

10. Él estará allí. 2Eres esencial en Su plan. 3Hoy eres Su mensajero. 4Y tienes que encontrar lo que Él quiere que des. 5No te olvides de la idea de hoy entre las sesiones de práctica de cada hora. 6Es tu Ser Quien te llama hoy. 7Y es a Él a Quien respondes cada vez que te dices a ti mismo que eres esencial en el plan de Dios para la salvación del mundo.

¿Qué me enseña esta lección?

El Plan de Salvación es Amar y Perdonar. Cuando amamos y perdonamos, nuestro Ser se manifiesta en el estado de Paz, y cuando nos embriagamos con esta realidad, no podemos más que gozar de la Dicha y la Felicidad y nuestro rostro expresará sonriente esa placidez.

Cumplir con nuestra única función y alcanzar nuestra misión supone estar dispuesto a expiar los errores que nos mantienen atados a creencias basadas en la separación, la culpa y el miedo.

¿Qué padre no goza con la felicidad de un hijo? ¿Qué padre no se siente pleno y satisfecho cuando comparte la sonrisa de su descendiente? Tener la certeza de que el fruto de nuestra creación se siente dichoso y pleno, nos aporta una inmensa satisfacción.

Mi papel es esencial en el plan de salvación de Dios, pues siendo una parte activa de la Filiación, mi condición afectará la condición de los demás, pues nuestras mentes están unidas por lazos de creación. En la medida de que mi mente es Una, la Unidad forma parte de todas mis acciones. Siembro la Unidad. Expando la Unidad. Creo Unidad.

  

Ejemplo-Guía: "El sacrificio no forma parte de la Salvación"

Recuerdo, como si de un eco se tratase, las palabras de mis padres, transmitiéndome sus creencias sobre la vida. Entre dichas creencias, entresaco uno de sus más preciados consejos: "Hijo, para alcanzar algo en la vida hay que sacrificarse mucho".

Es evidente que aquellas palabras no cayeron en saco roto, y a pesar de que no seamos muy conscientes de haberlas entendido en su máxima dimensión, su mensaje sí hace mella en nuestro modo de ver la vida y, desde nuestro inconsciente, sentimos el impulso de satisfacer a nuestros padres, y cada vez que nos enfrentamos a alguna situación en nuestras vidas, lo hacemos dejando una partida para el sacrificio, lo que sin duda, no nos aporta satisfacción alguna.

¿Acaso recuerdas que hayas gozado de la felicidad cuando en tus vivencias hayas apostado por el sacrificio? Seguro que recordarás muchas vivencias en las que hayas compartido tu insatisfacción por el hecho de haber tenido que sacrificar tus experiencias de paz.

Hoy tengo claro que el sacrificio forma parte de las creencias del ego. Ahora lo comprendo. En verdad, forma parte de su lógica, de su forma de percibir la vida. Si me siento separado de los demás, si tengo la firme creencia de que el otro desea lo que tengo y para conservarlo he de atacarle, si tengo la certeza de que cuando doy, estoy perdiendo, si mis experiencias de felicidad las baso en el deseo de poseer, no es extraño de que el sacrificio forme parte del guion vital de nuestras vidas. El ego prefiere ser fiel a ese guion, antes de negar la necesidad del sacrificio, pues hacerlo significaría que renuncia a su código de creencias, renunciaría a la visión del cuerpo, de la separación y de la muerte.

Hagamos una cosa. Busquemos un lugar donde podamos reflexionar en la quietud. Acallemos el vocerío de nuestra mente. Al principio no nos resultará fácil, pero no dejemos de intentarlo. Dejemos que los pensamientos fluyan. Concentrémonos en el ritmo respiratorio. Relajémonos. En ese estado de quietud, elegimos el siguiente pensamiento. Soy el Hijo de Dios y soy parte de Su Mente. Dejemos que ese pensamiento se expanda en nuestro ser. La dicha y la certeza de que Somos una extensión de Dios, nos lleva a un estado de seguridad y de felicidad plena. Fundamos nuestras mentes en ese estado de felicidad.

Este ejercicio de armonización con lo que Somos, a través de la repetición, nos permitirá reforzar nuestra mente en el servicio al Espíritu. Es muy importante que recordemos nuestra condición, pues nuestro papel en el Plan de Salvación dispuesto por Nuestro Padre, se nos pide que gocemos de Felicidad y de Dicha, pues debemos compartirla con todos aquellos que Él nos envíe.

No podemos dar lo que no tenemos, lo que nos lleva a tener que recordar, pues en verdad, somos felicidad y dicha. Nuestro despertar, contagiará a los demás y entre todos, unidos en la Comunión con la Fuente, formaremos la Filiación consciente.

Nos revela esta lección, que la risa es la expresión de que hemos alcanzado el Estado de la Felicidad y de la Dicha Divina. Cada vez que reímos, contagiamos felicidad. Hoy la terapia de la risa se extiende cada vez más, como una técnica para sanar. Es evidente, que cuando reímos estamos revelando un estado de paz interior.

Cuando experimentemos la visión de nuestra verdadera identidad, cuando tengamos la certeza de que somos el Hijo de Dios, cuando seamos uno con todo lo creado, no podremos menos que sentirnos plenos y dichosos y la felicidad emanará de nuestro ser. Será entonces, cuando el mundo, al percibir la sonrisa en nuestro rostro, reconocerá cuál es nuestra función en la vida.


Reflexión: ¿Qué te hace feliz? ¿Cómo compartes tu felicidad?

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