LECCIÓN
99
La salvación es mi única función aquí.
1. La salvación y el
perdón son lo mismo. 2Ambas cosas implican que algo anda mal, algo
de lo cual es necesario que se nos salve y se nos perdone; algo impropio que
necesita corrección; algo aparte o diferente de la Voluntad de Dios. 3Ambos
términos, por lo tanto, implican algo totalmente imposible, pero que, sin
embargo, ha ocurrido, dando lugar a un estado de aparente conflicto entre lo
que es y lo que nunca podría ser.
2. La verdad y las
ilusiones están ahora a la par, pues ambas han ocurrido. 2Lo
imposible se convierte en aquello de lo que se te necesita salvar y perdonar. 3La
salvación se convierte ahora en la zona fronteriza entre la verdad y las
ilusiones. 4Refleja la verdad porque es el medio a través del cual
puedes escaparte de las ilusiones. 5No obstante, no es la verdad
porque cancela lo que nunca ocurrió.
3. ¿Cómo podría haber
un punto de encuentro en el que la tierra y el Cielo se pudiesen reconciliar
dentro de una mente en la que ambos existen? 2La mente que ve
ilusiones piensa que éstas son reales. 3Existen en cuanto que son
pensamientos. 4Sin embargo, no son reales porque la mente que piensa
estos pensamientos se encuentra separada de Dios.
4.
¿Qué podría unir a la mente y a los pensamientos
separados con la Mente y el Pensamiento que están eternamente unidos? 2¿Qué
plan podría reconocer las necesidades que plantean las ilusiones y proponer
medios con los que eliminarlas sin ataque o ápice alguno de dolor, y no violar
la verdad? 3¿Qué podría ser este plan sino un Pensamiento de Dios
mediante el cual se pasa por alto lo que nunca ocurrió y se olvidan los pecados
que nunca fueron reales?
5.
El Espíritu Santo conserva este plan de Dios en la
Mente de Dios y en la tuya, exactamente como lo recibió de Él. 2Dicho
plan no tiene nada que ver con el tiempo toda vez que su Fuente es intemporal. 3No
obstante, opera dentro del tiempo debido a tu creencia de que el tiempo es
real. 4El Espíritu Santo contempla impasible lo que tú ves: el pecado,
el dolor y la muerte, así como la aflicción, la separación y la pérdida. 5Mas
Él sabe que hay algo que no puede sino seguir siendo verdad: que Dios sigue
siendo Amor, y que eso que ves no es Su Voluntad.
6.
Éste es el Pensamiento que lleva las ilusiones a la
verdad, donde las ve como apariencias tras las cuales se encuentra lo inmutable
y lo seguro. 2Éste es el Pensamiento que salva y perdona, pues no
pone su fe en lo que no fue creado por la única Fuente que conoce. 3Éste
es el Pensamiento cuya función es salvar asignándote a ti su función. 4La
salvación es tu función, junto con Aquel a Quien se le confió el plan. 5Ahora
se te confía a ti junto con Él. 6Él tiene una respuesta para todas
las apariencias sea cual sea la forma, el tamaño, el volumen o los atributos
que parezcan tener, y es ésta:
7La
salvación es mi única función aquí.
8Dios sigue siendo Amor, y esto no es Su
Voluntad.
7.
Tú que aún has de obrar milagros, asegúrate de
practicar bien la idea de hoy. 2Trata de percibir la fuerza de lo que
dices, pues en esas palabras radica tu libertad. 3Tu Padre te ama. 4El mundo
del dolor no es Su Voluntad. 5Perdónate a ti mismo el pensamiento de
que eso fue lo que Él deseó para ti. 6Deja entonces que el Pensamiento
con el que Él reemplazó todos tus errores se adentre en los sombríos lugares de
tu mente que pensó los pensamientos que nunca fueron Su Voluntad.
8. Esa parte de tu
mente le pertenece a Dios, al igual que el resto. 2Dicha parte no
tiene pensamientos solitarios, ni los hace reales ocultándolos de Él. 3Deja
pasar la luz, y ningún obstáculo te impedirá ver lo que Él dispone para ti. 4Pon
al descubierto tus secretos ante Su benévola luz y observa cuán intenso es el
fulgor con el que dicha luz todavía resplandece sobre ti.
9.
Practica con Su Pensamiento hoy, y deja que Su luz busque e ilumine todo rincón
tenebroso, y que al brillar a través de ellos los una al resto. 2La
Voluntad de Dios es que tu mente sea una con la Suya. 3La Voluntad
de Dios es tener solamente un Hijo. 4La Voluntad de Dios es que Su
único Hijo eres tú. 5Reflexiona sobre estas cosas durante las
prácticas de hoy, y da comienzo a la lección que vamos a aprender hoy con
estas instrucciones relativas a la verdad:
6La
salvación es mi única función aquí.
7La
salvación y el perdón son lo mismo.
8Dirígete entonces a Aquel que comparte contigo tu
función aquí, y permítele que te enseñe lo que necesitas aprender para poder
dejar de lado todo miedo y reconocer a tu Ser como un amor que no tiene opuesto
en ti.
10. Perdona todo pensamiento que se oponga a la verdad
de tu compleción, unidad y paz. 2No puedes perder los regalos que tu
Padre te dio. 3No es tu deseo ser otro ser. 4No tienes
ninguna función que no, sea de Dios. 5Perdónate a ti mismo la que
crees haber inventado. 6El perdón y la salvación son lo mismo. 7Perdona
lo que inventaste y te habrás salvado.
11. Hay un mensaje especial para hoy que tiene el poder
de eliminar para siempre de tu mente cualquier forma de duda o de temor. 2Si te asalta la tentación de creer que son reales, recuerda
que las apariencias no pueden resistirse a la verdad que encierran estas
poderosas palabras:
3La
salvación es mi única función aquí.
4Dios
sigue siendo Amor, y esto no es Su Voluntad.
12. La única función que
tienes te dice que eres uno. 2Recuérdate esto a ti mismo durante los
intervalos de tiempo que transcurren entre los períodos en que das cinco
minutos para compartirlos con Aquel que comparte el plan de Dios contigo. 3Recuérdate
a ti mismo lo siguiente:
4La
salvación es mi única función aquí.
5De esta manera, depositas el perdón en tu mente y
dejas que todo temor sea suavemente descartado, para que el amor pueda encontrar
el lugar donde le corresponde estar en ti y mostrarte que tú eres el Hijo de
Dios.
¿Qué me enseña esta
lección?
Es sumamente importante conocer cuál es la
única función que tenemos encomendada, pues dicha función establecerá,
igualmente, la condición que debemos desarrollar para conseguir alcanzarla.
Si preguntamos al ego, cuál es su misión
en la vida, su respuesta será confusa, pues aún determinando que su misión es
la felicidad, observamos que la realización de sus funciones le lleva a
fabricar pensamientos que le alejan del logro fijado como misión.
Desea ser feliz, sin embargo, siembra el miedo, la venganza, la culpa, la
incoherencia, la ilusión, el error. Busca en el exterior los recursos que le
aporte el fin perseguido, pero como en su naturaleza interna no alberga
felicidad, se lanza a la conquista de una utopía que jamás formará parte de su
realidad.
Para conseguir llevar a cabo nuestra
verdadera función, la salvación, debemos despertar la conciencia al perdón,
pues el origen de la infelicidad que experimentamos, se encuentra en la fiel
creencia en la culpabilidad.
Cuando sustituimos el pensamiento erróneo
de la culpa, por el pensamiento verdadero del perdón, entonces, y, sólo
entonces, realizaremos la función de perdonar o lo que es lo mismo, la
salvación.
Ejemplo-Guía: "Tengo la necesidad de ayudar a los demás y no lo
consigo"
Es como una voz interior, que nos ha
acompañado siempre, que nos invita a actuar como los soportes de los demás. Esa
vocación que ha crecido con nosotros, puede estar orientada a los seres
queridos más cercanos, o puede proyectarse en un sentido más impersonal y
canalizarse en el propósito de ser un "guía" para otros.
Este ejemplo, nos revela una situación que
suele ser bastante común. Sentimos el deseo de ayudar y ello supone una
invitación a la reflexión.
Fijaros lo que tiene que aportarnos el
Curso con respecto a este tema:
“No intentes "ayudar" a un
hermano a tu manera, pues no puedes ayudarte a ti mismo. Mas oye sus ruegos
que claman por la Ayuda de Dios, y reconocerás de este modo la necesidad que tú
mismo tienes del Padre” (T-12.I.6:10).
“Las interpretaciones
que haces de las necesidades de tu hermano son las interpretaciones que haces de las tuyas
propias. Al prestar ayuda la estás pidiendo, y si percibes tan sólo una
necesidad en ti serás sanado. Pues reconocerás la
Respuesta de Dios tal
como deseas que ésta sea, y si de verdad la deseas, ciertamente
será tuya. Cada súplica a la que respondes en el Nombre de Cristo acerca
más a tu conciencia el recuerdo del Padre. En interés de tu
propia necesidad, pues, oye toda petición de ayuda como lo que es, para que
Dios pueda responderte a ti” (T12.I.7:1-5).
Estas aportaciones nos recuerdan que el
mundo que vemos fuera, es la proyección de nuestro mundo interior. Desde esa
visión, aquello que percibimos como necesidades de ayuda hacia los demás, son
nuestras propias necesidades internas de ser ayudado. Detrás de esta
percepción, se vislumbra una dificultad para aceptar la ayuda de los demás.
Entonces, ¿cómo debemos interpretar las
peticiones de ayuda de los demás?
“La única reacción apropiada hacia un
hermano es apreciarlo. Debes estarle agradecido tanto por sus pensamientos de
amor como por sus peticiones de ayuda, pues ambas cosas, si las percibes
correctamente, son capaces de traer amor a tu conciencia: Toda sensación de
esfuerzo procede de tus intentos de no hacer simplemente eso. ¡Cuán simple es,
entonces, el plan de Dios para la salvación! No hay sino una sola manera de
reaccionar ante la realidad porque la realidad no suscita conflicto alguno. No
hay sino un solo Maestro de la realidad, el Cual entiende lo que ésta es. Este
Maestro no cambia de parecer con respecto a la realidad porque la realidad no
cambia. Si bien tus interpretaciones de la realidad no tienen sentido en tu
estado dividido, las Suyas son por siempre fieles a la verdad. Él te las da
porque son para ti” (T-12.I.6:1-9).
Aprender y enseñar, son los mayores
recursos de que disponemos ahora, porque nos permiten cambiar de mentalidad y
ayudar a otros a hacer lo mismo.
“Un terapeuta no cura, sino que deja que
la curación ocurra espontáneamente. Puede señalar la oscuridad, pero no puede
traer luz por su cuenta, pues la luz no es de él. No obstante, al ser para él,
tiene que ser también para su paciente. El Espíritu Santo es el único
Terapeuta. Él hace que la curación sea evidente en cualquier situación en la
que Él es el Guía. Lo único que puedes hacer es dejar que Él desempeñe Su
función. Él no necesita ayuda para llevarla a cabo. Te dirá exactamente lo que
tienes que hacer para ayudar a todo aquel que Él te envíe en busca de ayuda, y
le hablará a través de ti si tú no interfieres. Recuerda que eres tú el que
elige el guía que ha de prestar la ayuda, y que una elección equivocada no
constituirá ninguna ayuda. Pero recuerda asimismo que la elección correcta sí
lo será. Confía en Él, pues ayudar es Su función, y Él es de Dios. A medida que
despiertes otras mentes al Espíritu Santo a través de Él, y no a través de ti,
te darás cuenta de que no estás obedeciendo las leyes de este mundo”
(T-9.V.8:1-12).
Reflexión: ¿Cómo contribuyes
en el Plan de Salvación que Dios ha dispuesto para su Hijo?
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