jueves, 3 de abril de 2025

Capítulo 19. B. El segundo obstáculo: La creencia de que el cuerpo es valioso por razón de lo que ofrece (2ª parte).

B. El segundo obstáculo: La creencia de que el cuerpo es valioso por razón de lo que ofrece (2ª parte).

4. La paz se extiende desde ti únicamente hasta lo eterno, y lo hace desde lo eterno en ti. 2Fluye a través de todo lo demás. 3El segundo obstáculo no es más impenetrable que el primero. 4Tú no quieres ni deshacerte de la paz ni limitarla. 5¿Qué otra cosa pue­den ser esos obstáculos que quieres interponer entre la paz y su avance, sino barreras que sitúas entre tu voluntad y sus logros? 6Deseas la comunión, no el festín del miedo. 7Deseas la salvación, no el dolor de la culpabilidad. 8Y deseas tener por morada a tu Padre y no a una mísera choza de barro. 9En tu relación santa se encuentra el Hijo de tu Padre, 10el cual nunca ha dejado de estar en comunión con Él ni consigo mismo. 11Cuando acordaste unirte a tu hermano reconociste esto. 12Reconocer eso no te cuesta nada, sino que te libera de tener que hacer cualquier clase de pago.

Estamos tan identificados con nuestro sistema de pensamiento, el cual está basado en el miedo, que seríamos incapaces de reconocer un mundo donde no experimentásemos el dolor y el sufrimiento. La razón de que esto sea así es muy obvia. Tan obvia como que si sembramos patatas, no cosecharemos zanahorias. ¿Qué quiero decir con esto? Sencillamente, que si el miedo ha sustituido en nuestra mente al amor, todo cuanto sembremos en este mundo llevará su identidad y lo que cosechemos serán los frutos del miedo: dolor, sufrimiento, enfermedad, escasez, guerras, muertes, etc.

Imaginar un mundo donde los "hijos del miedo" no existiesen, es decir, vivir en paz, en unidad, sin dolor, sin sacrificios, sin escasez, sin enfermedades, sin luchas, sin violaciones, sin carencias de ningún tipo, vivir en amor, sería inimaginable. Para ello, tendríamos que haber cambiado nuestra manera de ver y percibir la vida. Y esta es la propuesta que nos hacen las enseñanzas de Un Curso de Milagros y nos toca a cada uno de nosotros hacerlo real.

5. Has pagado un precio exorbitante por tus ilusiones, y nada de eso por lo que tanto has pagado te ha brindado paz. 2¿No te alegra saber que el Cielo no puede ser sacrificado y que no se te puede pedir ningún sacrificio? 3No puedes interponer ningún obstáculo en nuestra unión, pues yo ya formo parte de tu relación santa. 4Juntos superaremos cualquier obstáculo, pues nos encontramos ya dentro del portal, no afuera. 5¡Cuán fácilmente se abren las puertas desde adentro, dando paso a la paz para que bendiga a un mundo agotado! 6¿Cómo iba a sernos difícil pasar de largo las barreras cuando te has unido a lo ilimitado? 7En tus manos está poner fin a la culpabilidad. 8¿Te detendrías ahora a buscar culpa­bilidad en tu hermano?

Aún creemos en el tiempo. Cada amanecer y cada anochecer, así nos lo recuerda. Pero he de reconocer que algo ha cambiado en mi interior que me lleva a ver ese transitar de otra manera. Antaño, cuando reflexionaba sobre el ir y venir de los días, no podía evitar sentir una profunda tristeza, pues mi aprendizaje, hasta ahora, me había enseñado a interpretar ese proceso del tiempo con cierto temor, pues significaba que me acercaba a lo que más miedo me daba, a la muerte, a dejar de existir y a admitir el sinsentido de la vida tal y como la estaba percibiendo.

Ahora, con cada amanecer y con cada anochecer, mi reflexión me lleva a realizar una retrospección sobre mis creencias, con el único propósito de detectar los momentos en los que he sido capaz de sustituir mis pensamientos de miedo por pensamientos de amor. Es un ejercicio que aporta mucha lucidez a mi mente y que me acerca cada vez más a la percepción del mundo desde una visión más cerca de la verdad.

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