lunes, 11 de noviembre de 2024

Capítulo 15. IX. El instante santo y la atracción de Dios (1ª parte).

 IX. El instante santo y la atracción de Dios (1ª parte).

1. Tal como el ego quiere que la percepción que tienes de tus her­manos se limite a sus cuerpos, de igual modo el Espíritu Santo quiere liberar tu visión para que puedas ver los Grandes Rayos que refulgen desde ellos, los cuales son tan ilimitados que llegan hasta Dios. 2Este cambio de la percepción a la visión es lo que se logra en el instante santo. 3Mas es necesario que aprendas exacta­mente lo que dicho cambio entraña, para que por fin llegues a estar dispuesto a hacer que sea permanente. 4Una vez que estés dispuesto, esta visión no te abandonará nunca, pues es perma­nente. 5Cuando la hayas aceptado como la única percepción que deseas, se convertirá en conocimiento debido al papel que Dios Mismo desempeña en la Expiación, pues es el único paso en ella que Él entiende. 6Esto, por lo tanto, no se hará de esperar una vez que estés listo para ello. 7Dios ya está listo, tú no.

La teoría, la lectura de textos espirituales, es una fase importante que nos conduce al cambio de la percepción, a ver las cosas de otra manera. Pero, es, igualmente importante, el conocer que no es única fase que debemos abordar para conseguir el objetivo final, que nuestra visión verdadera sustituya a la percepción.

Con tan solo la teoría, no lograremos transformar nuestra conciencia. Debemos elegir al Maestro, al Guía, que habla por Dios, a la Mente Recta, al Espíritu Santo, y entregarle nuestra voluntad y nuestro deseo de elevar nuestra oscuridad, hacia la luz que nos permitirá alcanzar la Visión Crística, la visión de la unidad.

En el instante santo, nuestros ojos de abren a la verdad que envuelve a todo lo creado y, en esa nueva visión, percibiremos correctamente la luz, los Grandes Rayos, que nos une a la Fuente de la que hemos sido emanados.

Si al mirar a nuestros hermanos, lo hacemos identificados con el sistema de pensamiento del ego, tan solo visualizaremos su ropaje temporal e ilusorio, su cuerpo material.

2. Nuestra tarea consiste en continuar, lo más rápidamente posi­ble, el ineludible proceso de hacer frente a cualquier interferencia y de verlas a todas exactamente como lo que son. 2Pues es imposi­ble que reconozcas que lo que crees que quieres no te ofrece absolutamente ninguna gratificación. 3El cuerpo es el símbolo del ego, tal como el ego es el símbolo de la separación. 4Y ambos no son más que intentos de entorpecer la comunicación y, por lo tanto, de imposibilitarla. 5Pues la comunicación tiene que ser ilimitada para que tenga significado, ya que si no tuviese significado te dejaría insatisfecho. 6La comunicación sigue siendo, sin embargo, el único medio por el que puedes entablar auténticas relaciones, que al haber sido establecidas por Dios, son ilimitadas.

A través de la comunicación, expresamos, compartimos el contenido que alberga nuestra mente. Si al relacionarnos con nuestros hermanos, lo hacemos desde la creencia en la separación, la comunicación compartirá nuestros miedos y lo hará, atacando y dando muestras de ira. Lo que realmente se está consiguiendo con esta falsa y vacía comunicación es ampliar la distancia que nos separa de los demás.

En cambio, cuando utilizamos la comunicación para compartir nuestra visión en la unidad, estaremos expandiendo la esencia del amor y estaremos propiciando, creando, un mundo donde reinará la paz y la felicidad. Estaremos recreando el "nuevo paraíso".

3. En el instante santo, en el que los Grandes Rayos reemplazan al cuerpo en tu conciencia, se te concede poder reconocer lo que son las relaciones ilimitadas. 2Mas para ver esto, es necesario renunciar a todos los usos que el ego hace del cuerpo y aceptar el hecho de que el ego no tiene ningún propósito que tú quieras compartir con él. 3Pues el ego quiere reducir a todo el mundo a un cuerpo para sus propios fines, y mientras tú creas que el ego tiene algún fin, elegirás utilizar los medios por los que él trata de que su fin se haga realidad. 4Mas esto nunca tendrá lugar. 5Sin embargo, debes haberte dado cuenta de que el ego, cuyos objeti­vos son absolutamente inalcanzables, luchará por conseguirlos con todas sus fuerzas, y lo hará con la fortaleza que tú le has prestado.

Así, el poder que alimenta al ego, a su sistema de pensamiento, no procede de él, sino de nuestra mente, la cual ha elegido creer en la separación, en el pecado, en la culpa, en el cuerpo, en el miedo.

No debemos subestimar el poder que alimenta al ego, pues, ese poder procede de nosotros. Si ponemos nuestra voluntad al servicio del deseo de ser especial y diferente a los demás, estamos reconociendo la existencia del ego y lo estamos fortaleciendo. El ego, es fuerte, si le prestamos nuestra creencia, si creemos en su existencia y si adoptamos sus sistema de pensamiento como verdadero.

No se trata de atacar a todos sus símbolos, entre ellos, al cuerpo. Se trata de no fortalecerlo creyendo que es nuestra verdadera identidad. Podemos utilizar el cuerpo para percibir correctamente y para potenciar la comunicación basada en el amor unificador.

domingo, 10 de noviembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 315

LECCIÓN 315

Todos los regalos que mis hermanos hacen me pertenecen.


1. En cada momento de cada día se me conceden miles de teso­ros. 2Soy bendecido durante todo el día con regalos cuyo valor excede con mucho el de cualquier cosa que yo pudiera concebir. 3Un hermano le sonríe a otro, y mi corazón se regocija. 4Alguien expresa su gratitud o su compasión, y mi mente recibe ese regalo y lo acepta como propio. 5Y todo el que encuentra el camino a Dios se convierte en mi salvador, me señala el camino y me ase­gura que lo que él ha aprendido sin duda me pertenece a mí también.

2. Gracias, Padre, por los muchos regalos que me llegan hoy y todos los días, procedentes de cada Hijo de Dios. 2Los regalos que mis hermanos me pueden hacer son ilimitados. 3Ahora les mostraré mi agradecimiento, de manera que mi gratitud hacia ellos pueda conducirme a mi Creador y a Su recuerdo.


¿Qué me enseña esta lección? 

Vemos lo que queremos ver. Es nuestra elección, siempre, ver con los ojos del cuerpo, o con los ojos del Espíritu.

Si vemos el pecado en nuestro hermano, estaremos condenándonos junto a él. Si vemos la culpa, el castigo, el dolor, el sufrimiento, la enfermedad, el sacrificio, la muerte, estaremos viendo el error y recibiendo los regalos que estamos dando.

Si vemos la inocencia en nuestro hermano, estaremos salvándonos junto a él. Si vemos la Gracia, el Perdón, la Alegría, la Paz, la Compasión, la Bondad, la Vida, estaremos viendo la verdad y recibiendo los regados que estamos dando.

La visión de la Inocencia es la visión de la Unidad y del Amor. Lo que damos, lo compartimos con todo el mundo y, en esa misma medida, recibimos de los demás.

Hoy estoy dispuesto a recibir, con gratitud, los regalos que la vida me dispense a través de mis hermanos. 

Hoy estoy dispuesto a compartir, con gratitud, los regalos con los que mi Padre me ha bendecido.

Ejemplo-Guía: "El mejor regalo que podemos dar a los demás, es el que nos damos a nosotros mismos"

Y si os dijera, que no todo el mundo está abierto a recibir. Conozco a personas que tienen dificultad para recibir lo que los demás le ofrecen, de manera natural y sincera. Me he preguntado, en muchas ocasiones, ¿cuál puede ser el miedo que nos lleva a ese bloqueo, a ese conflicto?

Si, como bien nos enseña el Curso, dar es recibir, los problemas que se expresen con la dinámica de recibir tienen mucho que ver con la dinámica de dar. Pongamos un ejemplo.

"F", es una persona entregada y muy generosa a la hora de compartir desinteresadamente sus excedentes con los demás. Sin embargo, cuando es él, el que tiene que aceptar lo que los demás le ofrecen, suele responder, de forma inconsciente, con un rechazo de lo que le ofrecen.

Parece una contradicción el hecho de que se esté dispuesto a dar y no, en cambio, a recibir en ese mismo escenario de generosidad. Pero conociendo que el sistema de pensamiento del ego se fundamenta en la creencia de que el pasado es la causa de nuestro presente, lo que significa, que si hemos sido pecadores en el pasado, ahora es la hora de pagar nuestras culpas, podemos decir, que podemos estar en un caso en el que esa persona tenga el recuerdo inconsciente de haber sido muy tacaña en un pasado y se esté castigando con la creencia de que podrá pulgar su culpa no aceptando los regalos de los demás.

Por otro lado, sabemos que no podemos dar lo que no tenemos. Así pues, si damos nuestros excedentes, es señal de que lo tenemos y si lo tenemos, la dinámica natural es que lo recibamos, pues, como ya hemos dicho, dar y recibir son causa y efecto, es decir, son lo mismo.

Cada vez que nos regocijamos con los gestos amorosos que nos ofrecen los demás, lo que estamos haciendo es reconocer esa misma vibración en nuestro interior, es decir, estamos recordando el verdadero lazo de unidad que nos confiere la condición de ser parte de la Filiación Divina.

Reflexión: Gratitud.

sábado, 9 de noviembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 314

LECCIÓN 314

Busco un futuro diferente del pasado.


1. De una nueva percepción del mundo nace un futuro muy dife­rente del pasado. 2El futuro se ve ahora simplemente como una extensión del presente. 3Los errores del pasado no pueden ensombrecerlo, de tal modo que el miedo ha perdido sus ídolos e imágenes, y, al no tener forma, deja de tener efectos. 4La muerte no podrá reclamar ahora el futuro, pues ahora la vida se ha con­vertido en su objetivo, y se proveen gustosamente todos los medios necesarios para su logro. 5¿Quién podría lamentarse o sufrir cuando el presente ha sido liberado, y su seguridad y paz se extienden hasta un futuro tranquilo y lleno de júbilo?

2. Padre, cometimos errores en el pasado, pero ahora elegimos valernos del presente para ser libres. 2Ponemos el futuro en Tus Manos, y deja­mos atrás nuestros errores pasados, seguros de que Tú cumplirás las promesas que nos haces en el presente, y de que bajo su santa luz dirigi­rás el futuro.


¿Qué me enseña esta lección?

Si vivimos nuestro presente como el efecto de nuestro pasado, estamos atribuyendo a ese estado temporal la causa que da origen a nuestro estado actual. Si creemos que en nuestro pasado fuimos actores que propiciaron el pecado, estaremos justificando que el sufrimiento tenga lugar en nuestro presente.

Sin embargo, ese argumento no es real, ya que el pasado no es real, pues lo que pasó ya no existe. Si el pasado no es real, ¿cómo podemos vincular la causa de lo que nos ocurre en el presente con un tiempo que no es real?

Cualquier asociación del presente con nuestro pasado nos hará sufrir, nos limitará.

El presente es ilimitado. En el presente, tenemos libertad para elegir el modo de ver las cosas. Los efectos siguen a su fuente, es decir, a la causa. Pero la causa, al dejar de pertenecer al pasado y al ubicarla en el presente, siempre nos ofrece la oportunidad de visionarla bajo la mirada del perdón, lo cual nos libera de la necesidad del sufrimiento y del dolor.

Lo que llamamos futuro es una visión anticipada de un nuevo presente. En verdad, tan sólo podemos hacer consciente el instante presente, y este acto significa "hacer un futuro diferente del pasado". Si permitimos que el pasado ocupe nuestro presente, estaremos dando continuidad al pasado en el futuro, es decir, estamos permitiendo que el error que cometimos en un anterior presente se perpetúe eternamente. 

Esa es la razón por la que es tan importante tomar consciencia de que el presente es una oportunidad para llevar a cabo el milagro, es decir, de des-hacer el error.

Ejemplo-Guía: "El futuro es imposible sin un presente"

¿Acaso podrás cosechar tus frutos en un futuro próximo, si no has sembrado sus semillas en el presente?

En esta cuestión existen dos aspectos sobre los que conviene reflexionar detenidamente.

Si has sembrado en alguna ocasión alguna semilla, te será mucho más fácil entender lo que vamos a desarrollar. 

Cuando sembramos una semilla, lo hacemos con la intención de que esa semilla se transforme, con su crecimiento, en una hermosa planta que nos ofrezca sus regalos, bien en forma de bellas flores o de frondosos frutos. Si aprovechamos esa dinámica y la aplicamos a nuestras vidas, diremos que cada vez que sembramos un pensamiento, lo hacemos motivados por un deseo, por una voluntad de alcanzar un logro. Ese logro podemos verlo como el efecto natural que surge del hecho de sembrar, es decir, podemos decir, que la siembra es la causa que, inevitablemente, está estrechamente unida al efecto.

De igual manera, cada pensamiento es la causa que origina un efecto al que llamamos experiencia.

Pero la relación causa-efecto, a pesar de que nuestra mente la concibe en la línea del tiempo como presente-futuro, en verdad, esa percepción es ilusoria, pues desde el primer acto de sembrar, hasta que se alcanza la fase de madurez de la semilla, siempre podremos encontrar un solo estado temporal, el presente.

El agricultor sabe perfectamente que con el hecho de sembrar la semilla no termina el ciclo del proceso de crecimiento de la planta. Es preciso prestarle un mantenimiento diario, es decir, es preciso el estado presente, y cuando hayamos alcanzado la fase final, tendremos la impresión de que todo el proceso se ha realizado en el estado presente.

Si nos limitamos a sembrar la semilla, o lo que es lo mismo, a tener un pensamiento, y no lo cuidamos, no lo regamos, no eliminamos las posibles plagas que atacan a la planta, no le quitamos las ramas secas, es decir, si a nuestros pensamientos no lo regamos con nuestros mejores sentimientos y no somos capaces de orientarlo adecuadamente, entonces, los resultados serán frustrantes. 

La importancia de vivir el presente como el único estado temporal real nos garantizará ser co-creadores conscientes de nuestra vida.

La mayoría de nosotros vamos por la vida con un total olvido de las acciones que sembramos y lo hacemos permanentemente. Cuando llega el día en el que toca cosechar nuestras siembras, nos sorprendemos por la calidad del producto cosechado y nos decimos, que mala suerte tenemos, la vida nos trata mal.

Reflexión: ¿Estamos viviendo el pasado en nuestro presente?

viernes, 8 de noviembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 313

LECCIÓN 313

Que venga a mí ahora una nueva percepción.

1. Padre, hay una visión que ve todas las cosas sin mancha alguna de pecado, lo cual indica que el miedo ha desaparecido, y que en su lugar se ha invitado al amor. 2y éste vendrá dondequiera que se le invite. 3Esta visión es Tu regalo. 4Los ojos de Cristo contemplan un mundo perdonado. 5Ante Su vista todos los pecados del mundo quedan perdonados, pues Él no ve pecado alguno en nada de lo que contempla. 6Permite que Su verdadera percepción venga a mí ahora, para poder despertarme del sueño de pecado y ver mi impecabilidad en mi interior, la cual Tú has conservado completamente inmaculada en el altar a Tu santo Hijo, el Ser con Quien quiero identificarme.

2. Contemplémonos hoy los unos a los otros con los ojos de Cristo. 2¡Qué bellos somos! 3¡Cuán santos y amorosos! 4Hermano, ven y únete a mí hoy. 5Salvamos al mundo cuando nos unimos. 6Pues en nuestra visión el mundo se vuelve tan santo como la luz que mora en nosotros.


¿Qué me enseña esta lección? 

Padre, desde que elegí proyectarme desde mi mente, este acto volitivo propició la fabricación de un mundo cuyo efecto me hizo consciente de la percepción.  

Esta es la causa que originó la visión de la separación y la identificación con el cuerpo físico. Confundí mi verdadera realidad con la falsa realidad que me ofrece el mundo material. Elegí la ilusión a la verdad y sustituí el Amor por el miedo; la Paz por la culpa; la Gracia por el castigo; la Alegría por la tristeza; la Plenitud por la necesidad; la Abundancia por la escasez; la Dicha por el sufrimiento; la Vida por la muerte… 

Hoy abandono la visión del cuerpo y elijo ver con los ojos del alma. En ese altar, Padre, se encuentra la verdadera visión, la visión de la unidad. Elijo ver la realidad; elijo ver a mi hermano libre de pecado, inocente y pleno. Ya no nos une la creencia en el miedo y en la culpa. El perdón ha allanado el camino que nos conduce a compartir el amor en nuestro verdadero Hogar. 

Nuestros cuerpos cumplen con su función, la de servir de vehículo de comunicación de los atributos con los que nos ha creado nuestro Padre.


Ejemplo-Guía: "¡Qué bellos somos!"

¿No os resuena esta hermosa plegaria? 

"Contemplémonos hoy los unos a los otros con los ojos de Cristo. ¡Qué bellos somos! ¡Cuán santos y amorosos! Hermano, ven y únete a mí hoy. Salvamos al mundo cuando nos unimos. Pues en nuestra visión el mundo se vuelve tan santo como la luz que mora en nosotros".

Cada vez que la emito, siento que la densidad de mi cuerpo pierde su poder de gravedad y me envuelve la sensación de elevarme por encima de este mundo. Me siento liberado e ilimitado. No sabría interpretarlo, pero es
algo parecido a un renacer. El mundo que antes percibía, lo veo ahora más liviano. No me siento atrapado por sus ilusiones, por sus fantasías. Las miro. Las veo, pero ya no encuentro significado en ellas. 

Esa mirada limpia me lleva a percibir la pureza, la inocencia, la invulnerabilidad, la impecabilidad, en cada ser, en cada hermano. 

¡Cuánta paz emana esa nueva visión! El perdón es la llave que nos abre las puertas de la salvación. Esa llave nadie externo a nosotros nos la puede ofrecer. Podemos proyectar fuera de nosotros al mensajero que nos enseña dónde se encuentra la puerta, pero la llave se encuentra en nuestro corazón, en nuestra capacidad de compartir la esencia con la que hemos sido creados, el amor. 

Ya no hay débito. Ya no hay culpa. Ya no hay necesidad de castigo. Tan sólo hay la verdadera Visión de Cristo, la que nos recuerda que somos el Hijo de Dios. 

Veo tu belleza, hermano, tu santidad y tu amor. Unámonos y salvaremos al mundo.

Reflexión: ¿Cómo te ves, reflejado en los demás?

Capítulo 15. VIII. La única relación real (2ª parte).

 VIII. La única relación real (2ª parte).

4. Piensa en esto por un instante: Dios te dio la Filiación para asegurar tu perfecta creación. 2Ése fue Su regalo, pues tal como Él no se negó a darse a Sí Mismo a ti, tampoco se negó darte Su creación. 3Todo lo que jamás fue creado es tuyo. 4Tu única rela­ción es la relación que tienes con todo el universo. 5Y ese universo, al ser de Dios, está mucho más allá de la mísera suma de todos los cuerpos separados que percibes. 6Pues todas las partes del universo están unidas en Dios a través de Cristo, donde se vuelven semejantes a su Padre. 7Cristo sabe que Él no está sepa­rado de Su Padre, Quien constituye Su única relación, en la que Él da tal como Su Padre le da a Él.

Magnífica reflexión la que nos brinda este punto. Tenemos que pensar, que nuestros hermanos, al igual que nosotros, son Hijos de Dios. Esta simplicidad, la hemos olvidado por completo, pues, cuando nos miramos, nos vemos y creemos especiales, separados del resto de la Filiación. ¡Cuánta arrogancia hay en esa creencia! De todos los humanos, precisamente, nosotros, nos creemos el hijo preferido, el hijo especial. Por otro lado, al ser parte de la Creación de Dios, ¿cómo podemos pensar que podemos privar a los demás de su libertad, ofreciéndoles como intercambio nuestro amor condicionado?

5. El Espíritu Santo es el intento de Dios de liberarte de lo que Él no entiende. 2Y por razón del Origen del intento, éste no puede fracasar. 3El Espíritu Santo te pide que respondas tal como Dios lo hace, pues quiere enseñarte lo que tú no entiendes. 4Dios respon­derá a toda necesidad, sea cual fuere la forma en que ésta se manifieste. 5El Espíritu Santo, por consiguiente, mantiene este canal abierto para recibir la comunicación de Dios a ti y la tuya a Él. 6Dios no entiende tu problema de comunicación, pues Él no lo comparte contigo. 7Tú eres el único que cree que es comprensible. 9EI Espíritu Santo sabe que no lo es, y, sin embargo, lo entiende porque tú lo inventaste.

El papel de mediador del Espíritu Santo es esencial en el Plan de Salvación que Dios ha dispuesto para Su Hijo. La venda que nos impide ver la verdad, nos produce tal ceguera, que nos hemos habituado a vivir en la oscuridad, donde las sombras se confunden con la realidad, cuando en verdad son imágenes e ilusiones.

La Metafísica, nos afirma, que El Espíritu Santo forma parte del Aspecto Trino de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Su papel en el Proceso Creativo, le ha llevado a adoptar un guión de intermediario, entre el Padre y El Hijo. Dicho papel, en la dimensión terrenal, le convierte en el Maestro que, aun sabiendo que las sombras, sombras son, esto es,  imágenes ilusorias, las utiliza para inspirar, en el estado de sueño en el que se encuentra la conciencia del Hijo de Dios, reflejos y señales que le hagan recordar su verdadera realidad.

Desde el plano perceptivo, el Espíritu Santo, utilizará sus vibraciones para llevar al Hijo de Dios a tener sueños que le revelen su origen y condición. Estos sueños, son llamados sueños felices, y, su final, no será otro que el instante santo del despertar

6.  La conciencia de lo que Dios no puede saber y de lo que tú no entiendes reside únicamente en el Espíritu Santo. 2Su santa fun­ción consiste en aceptar ambas cosas y, al eliminar de ellas todo elemento de desacuerdo, unirlas en una sola. 3Él hará eso porque ésa es Su función. 4Deja, por lo tanto, lo que a ti te parece imposi­ble en manos de Aquel que sabe que sí es posible, toda vez que esa es la Voluntad de Dios. 5Y permite que Aquel cuyas enseñan­zas son sólo en favor de Dios te enseñe el único significado de las relaciones. 6Pues Dios creó la única relación que tiene significado, y esa relación es la relación que Él tiene contigo.

El Espíritu Santo, no cree en el tiempo, pero al formar parte de la creencia del Hijo, lo utilizará para llevar a cabo su función más elevada, la de ofrecer el tiempo necesario para que se aprenda, que el tiempo es una ilusión y que forma parte del sistema de pensamiento del ego, el cual, debemos desaprender y sustituirlo por la única enseñanza verdadera, la que nos revela que somos Hijos de Dios, Hijos del Amor y que formamos parte de Creación de Dios: La Filiación.

jueves, 7 de noviembre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 312

LECCIÓN 312

Veo todas las cosas como quiero que sean.


1. La percepción se deriva de los juicios. 2Habiendo juzgado, vemos, por lo tanto, lo que queremos contemplar. 3Pues el único propósito de la vista es ofrecernos lo que queremos ver. 4Es imposible pasar por alto lo que queremos ver o no ver lo que hemos decidido contemplar. 5¡Cuán inevitablemente, pues, se alza el mundo real ante la santa visión de aquel que acepta el propósito del Espíritu Santo como aquello que desea ver! 6No puede dejar de contemplar lo que Cristo quiere que vea, ni de amar con el Amor de Cristo lo que contempla.

2. Mi único propósito hoy es contemplar un mundo liberado, libre de todos los juicios que he emitido. 2Padre, esto es lo que Tu Voluntad dispone para mí hoy, por lo tanto, no puede sino ser mi objetivo también.

¿Qué me enseña esta lección? 

Cuidado con el uso que damos al juicio. Lo que juzgamos es lo que vemos y lo que vemos es lo que queremos ver, pues esa imagen forma parte de nosotros.

No hay juicio más dañino que aquel en el que condenamos a nuestros hermanos, pues en verdad, lo que estamos haciendo es condenándonos a nosotros mismos.

Todo juicio procede de la creencia de que estamos separados. Encuentra su origen en el miedo, pues si hubiese una sola pizca de amor en nuestros juicios estos no tendrían razón de ser; no haríamos uso de él de manera condenatoria.

Cuando nos amamos, estamos preparados para amar a los demás. Por lo tanto, cuando emitimos un juicio condenatorio hacia los demás o hacia nosotros mismos, de una manera consciente, lo que realmente estamos manifestando es nuestra ausencia de amor.

Es frecuente en el aspirante espiritual el caer en manos de la culpabilidad, como reacción natural a un acto que hemos juzgado pecaminoso y que nos quema en nuestra consciencia, exigiendo castigo y rectificación. El juicio riguroso y falto de amor y de perdón nos hará mucho daño y nos mantendrá identificados con la creencia del miedo, del dolor, de la tristeza y del sufrimiento.

Lo que pasó, ya pasó. Haz consciente el nuevo instante. Es la única realidad. No hay otra. Decide qué hacer. Es tu eternidad presente. Ama, y el amor te liberará.

Ejemplo-Guía: "¿Crees no poder cambiar lo que ves...?"

Nos resulta difícil creer que tenemos la potestad de poder cambiar aquello que percibimos, aquello que vemos, pero si le dedicamos el tiempo necesario a reflexionar sobre ello, tal vez nos planteemos que es posible cambiar esa apreciación. 

Si nos remontamos a los primeros días desde el nacimiento de una criatura, contemplaremos a un ser que expresa inocencia, pureza, sencillez y una falta total de juicio, en el sentido de que su mente, en esa edad temprana, no está influenciada por pensamientos que determinen cómo deben interpretarse las cosas. Sus respuestas son instintivas, y la manifestación sensorial que manifiesta de manera inconsciente a través del llanto cuando recibe estímulos externos son respuestas propias del medio hostil en el que acaba de nacer, el mundo de las formas, donde la necesidad y la escasez se dan la mano para informarnos de que este nivel es el resultado del miedo, el resultado de haber elegido un nivel de conciencia separado de nuestro Creador. 

Esa misma criatura, mientras ha permanecido en el vientre de su madre, no ha sentido esa necesidad, pues ha estado alimentada por vía directa y no ha necesitado ser arropada, pues el cuerpo de su creador lo ha protegido de inclemencias externas. 

El contacto con el exterior, lo que supone la "separación" de su madre, lo ha situado en un escenario distinto donde comenzará a adquirir información que le condicionará a la hora de adaptarse al medio. Las normas, la cultura, las creencias del mundo cercano a esa criatura se convertirán en su aleccionador y, en este sentido, ese personaje, que llegó puro e inocente, se irá convirtiendo, en poco tiempo, en un ser con capacidad de juzgar y de elevar esa capacidad al nivel de la condena, lo que significa que su relación con el medio se establecerá en función a las proyecciones que haga de sí mismo sobre los demás. 

Aquello que no forma parte de nuestras creencias, no lo veremos. Si el Hijo de Dios no hubiese deseado ver un mundo separado de su Creador, nunca hubiese visto el mundo que hemos hecho real. La creencia en que podemos ser nuestros propios "hacedores", nos ha llevado a juzgar que es posible, y dicho juicio, de manera inevitable, nos ha llevado a percibir otro escenario distinto. 

Si aplicamos esa capacidad, que emana de nuestra condición divina, pues todos poseemos el principio activo de la voluntad, heredado de nuestro Padre, a nuestras vidas, debemos ser conscientes de que somos el resultado de un conjunto de creencias que hemos ido adquiriendo en nuestro crecimiento y esas creencias son las que nos llevan a responder de una manera condicionada ante experiencias que hacemos comunes. Por ejemplo, vemos la enfermedad como un hecho negativo en nuestras vidas. Sin embargo, ya se oyen voces en otro sentido, es decir, hay quien defiende todo lo contrario, viendo la enfermedad como un "camino" que nos conduce al autoconocimiento. Por no hablar de la visión que nos aporta Un Curso de Milagros, que nos enseña que la enfermedad no es real.  

Nos han enseñado, y nuestra cultura lo hace, a llorar ante la pérdida de un ser querido. Pero podemos encontrar algunas culturas donde la muerte adquiere otro significado. Todo ello debe hacernos reflexionar sobre el sentido de las cosas, sobre el valor de las cosas, sobre el significado de las cosas, en definitiva, sobre el juicio y percepción de las cosas. 

La invitación que nos hace esta lección es: ¿podemos ver las cosas de otra manera? 

Como siempre, es nuestra elección.


Reflexión: "El único propósito de la vista es ofrecernos lo que queremos ver"

Capítulo 15. VIII. La única relación real (1ª parte).

VIII. La única relación real (1ª parte).

1. El instante santo no es un sustitutivo de tu necesidad de aprender, pues el Espíritu Santo no puede dejar de ser tu Maestro hasta que el instante santo se haya extendido mucho más allá del tiempo. 2fin de llevar a cabo Su tarea docente, el Espíritu Santo tiene que valerse de todo lo que hay en este mundo para tu libera­ción. 3Tiene que aprovechar cualquier señal o indicación de que estás dispuesto a aprender de Él lo que es la verdad. 4No se demora en utilizar cualquier cosa que le ofrezcas en favor de eso. 5Su interés por ti y el cuidado que te profesa son ilimitados. 6En vista del miedo que tienes del perdón, que Él percibe con la misma claridad con la que sabe que el perdón libera, Él te ense­ñará a recordar que el perdón no conlleva ninguna clase de pér­dida, sino que, por el contrario, es tu salvación. 7Y te enseñará asimismo que perdonando completamente, es decir, reconociendo que no hay nada que necesite ser perdonado, quedas completa­mente absuelto.

Desde el sistema de pensamiento del ego, practicar el perdón supone una pérdida para el que lo aplica, pues, el ego piensa que el perdón nos hace débiles ante los demás.

No es difícil de entender el pensamiento del ego, cuando su lema es "ataca para no ser atacado". El orgullo, la vanidad, el egoísmo, son su carta de presentación a la hora de afrontar una relación. El miedo lo oculta con gestos de amor, pero dichos gestos están condicionados, es decir, adquiere el siguiente significado: "te amor siempre que hagas lo que yo te diga". La privación de libertad, queda al descubierto, cuando decide amar de manera especial, imponiendo sus condiciones, las cuales va utilizando poco a poco.

Sí, el ego tiene miedo al amor y tiene miedo al perdón, por lo que, debemos elegir entre el modo de amar condicionado, o, amar incondicional que nos enseña el Espíritu Santo. Si elegimos el amor incondicional, aprenderemos, igualmente, a perdonar completamente, lo que nos lleva al reconocimiento de que en verdad no hay nada que deba ser perdonado.

2. Escúchale gustosamente, y aprende de Él que no tienes necesi­dad de relaciones especiales en absoluto. 2Lo único que buscas en ellas es aquello que desechaste. 3Y a través de ellas nunca podrás aprender el valor de lo que descartaste, lo cual, sin embargo, sigues anhelando con todo tu corazón: 4Unámonos para hacer que el instante santo sea lo único que hay, al desear que sea lo único que hay. 5El Hijo de Dios tiene tanta necesidad de que estés dispuesto a tratar de lograr esto, que es imposible concebir una necesidad mayor. 6Contempla la única necesidad que Dios y Su Hijo comparten, y que quieren satisfacer juntos. 7No estás solo en esto. 8La voluntad de tus creaciones te llama para que compartas tu voluntad con ellas. 9Por lo tanto, dale la espalda a la culpabilidad en paz y dirígete hacia Dios y hacia tus creaciones.

El Curso nos enseña, que las relaciones especiales están inspiradas en la creencia en la culpa. Como bien recoge este punto, lo única que buscamos en dichas relaciones es aquello que desechamos, y lo hicimos, por miedo al amor. A través de la relación especial nos sentimos atraídos a compensar lo que no hemos sido capaz de completar, de elevar a la condición de unidad y de paz.

El instante santo, una vez Expiado nuestros errores mentales, nos permite visionar lo que realmente somos y esta visión nos lleva a reconocer en el otro al hermano con el formamos parte de la Filiación. Esa visión no será condicionada, no será particular y personal, será universal, lo que significa que amaremos a todos y cada uno de los Hijos de Dios, por igual.

El Espíritu Santo y el instante santo, nos enseñan que no tenemos necesidad de relaciones especiales, pues, este tipo de relación pertenece al sistema de pensamiento del ego.

3. Relaciónate únicamente con lo que nunca te abandonará y con lo que nunca podrías abandonar. 2La soledad del Hijo de Dios es la soledad de su Padre. 3No rechaces la conciencia de tu comple­ción, ni procures restituírtela tú mismo. 4No tengas miedo de poner la redención en manos del Amor de tu Redentor. 5Él no te fallará, pues viene de parte de Uno que no puede fallar. 6Acepta tu sensación de fracaso como una simple equivocación con res­pecto a quién eres. 7Pues el santo anfitrión de Dios se encuentra más allá de todo fracaso, y nada que su voluntad disponga puede ser negado. 8Estás eternamente en una relación tan santa, que invoca a todo el mundo a escaparse de la soledad y a unirse a ti en tu amor. 9Y todo el mundo tiene que buscar el lugar donde estás y encontrarte allí.

El miedo al abandono, persigue al ego en su experiencia de relación especial, lo que lo lleva a defender celosamente aquello que considera es suyo. La persona con la que se relaciona pasa a formar parte de su "tesoro" particular, de sus posesiones y conquistas, y, el simple hecho de pensar que puede perderlo, le lleva "armarse hasta los dientes", para defender lo que cree pertenecerle. El miedo, se expresa como un exceso de amor que quema al otro.

Pongamos nuestras relaciones en manos del Amor de nuestro Redentor. El nos enseñará a Amar de manera incondicional y a compartir nuestro amor con el resto de la humanidad en escala de igualdad.