jueves, 31 de octubre de 2024

Capítulo 15. VI. El instante santo y las leyes de Dios (3ª parte).

 VI. El instante santo y las leyes de Dios (3ª parte).

6. En el instante santo no ocurre nada que no haya estado ahí siempre. 2Lo único que sucede es que se descorre el velo que cubría la realidad. 3Nada ha cambiado. 4Sin embargo, cuando se descorre el velo del tiempo, la conciencia de inmutabilidad aflora de inmediato. 5Nadie que aún no haya experimentado el descorri­miento del velo y se haya sentido irresistiblemente atraído hacia la luz que se encuentra tras él, puede tener fe en el amor sin expe­rimentar miedo alguno. 6Mas el Espíritu Santo te da esa fe porque me la ofreció a mí y yo la acepté. 7No tengas miedo de que se te vaya a negar el instante santo, pues yo no lo negué. 8Y a través de mí, el Espíritu Santo te lo dará a ti, del mismo modo en que tú a tu vez habrás de darlo. 9No permitas que ninguna necesidad que percibas nuble la necesidad que tienes del instante santo. 10Pues en él reconocerás la única necesidad que los Hijos de Dios com­parten por igual, y por medio de este reconocimiento te unirás a mí para ofrecer lo único que es necesario.

Bonita manera de explicar lo que experimentaremos cuando decidamos vivir el instante santo. Se descubre el velo que cubría la realidad. 

Esa realidad, no es la realidad con la que se identifica el ego. Esa realidad no significa que debamos morir en el cuerpo para acceder a su visión. Esa realidad, siempre ha estado ahí, pues representa nuestro verdadero ser. Esa realidad, lo que somos, significa un cambio de percepción del mundo que nos rodea, donde decidimos ver las cosas de otra manera, tal y como son. Sí, percibiremos el cuerpo, pero no lo reconoceremos como nuestra verdadera identidad.

Veremos y experimentaremos nuestras relaciones con los demás, pero lo haremos desde la visión de lo real, esto es, reconociendo en el otro a nuestro hermano en la Filiación, lo que nos llevará, de forma conjunta, a andar el camino que ha de conducirnos a la salvación, juntos.

7. La paz llegará a través de nosotros. 2Únete a mí en la idea de la paz, pues las mentes se comunican por medio de ideas. 3Si te entregases tal como tu Padre entrega Su Ser, entenderías lo que es la Conciencia de Ser. 4con ello entenderías el significado del amor. 5Pero recuerda que el entendimiento es algo propio de la mente, y sólo de la mente. 6El conocimiento, por lo tanto, es algo propio de la mente y sus condiciones se encuentran en ésta junto con él. 7Si no fueses una idea, y nada más que una idea, no podrías estar en plena comunicación con todo lo que jamás ha existido. 8Sin embargo, mientras prefieras ser otra cosa, o intentes no ser nada más y al mismo tiempo ser otra cosa, no podrás recordar el lenguaje de la comunicación, si bien lo conoces per­fectamente.

El principal error que acompaña el sistema de pensamiento del ego, es pensar, creer, que el cuerpo tiene más valor y poder que las ideas. La razón de que esto sea así, responde a que se ha identificado con aquello que percibe, y los órganos de percepción, han ocupado toda la fuerza de su mente, llevándole a pensar que es un cuerpo. La paz está negada para una mente que no cree en su fuente, en el amor, en la unidad, en el ser espiritual.

8. En el instante santo se recuerda Dios, y con Él se recuerda el lenguaje con el que te comunicas con todos tus hermanos. 2Pues la comunicación se recuerda en unión con otro, al igual que la verdad. 3No hay exclusión en el instante santo porque el pasado desaparece, y con él desaparece también la base de la exclusión. 4Sin su fuente, la exclusión se desvanece. 5Y esto permite que la Fuente que tú y tus hermanos compartís la reemplace en tu con­ciencia. 6Dios y Su poder ocuparán el lugar que les corresponde ocupar en ti, y tú experimentarás la plena comunicación de ideas  con ideas. 7Mediante tu capacidad para hacer esto te darás cuenta de lo que eres, pues empezarás a entender lo que es tu Creador, y lo que es Su creación junto con Él.

Ya lo hemos manifestado en el análisis de este apartado. Somos Mentes y creadores o fabricadores de ideas. El ego, al no compartir esta verdad, utiliza la fe que tiene depositada en su falsa realidad, en el cuerpo, para poner obstáculos a la comunicación. Utiliza el cuerpo, como vehículo para expresar palabras que dan testimonio de lo que piensa, de sus ideas, pero en verdad, es una manera de ocultar su negación a reconocer que la fuente verdadera del ser se encuentra en la Mente y no el cuerpo.

Las ideas que el ego expresa dividen, pues son frutos de un minucioso trabajo de investigación, donde la unidad de la verdad se ha fragmentado en pedazos, convirtiendo la verdad en piezas de un puzle. Ocupamos nuestro tiempo es escudriñar los misterios de la naturaleza, pero en esa búsqueda, cada vez estamos más lejos de la verdad, al no reconocer, que la Fuente de la Creación se encuentra en compartir la Mente de Dios, del Amor.

Por último, os comparto una curiosidad que procede del estudio del comportamiento del ego. El ego no tiene fe en las ideas, las considera teorías que, para ser aceptadas por su sistema de pensamiento, deben pasar la prueba del "algodón" es decir, deben llevarse a la práctica para dar testimonio de su "verdad". ¿De dónde procede esta inseguridad? Precisamente de la falsedad propia de las creencias de ego, esto es, de creer en el miedo, en la culpa, en la separación, en la ilusión y en la percepción falsa. El ego da lo que tiene y si lo que tiene, son esas creencias, es lógico que cuando recibimos una propuesta en forma de ideas, no creamos en ella, y exijamos que se muestre en el terreno de lo tangible. Tan sólo así creerá en dicha idea. ¿Os resuena este comportamiento? El mismo Tomás,  aun siendo apóstol de Jesús, aun habiendo sido testigo de sus enseñanzas y milagros, decidió no creer en su resurrección, sin antes introducir sus dedos en las heridas del Maestro.

Por lo tanto, debemos elegir, entre creer la verdad de lo que somos, Hijos del Amor, o negar tal existencia y seguir rindiendo culto a nuestra falsa identidad.

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