LECCIÓN 339
Se me concederá todo lo que pida.
1. Nadie desea el dolor. 2Pero puede creer que el dolor es placer. 3Nadie quiere eludir su felicidad, 4mas puede creer que la dicha es algo doloroso, amenazante y peligroso. 5No hay nadie que no haya de recibir lo que pida. 6Pero puede estar ciertamente confundido con respecto a lo que quiere y al estado que quiere alcanzar. 7¿Qué podría pedir, pues, que al recibirlo aún lo siguiese deseando? 8Ha pedido lo que le asustará y le hará sufrir. 9Resolvamos hoy pedir lo que realmente deseamos, y sólo eso, de manera que podamos pasar este día libres de temor, y sin confundir el dolor con la alegría o el miedo con el amor.
2. Padre, Te ofrezco este día. 2Es un día en el que no haré nada por mi cuenta, sino que tan sólo oiré Tu Voz en todo lo que haga. Y así, Te pediré únicamente lo que Tú me ofreces y aceptaré únicamente los Pensamientos que Tú compartes conmigo.
¿Qué me enseña esta lección?
Pedid y se os dará.
Podemos pedir, desde la visión separatista propia del ego. Esa visión se caracteriza por la percepción del miedo, del ataque, de la necesidad. Es una visión fundamentada en la escasez. Esto es así, al dar valor a la falsa creencia de que hemos sido expulsados del Edén y de que tenemos que ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente.
Desde este punto de vista, pedimos lo que ya tenemos, pero que ignoramos que tenemos. Pedimos felicidad, cuando llevamos el germen de la felicidad. Pedimos alegría, cuando somos portadores de alegría. Pedimos abundancia, cuando la abundancia es nuestro estado natural. Pedimos amor, cuando Somos Amor. Lo que ocurre, es que no nos sentimos merecedores de ello, pues estamos convencidos de que somos pecadores y debemos ser castigados por ello, justificando el aprendizaje por la vía del rigor.
Tenemos la elección de pedir, desde la visión unificadora del Espíritu. Esta visión se caracteriza por la fuerza que emana de su fuente creadora, el Amor. Es una visión fundamentada en la visión de la Plenitud y la Abundancia. Esto es así, pues tenemos plena consciencia de que seguimos formando parte del Paraíso dispuesto por nuestro Padre.
Desde el punto de vista del Espíritu, simplemente expandimos nuestros atributos, nuestros valores, de modo que al compartirlo con el mundo, lo recibimos en abundancia. Pues recibimos aquello que damos. Damos felicidad y recibimos felicidad. Damos alegría y contagiamos esa alegría. Damos abundantemente y recibimos abundancia. Damos amor y recibimos, multiplicado, ese amor. Al ser consciente de lo que Somos, actuamos en concordancia a ello.
En la medida en que somos conscientes de nuestra realidad espiritual, nuestra tendencia se invertirá, y tendremos menos necesidad de pedir y más tendencia a dar.
Muchas veces, angustiados por las tensiones que se experimentan en el mundo terrenal, solicitamos bienes materiales o salud, pero, al hacerlo, dicha petición no va acompañada del gesto que favorezca que la solicitud se haga realidad. Por ejemplo, estamos pasando una situación de necesidad económica y ello, nos lleva a pedir recibir recursos para hacer frente a esa difícil situación. La petición en si misma, es lícita, pero no podemos olvidarnos que esa circunstancia de necesidad está estrechamente relacionada con nuestros pensamientos, los cuales nos llevan a pensar en términos de escasez. Si estamos dispuestos a ver las cosas de otra manera y decidimos dejar expresarse nuestra condición de abundancia, las circunstancias externas cambiarán y la petición que hemos realizado, encontrará un terreno abonado para poder crecer.
Sería más adecuado, pedir luz para poner fin a nuestros pensamientos de escasez. De este modo, nuestra abundancia se expresará de forma natural y dará lugar a circunstancias propicias para que gocemos de los recursos que sean necesarios.
Ejemplo-Guía: "Cuidado con lo que pides, pues se hace realidad"
La necesidad de pedir, es otro mecanismo propio del sistema de pensamiento del ego. Antes de que nuestra mente fabricase la ilusión de la separación, no existía la percepción y por lo tanto, la necesidad tampoco. ¿Cómo íbamos a sentir necesidad cuando formamos una unidad con nuestro Creador? ¿Acaso la criatura que gesta la madre en su vientre no recibe todo lo que precisa para su crecimiento?
La percepción de la escasez es fruto de la visión ilusoria del mundo que percibimos.
Si Dios, nuestro Hacedor, no ha creado el mundo que vemos, ¿cómo va a responder a las peticiones que le hacemos desde nuestra conciencia egoica? Si lo hacemos, lo que estamos reconociendo es que la autoría de este mundo y de las cosas que en él nos suceden, les pertenece. Es como decirle: "Sí Padre, se que soy un pecador y que se soy merecedor de este castigo. Líbrame de él".
Cuanta culpa y cuanto miedo hay encerrado en esa petición.
El desconocimiento de lo que realmente somos, nos lleva a pensar en esos términos de victimismo.
Sí, el mensaje del título del ejemplo de hoy, no es ninguna amenaza, sino una certeza. Ya hemos tenido ocasión de hablar en otra Lección, que el deseo nos lleva a creer en lo que deseamos y esa creencia, a su vez, nos lleva a ver el mundo a imagen y semejanza de nuestros deseos. Cada deseo que tenemos se convierte en una percepción que animará a nuestra conciencia aportándonos una experiencia de lo deseado. En este sentido, el mundo que vemos y percibimos es el fruto de nuestros deseos.
Entonces,¿por qué no experimento la riqueza, cuando la deseo?
Tal y como hemos dicho, el deseo es el "padre" del mundo que vemos, el mundo de la separación y de la escasez. En el Cielo, nuestro verdadero Hogar, la fuerza creadora no es el deseo, sino la Voluntad, cuya cualidad espiritual es la Unidad. Mientras que la Voluntad nos lleva a crear, el deseo nos lleva a fabricar. La creación da como fruto lo real, mientras que el deseo da como fruto la ilusión.
El deseo nos mostrará un mundo ilusorio acorde con su estado, es decir, el de la necesidad y de la escasez. Si realmente somos el Hijo de Dios, Abundantes y Plenos, ¿cómo vamos a pedir lo que ya somos? Cuando el deseo nos moviliza a pedir riqueza y abundancia, lo está haciendo en su nivel de creencia, esto es, desde la necesidad, por lo que recibiremos y veremos necesidad. Es decir, conseguimos el efecto contrario a lo que deseamos, pues la semilla que estamos sembrando tiene esas características.
Si en vez de desear lo que no tenemos, deseamos dar y compartir lo que tenemos, nuestra abundancia, nuestra plenitud, el fruto de ese deseo, será recibir lo que hemos dado.
Tal vez te estés diciendo, ¿cómo vamos a dar, si no tenemos? Con esta cuestión, perpetuamos el error, pues la "abundancia" no es un valor externo, sino un estado de nuestra mente. Si piensas que eres un ser separado del resto de la creación, no verás tu abundancia. Si crees que eres un ser unido al resto por Filiación Divina, ¿qué más necesitas, cuando lo tienes todo?
Reflexión: La abundancia y la escasez son pensamientos.
Reflexión: La abundancia y la escasez son pensamientos.
Hermosa lección la de hoy. Gracias, gracias, gracias!!
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