jueves, 2 de enero de 2025

Capítulo 17. III. Sombras del pasado (3ª parte).

III. Sombras del pasado (3ª parte).

7. Harás todo esto gustosamente, sólo con que le dejes mantener la chispa delante de ti para que alumbre tu camino y puedas verlo con claridad. 2El Hijo de Dios es uno. 3A quienes Dios ha unido como uno, el ego no los puede desunir. 4Por muy oculta que se encuentre en toda relación, la chispa de la santidad no puede sino estar a salvo. 5Pues el Creador de la única relación que existe no se ha excluido a Sí Mismo de ninguno de sus aspectos. 6Éste es el único aspecto de la relación que el Espíritu Santo ve porque sabe que únicamente ese aspecto es verdad. 7Tú has hecho que la rela­ción sea irreal y, por lo tanto, no santa, al verla como no es y donde no está. 8Entrégale el pasado a Aquel que puede hacer que cambies de parecer con respecto a él por ti. 9Pero asegúrate antes que nada de que te das cuenta plenamente de lo que has hecho que el pasado represente, y por qué.

La relación no santa es aquella que da prioridad al pasado en el estado presente. Es la decisión de vengarse de los demás a través de la relación, cuando en verdad lo que estamos haciendo es vengarnos de nuestra propia ignorancia, pues desconocemos que fuera de nosotros no hay nada tal y como nosotros lo percibimos. Es nuestra mente la que decide interpretar lo que percibe según nuestra falsa creencia en la ilusión.

Cuando juzgamos al otro, al mirarlo, estamos proyectando nuestros pensamientos internos sobre él, lo que nos lleva a juzgarlo en la misma medida en que nos juzgamos a nosotros, con una variedad en que nuestros juicios propios los mantenemos ocultos y los del otro los hacemos públicos, en un deseo de trascender los nuestros propios.

La relación santa es la inspirada por la Mente Recta, la cual nos lleva a percibir la unidad entre las partes, entre las mentes.

8El pasado se convierte en la justificación para entablar una alianza continua y profana con el ego contra el presente. 2Pues el presente es perdón. 3Por lo tanto, las relaciones que la alianza no santa fomenta no se perciben ni se experimentan como si estuvie­sen ocurriendo ahora. 4Mas el marco de referencia al que se recu­rre para que le dé significado al presente es una ilusión del pasado en la que se conservan aquellos elementos que se ajustan al propósito de la relación no santa, y se abandonan todos los demás. 5lo que de esta manera se abandona, es toda la verdad que el pasado jamás habría podido ofrecer al presente para que diese testimonio de la realidad de éste. 6Lo que se conserva no hace sino dar testimonio de la realidad de los sueños.

Si nuestra mente queda ocupada en cada presente con una visión permanente de recuerdos del pasado, cualquier relación que emprendamos no será real, pues está intentando sostenerse sobre los frágiles pilares de lo que no es real.

Este tipo de relaciones requerirá un gran esfuerzo para mantenerse estable y, por lo general, salvo que se produzca un cambio de visión en la consciencia, están llamadas al fracaso y a la frustración.

El presente es la única oportunidad que tenemos para deshacernos de los errores del pasado, esto es, de perdonarlos, pues es en el presente donde únicamente podemos elegir de nuevo, podemos ver de otra manera, podemos ver lo que es real y lo que ya no lo es.

9. Sigue estando en tus manos elegir unirte a la verdad o a la ilusión. 2Pero recuerda que elegir una es abandonar la otra. 3Dota­rás de belleza y realidad a la que elijas porque tu elección depende de cuál valoras más. 4La chispa de belleza o el velo de fealdad, el mundo real o el de la culpabilidad y el miedo, la verdad o la ilusión, la libertad o la esclavitud, es todo lo mismo. 5Pues no puedes elegir más que entre Dios o el ego. 6Todo sistema de pen­samiento o bien es verdadero o bien falso, y todos sus atributos se derivan naturalmente de lo que es. 7Únicamente los Pensamientos de Dios son verdaderos. 8Y todo lo que se deriva de ellos procede de lo que son, y es tan verdadero como la santa Fuente de donde procedieron.

He aquí que, una vez más, nos encontramos con una verdad esencial: tenemos la capacidad de elegir, y la tenemos, no porque seamos un ego, pues el ego tan sólo impone limitación y miedo, sino porque somos el Hijo de Dios, creados a Su Imagen y Semejanza.

¿Vamos a utilizar ese poder divino para elegir cultivar pensamientos falsos que darán frutos falsos y amargos, o vamos a utilizar nuestra voluntad para elegir cultivar pensamientos verdaderos que, al ser compartidos con los demás, darán frutos dulces y abundantes?

10Santo hermano mío, quiero formar parte de todas tus relacio­nes, e interponerme entre tus fantasías y tú. 2Permite que mi rela­ción contigo sea algo real para ti, y déjame infundirle realidad a la percepción que tienes de tus hermanos. 3No fueron creados para que pudieses hacerte daño a través de ellos. 4Fueron creados para crear junto contigo. 5Ésta es la verdad que quiero interponer entre tu objetivo de locura y tú. 6No te separes de mí ni dejes que el santo propósito de la Expiación se pierda de vista en sueños de venganza. 7Las relaciones en las que tales sueños se tienen en gran estima me excluyen a mí. 8En el Nombre de Dios, déjame entrar a formar parte de ellas y brindarte paz para que tú a tu vez puedas ofrecerme paz a mí.

Entra, hermano, la puerta de mi mente está abierta para que tu presencia ilumine el recinto donde albergo mis pensamientos amorosos y donde me uno, conscientemente, a ti.

Que el amor bendiga nuestra unión y que no la separe el ego.

Que así sea.

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